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"Pensé que lo había superado ya", dice entre lágrimas Vicente Leal, un palmero cuya casa quedó sepultada bajo un manto de ceniza. En una finca familiar, alejada del área metropolitana, del ruido, del caos, Leal levantó un hogar con sus propias manos, pero la paz que buscaba se interrumpió por el estruendo del volcán. Hace ya tres años que La Palma sufrió su mayor catástrofe natural, tres años en los que Vicente, a pico y pala, ha tratado de recuperar su vivienda de la devastación del Tajogaite.

"Era un sitio maravilloso, he ido allí desde pequeño", explica, pero de ese sitio solo queda un mar de roca negra. Persiguiendo su sueño de construir una casa en el terreno que heredó de su padre, Vicente se ha pasado más de 30 años luchando y colocando cada ladrillo para darle forma a su ilusión. Frente al Océano Atlántico y en el medio del bosque de la montaña, parecía la ubicación perfecta para conseguir el "descanso que alguna vez en la vida se necesita"; pero la naturaleza es caprichosa.

El 19 de septiembre de 2021 fue el día en el que el sueño del canario se derritió frente a los ríos de magma. Después de 25.000 pequeños terremotos que azotaron la isla durante ocho días, la hecatombe explotó y la 'Isla bonita' quedó patas arriba frente a los temblores, gases, humo y cenizas. "En el momento que vi como un cráter se abría frente a mi casa, sabía que iba a perderla", comenta.

Vicente Leal desenterrando la chimenea de su casa después de la erupción del Tajogaite. Macaronesian Gin

Tozudo, atrevido y risueño, Vicente nunca ha estado dispuesto a dar su casa por perdida, a dejar de luchar por recuperarla, o al menos intentarlo. Desde el primer día de la erupción volcánica el isleño se ha adentrado en la "zona de guerra" para desenterrar su vivienda y tenerla localizada. "Me he jugado el físico, la vida, demasiadas veces", dice, pero todo su esfuerzo tiene su recompensa. Como un faro paro los barcos, ante al mar de ceniza, en esa lona negra que cubre gran parte de La Palma, resalta el pico de la chimenea blanca de la casa del palmero.

"Es la casa de la resistencia, el milagro de la naturaleza", argumenta. Después de 85 días de actividad sísmica y volcánica, la casa construida por Leal sobrevivió a un cráter a apenas 200 metros, al paso de la lava y al entierro de las cenizas. Como al canario le gusta decir: "Esta casa es la vela encendida en la oscuridad provocada por la erupción del Tajogaite".

El sueño sumergido en cenizas

Vicente es de esos hombres de antaño, y la palabra "vacaciones" no entra en su vocabulario. Las "jornadas de 15 horas" son normales para el isleño, pues se ha pasado 30 años intercalando su profesión como administrador y logístico para varias empresas con la construcción de su casa. "Cuando heredé el terreno era como una especie de huerta, no había nada, pero sabía que tenía que crear una casa típica canaria", destaca, y eso hizo.

Vicente Leal tardó más de 30 años en construir su casa. Macaronesian Gin

Centrado en su nuevo proyecto, del año 95 hasta el 2011 ha estado invirtiendo todo lo que tenía en formar un hogar en medio de la montaña. "Con el sueldo de un obrero normal es complicado edificar una nueva casa, más como la quería hacer", menciona. La visión de Leal era fabricar una casa forrada en piedra pulida artesanalmente, de blancas paredes, maderas marrones y los tonos rojizos del tejado.

Vicente Leal y diferentes celebridades canarias visitando su casa en un evento organizado por Macaronesian Gin. Macaronesian Gin

"Ha sido un trabajo de años, mucho dinero, tiempo y la ayuda de personas queridas", declara. Aun así, quien ha estado al pie del cañón por más de tres décadas ha sido Vicente, cumpliendo con "una meta atrasada" que solo se ha logrado por la "constancia día tras día". "Después de un largo camino conseguí terminar mi vivienda, pero los sueños son para compartirlo, y dejé que mi hijo y su pareja vivieran allí", explica.

Al poco tiempo de acabar su obra, "faltaba el toque final", y Leal pensó que este "lugar maravilloso de paz" tenía que convertirlo en un atractivo turístico de la Isla. Durante varios años, los trámites de las licencias, los permisos y el papeleo para pasar de un hogar residencial a una vivienda turística se convirtieron en el calvario del isleño; hasta que un día vio la luz al final del túnel, pero esa luz era el rojo brillante de la lava.

Un entierro sin muerte

Todo estaba preparado para que la casa de Leal empezara a tener un uso turístico, el lanzamiento era en noviembre, pero septiembre tenía otros planes. "El 19 de este mes me llamó mi hijo porque estaba sintiendo temblores en la casa. Fui allí y los sentí por mí mismo, entonces supe que la tierra iba a reventar", indica.

La casa de Vicente se había levantado alejada de la zona volcánica de Cumbre Vieja, pero ese día se abrió un nuevo cráter a escasos 200 metros de su hogar. "Tuvimos que salir corriendo, los piroclastos casi nos dan de lleno y teníamos la lava a 20 metros de nosotros", dice emocionado.

La chimenea de Vicente Leal en el manto de cenizas y el cráter del volcán detrás. Macaronesian Gin

Echando una mirada atrás al paisaje de destrucción que se había creado en unos instantes, Vicente se dio cuenta de que sueño se iba a quedar enterrado en cenizas. Una vez a salvo, el canario no tardó ni 24 horas en volver a la "zona de exclusión" para ver si su casa se había salvado de la lava. "Afortunadamente el magma pasó al lado de la vivienda, pero no llegó a tocarla, aunque la ceniza y los piroclastos ya la habían sepultado"expresa.

En este sentido, y después de 30 años de trabajo, Vicente se adentraba a la zona afectada para desenterrar con tan solo una pala lo que pudiera de su hogar. "Si no la desenterraba, no la iba a volver a encontrar después de mucho tiempo". La casa se construyó con sus manos, y de la misma forma tenía que ser la recuperación. "Durante cuatro inviernos me he jugado la vida cada vez que subía a excavar mi casa, y han sido muchos días", comenta.

Macaronesian Stories surge como una iniciativa para "cumplir sueños", en este caso para recaudar fondos para Vicente Leal. Macaronesian Gin

Paso a paso, palazo a palazo, y escombro tras escombro, Leal — a lo largo de tres años— ha conseguido desenterrar del manto de cenizas parte de su vivienda, aunque todavía queda mucho trabajo. Tal y como afirma: "Lo hemos hecho todo nosotros, hemos estado solos frente al mundo. Solo yo y el volcán, el volcán y yo".

Aun así, Vicente no pierde la esperanza. Gracias a organizaciones como Macaronesian Gin, se está dando visibilidad a este tipo de historias, por lo que el isleño ha podido alzar su voz, que es la voz de miles de palmeros afectados. "Estamos en al buen camino, en el sendero de la recuperación y rodeándonos de gente que suma y aporta a la causa. Queda mucho trabajo por delante, pero poco a poco estamos resurgiendo de las cenizas", finaliza