No oficia misa desde hace años, los mismos que lleva cesado como sacerdote cuando se destapó que había hecho uso del dinero de la Parroquia de Vejer para afrontar, asegura, "un chantaje". Hace unos días supo que el Tribunal de la Rota había rechazado su apelación ante una primera sentencia eclesiástica y le condena a tres años sin poder ejercer el sacerdocio. Antonio Casado y su abogado sostienen que esa sentencia no es firme porque está recurrida por defectos de forma, ya que "el juez que la firma no estaba nombrado".
Puesto a confesar, confiesa: le preocupa más la sentencia eclesiástica que afrontar el juicio penal, en el que él y una mujer figuran como investigados. A la justicia terrenal no le teme porque asegura que tiene pruebas contundentes de que fue sometido a un chantaje económico, una estafa, durante años por parte de esa misma mujer, Miguela Domingo, requiriéndole incansable por correo electrónico miles de euros... que él le daba. Se duele, sin embargo, de que el Tribunal de la Rota no aceptase esas mismas pruebas. La Fiscalía pide 8 años de prisión para él, y para ella, 6, como "cooperadora necesaria".
El cura Casado vive en una ermita en El Colorado, un núcleo rural de Conil de la Frontera. "Escribí al Obispado diciendo que me iba a quedar aquí porque no tenía donde ir, y no me contestaron". Vive, por tanto, de prestado, y cobra 1.000 euros mensuales "prorrateados" del Estado, de los que se le van 600 al mes "en pagar créditos". La capilla tiene altar, pero no puede dar misa. Su historia es larga y parte de ella ya la contó EL ESPAÑOL hace años. Pero ahora, a la luz de los nuevos datos, aporta más detalles de cómo ha llegado a la situación en la que se encuentra.
Ofrece amablemente café, que hace en el microondas con una cafetera "que me costó un euro". Para romper el hielo, cuenta la historia de los dos perros que le acompañan. Uno, Leo, adoptado tras encontrarlo en un carril, un perro viejo por haber pasado un quinario perruno hasta que lo acogió el sacerdote. La otra, Tikka, tiene un año y medio, está educada en el sit y en el plas y trota incansable con una pelota en la boca que recoge cuando se le lanza, pero que no devuelve nunca. Se acaba el café, toma asiento y empieza a hablar.
"Yo vivía en Malabo, en Guinea, con los Salesianos. Por aquel entonces los cursos para el profesorado de allí los daba la Universidad de Alcalá, pues el rector de entonces era de Guinea. Estando allí conocí a Miguela Domingo, doctora en Derecho, que iba todos los años a impartir esos cursos de formación. Coincidió que supimos de la situación de un niño, de dos años, que era huérfano y estaba ingresado en un hospital con raquitismo. En una cena, se plantea que, para salvarle, se le traiga a España".
Antonio rememora que iniciaron los trámites con el cónsul para que concediera un permiso de evacuación, válido durante dos años. "El cónsul me dijo que lo concedería, siempre que yo me hiciera responsable del pequeño. Yo al niño lo conocí en el aeropuerto: tenía dos años y pesaba cuatro kilos". El niño fue trasladado a Córdoba, donde vivía la madre de Antonio, hoy ya fallecida. "Estuvo ingresado dos meses y medio en el hospital, pero finalmente tuvo que ser trasladado a Madrid, al Carlos III".
[Aquel niño es su hijo desde 2005, se llama Juanito, y está actualmente en Cáceres, recibiendo la instrucción porque acaba de ingresar en Infantería de Marina]
Para entonces, Antonio había regresado a Guinea, donde permaneció hasta 2005 como capellán del orfanato, y tras mucho meditarlo, y con el apoyo de los salesianos, decide adoptarlo antes de que culminasen esos dos años, "porque de regresar, huérfano como era... no tenía futuro". Para hacerlo, "vine a España y hablé con el Obispo de Cádiz, entonces Antonio Ceballos, que me dice que haga lo que sea. Que lo adopte. Y yo lo hice".
