Jesús Molina tiene una flota de más de 100 vehículos.

Jesús Molina tiene una flota de más de 100 vehículos. Cedida

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Jesús Molina, de vender frutas y verduras a levantar un imperio de 24 autoescuelas y más de 100 coches: "Somos los más baratos"

El empresario fundó su primera sucursal en Granada en 1984, lleva trabajando desde los 10 y ahora cuenta con centros también en Málaga y Jaén. 

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Montar un imperio no es tarea fácil, si no, que se lo digan a Jesús Molina. El granadino de 70 años lleva toda una vida trabajando para cumplir su sueño, y después de 60 años de dedicación, sacrificio y, sobre todo, trabajo duro, lo ha conseguido. Ahora se levanta con una empresa especializada en autoescuelas que cuenta con 24 sucursales y más de 100 vehículos en Andalucía.

Molina es toda una institución en Granada, provincia en la que están la mayoría de sus autoescuelas, pero a finales de 2024 ya había extendido sus lazos a Málaga, donde ha consolidado cuatro centros más. Por si fuera poco, el empresario todavía no está conforme, y para este nuevo año planea franquiciar su marca, Autoescuelas Molina, para ampliar más su influencia a nuevas provincias y comunidades autónomas.

Por los volantes de sus vehículos han pasado miles de estudiantes que, al igual que Molina, también ansiaban sacarse el carnet de conducir para poder disfrutar de la libertad e independencia que te puede dar. Eso sí, el director de la empresa ha querido recalcar que sus autoescuelas están para enseñar a conseguir esa libertad, pero no hay libertad sin responsabilidad. "De nuestras autoescuelas salen libres para la conducción, pero también responsables", aclara.

Jesús Molina con parte de su flota de BMW.

Jesús Molina con parte de su flota de BMW. Cedida

Con más de 45 años sobre su espalda dedicándose al aprendizaje de la conducción, el granadino es todo un experto en este sector. Su marca es símbolo de calidad, pues durante muchos años el empresario se ha esmerado en perfeccionar y garantizar el mejor servicio posible para sus estudiantes. "Todo lo que hacemos es por y para ellos", dice.

A Jesús Molina le gusta ser optimista, risueño, tener planes de futuro y una meta en la vida, pero nadie le ha regalado nunca nada. En el año 1984 abrió su primera autoescuela y, desde entonces, el ritmo de aperturas ha sido "frenético", un trayecto largo y lleno de complicaciones, pero nada le iba a hacer tirar la toalla. "Siempre he tenido que conseguir las cosas por mí mismo, sé lo que cuesta conseguirlas y por eso me esfuerzo tanto", añade.

Para montar este imperio, Molina ha seguido la misma estrategia desde la primera sucursal que abrió, es decir, hace 41 años, y esta era invertir todo lo que ganaba en su propio negocio. "Cada euro que conseguía lo invertía en mi autoescuela, para que tuviera mejor material, mejores vehículos, más formación, más estudiantes… Todo lo invertía para que fuéramos los mejores, y los más baratos", resalta.

Gracias a esta metodología empresarial, a la que se le suma un equipo humano coordinado de asesores, instructores, oficinistas…, que componen una plantilla de más de 140 empleados, todos ellos bajo el liderazgo del granadino, su empresa se posiciona a la vanguardia del sector de las autoescuelas tanto en Andalucía como en España.

Bajo su lema y filosofía personal de la constancia, Autoescuelas Molina, después de más de cuatro décadas en este campo, "ofrece todo tipo de permisos, a unos precios muy competitivos y un porcentaje elevado de aprobados; además de naves y pistas exclusivas para impartir los cursos".

Los primeros pasos

Jesús Molina lleva muchos años metido en el negocio de las autoescuelas, pero, más aún, lleva trabajando. "Vengo de una familia humilde y siempre he tenido que trabajar para tener mis cosas. Empecé a los 10 años y nunca he parado, vendía frutas y verduras por mi pueblo, de casa en casa, de puerta en puerta", comenta.

