A veces da la sensación que José Miguel Fernández Sastrón (65) pierde su propia identidad. Durante varias décadas los medios se han referido a él como el exmarido de Simoneta Gómez-Acebo (55) o el nieto de Pepín Fernández, fundador de los emblemáticos grandes almacenes Galerías Preciados, cuando por derecho propio es uno de los más insignes compositores de nuestro país.
¿Quién no recuerda la sintonía de 'Sorpresa, sorpresa'? ¿Han visto Trileros o Desde que amanece apetece? Las bandas sonoras son suyas. También lo es la de la obra teatral Paseando a Miss Daisy. Y, por supuesto, ha colaborado con algunos de los más grandes como Chavela Vargas, Augusto Algueró o Lolita. De 2016 a 2018 fue el presidente de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE).
Su cota máxima de popularidad se la otorgaron las revistas del corazón tras casarse el 12 de septiembre de 1990 en la catedral de Santa María de Palma con Simoneta Gómez-Acebo y Borbón (55), primogénita de la infanta doña Pilar y, por tanto, prima carnal de Felipe VI (56). Como no podía ser de otra manera, entre los invitados estelares se encontraba Juan Carlos I, doña Sofía y don Juan de Borbón y doña María de las Mercedes, condesa de Barcelona.
Hace unos meses, José Miguel volvió a estar en el centro de la diana por un buen motivo. Acababa de publicar el libro ¡Menos protocolo y más patatas!, donde desgrana en clave irónico-sarcástica a la aristocracia que tanto frecuentó en cierto momento. ¿Qué hay de ficción y realidad?
En el encuentro que tuvo con EL ESPAÑOL en en su despacho en el Paseo de Habana, contó que "es un libro de ficción pero sometido a la inspiración de la experiencia. Hay personajes que están vinculados directamente a un personaje real y en otros casos son una mezcla de varios de su mismo perfil. Un lector avezado podría identificar con facilidad. Independientemente del ejercicio que suponga identificar, que te puede divertir, lo que he pretendido es que el lector sea como una mirada a través del ojo de la cerradura. Ahí ves cómo y de qué hablan, cómo son, cómo viven y al final te das cuenta que son como el resto de los mortales".
Con esta obra aseguraba que conviene reírse y mirar con ironía ciertos estamentos sociales porque "estamos todo el día muy cabreados y tenemos que mirarnos desde el sentido del humor para darnos cuenta que en todos los sitios cuecen habas. Habría que ver las cosas con un poquito más de relajo y con menos tensión", asegura.
Pregunta.- ¿Cómo eran aquellos almuerzos que organizaba cada domingo Doña Mercedes?
Respuesta.- Hace ya mucho tiempo de eso, tengo más recuerdos de los que hacía mi suegra porque heredó esa costumbre. Los almuerzos en casa eran familiares, se juntaban los abuelos, los hijos, los nietos. Había discusiones, se contaban chistes, anécdotas… Era como estar en cualquier otra casa. Yo fui un poco el primer postizo porque iba a comer donde el único externo a la familia sanguínea era yo. Me trataron muy bien desde el principio.
P.- Juan Carlos siempre ha tenido fama de tener muy buen sentido del humor, ¿era el rey de la fiesta, quien contaba los chistes?
R.- Tiene un enorme sentido del humor porque ha sabido reírse hasta de sí mismo muchas veces. También es un síntoma de inteligencia. Debido a ese don explicaba cosas muy divertidas con el plus de que pocas personas han tenido ocasión de conocer y hablar con tanta gente importante y de aportar riqueza a esa conversación. Desde luego tenía mucho más que contar que cualquiera de nosotros. No olvides que en una familia de estas características hay una jerarquía intrínseca, emocional. En cualquier reunión donde esté el rey, este va a ser la referencia y el protagonista. Por una cuestión secular.
P.- La condesa de Barcelona ha sido uno de los personajes más desconocidos de la familia, ¿cómo era en las distancias cortas?
R.- Tuve la suerte de caer en gracia. Creo que Simoneta era una nieta muy querida para ella y ya jugaba con esa ventaja (ríe). Siempre fue una mujer encantadora. No hablaba mucho en las reuniones que teníamos, observaba todo el tiempo y cuando hablaba era para lanzar un comentario o poner las cosas en su sitio. Con dos palabras zanjaba la cuestión.
P.- Si hiciéramos la prueba del algodón a algún miembro de la alta sociedad, ¿habría muchas sorpresas?
