Marcelo Sestelo ha vuelto a nacer. Lo sabe su mujer, Claudia, y su hija, Klara, que es quien habla con EL ESPAÑOL. Marcelo llegó este miércoles por la mañana a su casa aun cargado de adrenalina. Se grabó un vídeo de desahogo en el que dijo 'buenas noches', siendo de día, resumió su experiencia en dos minutos y ya no puede hablar más. A Marcelo le pilló la riada en el puente que da al Ikea de Alfafar (Valencia). Vio como el agua subía, vio como la gente era arrastrada por el agua, y junto a otros valencianos anónimos en su misma situación organizaron el rescate de muchos afectados por la DANA. Los últimos datos oficiales cifran ya en 92 las personas fallecidas en Valencia.
Él es uno de los 600, aproximadamente, que pasaron la noche en la tienda sueca. A la mañana siguiente, regresó andando a casa. Por eso, porque ahora está siendo consciente de lo que ha vivido, los últimos flecos de la historia la cuenta su hija, Klara. "Ahora está en el sofá con el cuerpo completamente dolorido", porque en el agua, mientras salvaba gente, "le golpeó un palé. No sé cómo sigue en pie".
La familia es de origen argentino y llevan 20 años viviendo en la Comunidad Valenciana. El padre, Marcelo, tiene 44 años, es camionero y reside en Sollana, a 22 kilómetros de Valencia. El martes trabajó como cualquier día, hasta que a las 6 de la tarde le tocó ir a descargar a Ribarroja de Turia. Ese último encargo se negó a hacerlo "porque sabía que la situación se iba a poner fea", detalla Klara.
Así que el hombre se subió a su moto y emprendió el camino a su casa. Alrededor de las 19:30, en Alfafar, la moto quedó inutilizada por la altura del agua. Justo en el puente que sube al Ikea. Por delante de él y por detrás, filas de coches en su misma situación. A su mujer, Claudia, le informaba, aun sin saber que lo peor estaba por venir: "Ahora no va a venir la grúa. Vendrá mañana, o no sé cuándo. Pero bueno. Mándame la grúa acá, ¿vale?".
La situación en cuestión de minutos se tornó dantesca. "Enfrente del puente había mucha gente. El agua empezó a subir muy rápido y con mucha fuerza", relata Marcelo en ese vídeo que se grabó al llegar ayer por la mañana a su casa. Había personas agarradas a las farolas para no ser arrastradas por el agua. "De repente alguien, no sé si el Ikea o quien, sacó una soga, y con otros dos chicos nos metimos en el agua para tratar de traer a esa gente al puente", situado a mayor altura, y por tanto, más protegido.
Los coches "empezaron a flotar, el agua empezó a correr de una manera brutal, una fuerza increíble. No paraba de subir el nivel, y empezaron a cruzar personas con niños en los brazos, en los hombros. Ancianos, hombres, mujeres. Y otra parte (de la gente) se quedó en la rotonda, porque llegó un momento que era tan alto el agua que no se podía con la fuerza".
Para abordar la segunda parte de su testimonio, toma aliento y deja de mirar a la cámara. A su izquierda "había una furgoneta, y un chico arriba de la furgoneta que no se animaba a tirarse. El agua me llegaba ya a la altura del pecho. Entonces, bueno. Intenté, con un coche que estaba flotando en la parte de atrás pegado a una farola, intenté pasar para allá y acercarme al otro lado para estar más cerca de él y el agua era demasiado fuerte para mí. No se animó él a tirarse".
El agua siguió subiendo más. "La furgoneta empezó a irse con él arriba. El hombre intentó tirarse a los pies del puente, y no pudimos hacer nada por él. Vimos como se lo llevaba el agua".
En 'shock'
La siguiente comunicación con su mujer tiene lugar a las 21:16 mediante un audio, al que ha tenido acceso este periódico. Está absolutamente en shock y con un tono de voz desencajado. "Claudia... manda a la Guardia Civil a la rotonda del Ikea, donde está la subida del puente. Esto está subiendo cada vez más... ayudamos a cruzar de la rotonda a un montón de gente, con bebés y todo, con cuerdas y metidos en el agua. Yo me... había un muchacho, que... que... me tiré nadando por él, y no lo pude sacar. Se lo llevó la corriente, Claudia. Hay chicos en la rotonda. Hay chicos, hay mujeres... por favor, manda ayuda... No lo pude sacar, me tiré al agua y no lo pude sacar... se lo llevó el agua. Por favor, manda ayuda".
Klara perfila la historia de su padre. "Ese chico estaba encima de su vehículo. Me ha contado que tenía un ataque de pánico y no quería saltar, y cuando el coche empezó a ser arrastrado, saltó y se lo acabó llevando la corriente. Mi padre tiene el número de la matrícula", musita. "Por si sirviera". Marcelo rescató a un conductor paralizado en su asiento. "Fue de milagro", detalla su hija. "Porque se acercó, vio a mi padre, y se tiró".
Luego, entre todos, "hicieron un puentecito con palés, improvisado, desde el Ikea hasta el puente en el que se encontraban". La tienda se había convertido ya en un refugio, y tanto Marcelo como los otros fueron atendidos "con mantas, calcetines y calzado. Es decir, ropa seca. A su padre, además, le dieron toallas y pusieron junto a la calefacción para evitarle la hipotermia. Pudieron comer, dormir en colchonetas y recargar los teléfonos móviles. Allí pasaron la noche. Ikea se portó genial", resume Klara.
Marcelo, quien también agradece a Ikea la ayuda y la atención que les dieron, le prestó el teléfono a una chica que trabajaba en una tienda de colchones y que había salido de milagro de la tienda: por una claraboya. "Mi padre nos mantuvo informadas toda la noche. Apagaba y encendía el móvil, para ahorrar batería".
Por la mañana, Marcelo emprendió el camino hacia su casa. Caminó por gran parte de la pista de Silla, y grabó la desolación y los destrozos producidos por la riada.
"Hasta que, en el último tramo, un hombre conduciendo con una furgoneta le recogió y le llevó a Silla, donde vive mi madre. De ahí, como en Silla han cortado el agua, les llevamos a la casa de mi padre en Sollana para que puedan comer, ducharse y estar tranquilos. Me encuentro ahora con ellos dos", ultima Klara.