Jesús Molina frente a una de sus 24 autoescuelas.

Jesús Molina frente a una de sus 24 autoescuelas. Cedida

Desde muy joven el empresario se ha tenido que buscar las mañas para conseguir sus objetivos, y siempre han estado relacionados con los coches. Tal y como cuenta a este diario, Molina sintió desde la infancia una gran curiosidad por los motores, por la conducción. Los tiempos de antaño eran diferentes, y Molina a los 12 años ya conducía la moto de su padre, y tan solo un año después se compró el libro de teoría de conducir para aprender más del mundo que tanto le apasionaba.

"Todo lo que quería lo tenía que conseguir por mis propios medios, trabajaba para todo, normalmente en los campos, en las huertas y en las vendimias. A los 18 años me quería sacar el carnet de conducir, aunque yo ya sabía, o sea que solo tuve que dar una clase para aprobar, y acto seguido me saqué el de moto. Luego me tuve que ir a la mili, pero cuando volví, ya era hora de coger las riendas de mi vida, y decidí que iba a ser profesor de autoescuela", explica el granadino.

Para centrarse en su nueva meta, el futuro empresario salió de su pueblo, Íllora, para formarse como profesor de autoescuela en Granada capital, y así fue como aprobó el examen. "Fiché por una autoescuela y trabajé allí durante unos años. Las autoescuelas de antes no son como las de ahora, antes se trabajaba mucho más", comenta jocoso.

El nacimiento del imperio

Molina pasó por varias autoescuelas siendo el subordinado de otros, pero aquello no le gustaba del todo. El granadino cuenta que entró en una autoescuela donde él era el encargado de impartir las clases prácticas pero, por su parte, siempre hacía lo posible para encontrar más clientes, pues cuanto más clases daba, más ganaba.

Su situación era estable, pero no era su meta, no era su sueño. "Cuando tuve el dinero ahorrado necesario me compré un local que nadie quería, siempre que llovía se inundaba, había que hacerle mucha reforma, pero como estaba acostumbra a esforzarme para todo no lo dudé ni un segundo. Lo reformé y monté mi primera autoescuela", subraya. Y comenzó su legado.

Ilusionado ante este nuevo emprendimiento, puso el cartel con los corales que más se viesen -el negro y el amarillo, actuales colores de la marca- para que todo el mundo supiera que había una autoescuela más. "Trabajaba a todas horas, desde las cinco de la mañana hasta las 10 de la noche. No descansaba e intentaba adaptarme a todos los horarios de los estudiantes, así fue como poco a poco fui teniendo más clientes", señala.

Jesús Molina fundó su primera autoescuela en 1984.

Jesús Molina fundó su primera autoescuela en 1984. Cedida

Todo lo que ganaba con esa primera sucursal lo invertía en la mejora de su propio negocio, hasta que cinco años después pudo abrir su segunda autoescuela, también en Granada. "Yo venía desde abajo, las otras escuelas estaban muy seguras de lo que tenían, pero yo venía con una perspectiva diferente. Cuando nadie trabajaba yo lo hacía, cuando Tráfico cerraba en verano, yo me iba a Francia e Inglaterra para coger ideas nuevas e implementarlas en mis centros", destaca.

Poco a poco, el esfuerzo de Molina se iba reflejando cada vez que abría una sucursal más. "De hecho, como me iba tan bien, muchas autoescuelas vinieron a la puerta de la mía para regalar permisos de conducir a mis estudiantes, ¡me los querían quitar! Pero yo no me acojono por nada", sentencia el empresario.

Una tras otra y, con el paso de los años, Molina ha conseguido abrir 24 autoescuelas, y tantos años de trabajo el empresario los resume así: "Soy una persona sencilla y siempre he tenido los pies en la tierra. La grandeza de tantos años de trabajo no es la empresa, sino el poder ayudar a la gente y ver su agradecimiento. Ahora queremos franquiciar la marca. Quiero que las personas puedan adquirir parte de mi empresa, que den servicios similares y no sean competencia".