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El británico Aaron iba paseando este lunes, por Santiago de la Ribera, en compañía de su pareja sentimental: Veronika. Pasaban unos minutos de las ocho de la tarde, cuando un encapuchado los abordó por la espalda en el portal de su casa, en la calle Alférez Moreno, y abrió fuego a bocajarro contra este joven inglés, de 27 años, que casi muere en brazos de Veronika. De hecho, unos policías locales le salvaron la vida taponando con sus manos los tres disparos que recibió, frenando la hemorragia.



"La pareja de la víctima explicó que vino un encapuchado por detrás, cuando iban a entrar a su casa, y empezó a disparar", según confirman fuentes policiales y de los Servicios de Emergencias movilizadas en la calle Alférez Moreno. "Dos de los disparos los recibió en la pierna y el tercero en el tórax". "Los policías locales le pusieron un torniquete a la víctima, para que no se desangrara, hasta que llegó la ambulancia".

Esos agentes que asistieron al veinteañero, contabilizaron hasta "cuatro casquillos" de bala desperdigados por la vía pública. "El agresor llevaba una prenda con capucha: huyó a pie hasta el aparcamiento del cine y allí se la quitó". Lo que está claro es que el pistolero quería acabar con la vida del británico Aaron y que conocía a su objetivo por dos motivos. Uno: ocultaba su rostro. Dos: sabía dónde residía.

"El sicario debió usar un arma corta, una pistola de un calibre pequeño. De lo contrario, habría muerto después de recibir tres impactos de bala", tal y como advierte otra fuente próxima a la investigación que asume la Guardia Civil. Los astros se alinearon con Aaron para que no terminase en las garras de La Parca. Primero, por la acertada labor de los policías locales que comprimieron sus heridas, y en segundo lugar, porque a solo dos calles del bloque de pisos donde residía la víctima, se ubica la base de la Unidad Móvil de Emergencias (UME) de Santiago de la Ribera.

"Se habla de un ajuste de cuentas, dicen que ese chico estaba aquí escondido porque tenía problemas con una mafia de Torrevieja", según apunta un trabajador de las instalaciones médicas de las que partió la ambulancia que evacuó de urgencia a Aaron. Primero, al Hospital Los Arcos, y después, al centro de referencia de la Región de Murcia: La Arrixaca. Allí permanece ingresado en la Unidad de Cuidados intensivos.

Este martes todavía había restos de sangre de Aaron, cerca del portal de su casa, en Santiago de la Ribera. Al lado, una imagen de la ambulancia de la base de la UME que salvó la vida de este británico. J. I. M.

"Ha tenido suerte de que ningún disparo le diese en el corazón". Tanto las fuentes de la Policía Local de San Javier como de la Guardia Civil consultadas por EL ESPAÑOL, exponen que la dinámica del ataque responde "a un posible ajuste de cuentas, por dinero, drogas o por algún desencuentro de otro tipo, incluso pasional".

EL ESPAÑOL ha preguntado al portavoz del Instituto Armado, si este ataque con arma de fuego a Aaron, guarda relación con el alijo fallido que se saldó con una narcolancha desparramada por la vía rápida de La Manga, al desprenderse del remolque en el que la transportaban unos traficantes de drogas. Tal situación provocó un terrible siniestro vial, con ocho coches implicados, dos muertos y nueve heridos. Pero el citado portavoz rechaza esa hipótesis: "No consta que exista relación entre ambos hechos".  

La investigación que desarrolla a contrarreloj la Policía Judicial para localizar al pistolero encapuchado, también debe aclarar si actuó con la ayuda de un compinche, ya que el autor de los disparos huyó a pie hasta el aparcamiento del cine, luego cogió un turismo, que podría ser un Seat León, y posteriormente, se recibió un aviso en el 112 de que había aparecido un coche ardiendo en el paso subterráneo de la AP-7.

