Publicada
Actualizada

En 1936, la reserva de oro del Banco de España, en torno a 700 toneladas, era considerada la cuarta más grande del mundo. El 13 de septiembre se firmó un decreto aprobado por unanimidad por el Consejo de ministros de la Segunda República mediante el cual se autorizaba el traslado de 510 de esas toneladas. Su destino: Moscú.

El tesoro, con un valor actual de 41.000 millones de euros, fue trasladado en tren a Cartagena, donde se embarcó en cuatro buques soviéticos que partieron el 25 de octubre de 1936 rumbo al puerto de Odesa, en el Mar Negro. Los republicanos creían que el envío de este oro a la URSS era la única opción viable que tenía la Segunda República ante el avance de los golpistas y la "no-intervención" de las democracias occidentales. Consideraban que era la única manera de obtener financiación para pagar la ayuda soviética.

Pero el conocido como Oro de Moscú no fue el único que salió de España. Poco antes del fin de la Guerra Civil, cuando ésta ya se daba por perdida, el presidente de la República, Juan Negrín, dio orden de fletar un barco con oro, joyas e incluso reliquias religiosas que acabaron en México, donde desapareció sin dejar rastro. O quizá no… Esta es la historia del tesoro del Vita.

La montaña sagrada

En el año 2012, un equipo de arqueología subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México realizó una exploración en las lagunas del Nevado de Toluca, un volcán extinto da casi 4.700 metros de alto que es el cuarto pico más alto del país.

Su misión era realizar estudios arqueológicos subacuáticos del fondo las dos lagunas existentes en el interior de su cráter, debido al carácter sagrado que concedían a este volcán las culturas prehispánicas, lo que permitió realizar importantes descubrimientos arqueológicos, además de otros más peculiares.

Una de las lagunas del Nevado de Toluca. Wikimedia Commons

Cuando en la década de 1940 se inventó el regulador de buceo, su relativa cercanía con Ciudad de México y que son las lagunas más altas del planeta, convirtieron estas masas de agua en el campo de pruebas ideal para el buceo de altura. Pero cuando se comenzaron a hacer pruebas, no solo se encontraron vestigios prehispánicos, sino también maquinarias de relojes de bolsillo y unas cajas metálicas en las que se podía leer “Monte de Piedad de Madrid”. ¿Cómo habían llegado a este lugar estos restos?

Una derrota anunciada

En febrero de 1939, el gobierno republicano español dio por perdida la Guerra Civil, así que el presidente Juan Negrín ideó un plan para garantizar la financiación y la continuidad del gobierno de la República y el sustento de los exiliados.

Para ello llevaban meses reuniendo recursos en unas minas de sal de Gerona que incluían joyas de depósitos del Banco de España y del Monte de Piedad de Madrid, oro, plata, reliquias de la catedral de Toledo e incluso una valiosa y única edición de El Quijote.

Con la derrota ya a la vista y mientras se evacuaba Cataluña, pidieron permiso a las autoridades francesas para la entrada de varios cargamentos con valija diplomática que no podían ser retenidos ni inspeccionados en las aduanas fronterizas. Pero el auge del nazismo y una más que clara futura invasión alemana, provocó que Negrín ordenase el embarque de aquella fortuna en un yate de recreo de 62 metros de eslora, el Vita, para su envío a México.

El Vita

Este yate llegó al puerto de Le Havre desde Southampton. En secreto y a toda prisa, sin ni siquiera un manifiesto de carga, se embarcaron varias maletas y cajas y puso rumbo a Veracruz, donde fondeó el 22 de marzo de 1939. El problema fue que la persona encargada de hacerse cargo de la mercancía no apareció a su encuentro.

Lázaro Cárdenas en 1937. Wikimedia Commons

La prensa mexicana comenzó a especular con el contenido del barco fondeado en su costa, así que Indalecio Prieto, presidente del PSOE en el exilio que había llegado a México semanas antes, decidió negociar con el presidente mexicano, Lázaro Cárdenas, quien accedió a desembarcar el yate bajo el control y la custodia del ejército.

El Vita fue desviado al puerto de Tampico, donde se desembarcó y cargó su mercancía en un convoy especial de ferrocarril del ejército, para su traslado a Ciudad de Mexico, donde se instaló un laboratorio en la avenida Michoacán para desguazar y despiezar los objetos de valor que podían ser fundidos o revendidos y separarlos del resto de componentes.

Negrín apostaba por la continuidad del gobierno gracias a ese tesoro, pero Prieto quería utilizarlo para sostener a los refugiados en México, para lo cual constituyó la JARE (Junta de auxilio a los republicanos españoles) en oposición al presidente. Pasó a administrar esta fortuna.

El laboratorio

En el laboratorio se lavaban esmeraldas, rubies y diamantes, se desmontaban los relojes y las joyas que no podían venderse en su forma original para evitar que alguien los reclamase y se fundía el oro o la plata en lingotes. Según los registros de venta, en esta operación se obtuvieron 5,6 millones de dólares y 8,5 millones de pesos mexicanos que supuestamente se utilizarían en atender a miles de españoles en el exilio, financiándoles servicios asistenciales, transporte, colegios, estudios… pero realmente, debido a la ausencia de inventario, nunca se supo si efectivamente ese fue su uso final.

Durante la operación de desguace del tesoro se generaron restos, las partes menos valiosas, la maquinaria, las cajas que lo contenían… así que hubo que buscar un lugar en el que deshacerse de todo este material. Se necesitaba un rincón de difícil acceso, cercano a Ciudad de México y que no presentase interés para nadie: las lagunas del Nevado de Toluca.

Escondido en un volcán

En aquella época, el Nevado era el lugar perfecto para tirar algo y que nadie lo encontrase. Su acceso era tremendamente complicado y se creía que las lagunas eran profundísimas y que además conectaban con el mar. No podían esperar que se convertiría en un lugar culto para el buceo de altura, así que fue el lugar escogido para deshacerse de lo que les sobraba.

Indalecio Prieto en 1936. Wikimedia Commons

Por eso, cuando se hicieron las primeras pruebas de inmersión en las lagunas, no solo se encontraron restos de culturas prehispánicas sino también relojes, piezas de ámbar, nácar y cajas de metal con la inscripción “Monte Pio de Madrid”… 

A día de hoy, todavía siguen buscando, aunque lo que allí encuentren no será el tesoro del Vita, sino, simplemente todo lo que sobró de él.

¿Y qué fue del Vita? Aunque pueda parecer increíble, todavía sigue en activo. El yate del tesoro republicano fue comprado en 1942 por Estados Unidos para usarlo como buque de patrulla durante la Segunda Guerra Mundial. Después fue vendido en dos ocasiones más y en 1947 comenzó a usarse como buque de transporte de inmigrantes judíos. Años más tarde fue reformado y utilizado como cañonero por la armada de Israel y en 1956 comenzó a prestar servicio como ferry en la isla de Capri. En el año 2009 fue totalmente reformado y modernizado como yate de lujo y en 2021 fue adquirido en una subasta en Nápoles para ser restaurado y trasladado a Alemania, donde todavía se trabaja en él.