En la 'comedia' de 2009 'Superpoli de centro comercial' (el título lo dice todo), una de las peores películas de la primera década de este siglo, Kevin James, el actor que interpreta a Paul Blart, el protagonista, va montado en un 'patinete' de dos ruedas autoequilibrado, con manillar. El famoso Segway (de hecho, esta película ayudó a popularizarlo). 15 años después, estos patinetes son cosa del pasado, pero Segway no ha desaparecido, sino que puebla las pequeñas calles de las metrópolis españolas (y mundiales). ¿Cómo lo han conseguido? Fabricando una de las scooters eléctricas más vendidas en España.
Según datos oficiales, Segway se ha colado por primera vez en la lista de los ciclomotores eléctricos más vendidos en España, y sólo cabe esperar que esta progresión continúe. ¿El porqué de esta afirmación? Porque es un vehículo chino, y eso, en España, significa cuota de mercado al alza. No son pocos los ejemplos de ello (Omoda, MG, Benelli, BYD…). La fórmula es sencilla: precios asequibles, diseño contemporáneo que nada tiene que envidiar a la competencia y una calidad de construcción y prestaciones que contradicen la cuestionable reputación (labrada durante décadas) de los productos fabricados en el gigante asiático.
Por tanto, llegados a este punto, sólo cabe preguntarse: ¿cómo es vivir con una Segway E300SE, su modelo más vendido? Para averiguarlo, en vez de confiar en el bloguero de turno o en el experto adicto a los datos, tan sólo hay que preguntarle a alguien que la tenga. En este caso, el madrileño Javier Taravillo nos explica por qué sí (o por qué no) confiar en una scooter China, dado que se compró una hace tan sólo siete meses: "Yo tenía una Vespa de 200 cc que acaba de cumplir 37 años. Es del 87 y los últimos 26 los ha pasado conmigo". Si algo deja claro una relación tan longeva es que las alegrías son duraderas y los contratiempos escasos: "Nunca me ha dado ni un sólo problema. Cambios de aceite, de frenos y de ruedas, ya está".
¿Por qué, en ese caso, se desharía alguien de su longeva y fiel Vespa? La respuesta va ligada a los tiempos que corren: "Me he tenido que deshacer de ella porque no tenía 'pegatina'; ya no puede entrar en Madrid. Yo vivo en el centro y la moto no la puedo meter. Tenía un periodo de gracia este 2024, pero a partir del 1 de enero ya no la puedo conducir por Madrid, con lo que el cambio era obligado".
Javier, como tantos otros españoles, se enfrentaba a la imparable evolución burocrática del tráfico y así llegaba el momento de ponerse a buscar: "Cuando me planteé que necesitaba una moto, primero pensé en una de gasolina, porque realmente son más baratas. Esa fue mi primera opción, aunque le eché un pequeño vistazo a las eléctricas, por saber qué había por ahí".
El término 'serendipia' hace referencia a los descubrimientos que se hacen de forma completamente accidental, y la sustituta de la Vespa de Javier llegó de esta manera: "Lo que pasó es que en el puente de Semana Santa nos fuimos a ver a mis padres a Alicante y, por casualidades de la vida, vi la Segway aparcada en la calle. La reconocí por haber ojeado las eléctricas. No sólo eso, sino que su dueño estaba al lado y empezamos a charlar. El tío me la enseñó de arriba abajo. De hecho, se fio tanto de mí que hasta me dejó probarla. Desde ese momento me interesé de verdad por las motos eléctricas".
Pero 'cambiar el chip', no es tan fácil como parece. Javier necesitaba un caballo de batalla, que le llevase todos los días arriba y abajo de Madrid para trabajar. En esos casos, no hay, tradicionalmente hablando, nada mejor que una buena scooter de toda la vida, y por un precio más que asequible. Pero las 100% eléctricas no son tan asequibles como podría parecer: "Baratas no son. La mía, oficialmente, vale 4.800 €. Lo que pasa es que según me fui interesando vi que estaba el plan MOVES III y, por comprar un vehículo eléctrico, el Estado me da una ayuda de 1.100 €". A pesar de esto, Javier detalla que no salen más baratas que las scooters de gasolina: "Podría haberme comprado una por 2.300 €. En realidad eso es lo que quería yo: comprarme la moto más barata del mercado. Era para moverme por Madrid, simplemente".