R.- Sí, pero tanto para bien como para mal. Muchas veces la gente tiene una imagen pública que no se corresponde con la realidad. En general, casi nunca. Aquellos que creemos más serios lo son menos, los más simpáticos a lo mejor son más artificiosos y el antipático es tímido. Ninguno estamos preparados para que nos hagan la prueba.
P.- No me negará que su suegra y su exmujer daban un poco de miedo.
R.- (Risas) En el caso de mi suegra comprendo que impusiera porque era una mujer tan aparatosa, en el buen sentido de la palabra, que te dabas cuenta enseguida que nada más intercambiar un par de palabras era una mujer maravillosa. Y, por supuesto, nada más lejos que imponer nada a nadie. El caso de Simoneta es diferente porque es más tímida y eso le hacía aparecer más reservada. La imagen pública tiene poco que ver generalmente con la realidad. Me acuerdo que cuando vi a mi suegra por primera vez me impuso lo mismo que a ti. Seguramente esa percepción tiene más de prejuicio propio que de realidad. Nos lo autoimponemos al mirarla. Y te lo digo por experiencia.
P.- ¿Cómo encajó su suegra el hecho de que una reportera la 'engañara' para confirmar antes del anuncio oficial el compromiso de Felipe y Letizia?
R.- Creo recordar que le hicieron una pregunta como dando por sentado el tema. Hombre, yo creo que tenía un poco de mala baba, pero también se trató de una argucia porque al fin y al cabo el periodista va en busca de la noticia. ¿Dónde está el límite? Difícil de decir. De alguna manera el profesional fue ingenioso y mi suegra cayó un poco, cosa extraña porque no era una mujer fácil de engañar ni de sorprender.
P.- ¿Cómo han conseguido Simoneta y usted que sus tres hijos tengan una vida normal?
R.- El mayor mérito es de ellos. Nuestros hijos hacen una vida como cualquier otra persona en función de su edad y el entorno. No han tenido un especial interés en promocionarse en ese ambiente. Tú sabes que es así porque has estado mucho tiempo en la prensa del corazón que ese mito de '¡por dios, la prensa me persigue' y aparecen con la cara tapada o con la mano levantada es porque los personajes lo desean. Si no quieres, no sales. Generalmente ese asedio periodístico está bastante provocado por el propio sufridor. Mis hijos no han tenido esa tentación, pero tampoco se ha dado ninguna circunstancia para que se ponga la lupa sobre ellos.
P.- ¿Qué opina de que personas vinculadas a la realeza o la aristocracia, por ejemplo, Victoria Federica, se metan a influencers y participen en programas de televisión?
R.- Están en los tiempos que corren hoy en día, un mundo virtual, de redes sociales, de una velocidad de vértigo. Esa realidad está presente las veinticuatro horas. No me parece ni mejor o peor. La única novedad es antes no existía todo eso. Las influencias lo eran porque salían en las revistas y ahora lo son por redes. La televisión es un medio, esos programas en los que salen es porque les apetece y tienen mismo derecho a salir que otra persona siempre y cuando la tele considere que su presencia es interesante. Hay que mirarlo con los ojos de hoy. No veo por qué los aristócratas iban a tener menos posibilidades o iban a ser más censurables que que lo hagan otros. Todo influencia es una persona de su generación. Las redes nos están convirtiendo en autómatas.
P.- Pretenden anular el pensamiento crítico.
R.- Tengo una frase que uso con frecuencia: "Si quieres ocultar un árbol el lugar adecuado es un bosque". Si quieres ocultar el pensamiento crítico de verdad, el juicioso, el riguroso , el inteligente lo ocultarás entre un millón de críticas absurdas. Encontrar una palabra sensata entre mil millones de palabras absurdas es más complicado.
P.- ¿Considera que la monarquía es anacrónica?
R.- Con respecto a qué. Podrías considerar una institución anacrónica cuando hablas de una democracia, de una representación donde todos somos iguales y llega al poder alguien a quien hemos votado. En ese sentido lo puedes considerar anacrónico. Lo que pasa es que el anacronismo estaría presente en muchas otras cosas de la vida. Creo que la monarquía es una figura que ha demostrado, para empezar, su vigencia, en un país como España donde ya sabes cómo es la cosa. Si hay un elemento claramente unificador esa es la monarquía. Y otra cosa mucho más importante, dentro del entorno hispano, la figura del rey de España nos da un predicamento que no te daría un presidente de la república. Tiene un valor de representación, presencia e hispanidad importante. Y ese "¿por qué no te callas?" ¿Te lo imaginas diciéndolo un presidente? No. Eso solo lo puede decir el rey y además, solo ese rey.
