Mi noche atrapada en medio de la DANA en Paiporta: la gente saquea los comercios, ¡no he pasado tanto miedo en mi vida!
- Rosa García cuenta en primera persona la noche de caos y miedo que vivió junto a su familia en Paiporta, uno de los municipios más afectados por los efectos de la DANA.
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Era una tarde más o menos normal en Paiporta. Estábamos avisados de los riesgos de DANA, pero nunca pensamos que podía ocurrir algo así. Decidí quedarme en casa por si llovía demasiado, aunque sólo cayeron cuatro gotas. A las tres de la tarde no llovía apenas pero sí que había un viento fuerte, nada lejos de lo normal, aunque no tardó mucho en cambiar.
A las siete de la tarde me empezaron a llegar vídeollamadas, fotos… de todo. Se había desbordado el barranco que está a escasos 800 metros de mi casa. Mi hijo, que estaba fuera jugando, subió corriendo y me dijo que las calles se estaban empezando a inundar. ¡El agua había llegado a nuestras calles! En Paiporta no llovió casi pero el agua que bajaba por el barranco venía de los pueblos de alrededor.
Lo que empezó como un poco de agua se convirtió en un mar en tan sólo 20 minutos. Pasamos de dos palmos de agua a metro y medio en un abrir y cerrar de ojos. Mi marido y otros vecinos bajaron a los garajes para intentar sacar los coches, pero ya era demasiado tarde. El agua subió tan rápido que todos nos tuvimos que meter en las casas. De repente se fue la luz y escuché los primeros gritos de socorro.
Eran los vecinos de abajo. Se habían quedado encerrados.
La planta baja era inaccesible. No se podían abrir las puertas por la presión del agua y tuvimos que actuar por el patio interior. Algunos vecinos consiguieron bajar con una escalera, serraron los barrotes de las ventanas y consiguieron sacar a varias mujeres, a un señor con su perra. Con todas las complicaciones que había, la cosa difícilmente podía empeorar, pero lo hizo.
Un hombre muy mayor en silla de ruedas estaba atrapado con su enfermera, y no le podíamos mover al estar muy delicado. Un vecino se ofreció voluntario y se quedaron toda la noche juntos en la planta inundada.
Ya eran las diez de la noche. Con todos los vecinos juntos nos tuvimos que repartir en las casas que no se habían llenado de agua. La inundación no paraba de crecer y los coches parecían barcos, flotaban por el medio de las calles arrastrados por los escombros y la riada. ¡Era un caos total! Todas las alarmas de los coches pitando y chocándose unos con otros, mientras que los servicios de emergencia no podían hacer nada. Nosotros menos aún, vigilar y esperar.
El agua bajó durante la noche pero nosotros no pudimos pegar ojo. Mi familia y yo, mis vecinos, todo el mundo estaba horrorizado. Al amanecer pudimos ver cómo todo nuestro barrio había sido destruido. Lleno de ramas, capas y capas de barro, basura, escombros. Además, desde las ocho de la tarde hasta las cuatro del mediodía del miércoles hemos estado sin luz ni agua potable. Al menos ahora tenemos luz.
Nosotros vivimos en la parte alta, y si nuestra zona está mal, las partes bajas son zonas de guerra. Un desastre total. Todas las persianas de los comercios se han caído y la gente los está saqueando. Estamos aislados y desesperados, no hay agua y los puentes para entrar o salir del pueblo se han caído o no son seguros. No sabemos qué hacer, los vecinos se están yendo a las casas de sus familiares y como la situación no mejora nosotros también nos vamos a tener que ir andando hasta Valencia. ¡No hemos pasado tanto miedo en nuestra vida!