Cinco indicios a los que estar atento para saber si tu hijo tiene altas capacidades, según los expertos Pepe Pérez y Félix Ruiz
EL ESPAÑOL habla con dos especialistas sobre altas capacidades. Explican y dan indicios que pueden hacernos sospechar que una persona puede tenerlas.
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José Luis Pérez (Gijón, 1965) y Félix Ruiz (Gijón, 1972) son unos férreos defensores de la educación de calidad y, sobre todo, de la educación adecuada para cada alumno. De ahí que José Luis –de ahora en adelante Pepe– haya ejercido durante más de 25 años como orientador escolar del Colegio Corazón de María de Gijón, mientras que Félix se dedicaba a la docencia en el mismo centro. Daba clases de Filosofía, Ética o Religión.
Ambos, no obstante, son psicólogos de profesión y hace poco más de 20 años decidieron abrir el Centro Ayalga, debido a la experiencia que tenían en la educación y la psicología. Consideraban –y consideran– que es necesario “acompañar a las personas en su desarrollo”, pero la vida les fue empujando a especializarse en la identificación y atención de niños, adolescentes y adultos con altas capacidades intelectuales.
Desde entonces, estos expertos de las altas capacidades intelectuales y su equipo, compuesto por 10 profesionales, ha logrado detectar en España a 5.200 personas con altas capacidades intelectuales, “de las cuales el 80 % son menores”, explica Pepe Pérez a EL ESPAÑOL. Su dilatada experiencia trabajando con altas capacidades intelectuales proporciona respuestas sobre cómo se encuentra esta cuestión en nuestro país o qué indicios pueden observar los padres para sospechar que sus hijos puedan tenerlas.
Pregunta.– Definan qué son las altas capacidades intelectuales.
Félix.– Teniendo en cuenta que hay muchos modelos teóricos y muchas formas de ver la alta capacidad, para nosotros la alta capacidad es un tipo de persona que tiene una serie de características diferentes. Una de ellas es el desarrollo cognitivo, que es lo que se mide en las pruebas, obteniendo puntuaciones más altas. Estas personas tienen una capacidad de analizar la realidad de manera distinta por su capacidad de procesar la información. Aun así, no siempre se traduce en un alto rendimiento académico o éxito laboral.
Esta capacidad viene acompañada de una elevada creatividad, lo cual hace que la personalidad pueda ser más compleja y, en algunos casos, nos vamos a encontrar que estas personas también tienen como característica una personalidad de alta sensibilidad. En suma, nosotros entendemos que es un tipo de persona con estas características combinadas y huimos de esas definiciones que nos hablan de la alta capacidad exclusivamente como personas con una puntuación 100 o 130 de coeficiente intelectual. Ese tipo de cosas reducen la persona, pues quizá el factor cognitivo no es el único.
P.– Hace unos años a las personas con altas capacidades intelectuales se les llamaba superdotados y todo se centraba en su coeficiente intelectual. ¿Es idóneo este término?
Pepe.– A nosotros no nos gusta el término superdotado. Desde la caída del concepto de la inteligencia como un factor general y la llegada de las inteligencias múltiples gracias a Howard Gardner, nosotros hemos ido girando del concepto de inteligencia al concepto de operaciones cognitivas, que tiene un único fin: la adaptación del sujeto al medio ambiente.
Por tanto, habría tantas posibilidades de tener una alta capacidad como inteligencias podría haber. Primitivamente, la superdotación estaba vinculada al éxito académico, al éxito social, al éxito empresarial, al éxito científico y hoy sabemos que esto no es así. Que influyen más factores. Por eso no estamos muy de acuerdo con el término sobredotación o superdotación.
P.– ¿Qué características tiene una persona con altas capacidades intelectuales?
Félix.– Dar unas características puede reducir la alta capacidad a una serie de características tipo, que tienden a dar una imagen homogénea de las personas con alta capacidad. Nosotros entendemos que dentro de las personas de alta capacidad hay una grandísima heterogeneidad.
Ahora bien, a nosotros nos parece que puede haber unos rasgos más o menos genéricos. El primero, lógicamente, todas las personas de alta capacidad tienen una gran o mayor capacidad de hacer operaciones mentales u operaciones cognitivas rápidas. Tienen una capacidad diferente de manejar y de procesar la información que les permite establecer más rápido procesos de inducción, deducción, establecer patrones… En muchos casos conlleva una mayor facilidad o capacidad de memorización. Por ejemplo, hay niños de alta capacidad que tienen recuerdos de antes de los tres años, lo cual no es habitual. Aun así, manejar tanta información en tu cabeza a veces no es nada fácil y genera agobios.
P.– ¿Hay más características?