Aparece la mujer
Vuelve a irrumpir en escena la mujer: Miguela Domingo. "Se ofrece a tramitar la adopción, porque ella tenía experiencia al haber adoptado una niña de China, y de hecho, la de Juanito la gestiona ella". El niño es oficialmente su hijo adoptivo desde el año 2005. "Pero en 2002, en los trámites, me empieza a asustar con gente de Asuntos Sociales, y me empieza a pedir dinero".
-En 2001, usted llega a firmar un trabajo académico con ella...
-Me estaba sacando el doctorado y para ello necesitaba publicar algo en alguna revista indabase. Yo tenía mi tesina de Filosofía de cuando estudié Teología en Roma, y como ella trabajaba en la universidad se ofreció a ayudarme y se publicó. Lo que no me dijo es que ella se iba a poner de autora y con su nombre por delante del mío.
El contacto con el que empieza a solicitarle dinero, el primer correo que recibe de ella en esta línea, data del año 2002, cuando él aun sigue en Guinea. En él le dice que "se han puesto en contacto conmigo por el tema de la adopción y todas esas cosas de la idoneidad. Tienes dos alternativas, o te personas inmediatamente en Madrid, o de lo contrario, que si te interesa fue lo que hice yo, además de que la primera opción es tediosa y bastante larga (unos dos años más) -o remites, ya mismo- (si me das tu permiso lo pago yo y cuando puedas me lo das), 1.500 euros, es decir, 250.000 pesetas. Pero consuélate, yo pagué 500.000 pesetas. Es mafia todo, ya lo sabes".
Así, desde peticiones de dinero para pagar "multas de la Junta de Andalucía", o por el "extravío" de algún papel... incluso la mujer le narró que llegó a recibir proposiciones sexuales por parte de mandatarios de Guinea Ecuatorial como moneda de cambio en lugar de abonar dinero. Para febrero de 2003 la cifra que le pedía a Antonio eran 18.000 euros, según la correspondencia entre ambos a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL.
En 2003, cuando Antonio comenzó a tener problemas económicos para pagar las cantidades, la mujer le escribe: "Yo no tengo ningún interés en que pagues los 3 millones de pesetas, y de hecho me parece que estaba dispuesta, inclusive, a perder mi dignidad por ayudarte, pero creo que no lo has entendido (...)".
"Pagar hasta los 23"
Incluso le puso fecha del tiempo que tendría que estar pagando, so pena de que le hicieran daño al niño o a Juana, la madre de Antonio: "Todo esto terminará cuando (el niño) tenga 21-23 años". Todo se lo detallaba en los correos electrónicos.
"Hipotequé la casa de mi madre", recuerda el cura. "La perdí. Pedí créditos, todo para pagar. Todo el mundo sabía que yo tenía estos problemas con el tema de la adopción. El arcipreste, varios sacerdotes... muchos me han ayudado económicamente para pagar. Lo sabía todo el mundo".
Cuando llegó a la Parroquia de Vejer, en 2011, seguía haciéndole transferencias y abonos a las cuentas de la mujer. "Ya llevaba pagados 200.000 euros, míos". Asevera, por tanto, que la cantidad que sacó de las cuentas de la Parroquia, a partir del año 2012, "son 344.278,19 euros, y no 513.000".
-Según la Fiscalía, llegasteis a tener una cuenta compartida: ella te habilitó durante un mes como autorizado en una cuenta personal suya.
-Sí, para que pidiera un crédito más.
"A mí ya no me daban los bancos dinero ya, así que me habilitó el tiempo justo para que lo pidiera en el suyo. Cuando me lo dieron, me sacó de la cuenta y yo tenía otra trampa más".
-Don Antonio, ¿cómo es posible que no se diera cuenta?
-Sí, si yo me digo que no pude ser más tonto. Pero es que yo a todos los que conocía que me contaban que habían adoptado, me decían que se habían hartado de pagar.