En efecto, a pesar de las ayudas, la Segway sigue saliendo considerablemente más cara que una scooter tradicional, pero hay otras formas de amortizarla: "Yo antes tenía un gasto medio de 50 € - 60 € en gasolina, porque la Vespa con el tiempo empezó a consumir más. Ahora, cuando llego a casa, pongo las baterías a cargar y, si están vacías, llenarlas me cuesta 1,10 €". Además, Javier puede 'repostar' donde quiera: "Si están vaciándose y estoy en el trabajo, pues con que haya un enchufe me vale". Y apostilla: "El beneficio en gasolina está siendo brutal".
'El cambio da miedo' es uno de los clichés más sobreutilizados del mundo. Como si el ser humano no afrontase el cambio, no ya habitualmente, sino de forma continua. Hace décadas que sabíamos que los vehículos eléctricos eran el futuro, pero nunca parecieron realistas hasta hace poco. Sus limitaciones (nada escasas, al menos en lo que a coches se refiere) siguen siendo su gran talón de Aquiles. Pero hay otros prejuicios que son deshonestos o, simplemente, falsos. Uno de ellos es la velocidad. Javier ha tenido la oportunidad de experimentar ese cambio de primera mano: "La noto mucho más potente. La anterior era muy vieja, más pesada, con menos caballos… Esta es un juguetito muy ligero y con un motor con muchísima fuerza. De hecho, es la moto que acelera más rápido del mercado. Pasa de 0 a 50 km/h en tan sólo 2,9 segundos".
'Made in China'
Segway no fue siempre una marca china. Cuando el 'patinete' de 'Superpoli de centro comercial' arrasaba en taquilla (costó 26 millones de dólares hacerla y recaudaron más de 180), era una marca estadounidense, de ahí su presencia a lo largo y ancho de la cultura pop. Pero el Segway tradicional desapareció, y a la compañía le pasó lo mismo que a Benelli o MG: un gigante chino vio una oportunidad. En 2015 la empresa fue adquirida por Ninebot, originaria de Pekín que intentó darle nueva vida a los patinetes, sin éxito alguno. Naturalmente, encontraron la forma de salir adelante: las scooters. ¿Pero te fiarías de una marca sin recorrido que ha cesado recientemente su producción en EEUU para llevárselo todo a China?
Javier Taravillo lo tiene claro: sí. Para explicarlo, utiliza una analogía laboral: "Trabajo en el mundo audiovisual. Soy técnico de iluminación y está claro: el mercado chino ha entrado en todos lados. Hace tiempo, los productos de mi sector que venían de China eran tremendamente malos, pero ahora, por ejemplo, tengo unos focos que son increíblemente buenos. Con las motos pasa lo mismo. Exceptuando un par de marcas españolas, casi todo lo demás es chino y muy bueno".
Hay que tener en cuenta que (aunque diferentes fuentes varían este dato un 5%), se calcula que el 80% de las baterías de litio para coches eléctricos del mundo se fabrican (y han sido diseñadas) en el gigante asiático. Estos datos concuerdan con la opinión de Javier: "Da la impresión de que ellos, a veces, van un siglo por delante de nosotros en lo que a tecnología se refiere".
Un hola y un adiós
Estrenar da gusto. Tal vez sea esto una perversión capitalista, pero no es irreal. Cambiar de coche, nevera, secador de pelo, aspiradora, televisor… libera endorfinas, y las scooters no son una excepción, al menos en el caso de Javier: "La estrené llevando a mi hijo, que estaba casi tan ilusionado como yo cuando me la dieron. La recogí y fui a buscarlo. Nos dimos un gran paseo y, a partir de ahí, ya la utilicé como una más, para trabajar".
Pero del mismo modo que estrenar está bien, despedirse de los seres queridos duele, aunque sean italianos y tengan dos ruedas: "La echo de menos". Son pequeñas cosas, dado que "en casi todos los sentidos la Segway es mejor que una Vespa fabricada hace 37 años", pero ahí están, como detalla su dueño: "Las marchas… Es cierto que con esta es mucho más cómodo, que llevas el puño bien agarrado y no lo mueves, pero las echo de menos. Eso también me pasa con el ruido. La Vespa hacía un estruendo tremendo, tanto que la apagaba al llegar a mi calle si volvía del trabajo por la noche para no despertar a los vecinos y esta no hace ni el más mínimo sonido. Por un lado, es mucho mejor… pero se echa en falta".
El valor sentimental es difícilmente comparable. Será difícil saber si, en algún momento, Javier le tendrá tanto cariño a esta scooter como a la anterior. La única forma de saberlo con seguridad será preguntándole dentro de 26 años.