De forma que no es descartable que el sicario contase con ayuda para huir en un segundo vehículo, a través de esta autopista que conduce hasta Torrevieja o por el citado paso inferior "lleva al Barrio de Los Tasquimanes: una zona de tráfico de drogas en San Javier". 

De momento, este martes, en la calle Alférez Moreno de Santiago de la Ribera, una pedanía de San Javier que se levanta a orillas del Mar Menor, solo se respira tensión y miedo entre los vecinos, en su mayoría gente de clase obrera, que está muy preocupada por la gravedad de los hechos ocurridos en el portal del Edificio Marisiel.

La acera todavía conserva un charco dantesco de sangre del británico Aaron, después de recibir tres disparos a quemarropa: "Dos en una pierna y uno en el tórax", según explica un miembro de la Unidad Móvil de Emergencias (UME) que se encargó de reanimar a la víctima sobre el asfalto y evacuarla al Hospital de Los Arcos.

"Le pusieron transfusiones de sangre y a las 21.30 horas, cuando se estabilizó, lo mandaron a la UCI del Hospital Virgen de la Arrixaca en Murcia", según prosigue detallando este miembro de la UME. "Necesitaba una cirugía torácica que solo puede realizarse en aquel hospital. Estaba grave, pero el chico llegó consciente".

Aaron permanece ingresado en la UCI del Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia.

La Guardia Civil está trazando una línea de vida de Aaron para averiguar cuándo se había instalado en Santiago de la Ribera, cómo se ganaba la vida este veinteañero británico y qué personas conforman su círculo social. "Cuando los compañeros lo atendieron después del incidente su única identificación era el pasaporte".

De forma que resultará clave la información que aporte a los investigadores Veronika: una mujer de Europa del Este, actual pareja de la víctima y principal testigo de esta tentativa de asesinato porque vio al pistolero encapuchado. De momento, en la calle Alférez Moreno se ha impuesto la ley del silencio entre muchos vecinos.

Pocos hablan. Una de esas excepciones es Francisco: un señor jubilado que vive en la misma calle donde tuvieron lugar los disparos con un arma de fuego. "Sobre las ocho de la tarde, se escucharon varias detonaciones muy seguidas, pero no le di importancia porque creía que eran chavales tirando petardos", según admite este pensionista. "A los cinco minutos, salí a la calle y vi a una chica llorando con mucho sentimiento".

Era Veronika abrazando a Aaron: "El novio estaba tirado en el suelo y ella lo tenía cogido. Yo no los conozco, no sé cuánto tiempo llevaban viviendo aquí. Ni siquiera sabía que vivían aquí tan cerca de mí".

Otro de los pocos lugareños que 'le dan a la sin hueso' es José, pensionista que también reside cerca del lugar de los hechos y que afirma que el encapuchado quiso apuñalar al joven británico para rematarlo: "Una empleada doméstica de mi casa, vio lo que estaba ocurriendo, y dice que quisieron matar al muchacho y que le iban a apuñalar".

Francisco, vecino de la calle Alférez Moreno, atiende a EL ESPAÑOL desde su casa sin mostrar su rostro. J. I. M.

Un trabajador del consultorio médico de Santiago de la Ribera, ubicado a tiro de piedra de la calle Alférez Moreno, secunda la teoría que reina por el barrio: el pistolero quiso acabar a tiros con Aaron para ajustar cuentas por algún motivo turbio. "Por esta zona hay muchas mafias", subraya este empleado, pidiendo mantener su identidad en secreto, por si hay temas de drogas de por medio. Y a continuación desarrolla la hipótesis vecinal:

"Se dice que es un ajuste de cuentas porque el muchacho se habría asentado en Santiago de la Ribera, debido a que tenía problemas con una mafia de Torrevieja. Al empadronarse, esa mafia podría haberse enterado y fueron a por él. Después de intentar asesinarlo, escaparon, le prendieron fuego al coche con el que cometieron el crimen y recogieron al autor de los hechos con un Seat León negro". La Guardia Civil tendrá la última palabra.