La localidad natal de Juan Lobato (Soto del Real, Madrid, 5 de noviembre de 1984) parecía ajena, este martes 26 de noviembre, a todo el revuelo que vivía su vecino; cada cual seguía con su vida. ¿Y Lobato? "Vive por detrás del parque, si quieres te llevo", decía un vecino. No suele dejarse ver por el pueblo, algo que sí hace su mujer. Una vecina recuerda que les dejó tirado para colocar "a gente que nada más que piensa en el color morado y no en los vecinos", comentaba en alusión al feminismo. Porque a Lobato, asegura, "le votaba gente de Vox por cómo es como persona".
No es la única razón que se da en el pueblo de su éxito. La capacidad para llegar a pactos y consensos también se valora. Eso ha reivindicado Juan Lobato este miércoles en su carta de dimisión: "Siempre he dejado claro que la política en la que creo tiene como esencia el diálogo" y no "la destrucción del adversario". "Sin duda, mi forma de hacer política no es compatible con la que una mayoría de la dirigencia actual de mi partido", ha añadido. Hace tres años, no obstante, apostar por esa "política de diálogo" le hizo ser el 'hombre de Ferraz' en Madrid. Ahora, ese título le queda lejos.
Pero no sólo el "diálogo" le ha caracterizado. "Algún que otro voto le ha caído por guapo", cuentan en la barra de un bar. Casualidad o no, puede que sea lo único que hoy por hoy comparta con Pedro Sánchez. Ya no comparten ni partido, porque Lobato ha dimitido de todos sus cargos. Lo ha hecho a pesar de que hace apenas 12 días Lobato fue el único escolta de Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, en la comisión de investigación que sufrió en la Asamblea de Madrid.
El ya exsecretario general del PSOE-M estaba en la picota. Este martes, a primera hora, en una comparecencia sin preguntas —algo a lo que no acostumbra—, el exlíder del Partido Socialista de Madrid denunció el "linchamiento" recibido por parte de "algunos dirigentes de su partido" por registrar ante notario los whatsapps que intercambió con la mano derecha de Óscar López y en los que, supuestamente, le ofrecían información del proceso judicial abierto al novio de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, que ha atacado en varias ocasiones a Lobato tildándolo de "telepredicador", por acudir con frecuencia a los platós de televisión.
Ese asunto deberá resolverlo judicialmente el próximo viernes, 29 de noviembre, a las 10 horas. Ante el Tribunal Supremo, el instructor del caso contra el Fiscal General del Estado le tomará declaración como testigo de lo acaecido. Pero entonces ya no será el secretario general del PSOE-M.
Luego, debía acudir a Sevilla. En la capital andaluza, el Partido Socialista Obrero Español Celebra su 41º Congreso Federal. Sin embargo, también ha renunciado a ello, ya que en Ferraz ya le habían mandado un mensaje claro. "No quieren que esté en Sevilla", dijeron días atrás fuentes socialistas a este periódico.
Los apoyos de Lobato eran escasos. Dentro del Consistorio donde ostentó la vara de mando dejaron caer que estaban con él. "Juan es muy querido y el apoyo a él es máximo aquí", apuntaban fuentes municipales. Eso no quita que ningún miembro del PSOE de la ciudad ni del Ayuntamiento quisiera hacer declaraciones en ningún momento.
Por la Comunidad de Madrid también tenía apoyos. Esa ha sido la estrategia que ha marcado Lobato desde hace año y medio. Al igual que hizo Pedro Sánchez cuando fue defenestrado por su partido, Lobato llevaba todos estos meses recorriéndose la región en coche, pueblo a pueblo, puerta a puerta, y reuniéndose con todas las agrupaciones municipales.
Sin embargo, no en todos los municipios era así. Reyes Maroto, portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, acusó este martes a Lobato de "falta de lealtad" hacia una compañera. Concretamente, se refiere a Pilar Sánchez Acera, mano derecha de Óscar López, el hombre que podría moverle la silla. Lobato no tenía el apoyo de los líderes locales más importantes de Madrid.
Escuchando a Felipe González
Juan Lobato trae el socialismo en las venas prácticamente. De pequeño, su padre, militante socialista, tenía las cintas con los discursos políticos de Felipe González y Tierno Galván. "Las escuchaba en una casete. Lo hice tanto que me las sabía de memoria", reconocía a Madrid Total.
Ese niño fue creciendo en Soto del Real con la misma fama que tiene ahora, la de formal. Él mismo reconoció que participaba en los botellones y que la mayor locura fue pintarse la cabeza de un color y la otra mitad de otra. Por el momento, esa fotografía sigue a buen recaudo. Por lo demás, era el yerno perfecto, al menos para las madres de sus amigas.
