José Luis Ortiz, el abogado que ha doblegado a un gigante farmacéutico por sus implantes mamarios cancerígenos
- El letrado, especializado en negligencias médicas, ha abierto la puerta a la primera sentencia firme en España, ratificada por el Tribunal Supremo y que beneficiará a cientos de mujeres afectadas.
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José Luis Ortiz ejerce como abogado desde 1989. Hoy, echando la vista atrás, asegura que no pensó nunca dedicarse a la especialidad jurídica de las negligencias médicas. Solo lo hizo cuando nació su hija: en el parto sufrió asfixia perinatal -falta de oxígeno- debido a una mala praxis y le quedaron secuelas de por vida. "Eso fue un aldabonazo absoluto. Me cambió la vida, y a partir de ahí, aquello me llevó a interesarme".
Precisamente en estos días el Tribunal Supremo ha rechazado el recurso de casación presentado por el laboratorio farmacéutico multinacional Allergan contra la sentencia que ganó Ortiz en la Audiencia Provincial de Cádiz y que condenó a la farmacéutica, incapaz de acreditar que sus prótesis mamarias texturizadas, retiradas hace años, no causan cáncer. Es decir, que lo provocan, porque hay estudios que lo certifican y, en España hay cientos de mujeres afectadas.
En estos días también el correo electrónico de su bufete no para de recibir correos electrónicos. Del despacho De Boers, en Francia; de Krupp, en Hamburgo (Alemania); de Salomon Lawyers, de Nueva York (Estados Unidos); los abogados De Clerck, en Holanda, que ha unificado la demanda colectiva de 6.000 mujeres a través de tres asociaciones, amparadas por el Bureau Clara Wichmann... Todos ellos se han hecho eco de su triunfo y reclaman su colaboración para los casos que preparan contra el mismo fabricante farmacéutico.
El letrado gaditano explica que cuando Cristina, la primera afectada, entró en 2020 por su despacho, no se podía imaginar la enormidad de la batalla jurídica que tenía por delante. "Me contó lo que le pasaba. Que era muy guapa, trabajaba de modelo, y con 20 años se hizo una mamoplastia para mejorar estéticamente. Se puso las que ponían todos los cirujanos plásticos de la época: las de Allergan, texturizadas, o rugosas".
La operación le costó 6.000 euros. "Se ponían mucho porque las lisas rotaban. Las rugosas se agarraban a la cápsula mamaria mediante unos polímeros de biocell. Durante 20 años fueron las más vendidas, muy por encima de la competencia. El 80% de los implantes mamarios se hacían con esas prótesis".
Con ellas "la práctica de deportes como correr o el pádel era más que factible, porque se agarraban". Pero la fricción con el tejido humano provocaba cáncer. A los seis años de tener los implantes "Cristina notó que se le salía un líquido que se le alojaba en el lecho de la mama, y todo ello le produce una mastitis".
La muestra de aquel líquido, extraído mediante una punción, llegó a Anatomía Patológica "y arrojó unos parámetros disparatados de linfocitos, proteínas...", detalla el letrado. Tenía un cáncer linfático, "un linfoma anaplásico no Hodgkin de células T grande, y se le cayó el mundo a los pies".
Con ese diagnóstico, con la extracción de los implantes, quimioterapia y radioterapia para eliminar las células malignas, entró hundida en el despacho de este conocido abogado andaluz. "Quería denunciar al cirujano. Pero yo le dije que el cirujano no tenía la culpa de que aquellos implantes, por la fricción del polímero, provocara cáncer, como le habían dicho los médicos. La técnica quirúrgica era impecable".
"Así que me puse a estudiar y di con una sentencia de un tribunal de New Jersey (EEUU) y le pregunté a un cirujano plástico, Enrique de Nou, que había ejercido en Estados Unidos. Me dijo que allí ya se sabía en el sector, por eso se habían retirado, que era un problema global y que se había silenciado".
En 2018 los implantes se retiraron de España. "Es el único dispositivo sanitario retirado por todas las agencias del medicamento del mundo. Pero nadie, nadie, alertó a las cientos de miles o millones de mujeres que se pusieron durante 20 años estos implantes para que se los extrajeran. Las cifras pueden asustar, pero en España no hay tantas afectadas como puede haber en Brasil, por ejemplo". El cáncer que provoca "tiene nombre y apellidos, es concreto, específico.
-Al juicio inicial fui con 5 médicos especialistas de la sanidad pública, que atestiguaron que... apunta, por favor:
-Apunto:
El marcador CD30+
La proteína ALK-
La proliferación de linfocitos T
La abundancia y secreción de líquido periprotésico
-... Corresponden a un cáncer concreto, asociado a los implantes mamarios, reconocido por la OMS en 2016 como una enfermedad con características propias.
En el juicio "los abogados del laboratorio alegaron que el desarrollo del cáncer se debía a una predisposición genética porque la abuela de Cristina tuvo un cáncer de útero. La verdad es que no tuvieron escapatoria porque es un cáncer específico".
