Estaba previsto para las seis y media de la mañana pero, metafóricamente, una nueva DANA obligó a retrasar el reestreno de la línea de alta velocidad entre Madrid y Valencia. "Por fin vuelvo a casa", dice Sofía, de 20 años. "Nuestras vidas vuelven poco a poco", continúa. La joven, relata, tuvo que ver cómo su población, Ribarroja de Turia, yacía inundada desde su piso en Madrid, donde estudia un grado universitario.
La historia se repite en unas cuantas personas más. Carmina, de 40 años, explica, mientras transita por la nueva terminal de la Estación de Chamartín, que lleva todo el día intentando llegar hasta la capital de la Comunidad Valenciana. El motivo de su frustración, cuenta, son las diversas cancelaciones de esta mañana que una nueva alerta roja obligó a efectuar. Algunos pasajeros de hasta seis trenes ya programados y vendidos tuvieron que esperar y mantenerse en Madrid.
Es por eso por lo que el mismo tren en el que ahora van Carmina y Sofía, el de las 12:30h, acoge también a los pasajeros del tren anterior, el de las 11:30h, y un "vagón solidario" coordinado por la Cruz Roja. En él, programado para viajar en el primer tren con salida hacia Valencia desde Madrid, se transporta nueva ayuda humanitaria para los afectados de uno de los peores temporales de la historia de España.
Dos semanas después
Tan sólo 15 días después de que todo el país comenzara a lamentar las numerosas pérdidas que sufrió la Comunidad Valenciana, y en concreto la comarca de Huerta Sur, el servicio ferroviario de alta velocidad ha podido restablecerse en lo que sus propios trabajadores consideran "un tiempo récord" y "un éxito de los trabajadores de Adif".
En el interior, las sensaciones son dulces. "Teníamos muchas ganas de regresar ya, de intentar ayudar a los habitantes de Valencia ofreciéndoles nuestro transporte. Esta mañana me desperté con mucha incertidumbre pero sé que si volvemos es porque se ha reconstruido todo bien", explica Janire, tripulante de Renfe.
Otros no sólo vuelven a casa, sino que retoman sus relaciones laborales: "Son muchos los días que me marcho a Valencia por la mañana y regreso por la tarde. Sin el AVE, que lo hace en dos horas, es un auténtico desafío", sostiene Mario, que trabaja para una importante aseguradora. Durante estas dos semanas se ha desplazado en su vehículo personal, en el que no le gusta viajar, dice, principalmente, porque no puede trabajar mientras conduce.
Una pareja escandinava subía al interior del tren en Madrid como si el tiempo no hubiera pasado. Antes de la cancelación de la línea por los destrozos de la DANA, era muy habitual ver el trasbordo de extranjeros entre Madrid y Valencia para poder conocer ambas ciudades. "Estos días conocimos la capital y ahora queremos ver la Ciudad de las Artes y las Ciencias", explica Niklas, que, aunque sabía de las inundaciones, no conocía que los servicios ferroviarios se habían visto afectados.
Atravesar el desastre
Sin embargo, y pesar de que madrileños y valencianos suspiraban por el reinicio de la alta velocidad en esta ruta, el tren permanece, a ratos, vacío. Ni la unión del servicio de las 11:30h con el de las 12:30h han podido evitar que los asientos del primer AVE que llega hasta la capital valenciana no estén llenos. Los motivos, explican desde Renfe, es que una reapertura de este calibre tiende a tener una "progresiva recuperación".
Lo cierto es que a pesar de que casi ningún pasajero asciende en la estación de Requena-Utiel, el hecho de que el operador transcurra por aquí, sin ningún inconveniente, parece una alucinación. A través de las ventanillas todavía se puede apreciar el terreno embarrado y los destrozos que el paso de la riada dejó en esta localidad.
Justo en la parada, María, de 30 años, comienza a llorar mientras camina por el pasillo. Dos horas antes, la mujer había declarado ante las cámaras de televisión que se sentía culpable de no haber podido venir antes a ayudar. Al percatarse de la escena, un turista estadounidense que no habla castellano, y cuya hija vive en España, le pregunta susurrando que por qué llora.
Ante la explicación recibida, suspira y no sabe cómo reaccionar. "Lo que sucedió en Utiel fue verdaderamente duro", sentencia su hija, que ha seguido la tragedia a través de los medios de comunicación. El trayecto continúa y el tren Talgo, un serie 112, comienza a atravesar a toda velocidad algunos túneles, como el de Chiva o el de Torrente, que permanecían completamente quebrados, maltratados e incluso derruidos, como si nada hubiera ocurrido antes.
Pero al llegar a la estación de tren de Valencia se hace evidente que no todo es lo mismo. Los pasajeros, al bajar, no pueden hablar de otra cosa. Algunos transitan con prisa, otros con la respiración contenida, pero todos piensan en lo mismo. "¿Lo que hemos vivido desde aquel 31 de octubre? No hay palabras para describirlo".