"No sé qué le pasa a esta gente en la cabeza, hermano, pero esto se ha llenado de fantasmas españoles que dicen que han entrado en combate aquí, en Ucrania, y que, en verdad, no han salido de su casa", explica a EL ESPAÑOL Moisés A.G., un veterano español de la Legión Internacional y de Karpatska Sich conocido como Hippy que, tras ser gravemente herido y sobrevivir providencialmente a un ataque ruso, encontró el amor en Kiev y se quedó a vivir allí.
"A la comunidad de voluntarios españoles que hemos luchado realmente nos da mucha impotencia el que vengan cuatro hijos de puta a reírse de todos los camaradas que hemos metido en una bolsa", añade el antiguo paracaidista. "Si tienen algún problema psicológico, yo no voy a arreglárselo, pero es que además, van por ahí pidiéndole dinero a la gente. Yo mismo fui a denunciar a uno de esos anormales a la embajada porque parece que le pidió no sé cuántos miles de euros a la familia de un caído por repatriar un cuerpo".
Y continúa: "Me refiero a un tipo que es un cara dura y que debe dinero a un montón de peña. Sale por ahí contando sus milongas en unos cuantos vídeos, pero, si te fijas, no aparece nunca con armamento porque no llegó tan siquiera a firmar un contrato y, por tanto, no pisó ni el campo de entrenamiento. Pero es que como ese hay un montón de gente".
El individuo que menciona Moisés y sobre cuyas actividades se informó a la legación diplomática española en Kiev es un andaluz llamado José Antonio Perales Egea. Y él no fue el primero en servirse de Ucrania para sacar la hucha. Otros farsantes le allanaron ya el camino.
Los más populares son de lejos Juan Manuel Lucena Carmona (habitualmente conocido como Juan el Legionario), y Pedro Díaz Flores, dos sujetos que se pasearon durante más de un año por platós, redes sociales y portadas de diario contando patrañas sobre acciones de combate fabricadas ad hoc para la galería. El caso de Lucena fue especialmente sonado porque presuntamente logró estafar miles de euros a españoles y ucranianos tras hacerse popular divulgando una foto en que aparecía con Volodímir Zelenski.
El mentiroso compulsivo Flores era habilidoso con el Photoshop y fue capaz de mantener sus fabricaciones durante largo tiempo gracias a sus fotomontajes, pero terminó siendo cazado cuando empezó a decir que había firmado un contrato con una empresa privada de seguridad para combatir en Israel a cambio de muchos miles de euros mensuales.
El problema es que el Tzáhal no acepta en sus filas a mercenarios extranjeros, si bien es cierto que el gobierno de Israel recurría y sigue recurriendo a contratistas privados para realizar labores auxiliares como el control de fronteras. Se le fue la historia de las manos y, tras ser descubierto, se le tragó la tierra con todos sus perfiles en las redes sociales incluidos.
La desfachatez y el deshonor no es un fenómeno exclusivamente español. Los norteamericanos disponen incluso de una ley federal "de valor robado" (stolen valor, en el original inglés) aprobada en 2013 que tipifica como delito que una persona afirme falsamente haber recibido un premio al valor militar con la intención de obtener dinero u otro beneficio tangible.
Dicha normativa es una versión revisada de un estatuto anterior todavía más duro en virtud del cual se podía imponer penas a un ciudadano por el mero hecho de afirmar que había recibido condecoraciones militares no merecidas. Cierto es que aquello es otra galaxia porque en Estados Unidos honran como en ningún otro lugar a sus soldados y se toman muy en serio lo de los mentirosos compulsivos sin honor arrogándose medallas.
En España no existe nada parecido, pero en ausencia de una ley sobre valor robado, existe un grupo informal de cazafantasmas (utilizan el icono de esa popular película) con el que colaboran policías, veteranos del ejército, expertos en seguridad y militares, en algún caso oficiales y eventualmente, en activo. Los miembros de Cazatrolas Stolen Valor España se dedican a identificar a toda clase de impostores y a exponerlos informalmente en los canales que poseen en las redes sin escatimar sarcasmos.
