En Rusia le llaman el Petipa del siglo XXI. Cuando Nacho Duato (68) aceptó ser el director del ballet imperial del Teatro Mijáilovski de San Petersburgo en 2011 se convirtió en el primer extranjero en ostentar este puesto y montar un ballet en un siglo. Y ahí sigue, aunque cada vez con más ganas de volver a nuestro país donde hace dos años fundó la Compañía Nacho Duato (CND) y la Nacho Duato Academy con su Trainee Program.
Está feliz y no es para menos. La sede fue la escuela y la casa Antonio El Bailarín, uno de los mejores artistas y coreógrafos del siglo XX. Es como si se cerrara el círculo. La agenda de Duato echa humo. “Parezco una azafata”, dice entre risas durante la entrevista con EL ESPAÑOL en el Hotel ME de Barcelona, ya que viaja a cualquier confín del mundo desde San Petersburgo y con ello, suelta la primera pullita: “Ahora que vuelvo a San Petersburgo me tengo que ir por Estambul por las sanciones rusas. En cambio, a Israel puedes ir si firmas un papel diciendo que estás de acuerdo con la guerra. Por eso no he ido”.
Menos mal que es un tipo cuadrado, ordenado y metódico porque si no fuera de esta manera, Nacho Duato se habría acabado hace mucho tiempo. Cuando salió de su Valencia natal con 16 años tenía ganas de comerse el mundo, atrás quedaban las burlas en el colegio por llevar mallas, y finalmente se lo comió. Sin falsa modestia dice de sí mismo: “Soy el mejor coreógrafo del mundo”. Y adorna esa afirmación con otra, refiriéndose al gran Antonio, que lo fue en el siglo pasado.

Nacho Duato, director del ballet imperial del Teatro Mijáilovski de San Petersburgo. EL ESPAÑOL
Desde que se formara en la Rambert School de Londres ha llovido mucho. A los 23 compuso su primera coreografía, Jardí Tancat, que sigue siendo icónica, y tres años más tarde fue el coreógrafo más joven de la Nederlands Dans Theater, donde la reina Beatriz de Holanda era una de sus fans más entusiasmadas.
Del 30 de abril al 4 de mayo, la Compañía Nacho Duato estrenará en Barcelona la obra Cantus con música de Karl Jenkins. “Está dedicado a los niños de las guerras, especialmente pienso en la de Gaza y Ucrania. Ya he hecho dos ballets dedicados a los niños en conflictos bélicos, son los que más sufren, los que más temen y en televisión, cuando les vemos cómo les recogen sus padre con sábanas dejan de los escombros no sé cómo lo podemos soportar. Y luego ves un anuncio de McDonald's, a Ana Rosa diciendo estupideces…”
Deja patente que en el escenario no se ven brutalidades porque “el ballet es poesía, es la metáfora de la vida y el espectador ya sabe de lo que estoy hablando”. Los bailarines de su compañía tienen una gran clase. El más joven tiene 16 años y el más mayor, 20. “Son ya como pequeños duatitos”, afirma entre risas.
Pregunta.– ¿Cómo es entrar en ese templo de Antonio El Bailarín donde se han vivido algunas de las mejores historias del siglo XX?
Respuesta.– Lo he renovado todo. Ahora parece la casa de Yves Saint Laurent (ríe). Cuando entran digo que no se asusten porque parece casa de modas y antes era como un estudio de baile. Lo he puesto todo de blanco y negro. Cuando el Hotel Palace se reformó, los muebles se vendieron por nada. Cogí unas lámparas art déco maravillosas, unas sillas preciosas de cuero y qué duda cabe que el alma de Antonio sigue ahí. Los dos perros que tenía están enterrados en la entrada con sus dos lápidas, el pasillo se llama Pasaje de Antonio El Bailarín, hay dos fotos enormes de él y he creado un un pequeño museo con todas sus fotos con Ava Garner, Sophia Loren, Nureyev, Margot Fonteyn, Picasso, la reina Isabel II… Luego hay una silla con un mantón de manila, unas botas de flamenco, una botella de vino, dos castañuelas, una vela y un retrato de él. El otro día entré vi a dos japonesas haciendo yoga delante de su retrato.
P.– Justamente en ese mágico lugar se asienta la Compañía Nacho Duato (CND) y la Nacho Duato Trainee Program. ¿Ya le da el tiempo para tanto?
R.– Sinceramente la idea no fue mía. Estaba en casa y dos bailarines me lo propusieron. Me daba pereza empezar con otras compañías, una escuela, un conservatorio… Me dijeron: “Si no lo haces tú no lo va a hacer nadie. Y es una pena que tus bailes se vean por todo el mundo y se pierda tu legado. Porque al fin y al cabo tienes un estilo como el de Balanchine, es el estilo Duato que se conoce en el mundo”. Me decían que los chicos de diez o doce años no me conocían y es verdad. En esa franja del TikTok no saben quién soy, pero sí sus padres, sus abuelos… Y me convencieron porque si es por mí, me importa tres pepinos.
P.–¡Menos mal, así se ha conservado el legado de Antonio!
R.– ¿Sabes? Tenía que haber sido una casa-museo de la danza y lo iban a convertir en un puticlub. Menos mal que mis sponsors lo han comprado por tres millones de euros. Pero ojo, no son españoles. Uno es inglés y el otro italiano.

