Made in China tiene connotaciones que son difíciles de olvidar. La calidad de los productos fabricados en el gigante asiático siempre ha estado en entredicho. Tampoco es que ellos se hayan esforzado mucho por revertir esa impresión del público. Hacer pequeñas inversiones o, mejor dicho, apuestas, a que un producto por un precio irrisorio sale bien parece lógico, pero a la hora de gastarse más de 15.000 euros en algo como un coche, la decisión es más complicada.
Ese no es el caso de Adolfo Pahissa y los otros 8.126 españoles que, entre enero y junio de 2024 se compraron un MG ZS, el segundo coche más vendido hoy por hoy en nuestro país y el primero en el ránking de los SUV (según datos oficiales de ventas en España). Y podrían haber quedado mejor, pero como explica Adolfo: “No fue el más vendido porque se les agotaron y no podían suplir la demanda”.
Adolfo es un hombre práctico. Para él, un coche es una herramienta para su mujer y sus dos hijos. No necesita 300 CV de potencia ni asientos calefactables, y su historial da fe de ello: “Este es el primer coche nuevo que tengo en mi vida. Antes todos habían sido de segunda mano. Acabo de sustituir mi Jeep que tenía 16 años y estaba muriendo, empezando por lo más importante: el aire acondicionado”.
La búsqueda no se basó en deseos de diseños espectaculares, ni motores potentes, ni equipamiento exclusivo, sino en una búsqueda en Google: Coches baratos España 2024. En ese terreno, nadie puede con MG. Los otros gigantes chinos (Omoda y BYD) son baratos, pero es imposible gastarse menos de 25.000 euros. Adolfo, en cambio, obtuvo lo que deseaba: “Me gasté 16.000 y pico”.
El diseño del coche tampoco tiene nada que envidiar a otras marcas. Dos días a la semana, Adolfo se reúne con un grupo de amigos en el Parque de la Loma del Viento, en Madrid, para hacer Crossfit. Cada uno llega con su coche, muchos de ellos nuevos y Adolfo ha observado lo siguiente: “Los coches son cada vez más iguales. El otro día, entrenando, había aparcados en fila un Mazda, un Volkswagen, un SEAT y el mío y yo los miraba pensando: ¿por qué hacéis todos el mismo coche? Yo ahí me sentía inteligente porque había pagado la mitad que todos los demás. Me beneficiaba la comparativa”.
A pesar de eso, el equipamiento no se queda atrás: “El básico cuesta 14.000 euros, pero yo me compré el que es más completo, con los asientos de cuero [sic]; cámaras para aparcar, pantalla multimedia, asientos calefactables… Dicho de otro modo: pijaditas”.
La transición entre un coche ajado del año de la Tana y uno recién salido de fábrica, sobre todo si nunca se ha tenido una experiencia similar, debe ser disfrutada. Las opciones son ilimitadas, como un pequeño viaje a Chinchón (por ejemplo), un viaje largo fuera de España o, incluso, usar el coche para bajar a comprar el pan. Lo que sea por estrenarlo bien. En el caso de Adolfo, su mujer tenía otros planes: “¿Que cómo lo estrené? Lo primero que hicimos fue que se lo quedó Pilar y no me dejaba conducirlo nunca. Además, empezó a llamarlo “mi coche”. No hicimos un miniviaje ni nada por el estilo en ese momento, pero el fin de semana fuimos a Talavera y cuando llegó el verano sí nos fuimos a Cantabria en él”.
Al igual que ocurre con gran parte de los españoles, el día a día de Adolfo discurre entre las calles de una ciudad. Es donde trabaja, donde sus hijos van al colegio y donde viven sus padres y amigos. Solo de vez en cuando, el coche se convierte en una herramienta de libertad (y no solo de comodidad) para moverse a sus anchas por España.
Pero con los automóviles, el principal problema es que no suelen estar hechos para todo: una suspensión muy dura y una parte adoquinada de una calle o un camino lleno de baches se convierte en un auténtico infierno, mientras que si es muy blanda, a 120 km/h en una curva cerrada en autovía parece que vas a salir volando.
Como explica Adolfo, en el caso del MG ZS la ciudad es su terreno: “Para mí, mejor la ciudad. La motorización más básica, la mía, es atmosférica, sin turbo, y siento que le falta un poco de chicha para la carretera. Puedes ponerte a 150 sin problema, claro está, pero si quieres adelantar a un camión y aparecen coches por detrás, necesitas una ventana amplia para acelerar”.