-Hombre, a alguna agencia. ¿Ella le daba algún recibo o justificante de los pagos que hacía, supuestamente, a la administración?
-Nada.
Antonio se para y reflexiona en voz alta. "Bueno, yo, hijo único, me metí en el seminario con 16 años; salí y me destinaron a Zahara, a Vejer... y a Guinea, con los Salesianos. Ahora me doy cuenta de que realmente yo no estaba en el mundo. No podía concebir que esa persona pudiera ser capaz de hacer algo de esto".
-¿Y cuándo se dio cuenta de que podía ser una estafa?
-Pues estaba con Juanito, una tarde en El Palmar, y hablé con ella por teléfono y no recuerdo qué le plantee, pero en resumen, le dije que tenía dudas. Me empezó a gritar. Luego estuvo escribiéndole correos a Juanito... a partir de ahí se vio pillada y ya no me pidió nunca más dinero.
Cae la venda
Entre los nombres que le citaba la mujer en sus correos y a quienes supuestamente ella pagaba figuran "un tal Ismael de Asuntos Sociales"; también un tal "Jesús Cuadra Gotemburg, gerente de Asuntos Sociales," en correos electrónicos enviados con cuentas de Hotmail con muchos números, a los que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. "No existe en España nadie que se llame así", le escribió su abogado, Antonio García-Berbel. "Esto es una estafa".
Ya era el año 2018. "El director de la sucursal se dio cuenta de los movimientos de la cuenta de la parroquia e informó al ecónomo. Entonces yo me voy a hablar con el obispo para contar lo que había pasado y que el obispado denunciara conmigo a esta mujer por estafa. Pero el obispo no me creyó, me dijo que había pagado a mi hijo a precio de oro, y me dejó solo".
Entonces fue al cuartel de la Guardia Civil de Barbate a denunciar los hechos. "Yo conté la verdad. Y con esa verdad me incriminé, pero es que era la verdad. En un momento dado me dijeron que necesitaba un abogado. Llamé al Obispado para que me pusieran uno y me dijeron que no, así que tuve que recurrir a uno de oficio".
En este punto hay que mencionar otro aspecto en el que abunda el sacerdote: de quién son las rentas de capellanía. Porque la Parroquia de Vejer posee tierras en alquiler. "Nos obligaron con un decreto a poner las tierras a nombre del Obispado, cuando pertenecían a las Fundaciones", sostiene, algo que niega el Obispado. Las fundaciones de las capellanías de Vejer, según un decreto que data de 1986, y al que ha tenido acceso este periódico, fueron disueltas en 1986 e incorporadas al fondo del clero en 1987, en un decreto episcopal firmado por el obispo anterior, Antonio Ceballos, ya fallecido.
"Ese aspecto también se dirimirá en el juicio penal", sostiene. "Si yo me hubiera enriquecido... pero no es así. Y si ese dinero yo no podía usarlo, que me lo diga un juez. Cuando un juez me diga que cometí un delito, lo aceptaré gustosamente".
A Miguela Domingo la denunció por estafa agravada. Está admitida a trámite y ella fue citada a declarar. "Lo hizo desde Madrid, por videoconferencia. Se acogió a su derecho de no declarar. Su abogado me preguntó con insistencia qué tipo de amistad teníamos. Le respondí que yo entendía la amistad como lealtad y confianza. Volvió a preguntarme que qué tipo de amistad teníamos. El juez tuvo que decirle que no preguntara más, que ya había respondido".
-Lo cierto, padre Antonio, es que al final... usted hizo uso de un dinero que no era suyo.
-Era para salvar a mi hijo. Es todo tan enrevesado y maquiavélico que ya perdí lo racional.
"Mi misión", continúa, "era salvar a Juanito y dejarlo encauzado. Ese fue el error que cometí: tuve miedo por el niño y por mi madre. Esa mujer me estafó. Yo sigo creyendo en el Dios de los pobres y humildes. Otro, no hay".