Si las falacias de los charlatanes involucran un fraude, intervienen también en su denuncia. Del acceso privilegiado que tienen a cierta información sobre el expediente militar de los falsos oficiales se colige que poseen amigos y contactos dentro de las comandancias.
Trabajan, eso sí, de forma completamente anónima. No se cortan ni un pelo cuando arremeten contra los embaucadores, a los que a veces suelen referirse como miembros del comando "cazabragas". Cuando los impostores suelen ser recurrentes acuñan sobrenombres que han devenido populares como el "Infame de Marina", el "Capitán Pescanova" o el "Guardia Viril", que son dos de los miembros más celebrados de esta legión alternativa de pseudomilitares y pseudopolicías, a menudo esperpénticos, cuya conducta orbita en torno al trastorno mental, la fanfarronería, el fraude y el frikismo cañí. Sus falacias han sido desmontadas de forma reiterada. Formarían la clase de batallón al que ningún país en sus cabales confiaría su seguridad.
En el punto de mira de los cazatrolas continúa todavía el arriba mentado José Antonio Perales Egea porque, siguiendo el ejemplo de Lucena, también lleva muchos meses tratando de rentabilizar sus cuestionadas gestas para recabar dinero. "Desde que estalló el conflicto de Ucrania con Rusia, hay muchos españoles que han ido allí a luchar, cada uno por las motivaciones que sean. Pero entre la gente que está jugándose la vida de verdad e incluso muriendo se están colando los sinvergüenzas de turno", aseguran los administradores de la página de Facebook de Stolen Valor España.
"Ya tuvimos la ocasión de hablar de Carmona Lucena, el fantasma aquel que perdió unos dedos jugando con lo que no sabe jugar (el cebo detonador de una granada) y que vendió la moto de ser un héroe condecorado por Zelenski", continúan. "Otro de ellos es José Antonio Perales Egea, supuesto cabo primero de la BOEL (lo de supuesto es porque no hemos encontrado a nadie que haya coincidido con él).
"Este tío se movía por los grupos de la Legión pidiendo pasta, siempre vendiendo su triste vida, porque por lo visto tiene tropecientos hijos y no le llegaba para pagar la luz, o el agua o el alquiler o blablabla. Se fue a Ucrania y se hizo las fotos de rigor con el uniforme, pero vio que las balas llevaban mucha velocidad y se vino para acá otra vez. Allí también estuvo pidiendo pasta a todo Dios, pero lo más vergonzoso es que quiso sacarle a la familia de un caído 8.000 pavos para la repatriación del cadáver".
Definitivamente, el drama de Ucrania se ha convertido para un puñado de desalmados en una lucrativa industria y una de las tretas más habituales para rentabilizar sus falsedades es pedir dinero a los desorientados familiares de los caídos. El episodio más extravagante y a la vez mezquino es el de un pequeño grupo de voluntarios que llegaron a pedir dinero para repatriar un cuerpo a la hija de un español que no había muerto realmente.
"Me dieron por fallecido hace unas semanas durante un ataque ruso incluso las autoridades ucranianas y españolas", nos cuenta el afectado desde el frente. "Y entonces, varios españoles a quienes conocía y con los que viajé a Polonia aprovecharon esas horas en que yo estaba incomunicado para estafarle 350 euros a mi hija".
El combatiente, a quien los medios españoles y rusos todavía suelen consignar como difunto (omitimos su nombre a petición suya porque no tiene ningún interés en desmentirlo), nos proporciona los nombres de dos de esos supuestos estafadores. A uno de ellos se refiere como Samuel. El otro es un exlegionario que también acaparó un puñado de titulares a mediados del pasado decenio hablando de su lucha con los kurdos en Irak en la primera línea de la ofensiva para la reconquista de Mosul.
Suplantando a militares norteamericanos para encandilar a mujeres solitarias se han cometido igualmente en nuestro país varias estafas de muchos miles de euros, una de las cuales concluyó con la muerte de tres hermanos de Morata de Tajuña.
Además de todos estos timadores que se mueven por los entornos digitales del conflicto ucraniano, hay otra pequeña hueste de suplantadores cuya finalidad última parece más motivada por la vanidad o los likes que por el dinero.