Nacho Duato, muy expresivo, durante la conversación con EL ESPAÑOL. EL ESPAÑOL
P.– Es increíble la poca querencia y recuerdo que existe en nuestro país por Sara Montiel, Paco Rabal y otros grandes de las artes.
R.– Y yo me pregunto, ¿por qué Nuria Espert no está dirigiendo el Centro Dramático Nacional? ¿Por qué Plácido Domingo o Ainhoa Arteta no son los asesores del Teatro Real? ¿Por qué no soy yo el asesor de danza? No, el Gobierno ha puesto una serie de gente que nada tiene que ver con la cultura, como el propio ministro. ¡Pongan ustedes a Jordi Savall, que tiene una música barroca preciosa!. Por cierto, ahora me ha llamado para ir a Toulouse. ¿Y qué me dices de Josep Maria Pou con todo el teatro que sabe?. Toda esta gente estamos fuera. Y tienen como asesores un profesor de yoga, un periodista, un abogado, el otro es el novio del novio del novio de la secretaria. Ya se lo dije a Ayuso. Le ofrecí ser su asesor de danza sin cobrar nada.
P.– Bueno, es aquello que dijiste de cómo le explicas a una mosca que es mejor la miel que la mierda, ¿no?
R.– Sí. Aquí lo tenemos difícil. Eso mismo decía el otro día Maruja Torres.
P.– ¡Grande!
R.– En Cataluña me gustan Maruja Torres, Gemma Nierga, Julia Otero y Àngels Barceló. Y las demás, más madrileñas, son unas petardas como Ana Rosa y Susanna, aunque esta también es catalana. Pero son las que mandan, ¿entiendes?. En cambio, las que te tendrían que hacerlo, no mandan. Esto es otro país.
P.– ¿Y si en algún momento le nombraran ministro de Cultura?
R.– No quiero meterme en política porque lo primero que hace el político es mentir. Yo no quiero hacerlo. Y me da rabia porque me gustaría acostarme con mi guardaespaldas porque a veces me pregunto por qué tienen los ministros unos escoltas tan guapos.

Pau Venteo, riendo. EL ESPAÑOL
P.– ¿En qué punto de inflexión se encuentra?
R.– Mira, estoy en un momento muy bonito porque ya no bailo y no tengo esa presión. Estoy entre Rusia y cada vez más en Madrid, cada vez más quiero volver a casa. Pero bueno, de momento el próximo 9 de febrero me voy a Rusia porque se estrena mi Romeo y Julieta y después hay un tríptico donde se baila El Duende, Without Words y un ballet nuevo que les hice con música de Haydn que se llama Preludio.
Y bueno, estoy pensando que ya llevo 15 años en Rusia y que quiero alejarme poco a poco. Estará bien para ellos y para mí porque aunque me quieran mucho. Me llaman el Petipa del siglo XXI, me dan lo que me da la gana y los rusos son cariñosísimos. Imagínate un valenciano que va a Rusia y ha hecho todos los ballets de Petipa desde El Cascanueces hasta Romeo y Julieta y ha estrenado dos óperas, Carmen y Oneguin. La crítica dice que cómo el señor Duato tiene el alma tan rusa y entiende tan bien Oneguin. Da igual de dónde sea el ser humano porque puede entender igual a Cervantes que a Tolstói y Shakespeare.
P.– Poco a poco va descargando la mochila
R.– Cuando te haces mayor cada vez te apetece menos viajar. En breve he de ir a Ciudad del Cabo y podría mandar a un asistente tres días antes como hice en el estreno de Stuttgart. Odio Alemania y cuanto menos vaya mejor. Cuando me fui dije que lo hcía porque todavía la mentalidad del 80 % de la población es nazi. Lo dije yo y también lo dijo el artista chino Ai Weiwei, que se fue por el mismo motivo. Le molestaba el racismo que había. Los alemanes se creen superiores. A mí me han echado dos veces de un taxi por hablar por teléfono, pero no era por eso, sino por ser español. Todavía somos gastarbiters.
P.– Le echarán de menos si deja el Mijáilovski en San Petersburgo.
R.– Es una maravilla educarlos, son tan bellos, cariñosos y disciplinados. En la compañía hay cuatro españoles, un portugués, una australiana y otra neozelandesa, hay italianos, una alemana, dos japoneses, una coreana, un francés… La infraestructura es enorme. En Rusia tengo 180 bailarines con niños de los 4 a los 18 años, 200 personas en el coro, 40 cantantes solistas, dos orquestas, 20 espectáculos al mes...
P.– ¿Y qué tal con Putin?
R.– Putin ha venido cuatro veces a estrenos míos, cosa que no hizo ningún presidente español. Al acabar la función Putin le entrega un ramo de flores a la primera bailarina, se toma un vino, si toca hablar de Tchaikovsky lo hace y si hay que hacerlo de El Lago de los Cisnes, también. Es una persona muy culta y toca el piano. Que es un oligarca y dictador, ya lo sabemos. Pero como todos los demás.

