Cada vez hay menos flores para los difuntos: de facturar el 20% anual en Todos los Santos a vender en bodas y eventos
- En las capitales se está perdiendo la costumbre de llevar flores al cementerio mientras que en los pueblos se mantiene, aun así el sector crece anualmente.
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Como cada 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, los cementerios se llenan de personas que visitan a sus difuntos seres queridos. Con ellos, un desfile de flores de todo tipo para homenajear el recuerdo cálido de aquellos que se tuvieron que marchar. Flores que simbolizan la conexión entre los muertos y los vivos, y la efimeridad de la vida misma. Una tradición ancestral que se ve amedrentada por la falta costumbrista de las generaciones más jóvenes, y que supone un riesgo desmesurado para quienes se dediquen al sector de la floricultura.
Las vísperas de esta festividad están ligadas a un reto de alta demanda para la industria de la flor cortada en España, pues encara una de las campañas más importantes del año y en la que se hace mayor facturación. Los crisantemos, los gladiolos, los lirios y los claveles son algunas de las flores más tradicionales que regentan las lápidas de los camposantos. Aun así, las modernidades venideras y las importaciones de flores desde el extranjero posibilitan la creación de composiciones florales más innovadoras.
La antigua tradición de llevar flores a los difuntos se enfrenta a un cambio generacional en el que las incineraciones cada vez son más frecuentes, y todo aquello relacionado con la muerte se asocia al miedo, terror o diversión, como podría ser Halloween. Una tradición consolidada entre las poblaciones mayores y que no es tan representativa entre las más jóvenes.
Los floristas en auge
La campaña de venta de flor cortada para el 1 de noviembre es una de las más importantes para el sector. Los datos ofrecidos por la Asociación Española de Floristas (AEFI), consideran que las ventas durante estos días pueden llegar a suponer hasta un 20 % de la facturación anual de las floristerías de las regiones en las que esta tradición esté más asentada. Que la tradición se pueda estar perdiendo o siendo olvidada entre las poblaciones más jóvenes y en las grandes urbes, no es sinónimo de la caída de la industria.
Fernando Ríos, vicepresidente de AEFI y florista transgeneracional, afirma a este diario que el mercado de la venta de flor se mantiene bastante homogéneo. Esta asociación sin ánimo de lucro se ha convertido en la patronal más representativa de floristas de toda la nación, cuyos objetivos van desde la gestión y defensa del sector hasta la formación y fomento del consumo de flores.
"Ni suben ni bajan". Las ventas de flor para esta festividad han sido bastante parejas a lo largo de los años según informa Ríos. Desde 2008 y los años siguientes a la crisis sí que se puede apreciar un descenso de entre el 20-30 %. Una bajada de consumo que se fue recuperando poco a poco hasta la próxima gran caída en el COVID-2019, llegando a un 40 % menos respecto el 2008. Pese a estos tropiezos el sector de la floristería sigue en aumento consiguiendo en 2023 un 10% más de ventas que en los años previos a la primera gran recesión.
Producciones extranjeras
Todo producto que viene desde fuera puede poner en riesgo la producción y las ventas nacionales, ya sea porque se encarecen los costes o cambian las preferencias del consumidor. En el sector de la floricultura, los expertos con los que EL ESPAÑOL ha tratado son bastante precisos: "Se necesitan las flores del extranjero".
En unas fechas en las que la demanda de flor experimenta una crecida considerable, todo se agradece. "No podemos quejarnos de las flores de fuera para los santos, todos las necesitamos, son flores para todos", menciona Ríos. Además, para cubrir todos los gustos y necesidades de los compradores hay que importar diferentes variedades de flores que dependiendo de la estación se pueden producir dentro de España.
"No se pueden cultivar todas las flores durante todo el año, por eso se traen desde fuera"., dice Ríos. Rico, por su parte, considera que la importación de flores "no entra en conflicto" con las producciones nacionales. Cuando se acercan fechas "así de importantes se vende todo, y los productores españoles no dan a vasto con las flores locales para tanta demanda. Sería imposible".
El detrimento de la tradición
"No se pierde volumen de venta, se pierde volumen de tradición". Aunque la campaña de santos sea una de las más importantes para la floricultura, cada vez se vende menos. Empresas tan grandes como Verdnatura sí han notado esa recesión en el Día de Todos los Santos mientras que se incrementan las ventas en otras áreas como las bodas, cumpleaños, eventos… "Hay un descenso en la venta tradicional de flores, sobre todo en las grandes urbes. En los pueblos sí que se mantiene esa esencia pero en las ciudades está perdiendo por el relevo generacional. Parece que todo lo relacionado con la muerte fuera de Halloween no interesa".
Con el paso del tiempo todo cambia, y las floristerías también. Rico explica que los cementerios no son igual que antes y la costumbre de llevar flores tampoco. Todavía hay muchas floristerías que viven principalmente de la venta para esta celebración, pero gran parte de ellas ya han hecho una "transformación digital" al igual que lo hacen las nuevas generaciones.
La presencia tradicionalista no es la misma en los pueblos que en las áreas metropolitanas. Las capitales se modernizan a ritmos desenfrenados frente a las zonas rurales. El ocio, los jóvenes, el turismo… hace que no se respiren las mismas costumbres que están tan arraigadas en los pueblos, por lo que las ventas y su enfoque pueden variar dependiendo de su ubicación.
Floristerías como la de Juanjo Castro, en el centro de Madrid, no viven los santos de la misma manera que lo podría hacer un negocio en las afueras. De hecho, para su tienda este día no supone un incremento en sus ventas, ya que se dedican hacer composiciones más elaboradas y rejuvenecidas.
Para otros negocios que están ubicados en los municipios que colindan con las capitales, la historia es diferente. Vanesa Cano tiene una floristería en Fuenlabrada y cada año vende más. "Los Santos nos supone un 30% de la facturación anual. Trabajamos 24 horas en estas fechas, y llevamos 15 años en los que las cifras no han dejado de subir y la tradición de llevar flores al cementerio es más que evidente", dice.
"Al final somos gente de un pueblo convertido en ciudad que nos vamos a nuestros pueblos de origen con flores", prosigue. Otras tiendas como la de Andrea Fatu en Torrejón de la Calzada, en vísperas de esta festividad acostumbran a atender personas de más de 45 años, mientras que los jóvenes se acercan a comprar flores el día de los enamorados.
El futuro de la flor
"¿Cuántas personas viven de un clavel? Más de lo que uno piensa". Los principales representantes de floristas en España luchan continuamente por la propulsión de un sector que está en auge, aunque todavía hay bastante trabajo para que no se les vea como simples vendedores, sino como empresarios. Tanto particulares, empresas y asociaciones pretenden difundir la cultura de la flor en el país. "No tenemos costumbre de regalar flores, ponerlas en eventos, celebraciones, actos públicos... Parece que solo valen para el amor o el dolor, hay que ir más allá. España tiene arte y las flores son arte" finaliza Rico.