Pipo, el perro 'salvavidas' de un niño de 13 años: puede detectar ataques epilépticos con 20 minutos de antelación
- Iker es epiléptico debido a una enfermedad rara. Su madre Sonia descubrió CANEM, una empresa que adiestra perros de alerta médica.
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El mejor amigo de Iker, nombre ficticio al tratarse de un menor, es Pipo. Iker tiene 13 años y lleva desde los nueve sin separarse de Pipo, su perro de asistencia. "Todo el mundo dice que son un pack", explica su madre Sonia. El menor sufre una malformación cerebral, una enfermedad rara denominada displasia cortical.
Esta enfermedad le provoca discapacidad intelectual, insomnio crónico, migrañas y ataques de epilepsia. La madre, en su afán de intentar ayudarle a tener una vida más independiente, buscando por internet y por casualidad, dio con CANEM.
CANEM es una empresa que elige, educa y adiestra perros detectores para personas con epilepsia, diabetes tipo 1, hipertensión y narcolepsia. Estos perros son capaces de avisar con una antelación de 20 minutos los ataques de epilepsia o sueño y las subidas o bajadas de azúcar y tensión que sufran los pacientes. De esta forma, les otorga tiempo de reacción y es más fácil convivir con estas enfermedades.
"Nosotros le enseñamos cuál es el olor específico que tiene que detectar. Por ejemplo, en el caso de diabetes es el isopreno y en el de la epilepsia de neurohormonas. Y a que cuando lo detecte nos avise con un ladrido", relata Lidia Nicuesa, cofundadora de CANEM.
Iker y Pipo
Aunque para todos el 2020 es sinónimo del año de la pandemia Covid-19, para Iker ese año supuso la llegada de Pipo a casa. La manera en la que un perro se ha convertido en un pilar fundamental de su vida ha querido contarla a EL ESPAÑOL su madre Sonia Ramos.
Debido a su enfermedad, Iker ha cambiado de colegio en tres ocasiones. Primero estuvo en uno ordinario, después en uno especializado y ahora va a un aula de educación especial dentro de un colegio ordinario.
Ha tenido que cambiar de amigos y faltar a clase debido a numerosas revisiones médicas, así como a las intervenciones quirúrgicas a las que se ha tenido que someter. Sin ir más lejos, el verano pasado, tuvo una cirugía para extirparle un tumor cerebral.
Sin embargo, Pipo ha estado a su lado en todos esos momentos durante los últimos cuatro años. Es un Jack Russell Terrier que fue entrenado por CANEM para detectar y avisar con antelación los ataques de epilepsia que pudiera sufrir. Lidia, la cofundadora de la empresa, explica que el perro detecta por el olfato las neurohormonas que segrega el cuerpo antes del ataque.
La madre de Iker cuenta que gracias a los ladridos del can les ha dado muchas veces tiempo de reaccionar antes de una crisis y ponerle a salvo para evitar que se dé un golpe. "Nosotros tenemos piscina en casa y si justo le da cuando se está bañando, Pipo se pone muy nervioso, salta con él dentro y no para de ladrar", detalla Sonia.
Aunque la familia cogió al perro de asistencia con la intención de ayudar en las crisis epilépticas, la verdad es que los beneficios han sido en todos los aspectos. Sonia enfatiza la ayuda psicológica que ha supuesto para el pequeño. "Le ha dado una seguridad tremenda. Su forma de relacionarse con otros niños ha cambiado. Antes, cuando iba al cole sentía agobio porque era el niño que destacaba por tener epilepsia y ahora, lo hace por llevar un perro a clase", relata con una sonrisa.
Pipo pasó un año con otra familia, intentando ayudar a otro niño que sufría epilepsia, pero no se creó bien el vínculo. Por eso CANEM se lo entregó a la familia de Iker, pensando que con él sí que encajaría. Su complicidad surgió nada más verse.
Quedaron con la antigua familia de Pipo para que se lo entregaran y éste no se separó del pequeño. "Para él fue Iker desde el primer momento. Cuando nos fuimos ni siquiera se giró para mirar a la que había sido su familia durante un año", cuenta Sonia.
Detectores de cuatro patas
Los cofundadores de CANEM son Paco Martín (50) y Lidia Nicuesa (27). Paco era militar especializado en la detección de explosivos, que también había realizado terapia asistida con animales. En 2013 quiso fusionar ambos mundos, lo que dio como resultado los perros de alerta médica.
El precio de todo el proceso de adiestramiento asciende a 4.565 euros. Esta cantidad incluye los gastos de veterinario y alimentación durante los tres meses de educación, así como las sesiones de asesoramiento tras la entrega del cachorro.
Para dar a conocer su idea de negocio Paco hizo un anuncio en Aragón Televisión. Lidia, entonces con 17 años y mucho tiempo libre, decidió sumarse a ese proyecto. Además, ella era diabética por lo que no dudó en trabajar para él.
A pesar de la diferencia de edad, siempre se han entendido muy bien laboralmente, hasta el punto de que en 2020 se asociaron para que la empresa fuera de los dos.
Él es adiestrador profesional y presta los servicios relacionados con la selección, educación y adiestramiento de los perros. Ella es asesora psicopedagógica y mediadora familiar especializada en personas con enfermedades crónicas. En su caso, se encarga de la valoración de los usuarios, el acompañamiento y la gestión emocional de la inclusión de un can al núcleo familiar.
Actualmente, CANEM tiene sede en Zaragoza y Barcelona, pero la empresa tiene presencia en 13 países. Esto es gracias a las familias de acogida que viven cerca de sus sedes. Éstas, de forma voluntaria, se encargan de cuidar al cachorro y llevarlo al centro durante los tres meses que dura su adiestramiento.
En primer lugar, trabajan en una sala aprendiendo a reconocer esos olores y a discriminarlos del resto. Después, pasan a entornos simulados de la vida cotidiana donde los perros son capaces de detectarlos y avisar mientras el usuario está comiendo, durmiendo o tomando un café en un bar.
Por último, enseñan al usuario la parte del manejo. Les explican qué tienen que hacer con el perro de asistencia para que mantenga lo aprendido todo su vida. Lidia confiesa que esta parte a veces es complicada.
"Muchas veces, la persona o la familia no podía tolerar vivir con un perro. Por mucho que sea de asistencia y que esté muy bien educado, requiere unos cuidados, sacarlo, ir al veterinario, jugar con él, darle cariño. Es decir, todo lo que necesita un perro", cuenta Nicuesa.
Por eso, en estos diez años, la entidad aragonesa ha preparado a 280 perros, pero no todos han funcionado a la perfección. De hecho, actualmente hacen un análisis muy exhaustivo del usuario al que va a ser entregado el perro, para saber de antemano si es factible el vínculo con éste.
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El número de canes que prepara CANEM está en torno a los 25 al año. Trabajan especialmente con cachorros de Jack Russell Terrier, debido a sus grandes capacidades de aprendizaje, así como por su longevidad, carácter sociable y su tamaño ideal para ir a todas partes.
Tanto Lidia, la psicopedagoga, como Sonia, la madre de Iker, coinciden en que tener un perro de alerta médica es tener a un miembro más en la familia. Hay que cuidarle y entender que no es un robot. "Primero es perro y luego es de asistencia", apostilla Lidia.
*Cristina Muñiz, autora del reportaje, es alumna de la segunda promoción 2024-2025 del Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL/UCJC.