Pocos cultos religiosos han sido tan perseguidos a lo largo de la historia como el de la cofradía de los bektashis, seguidores de una orden mística sufí cuyos devotos suelen ser más conocidos como derviches. Aunque siguen a pies juntillas los pilares del Islam, muchos musulmanes los han tomado por herejes. Son, por decirlo de algún modo, el rostro más gentil y progresista de la religión de Mahoma. Justamente por ello los salafistas los detestan.
Cuando hay visitas especiales, el líder mundial de esta tariqa (así es como se conoce en árabe a las órdenes espirituales del camino místico del Islam sufí) suele recibirles en su sede de Tirana (capital de Albania) con un vaso de raki, un licor muy célebre en Turquía semejante al pastís de los franceses, al ouzo de los griegos o a nuestro popular anís.
"Entonces, ¿existen musulmanes como ustedes que no consideran pecaminoso el consumo de alcohol?", le pregunta este diario a Edmond Brahimaj. Y sin dudarlo ni un segundo, el jefe de la orden nos responde: "El Libro Sagrado del Corán asegura 'Comed, bebed, pero no os excedáis'. Todo lo que se toma en exceso es negativo, tanto si hablamos de comida como de bebidas alcohólicas".
Eso, en efecto, significa 'sí'. Los bektashis no sólo toleran el consumo de alcohol entre los suyos sino que se oponen abiertamente a la segregación de las mujeres, tanto en su vida social como en sus lugares de oración, a los que jamás se refieren como mezquitas sino como 'tekke', 'turbe' o 'mejdan'. "El bektashismo permite a hombres y mujeres rezar en el mismo lugar", explica.
"Entendemos que son iguales a los hombres, tanto en la vida profesional como en la educación y en la familia. En nuestra orden, no se cubren con hiyab. Tampoco hacemos diferencias en función de la religión de cada ser humano y menos aún atendemos a su color, su raza, su nacionalidad o su estatus económico. Cualquiera es libre de unirse a nuestra fe y, a su vez, nadie está obligado a formar parte de la tariqa bektashi".
Edmond nació en la ciudad albanesa de Vlorë hace poco más de 65 años. Terminó la escuela secundaria en su ciudad natal y se convirtió después en oficial del Ejército Popular de Albania, en aquella época en la que los destinos de los ciudadanos del país se hallaban absolutamente rendidos a la arbitraria voluntad del dictador maoísta Enver Halil Hoxha. Los fieles de su tarika suelen referirse a Edmond como Baba Mondi. Con arreglo a la tradición, es el octavo 'dedebaba' de la orden, a la que inicialmente se unió como derviche el 16 de mayo de 1996.
Ahora, Brahimaj está entusiasmado con la idea de crear un pequeño estado propio en los terrenos que ocupa actualmente la sede mundial de su orden en la capital de Albania. Son apenas 10 hectáreas, poco más de un campo de fútbol de las dimensiones recomendadas por la UEFA.
La iniciativa fue dada a conocer hace tres meses por el primer ministro albanés, el católico no practicante Edi Rama. Muchos se oponen a ello con diferentes excusas, pero Rama va completamente en serio. El por así decirlo "Papa" de ese microestado (sería el menor del planeta, si finalmente se consuma el proyecto) sería el propio Baba Mondi. No se conocen todavía todos los detalles sobre lo que se proponen hacer, pero sí que han aclarado ya que la ciudadanía del pequeño país se restringiría a los clérigos de la orden y a los funcionarios de su administración. Es decir, se han inspirado claramente en el Vaticano.
El gran templo de los bektashis en torno al cual Baba Mondi quiere fundar su microestado no se asemeja de ninguna forma a la clásica mezquita. Además del lugar de oración abovedado, hay una sala de reuniones, un museo, una clínica, un archivo y un edificio con las oficinas administrativas. De momento, hay un equipo de expertos legales trabajando en la elaboración de una legislación que defina su estatus dentro de Albania. Ésta, a su vez, deberá ser aprobada por el Parlamento, actualmente controlado por el Partido Socialista de Rama. Nadie tiene muy claro que países se avendrían a reconocer su soberanía, si es que en verdad alguno lo hace, además de Albania.
"El señor primer ministro hizo pública la iniciativa en el New York Times y, más tarde, en Naciones Unidas", nos aclara Baba Mondi. "Es justo que un país como Albania promulgue sus valores y, entre ellos, hay grandes figuras orladas de santidad como la Madre Teresa. Queremos recordarle al mundo la hospitalidad que brindaron los albaneses a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, y especialmente los bektashis. Queremos proponer como modelo una sociedad, la nuestra, caracterizada por una armonía religiosa heredada de generaciones, donde el Islam coexiste perfectamente con el cristianismo. El Centro Mundial de la Orden Bektashi es un tesoro para el estado albanés".
"Nuestra intención es emitir pasaportes, pero eso vendrá después de que lleguemos a un acuerdo con el Gobierno de Albania sobre toda una serie de cuestiones legales basadas en la Constitución de la república", afirma Edmond Brahimaj. "Por supuesto, el territorio del futuro estado soberano será el mismo que ocupa actualmente nuestra sede. Es decir, no excederemos los límites de la propiedad del centro mundial. Tampoco habrá fronteras, ni ejército, ni elementos de un estado propiamente dicho. Nuestro objetivo es conseguir el estatus que merecemos y ser reconocidos internacionalmente".
Cualquiera será libre allí de consumir alcohol y ninguna mujer estará obligada a cubrirse el cabello. El pasaporte que quieren emitir será verde, un color tradicionalmente asociado al Islam. Todo cuanto preconizan estos sufíes se halla en las antípodas del wahabismo y esos modelos de gobierno teocrático inspirados en las interpretaciones más conservadoras y rigoristas de la Sharia.
