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Cuando Manuel Mendaña abrió BlueSky por primera vez, lo hizo con la calma del que busca algo nuevo, pero sin urgencias. Poco a poco empezó a explorar esa red social que, en sus propias palabras, le recordaba los primeros días de Twitter. "No hubo un evento concreto que me impulsara a un abandono definitivo de Twitter, fue más bien un proceso orgánico", explica a EL ESPAÑOL. 

"Creé un timeline interesante en BlueSky y un día borré la app de Twitter del teléfono". Así, sin más ceremonias, Mendaña se sumó a un éxodo que ha visto a miles de españoles dejar X, como rebautizó Elon Musk a la plataforma. La experiencia de Mendaña no es única. Olga López, quien había abandonado Twitter hace años, decidió abrirse una cuenta en BlueSky recientemente.

"Twitter me daba mal cuerpo cada vez que entraba y dejó de aportarme algo de valor", explica. Para ella, la transición fue más sencilla porque ya había dejado atrás las tensiones y la toxicidad que muchos usuarios describen. "De momento me está gustando el ambiente que se respira en BlueSky, ojalá tarde en torcerse".

Ese ambiente positivo y fresco es uno de los grandes atractivos para los usuarios de BlueSky en España, pero también su mayor reto. Carlos Suárez, otro usuario reciente, asegura que no está dispuesto a repetir los errores del pasado: "Me fui de Twitter por tipos de contenido y comportamientos que no conseguí filtrar y que no me hacían bien. Me refiero a política, bulos, tuits negativos todo el día… Aquí no quiero que eso se repita".

La caída de una red

Cuando Elon Musk adquirió Twitter en 2022, lo hizo prometiendo devolver la libertad de expresión a la plataforma. Sin embargo, sus decisiones —desde la eliminación de funciones básicas hasta el cambio en la moderación de contenido— han polarizado a los usuarios. Para muchos, Twitter dejó de ser un espacio de intercambio para convertirse en un lugar hostil. Rosa Pérez, quien utilizaba la red desde hace años, es contundente al describir su experiencia: "En mi línea del tiempo sólo me aparecían desinformaciones sesgadas. X se ha convertido en una especie de altavoz fascista".

Bluesky fue concebido en 2019 por Jack Dorsey, cofundador de Twitter, mientras aún era CEO de la compañía.

Otros, como Nahuel González, lo ven como un problema más complejo: "Hace meses que los trolls y el algoritmo dominan esa plataforma. No sólo de la derecha; también hay una izquierda que se regocija en insultos. En definitiva, un feed completamente tóxico". González, parlamentario en el Congreso de los Diputados, señala que X ha perdido su capacidad de fomentar debates útiles y reflexivos. "En BlueSky he encontrado más debate de ideas, un inicio de página mucho más racional y la ausencia de bots", añade.

El cambio en la filosofía de X ha llevado a que muchos usuarios busquen alternativas. Para Ramona Tarsero, la gota que colmó el vaso fue el enfoque de monetización de la plataforma. "Me fui de Twitter porque ya no es Twitter. Es X, y quieren monetizar todo. Si no quieres anuncios... paga. Si quieres funciones de IA... paga. Si quieres el pajarito azul de cuenta certificada... paga una mensualidad. Por eso están muertos". 

Raíces conocidas

BlueSky, fundada en 2019 por Jack Dorsey, el creador original de Twitter, no es un clon de su predecesor, aunque las similitudes son innegables. La red social se construyó sobre el protocolo AT (Authenticated Transfer), que permite a los usuarios personalizar sus algoritmos, trasladar sus datos entre plataformas y gestionar su experiencia de manera más directa.

Imagen de archivo de Jay Graber, CEO de BlueSky.

Este enfoque descentralizado es clave para su filosofía. Como explicó recientemente su directora ejecutiva, Jay Graber, "queremos construir algo que asegure que los usuarios tengan la libertad de moverse y los desarrolladores la libertad de construir".

La familiaridad con el diseño y funcionamiento de Twitter ha sido un punto de atracción para usuarios como Jorge García, quien llegó a BlueSky tras probar otras plataformas. "Veo una diferencia porque yo fui de esos que abrió en Mastodon. Bluesky es más preciso a Twitter. Mastodon me parecía más complejo; este es prácticamente igual. Habrá menos gente, probablemente, pero a mí me está gustando bastante".

A pesar de su crecimiento explosivo —de seis a quince millones de usuarios en tres meses—, BlueSky enfrenta retos significativos. Las caídas del sistema y los problemas técnicos han sido frecuentes, y el equipo de 20 empleados liderado por Graber trabaja contrarreloj para mantener la estabilidad. Pero los desafíos técnicos son solo una parte del problema. Como señala Graber, el mayor reto es gestionar el "choque cultural" entre usuarios antiguos y nuevos. "Cada vez que hay un gran flujo de nuevos usuarios, esperan que sea como el lugar del que vienen", explicó en una entrevista reciente.

La interfaz de BlueSky en la app de Android. El Androide Libre.

Ecosistema en expansión

La propuesta de BlueSky no está exenta de escepticismo. Algunos temen que el crecimiento masivo pueda atraer los mismos problemas que enfrentaron en otras redes sociales. Manuel Mendaña es consciente de estos riesgos: "Supongo que acabarán llegando los vendedores de crecepelos, exaltados uberliberales [sic] y bots de extrema derecha. Pero confío en los sistemas de moderación de BlueSky".

Por su parte, Carlos Suárez ha adoptado un enfoque más selectivo: "No estoy siguiendo a todo el mundo que seguía en Twitter. Quiero evitar que aquí se repitan los problemas que me llevaron a marcharme de allí". Este esfuerzo por parte de algunos usuarios refleja un deseo colectivo de preservar el ambiente que hasta ahora distingue a BlueSky, aunque no todos están seguros de que sea sostenible a largo plazo.

Para muchos, BlueSky representa una oportunidad para recuperar lo que Twitter perdió: un espacio para conectar, dialogar y compartir sin las tensiones que ahora dominan X. Pero la sostenibilidad de esta visión dependerá de cómo evolucione la plataforma y su comunidad. En palabras de Olga López, "de momento me está gustando el ambiente que se respira en BlueSky, ojalá tarde en torcerse".

Interfaz interna de BlueSky. El Androide Libre

Mientras tanto, usuarios como Nahuel González celebran el cambio: "Es un lugar donde comentar la actividad parlamentaria sin buscar la viralidad, más centrado en la información". Sin embargo, tanto él como otros entrevistados reconocen que el futuro de la plataforma dependerá de cómo maneje los retos del crecimiento y la diversidad de usuarios.

BlueSky se enfrenta al desafío de consolidarse como una alternativa viable a largo plazo. Por ahora, quienes han migrado celebran el cambio con cautela, conscientes de que el verdadero éxito de la plataforma no se medirá solo en números, sino en su capacidad para mantenerse fiel a su visión original. Pero hasta ahora no son tantos. Y, según sus detractores, corren con el peligro de encerrarse en un lugar de único pensamiento.