P.- Pues está el patio fino con tantas revueltas, insultos o llamamientos a la independencia.
R.- Estamos en una situación política un poco alterada, pero es uno de los riesgos del sistema. Cuando no hay mayorías suficientes para gobernar se produce una cantidad de movimientos sísmicos en los que andas bastante despistado. No tienes muy claro qué va a hacer ningún político porque va a estar en función de lo que le exija hacer aquel que le mantiene en el poder. Esto no lo ha inventado el señor Sánchez, no sé si ha sido un funambulista más arriesgado que otros, pero no lo ha inventado. Esta situación es buena si nos lleva a buen puerto, pero no tiene pinta la cosa.
P.- La infanta Leonor cada vez más tiene un papel relevante en la sociedad, le están dando una preparación bastante rígida a la par que completa, ¿cómo ve su evolución? ¿Ve factible que sea reina de España?
R.- Con respecto a este tema lo veo desde la lejanía porque llevo bastantes años fuera de ese círculo familiar, lo cual no ha mermado el afecto que siento por ellos. He estado veinte años ahí y me he sentido muy bien tratado. La infanta Leonor y, en general, la preparación de los Asturias, han de tener una muy buena preparación porque va a asumir una responsabilidad importante. Se va a enfrentar a circunstancias muy complejas sobre las que tendrá la lupa puesta y la tendencia a que todo lo que haga vaya a parecer mal a alguien. Si ella va a llegar o no, pues… ¿le queda poco tiempo a la monarquía, que es el debate actual?. Espero que le quede porque nadie me ha demostrado desde el entorno político que fuéramos a ganar mucho cambiando al rey por cualquiera de los personajes que vemos pulular por nuestro entorno político. Francamente, puesto a ello, me sigo quedando con el rey.
P.- Más vale malo conocido que bueno por conocer.
Y si es bueno conocido, pues mejor (risas).
P.- En nuestro país existe la tendencia al olvido, no sé si está en los genes, si lo genera las envidias o responde a intereses intereses creados, pero es evidente que don Juan Carlos fue clave para formar los pilares sobre los que nos sustentamos, ¿no es así?
R.- Considero que efectivamente hay una memoria frágil, pero siempre para lo bueno. Para lo malo, no solo no es menos frágil sino muy creativa. En el caso de don Juan Carlos cualquiera que se haya tomado la molestia de estudiarlo, no digo ya los que lo hemos vivido, se darán cuenta de la importancia que ha tenido el rey para la historia de España . No nos olvidemos de dónde veníamos y qué ocurrió. Este señor asumió una responsabilidad muy grande, asumió un riesgo enorme, tuvo capacidad de consenso, negociación y olfato crítico y será la historia quien le ponga en su sitio, como suele ocurrir. Los coetáneos solemos ser menos generosos.
P.- ¿Debería regresar a España?
R.- No se debió ir nunca. Vamos, si se quiere ir, está bien, pero que sea porque le apetece. Debería vivir donde le dé la gana y en ningún caso verse obligado a vivir fuera de una país que le debe tanto o más.
P.- Los errores se pagan caros.
R.- Efectivamente. Desgraciadamente. Mil aciertos pesan menos que un error y los errores los cometemos todos. Al final, lo que debería hacerse en la vida es buscar un punto de equilibrio y averiguar cuál es el saldo final. El del reinado de don Juan Carlos es, desde luego, claramente positivo con todos los errores que ha cometido
P.- En el documental Salvar al Rey se dijo que fue el artífice del golpe de estado para legitimar aun más el papel de la monarquía.
R.- Para empezar no necesitaba una legitimación superior. El problema que había ahí fue un político, nos llevaron los políticos, no el rey. Hay muchas versiones de lo que ocurrió y me gusta poco hablar de cosas que no conozco directamente. Sé lo que nos dijeron que ocurrió y, afortunadamente, sé que fuera lo que fuese parece que acabó bien. Solo vi trozos del documental. Hoy en día en este género es difícil diferenciar lo que es noticia, información, divulgación y espectáculo porque lo han de tener todo para atraer a la audiencia. Suelo huir de ese tinte amarillista.