"Lo que deben entender es que el bektashismo es una vía mística de la religión islámica con una historia de más de 800 años", prosigue Baba Mondi. "Antaño, su epicentro se hallaba en Anatolia (Turquía) y, posteriormente, desde 1929, se trasladó a Tirana. Nuestro objetivo religioso es poder tener jurisdicción sobre los creyentes bektashis de todo el mundo y, a su vez, poder garantizar sus derechos. Digo esto porque la tariqa bektashi tiene presencia en 33 países".
Si el centro mundial del bektashismo basculó a principios del pasado siglo de Anatolia a Albania fue debido al cierre de sus logias y a la persecución a la que sus devotos fueron sometidos tras la fundación de la República de Turquía, por Mustafá Kemal Ataturk. Atrás quedaban los gloriosos tiempos en que profesaban su fe el grueso de los jenízaros, un cuerpo de infantería de élite de la época otomana formado básicamente por esclavos procedentes de los dominios europeos del sultán.
De Turquía procede hoy en día justamente el apoyo a los grupos de mercenarios salafistas que han tomado el poder y se proponen instaurar la Sharia y, en consecuencia, apartar a la mujer de ciertas responsabilidades públicas. "Si Siria debe o no ser un país secular es una cuestión que corresponde decidir a sus ciudadanos", afirma Baba Mondi.
"No puedo juzgar las decisiones de un país que tiene una cultura, tradiciones y costumbres diferentes a las del estado en el que vivo. Pero si hablamos del bektashismo, he de decir que somos una tariqa tolerante que vive en armonía con otras religiones. De ninguna manera pretendemos imponer nuestra fe".
"Creemos que no se puede luchar o matar en nombre de la religión. Ya sea islámica o cristiana, la fe aporta valores a los creyentes y promueve el amor y la bondad. Cualquiera que cometa acciones contrarias al bienestar de la humanidad, debe responder ante la ley y ante Dios. Dice usted que los nuevos gobernantes sirios pretenden apartar a la mujer de ciertas responsabilidades y yo insisto en que el bektashismo de ninguna manera hace distinciones basadas en el género. Una mujer formada profesionalmente es un valor añadido en nuestros tiempos".
Son justamente puntos de vista como esos los que les han hecho acreedores del odio de otros musulmanes. "No se equivocan quienes dicen que hemos sido acosados", dice Baba Mondi. "Yo diría que el bektashismo es la única tariqa mística de la religión islámica que ha sido perseguida una y otra vez en la historia, al igual que nuestros clérigos. En 1914, los griegos y los rebeldes nos trataron incluso peor que el sultán Mahmud. Más de 2 millones de los nuestros fueron asesinados en Turquía. Toda esta crueldad tuvo que ver con el hecho de que éramos patriotas y alimentábamos pensamientos liberales. El número de tekkes destruidos y quemados a manos de los rebeldes griegos llegó a más de ochenta".
Pero lo peor estaba todavía por venir. "El 20 de noviembre de 1925, la Gran Asamblea Nacional de la República de Turquía aprobó una ley en virtud de la cual se cerraron todos los tekkes", continúa Brahimaj.
"A los nuestros se les prohibió ejercer las funciones asociadas con los títulos de 'sheh', 'baba', 'sheit', 'murshid', 'dede', 'celebi' y 'jalifa'. Posteriormente, más de cuarenta religiosos fueron asesinados durante la Segunda Guerra Mundial en Albania y otros cincuenta más perdieron la vida o fueron encarcelados durante la era comunista, en 1967. Si lo quiere de otro modo, nuestros clérigos han sido asesinados, encarcelados y exiliados y nuestros objetos de culto han sido destruidos y profanados, pero nunca hemos respondido con la venganza ni hemos actuado en reciprocidad a esos ataques"
Siguen sufriendo amenazas pero no las temen, pues sus vidas "están en manos de Dios". "Si conseguimos nuestro microestado y el estatus especial que llevaría parejo trataríamos de dotarnos de alguna clase de seguridad, pero siempre manteniendo vivos nuestros principios, tal y como nos los legaron nuestros antepasados".
Originalmente, los bektashis pertenecían a una de las muchas órdenes sufíes dentro del Islam sunita, pero en el siglo XVI, adoptaron algunos principios del Islam chiita duodecimano, incluida la veneración de Alí, el yerno del profeta Mahoma, y de los Doce Imanes, así como una variedad de creencias sincréticas.
Ellos creen en la ismah de los profetas y mensajeros islámicos y en los Catorce Infalibles (Muhammad, su hija Fátima y los citados Doce Imanes), pero a diferencia de muchos chiítas duodecimanos, respetan a todos los compañeros de Mahoma (Abu Bakr, Umar, Uthman, Talha y Mu'awiya). Que su fe comparta muchos elementos con la de los chíitas no les acerca en absoluto a la República Islámica de Irán, cuyos ayatolas se tienen por custodios de la ortodoxia.
En su sufismo hay más belleza, alegría y amor que severa reprobación. El propio Baba Mondi es un clérigo gentil, lo contrario de los ceñudos mulás rigoristas. "El bektashismo es la vía mística del Islam", nos aclara Brahimaj.
"Toda la religión islámica se funda sobre cinco deberes obligatorios: salat u oración; savm o ayuno de Ramadán; hajj o peregrinación a la Kaaba de La Meca; la zakat o limosna a los pobres y la creencia en que sólo existe un dios, Alá, y Mahoma es su profeta. Estos cinco preceptos son respetados por los chiítas, los suníes y todas las ramas de la tariqa. Además de todas las obligaciones que recoge la religión islámica, los bektashies practican tanto la oración pública en fechas religiosas marcadas de acuerdo a nuestro calendario como la oración interna", zanja el religioso.