La carga de la prueba
Relata José Luis Ortiz que todo empezó mandando un burofax a las oficinas de Allergan en España, notificándoles que iba a demandarles. "Ni me contestaron. Como si hubiera sido una picadura de mosquito. Ni un 'lo sentimos, pero...' Aunque yo tenía ya el acuse de recibo. Pensaban que iban a pasarnos por encima: me llevé a esos cinco especialistas de la sanidad pública y a tres peritos. Ellos llevaron a seis".
No escatimaron en medios. "contrataron a un despacho de abogados internacional y acudió uno de los socios principales. Sabían que se trataba de un 'leading case', un caso de apertura, porque en la cuneta había gente que aún no había dado con la tecla. Pero a mi ya todo esto me cogió con la mili hecha", incide Ortiz.
La clave del caso se encuentra en que "en aquellos productos destinados al consumo humano, no es el afectado quien debe demostrar si el producto causa daño, sino el fabricante. Ellos eran los que debían demostrar que los implantes no provocaban cáncer, de acuerdo con el artículo 137 de la Ley General de Consumidores y Usuarios. El laboratorio no testó el polímero, habían ocultado los estudios bioquímicos y tenían la fórmula magistral, porque lo fabricaban ellos. Y no pudieron demostrar que el producto era inicuo. Por eso la Audiencia en primera instancia nos dio la razón".
Se basó en sentencias como la del Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea, "relativa a los desfibriladores y marcapasos defectuosos de Hungría. La gente se moría de ataques al corazón, ¿y una viuda de 70 años, pensionista, tenía que demostrar que el marcapasos de su marido muerto no funcionaba bien?", se pregunta con un bufido.
Para EL ESPAÑOL posa con las dos prótesis rugosas que guarda en su despacho. "Las llevo a los juicios y las saco, con permiso de la jueza. En este le dije: esto que tengo aquí, mata. La verdad es que esto ha sido David contra Goliath", resume. La sentencia del Supremo ha desechado el recurso de casación presentado por Allergan, de más de cien folios. "Un libro", ilustra el letrado gaditano. "Pero es que tampoco han acreditado que las prótesis no causan cáncer".
La sentencia española es pionera, es firme y abre la puerta a otros cientos de casos. Ortiz lleva 168 de mujeres, repartidas por toda España, que se implantaron estas prótesis y han desarrollado cáncer. "Cinco de ellas han muerto ya desde que interpusimos la demanda. Se la han subrogado maridos e hijos", suspira. Las indemnizaciones que solicita ya rondan los 300.000 euros. Eso sí, puntualiza que "se paga más por la enferma que por la fallecida. Así de triste es la cosa".
"Lo primero que decimos cuando vienen a vernos es que se las quiten, porque la mayoría las llevan puestas. Porque además, si no es el linfoma, mientras se lleva la prótesis se desarrolla un síndrome llamado de Axia, que es autoinmune. Se cae el pelo, baja la libido, se inflaman los pechos y se tiene fatiga crónica".
El futuro
Tiene 8 juicios vistos para sentencia y otras 62 solicitudes de mujeres que solicitan su asistencia jurídica. Viaja continuamente "porque las demandas se interponen en el lugar en el que la mujer fue intervenida. En enero tengo un juicio en La Coruña, otro en Granada y un tercero en Logroño. En febrero, otros tres... llevo el caso hasta de una magistrada del norte de España, que se implantó estas prótesis. La verdad es que estoy formado gente en mi equipo, porque esto ya es imparable".
Ortiz lleva todo tipo de casos sobre negligencias médicas, principalmente frente a la administración pública, pero también en el ámbito de la privada. "Desde mamoplastias disfomórficas a gasas olvidadas en el interior del paciente durante la operación. También, sobre el incumplimiento de las listas de espera quirúrgica, porque hay determinados casos en los que si pasan tres meses, se incurre en negligencia".
También negligencias odontológicas, torsiones testiculares en adolescentes con pérdida de órgano, por error de diagnóstico o retraso, y de errores en el seguimiento perinatal. "Se hacen las pruebas de malformaciones a las 20 semanas, no se hacen bien, no se detectan, y no solo privan a la madre de elegir si quiere interrumpir su embarazo: también condenan a que haya niños que nazcan con muchos, muchos problemas".
Y las negligencias durante los partos. "Son las más dolorosas, son un drama, porque parten a la familia, se cargan hasta los matrimonios, y condenan a una persona de por vida desde que nace". Lleva a gala haber ganado "dos sentencias importantes de este tipo de casos. Una por tres millones de euros y otra por 800.000". Quizá por haberlo sufrido en carne propia, asesora jurídicamente a AFANAS, (Asociación de Ayuda a Personas con Discapacidad Intelectual y sus familias) en la provincia de Cádiz.
"Este tema mío es vocacional", ultima. Aunque asegura que procura mantener la distancia para no perder la objetividad, "cada vez que gano un juicio no solo me llena, sino que procuro darle difusión porque quiero que sean casos ejemplarizantes. Casi nunca demando a los médicos. Demando al sistema, para que no vuelva a ocurrir".