P.- Pongamos un poco de música a la entrevista porque como músico y productor, ¿cómo ve la avalancha de talents shows como Operación Triunfo, Factor X o Idol Kids porque el mercado no puede absorber a tantos profesionales? ¿Qué les diría a esos jovencitos que probablemente estén más cerca del fracaso que de conseguir sueños?
R.- El mundo de la música ha cambiado mucho. Habría que saber a qué aspiran esos principiantes porque si es a tener una carrera sólida y larga es más que difícil. Hoy en día el éxito es hoy, lo de la semana pasada es historia. Les diría que su verdadero competidor no va a estar entre ellos, si no en la inteligencia artificial (IA). Esto va a provocar que gente sin especiales dotes musicales sean capaces de crear o dar instrucciones para hacer música que tenga éxito e interés. Les sugeriría que no se despistaran y no perdieran terreno.
P.- Pues uno de los creadores de la IA asegura que se ha arrepentido.
R.- Hay algo de pose. Se arrepienten poco.
P.- Parece que Hollywood se ha puesto las pilas porque el gremio de actores y guionistas están acotando el terreno para velar por sus derechos, ¿qué tipo de código ético-moral haría falta imponer en nuestro país?
R.- Ya lo vivimos en otros muchos ámbitos. Cuando una cosa se desarrolla, emerge y se impone es difícil de acotar. La regulación siempre va por detrás de la realidad. Acotarlo no es posible. Hay que intentar utilizarlo y aquellos que sean capaces de moverse mejor en ese entorno serán los que se lleven el gato al agua. Si no puedes limitar la ola, aprende a surfearla.
P.- La SGAE ha sido un foco de problemas en los últimos años, sobre todo, con los derechos de autor. ¿Cómo la ve en la actualidad?
R.- El tema de los derechos siempre es un tema complicado porque si hay alguien que usa un repertorio tiene que pagarlo y alguien cobrarlo. El primero quiere pagar lo menos posible y él segundo quiere lo máximo. Al margen de eso, no estoy muy feliz por cómo se están haciendo las cosas por una razón muy sencilla. La gestión está en manos de las grandes multinacionales que producen esa música y están mimando sus repertorios en detrimento de otros. Al final la gente interpreta como que el problema de la SGAE es la piratería, y no es cierto. Lo que cobra es lo que tiene que cobrar por ley, el problema es cómo se reparte.
P.- ¿Para crear necesita un ambiente determinado?
R.- No. Lo más difícil es ponerse. Necesitas encerrarte en ti mismo y dejarte llevar. Lo de componer o es muy fácil o imposible. Otra cosa es que tenga más o menos calidad. No hay término medio.
P.- Compuso la sintonía de Sorpresa, sorpresa que la gente aún recuerda con cariño, ¿cuál fue el secreto del éxito?
R.- Duró como cuatro años. Es mérito de Giorgio Aresu que era director. Logró que toda España estuviera pendiente de ello, como pasaba en la época en la que solo existía un canal. Al día siguiente no se hablaba de otra cosa, de la pobre abuela que consiguió reunirse con el nieto….
P.- No sé si es valiente o está hecho de una pasta especial como los toreros, pero poca gente sabe que compuso la sintonía mientras le daban quimio y radioterapia.
R.- Cuando pasé ese trance, no me importa hablar de él porque aunque no fue el mejor año hay que transmitir que se puede salir. Lo que se ha de intentar es que la vida siga y aunque a veces no podía porque físicamente la quimio te dejaba absolutamente derrengado, para mí componer fue una válvula de escape. Me hizo bien.
P.- A propósito, en el ambiente en el que se ha movido pertenecer a una determinada élite conllevaba un puesto en el consejo directivo de una empresa pero, ¿un título sirve para algo actualmente?
R.- Aquí hay varios mitos. En primer lugar hay que entender que los títulos originariamente iban vinculados a un patrimonio y unas rentas. Hoy en día no necesariamente. Te puedes encontrar a títulos que no tienen patrimonio ni rentas voluminosas. También hay otros aristócratas que estudiaron en Harvard, tienen una preparación muy buena y son unos ejecutivos magníficos. Un título no desvirtúa esa otra capacidad, pero se le suele considerar que está ahí por ello. Es muy difícil que ahora solo estén por el título porque se mezcla la aristocracia heráldica y la de la Mastercard Black. Como siempre, el dinero lo mueve todo.