El coreógrafo y bailarín Nacho Duato. EL ESPAÑOL
P.– Decía en una entrevista que en su teatro cada vez hay más gays, algo que choca cuando la Duma ha calificado el movimiento LGTBI como algo extremista e incluso mandan a la cárcel a la gente que se besa por la calle.
R.– Es un país homófobo, pero te diré que toda la parte de atrás del teatro está lleno de bares gays, saunas, hay transexuales. Yo no puedo ir porque me conoce todo el mundo, como en España. En el país saben que soy gay y no ha pasado nada, aunque soy consciente que yo soy yo. En cierta ocasión mi director me dijo que sería mejor si no dijera nada sobre mi sexualidad y en la primera fiesta que hice tras un estreno le dije a toda la compañía que era gay. Más que nada para que las chicas dejaran de mirarme y que los chicos no tuvieran miedo (sonríe).
Rusia está evolucionando muchísimo. Ya no es comunista, sino un país de millonarios con unos restaurantes, unos teatros y unas casas de moda maravillosas. Ten en cuenta que hace 20 años estaban como nosotros hace 40. Yo fue el primero en salir del armario en el 1992 y al día siguiente me tiraron un huevo a la cara en la calle y me llamaron maricón. Rusia también es muy misógina. Afortunadamente en el equipo de 80 técnicos de la compañía la directora de producción es una mujer, las secretarias de producción también y la jefa de luminotecnia…
P.– ¿Ha recibido amenazas o insultos por trabajar en el país báltico?
R.– Por correo electrónico me han dicho que tengo las manos manchadas de sangre. Y yo me pregunto: ¿Por qué no puedo seguir en Rusia?. Estados Unidos está en guerra con la mitad del mundo desde hace 40 años, aquí vendemos armas a Israel y en Francia ni te cuento. ¿Y quién recoge el litio de los teléfonos? Niños así de pequeños que mueren en África a los pocos días. El arte no tiene nada que ver con la guerra.
P.–¿Qué percepción tienen los jóvenes rusos sobre el conflicto?
R.– Están avergonzados de que Rusia esté en guerra y que de repente sean los malos. Biden dijo que Putin era un carnicero, ¿y Netanyahu qué es? Este se dedica a matar niños.

Nacho Duato, durante la charla. EL ESPAÑOL
P.– Da pena lo que decía antes de que ningún presidente de España hubiera asistido al ballet.
R.– En cierta ocasión Felipe González me invitó a comer a su casa porque en el Ministerio me querían despedir. Me hizo unas chuletas con pimientos verdes y me dijo que no me preocupara, que no me iban a echar. Yo le dije que no me importaba y que no tenía ninguna necesidad de defenderme. Durante la conversación le pregunté por qué no había venido nunca al ballet y me dijo: “¡Ay!, es que si voy te fastidio porque tienen que venir los perros, la Policía…”. Y le contesté: “Bueno, pues la reina Beatriz de Holanda venía cada domingos sin perros ni policía. Se sentaba ahí y no pasaba nada”.
P.– ¿Cómo está viviendo desde el punto de vista de la cultura que Trump sea de nuevo presidente y cuente con el apoyo de Elon Musk?
R.– No veo nada bueno. Y te apuesto a que Abascal, antes de un año, hace el mismo saludo (nazi) que Musk en el Parlamento. Te lo puedo asegurar y lo vamos a ver.
P.– De todos los íntimos de Antonio tengo entendido que Nureyev te tiró los tejos.
R.– No me tiró los tejos, directamente se me tiró encima. Llamaba a la puerta, me traía flores y cuando yo bailaba La Historia de un Soldado en el Théâtre de la Ville él quiso hacer el papel del diablo. Dije que si lo aceptaban me iba de la compañía porque el diablo está siempre detrás del soldado tucutú tucutú, tienes que tocarle, dejarte hacer. Me dio mucha pena porque era como Petrushka. Me invitó al palacio que tenía frente al Louvre, estuvimos comiendo, estuve en su habitación, me tiró a la cama, fue un desastre. Y mira que estaba bueno porque tenía 40 y pico años y yo 25, pero era como acostarse con Dios. No lo puedo hacer, ja, ja.

Detalle de la mirada de Nacho Duato. EL ESPAÑOL
P.– ¿Estuviste en su piso en el Dakota de Nueva York o en su isla privada Gallo Lungo en la costa amalfitana?
R.– No, no. En realidad a mí no me gusta la gente famosa ni esas tonterías de ligar. Nunca me verás con un famoso, bueno, estuve con Miguel, pero nunca he ido a su casa. En cuanto veo a los famosos me voy corriendo. Nunca he pertenecido a ese circuito.
P.– Por cierto, ¿ha vuelto a hablar con Miguel?
R.– No, pero hoy no me hables de él. No merece la pena perder el tiempo y la energía.