Según nos dice el administrador del grupo de cazatrolas, el problema en España es que "el valor robado no está tipificado como delito. Lo que está tipificado es la usurpación de funciones, siempre y cuando uses ese uniforme para pasar por lo que no eres con el propósito de conseguir un fin. Sin embargo, en las redes sociales tú puedes decir que eres coronel de los tercios de Flandes y no pasa absolutamente nada. Cualquiera se puede pasear por donde quiera luciendo un uniforme con medallas incluso de la guerra de Cuba".
De esta variante de impostores exhibicionistas hay también centenares. El año pasado, por ejemplo, un individuo consiguió salir en una foto oficial de la Guardia Civil tomada al término de la eucaristía durante una ceremonia religiosa oficiada el Día de la Hispanidad, 12 de octubre, en la Iglesia del Rosario de La Unión (Región de Murcia) haciéndose pasar por capitán de navío de la armada.
Aunque llevaba zapatillas y traje de verano y sostenía la gorra con la mano derecha como una bandeja con dos cañas y una ración de rabas, no encontró ninguna resistencia por parte del resto de los uniformados para llegar hasta el altar y hacerse un hueco entre los miembros de la Benemérita. "Orgullo máximo de nuestra Guardia Civil a la que hoy hemos acompañado en La Unión durante los actos en honor a su patrona", aseguraba en X el senador Francisco Bernabé. Y entre las fotos con las que ilustraba el tuit, posaba marcial el infiltrado.
Y hay quien ha ido más lejos. Tres años antes de ese suceso, en marzo de 2020, la Guardia Civil denunció en Granada a un individuo que, haciéndose pasar por legionario, realizaba controles a los vehículos en la céntrica calle de Padul aduciendo que actuaba en nombre de la Unidad Militar de Emergencia (UME). Era un caso de manual de usurpación de funciones. A decir verdad, los falsos legionarios son pandemia, claro que los actos de suplantación detectados por los cazatrolas no son siempre tan sofisticados como el del actor porno amateur y falso veterano de las guerras de Ucrania e Israel Pedro González Flores.
"Gracias por admitirme en la Zona Templaria. Tengo 47 años y soy de Melilla. Estuve en la Legión y en Regulares mientras fui Guardia Real por sacar la mejor nota en Andalucía", pretende otro de los falsarios expuestos por los buscadores de fantasmas.
"A ver, el tipo era de reemplazo pero profesional, por lo que hizo la mili en la Legión y en Regulares y, en atención a sus buenas notas, fue enviado a la Guardia Real", aclaran los administradores de Valor Robado España. "Al mismo tiempo, este curioso elemento dice que hizo la mili en Viator pero luego se ubica en Melilla, en el Tercio Gran Capitán. No se acuerda de en qué compañía de la Guardia Real estaba porque era desplazado de la Legión. Es decir, el amiguete olvidó informarse de qué compañías componen la Guardia Real antes de contar su película de indios".
Otro gran bloque de los impostores desenmascarados por los cazatrolas se halla constituido por españoles que pretenden utilizar el uniforme para transmitir información relacionada con las actividades clandestinas del estado profundo y las alcantarillas conspirativas del sistema o para pontificar ex catedra sobre política y sociedad. La idea que se infiere es que creen que el uniforme o los tatuajes del grupo antiterrorista rural o de acción rápida de la Guardia Civil les da un plus de autoridad frente a su audiencia.
Finalmente, el resto de la casuística debería ser interpretada por las ciencias psiquiátricas. "Nos han enviado hasta la saciedad el perfil de un chiflado que habla como sargento del ejército español", dicen los cazatrolas.
"Aparece con el mimeta, una bandera de España como las que llevaría a un partido de fútbol y una galleta con el empleo de color arena para que destaque bien. Se pone la boina verde para presumir un poquito más aunque no lleve ningún tipo de distintivo. Habla de conspiraciones, de élites, de aliens positivos y de razas adversas a costa de la DANA que ha asolado Valencia. Nuestra sincera opinión es que a esta clase de individuos habría que empezar a aplicarles medicación".