Pepe.– Para mí, los otros factores diferenciales que existen son la creatividad y el perfil de la alta sensibilidad. Y cuando hablo de creatividad no me refiero a la creatividad artística. Me refiero a la creatividad de las personas con alta capacidad para imaginarse, para ser capaces de anticipar, para ser capaces de vivir cosas hipotéticas antes de que ocurran, es decir, de anticiparse a lo que va a ocurrir.
Esto a veces es hasta negativo, porque tú puedes ver fantasmas donde no los hay y pasarlo mal. Elon Musk, por ejemplo, dice en una entrevista: “Aunque mucha gente me envidie por el dinero que tengo o mis negocios, no saben qué es vivir con mi cerebro”.
P.– ¿Qué indicios pueden observar unos padres para sospechar que su hijo o hija tiene alta capacidad intelectual?
Félix.– No hay escalas de observación que establezcan que las acciones de un niño supongan necesariamente que tenga altas capacidades, pero puede haber ciertos indicios. Por ejemplo, en un niño menor de seis años: si aprende a leer o escribir antes de los cuatro años de manera casi espontánea y sin esfuerzo puede ser un indicio. Significa que su cerebro tiene desarrolladas las áreas del lenguaje que permiten acceder a la lectoescritura.
También si ves que tu hijo no encaja con la mayoría de los niños de su edad y entiende palabras o expresiones más complejas y no propias para alguien de su edad. Aun así, eso no significa siquiera que hablen, pero sí lo entienden. Otro indicio puede ser que, por ejemplo, se aburran con los puzles de su edad y quieran jugar con los de sus hermanos mayores siendo capaces de resolverlos. Son pequeños indicios que tú vas viendo que esa cabecita no funciona como las del resto, que el niño tiene otros intereses.
P.– ¿Habría indicios a nivel social?
Félix.– Claro, en la parte social destaca que un niño con altas capacidades puede percibir a los de su edad como bebés. Como que son pequeños para ellos y hacen tonterías.
Pepe.– También, otro indicio puede ser que, siendo muy pequeños, el niño pregunta por las grandes invariantes de la vida. Es decir, cuando pregunta por la muerte o por cosas que ni siquiera los adultos podemos responder. Lo hacen porque su capacidad de razonamiento va mucho más allá.
P.– Cuando unos padres sospechen que su hijo o hija puede tener altas capacidades, ¿qué deben hacer?
Pepe.– Cuando tú tienes una sospecha de algo, hay que consultarlo con un especialista. Existen personas que somos especialistas y que llevamos muchos años dedicándonos a la alta capacidad. A nosotros, por encima de lo que pueden ser los enriquecimientos escolares a nivel de contenidos; por encima de lo que pueda ser toda la parte intelectual de la persona, está el valor de la formación integral y moral de la persona.
P.– ¿Consideran que España tiene problemas en la detección de personas con altas capacidades intelectuales?
Félix.– Sí, hay problemas. El primero: se ha asociado y reducido la identificación de las personas de alta capacidad sólo a los colegios y ni eso. Además, desde la LOGSE se habla de escuela inclusiva, pero la alta capacidad quizá es la que menos se ha atendido. Tanto los profesores o maestros de Primaria o Infantil como los orientadores reciben una formación escasa o nula al respecto.
Además, aparte de la falta de formación de los docentes, yo creo que también hay falta de sensibilización aunque hemos mejorado mucho. Aun así, creo que mucha gente sigue pensando en la alta capacidad como algo maravilloso y en muchos casos las personas que las tienen lo pasan mal.
P.– ¿La identificación ocurre igual en todas las comunidades autónomas?
Félix.– No, pero en la mayoría hay muy poquito interés por identificar a las personas en el ámbito escolar. De hecho, creo que apenas hay tres comunidades autónomas españolas que hagan pruebas a todo el alumnado. No obstante, en los últimos años cada vez hay más gente que se preocupa por esto.
La cosa es cuánto nos interesan en España las personas que pueden ser talentosas. Si estuviéramos hablando de fútbol, hay escuelas de alta tecnificación, centros de alto rendimiento donde cogen a niños desde los seis u ocho años. Pero no hay tantos centros de alto rendimiento para cuidar el talento intelectual o artístico…Si no invertimos en ello, difícilmente nos sensibilizaremos y difícilmente conseguiremos que esas personas puedan desarrollarse adecuadamente.
P.– ¿Qué debería cambiar en España para mejorar la identificación y gestión de las personas con altas capacidades?
Pepe.– Lo primero, que nos planteemos todos que una persona que tenga más habilidades que otra no es mejor. Si nos lo planteamos, no hay envidias, y si no hay envidias, se puede ayudar a los que tienen habilidades distintas a usarlas, mejorarlas. Se aprovecharía más el talento.
Deberíamos tener un cambio social donde realmente valoremos a las personas que tienen o pueden tener un talento y unas capacidades altas para que sean mejores y dejar de verlos, culturalmente, como una amenaza.