Esto contrasta con la ciudad: “Es más pequeño que el Jeep que tenía, y acelera mucho en entornos urbanos. Tanto, que Pilar me dice que conduzco más violentamente (y no es elogioso, desde luego)”.
Nuestro protagonista, conductor de coches de segunda mano toda su vida, va a experimentar por primera vez algo increíble: la garantía. Como la inmensa mayor parte de las marcas, MG ofrece 7 años.
La resucitación de MG
Omoda, BYD, Aiways, DFSK, EVO… son muchas las marcas del gigante asiático que han entrado en los últimos años en el mercado automovilístico español, unas con más y otras con menos éxito (aunque esto es solo el principio de la historia). De ninguna de ellas se había oído hablar dentro de nuestras fronteras hasta hace dos telediarios. Pero el caso de MG es muy distinto.
Aquellos que ya tengan unas cuantas canas en su cabeza se acordarán de las dos marcas británicas de utilitarios que hace ya más de 20 años poblaban el parque automovilístico español: Rover y MG. Sus defensores rebatirán cada una de estas palabras, pero su reputación era cuestionable.
Por un lado, en lo que a diseño se refiere, estaban por delante de la curva. Dicho de otro modo: para su tiempo, eran coches bonitos y modernos (el ‘MG MGF’ era un descapotable que salió al mercado en 1995 y que te hacía girar la cabeza al verlo pasar, y el ‘Rover 216 SI’, que salió a la venta en 1997, parecía un coche de finales de los 2000). Pero la calidad de su construcción era el contrapunto: había que tener lista la cartera para el siguiente contratiempo.
A pesar de eso, ambas marcas amasaron un público fiel que fue obligado a ver cómo caían en la bancarrota y el olvido. En 2006, en cambio, el gigante chino SAIC Motor vio su oportunidad: “¿Por qué introducir en el mercado europeo una marca desconocida, si podemos resucitar a un ‘grande’?
El resultado fue que MG volvió. Ya no tiene nada que ver con el Reino Unido o su histórica fábrica en Abingdon, a las afueras de Oxford, sino que es 100% china. Sus clientes lo saben: “A mí me gusta mucho eso. Es una marca que tiene coches míticos de los años 60 y, sí, vale, sé que es chino, pero como yo soy muy ‘sucker’ del branding, me encanta. Por otro lado, hay otras marcas chinas con nombres desconocidos que son difíciles de asimilar. Esta no, la llevo viendo toda la vida”.
El interés en MG no es escaso. “Hay gente que, por la calle, nos pregunta: ‘¡Eh, ¿y qué tal está?!’”, explica Adolfo. Los números de ventas en España son extraordinarios y, prestando atención al carril contrario en una autovía, veremos más de 1 y más de 2. MG está siendo un éxito de ventas.
Luces y sombras
Lo barato sale caro. Es una de las falacias más utilizadas del mundo, y es especialmente falsa en lo que a automóviles se refiere. Algunos conocerán el caso de un conocido (o de un periodista que escribe sobre MG) cuyo coche alemán, el epítome de la fiabilidad, reventó un turbo porque sí, y se vio obligado a pagar una fortuna para reparar un coche que no tenía ni 100.000 km.
Los 7 años de garantía que ofrecen las marcas hoy aseguran al consumidor poder rentabilizar su coche con creces, pero eso no evita los pequeños (o grandes fallos) de fábrica. En el caso del MG ZS, por ejemplo, Adolfo nos cuenta que “los discos de freno son muy pequeños, y lo notas. No para como mi coche antiguo. Además, la gente se queja de que no puedes adaptar el volante a tu altura o tamaño, lo que puede, en algunos casos, hacer el coche incómodo”.
Para algunos, estos serán problemas triviales o inexistentes; para otros, estarán ahí durante toda la vida del coche. Sea como sea, todas las marcas chinas estás adaptando sus vehículos no bianualmente, o anualmente, sino mes a mes. El MG ZS de septiembre es mejor que el de julio, y el de enero le dará mil vueltas al de ahora mismo. Si China nos ha enseñado algo, es que el desarrollo puede ser rapidísimo, y más si se quiere competir de tú a tú con la industria europea.