Enrique, el 'monstruo de Barakaldo': asesinó a golpes a su madre de 84 años y ya había agredido a su padre y a su ex
- El hombre, de 63 años y con una orden de alejamiento de su exmujer, vivía en la casa de su progenitora, donde los malos tratos eran constantes.
- Más información: Multitudinaria protesta en Barakaldo para denunciar el "asesinato machista" de una mujer de 84 años.
El eco de los gritos de la calle Arrandi, en pleno corazón de Barakaldo, se apagó el pasado viernes con la llegada de la tragedia. Alicia, de 84 años, fue asesinada brutalmente en el hogar que compartía con su hijo Enrique, de 63. Para los vecinos del número 27, el fatal desenlace no fue una sorpresa, sino más bien el resultado de una muerte anunciada, aunque nadie esperaba la brutalidad de los hechos.
"Era algo que se veía venir", explica el propietario del Bar Jokin, ubicado junto al edificio donde ocurrió el crimen. Enrique y su madre frecuentaban el local, compartiendo el espacio pero nunca un momento de calma. Según el resto de vecinos, las discusiones eran constantes. Dentro de casa, Alicia sufría insultos y humillaciones. Fuera, la relación madre e hijo se tornaba en una coreografía de aparente normalidad. Inservible, eso sí, porque todos escuchaban. "De cara a la galería todo estaba bien, pero dentro de casa era otra historia", afirman los residentes.
Alicia, octogenaria y viuda desde hace años, había acogido a Enrique hace un año y medio, después de que el varón tuviera una separación violenta con su última mujer. "Para no vivir bajo un puente", comentan algunos. Pero la convivencia entre madre e hijo pronto se volvió insostenible. "Él no quería ni que ella le tocara la ropa, todo lo tenía prohibido", relatan los vecinos.
Fuentes de la Ertzaintza consultadas por EL ESPAÑOL sostienen que tanto los residentes del edificio como la presidenta de la comunidad estaban al tanto de los malos tratos que Alicia recibía por parte de su hijo Enrique. Lo saben porque fueron ellos quienes denunciaron en varias ocasiones los gritos y las disputas al 112.
Pero aunque la policía autónomica intervino anteriormente en la vivienda, Alicia nunca quiso denunciar. "En verano tuvimos una actuación en el mismo lugar por una fuerte discusión. Al llegar le comentamos a la víctima la posibilidad de denunciar por malos tratos en el ámbito familiar, pero no quiso. Le restaba importancia", sentencia una de las agentes del cuerpo policial autonómico del País Vasco.
El día de la tragedia
El viernes 3 de enero, poco antes de las 16:30h, los gritos volvieron a resonar en el primer piso de la calle Arrendi. Los vecinos, recordemos, ya habituados a las disputas, decidieron llamar nuevamente al 112. "Cuando llegamos al lugar, encontramos el cuerpo de Alicia tendido en el suelo con signos evidentes de violencia", continúan fuentes de la Ertzaintza. La autopsia posterior confirmó que la mujer había sido golpeada repetitivamente hasta la muerte.
Enrique, quien incialmente alegó que su madre había sufrido una caída, dio versiones contradictorias a la policía trasladada al lugar. Sin embargo, su historial lo delataba: el sospechoso contaba con antecedentes por violencia doméstica contra su padre fallecido y una orden de alejamiento contra su exmujer por malos tratos. No era, en ningún caso, un desconocido para las autoridades. También había estado en prisión por una agresión violenta que dejó a un hombre con lesiones graves.
La noticia corrió como un reguero de pólvora en Barakaldo, en un fin de semana de transición entre fin de año y el día de Reyes. En el bar, algunos recordaban haber visto a Enrique aquella misma tarde, tomando una cerveza y una piparra, como solía hacer. "Estaba tranquilo, como si no pasara nada. Subió a casa y luego ocurrió todo", relató uno de los camareros a un periódico local que se acercó al lugar de los hechos instantes después del suceso.
Hay vecinos que sospechan que un incidente menor, como encontrar el piso sucio, desencadenó su furia. Pero la única confirmación oficial por parte de la investigación policial es que hubo una discusión. El ambiente en la ciudad era, en cualqueir caso, de pesar y reflexión. "Sabíamos que esto podía pasar. Si no era ese día, habría sido otro", lamenta un residente.
Algunos, sin embargo, se cuestionan si podían haber hecho más por Alicia. "Ella no quería denunciar ni aceptar ayuda. Era muy reservada", explica una vecina. La presidenta de la comunidad de vecinos había alertado a la Ertzaintza el verano pasado sobre los malos tratos, pero sin pruebas contundentes, poco se podía hacer de oficio. La complejidad del caso refleja un problema más amplio: la dificultad de intervenir en situaciones de violencia familiar cuando la víctima no quiere denunciar a su agresor.
El impacto social
La muerte de Alicia es el primer caso de violencia machista registrado en 2025 en el País Vasco. Las reacciones no se hicieron esperar. "Tenemos que transmitir la gravedad de la violencia machista", transmitieron desde el Ayuntamiento de Barakaldo. Varias manifestaciones se han convocado desde entonces para protestar en público por el asesinato. La Diputación de Vizcaya recordó que, desde 2004, 37 mujeres han sido asesinadas en la provincia.
En el barrio, el dolor y la indignación se mezclan con el silencio de quienes prefieren no hablar. Enrique fue detenido en el lugar de los hechos, esposado y escoltado por agentes de la Ertzaintza. Testigos presenciales lo describieron como un hombre corpulento y de aspecto tranquilo, ajeno a la magnitud de sus actos.
El acusado permanece ahora en prisión preventiva mientras se desarrollan las diligencias judiciales. Maltrató a su padre, hizo lo mismo con su mujer, según su historial policial, y ahora cumplirá condena por asesinar a su madre. En el número 27 de calle Arrandi las luces siguen encendiéndose. Pero el eco de aquella tarde de viernes y de los muchos gritos que se escucharon antes nunca se apagarán del todo.