El niño formal creció. A los 18 años ya era portavoz municipal del grupo socialista, pero aquello le pasó factura. "Me volví un imbécil", reconocía en la entrevista ofrecida en este periódico, en la que rememora que un amigo le paró los pies y se le quitaron "las tonterías".
Más pronto que tarde, Lobato se licenció en Derecho y Administración y Dirección de Empresas. Luego, sacó plaza como Técnico de Hacienda —"y aun así le votaba la gente", bromea un trabajador de Soto del Rey— y formó una familia.
En aquella cita personal, reconocía que su mujer, Susana, que trabajó 14 años en Atresmedia, y sus tres hijos son su "pilar fundamental emocional". "Cada vez que entro en casa y me empiezan a subir niños por las piernas desconecto", reconoce.
La mayor curiosidad en su vida diaria es culinaria: sólo come pescado fuera de casa. El motivo es que su mujer es alérgica.
"Traición" al pueblo
Juan Lobato ha sido concejal del Ayuntamiento de Soto del Real desde que tenía 18 años hasta 2021. En ese periplo, hasta 2015 fue el portavoz del grupo socialista. Es decir, se conoce al dedo lo que ocurre dentro del Ayuntamiento. Al punto de que los vecinos aseguran que incluso "le votaba gente de Vox por cómo es como persona".
Eso explica cómo logró el cambio de paradigma en el pueblo. "Antes siempre ganaba el PP", comentan los vecinos. De hecho, desde el franquismo era una plaza fija de los populares.
Sin embargo, en 2015, Lobato le dio la vuelta. Venció por la mínima y llegó a acuerdos para poder gobernar. Aquella legislatura también sería la primera en la que participaría en la Asamblea de Madrid. Cuatro años más tarde, sus vecinos le darían la mayoría absoluta en Soto del Real como premio a su buen hacer.
Poco antes de aquel suceso, en 2017, había intentado por primera vez su asalto a la secretaria general del partido en Madrid. Sin embargo, no logró imponerse en una votación en la que se enfrentó a José Manuel Franco y Eusebio González.
Llegó entonces 2021 y Lobato dio el zarpazo a lo que buscaba: la secretaria general del PSOE-M. Abandonaría el pueblo para dedicarse enteramente a la vida regional. "Eso aquí lo sentimos un poco traición", comenta una señora en la tarde del martes en Soto del Real.
Para ello, Lobato contaba con el apoyo del partido. Era el 'hombre de Ferraz' gracias a que había armado un grupo transversal en el que contaba con todas las sensibilidades recogidas en las distintas formaciones de Madrid. Esto le muestra una vez más como un hombre de consensos, buscando el voto en ambientes más jóvenes y liberales de Madrid tras la caída de Ciudadanos.
Lo cierto es que la labor de Lobato no fue fácil. El PSOE-M venía de unos resultados paupérrimos, los peores de su historia. El madrileño asumía la carga de un partido que reconstruir en poco más de un año para poder plantar cara a Isabel Díaz Ayuso.
Contra Moncloa
La luna de miel ha durado apenas tres años. Lobato está en el espectro socialista más cerca ya de Emiliano García Page —"le conozco bien y es un tipo estupendo", dice sobre él— que de ser el 'hombre de Ferraz' —desde luego no lo es.
Lobato no era el favorito de Moncloa porque no había terminado de "cuajar". No le ha valido ninguno de los méritos realizados y Moncloa habría preparado su propia candidatura. Los tambores de guerra, no obstante, no llevaban tanto sonando, aunque él ya alertó de que la "vía de unidad" era la suya.
Llevar la conversación con la mano derecha de Óscar López ante notario en octubre podía ser un síntoma, un detalle. La trascendencia de este hecho fue la que levantó la polvareda. La constatación se pudo ver este martes con su discurso de tres minutos sin preguntas en el que se apuntaba a Moncloa.
Lobato recibió la información del proceso por parte de Pilar Sánchez Acera y le aseguraron que había sido "publicado en los medios". De no ser así "sería bastante grave", advirtió.
Es decir, sembró la duda sobre si los correos que le enviaron en marzo provenían de los periódicos —eso dijo en un primer momento— o de la Fiscalía General del Estado —investigada en el proceso. Sin embargo, trató de despejarlas aseverando que no "contempla" que fuera falso lo que se le dijo.
Pero las frases ya estaban sobre la mesa y no hubo tiempo para explicaciones en abierto. Lobato, en su comparecencia de este martes, puso el brazo sobre la mesa con tres frases. "No veo el problema en acreditar el origen lícito de ese documento". "Por la reacción parece que, de alguna manera, se dudara de la veracidad de lo que a mí se me dijo". "La democracia y la ley están siempre por encima de los partidos políticos y sus dirigentes". Este miércoles 27 de noviembre al mediodía la bajó presentando su dimisión: "Espero que mi decisión no suponga una decepción para vosotros/as. Para mí no lo es".