
Nicolás de la Rosa, vecino de Tomelloso, posa en la puerta de su casa para EL ESPAÑOL. Todavía denuncia el señalamiento que vivió su familia, a los que acusaron de propagar el coronavirus en uno de los lugares con mayor tasa de fallecidos en España.
Regreso al 'Wuhan de La Mancha' cinco años después: el primer mes murieron cuatro personas en casa de Nicolás
La familia de la Rosa fue la primera en contagiarse en Tomelloso, la localidad de Ciudad Real más fuertemente golpeada al principio de la pandemia.
Más información: Viaje al triángulo letal de La Mancha: la lucha desigual con la Covid-19 bajo la sombra de Madrid (mayo de 2020).
La llovizna cala hondo en las calles de Tomelloso. Sobre el asfalto mojado, las huellas de los que caminan parecen desvanecerse antes de existir del todo. Cinco años han pasado desde que el mundo se cerró sobre este pueblo de 36.000 habitantes. En aquel entonces, EL ESPAÑOL lo bautizó como la 'Wuhan de la Mancha'. Se convirtió en un símbolo involuntario de la devastación. Luego, como siempre, el foco mediático se desplazó y el nombre quedó grabado sólo en la memoria de quienes lo vivieron.
Cuando la pandemia arrasó con Castilla-La Mancha, Tomelloso se convirtió en el epicentro del horror. Solo en esta localidad, murieron por coronavirus 291 personas entre marzo y abril de 2020, según cifras oficiales. Aunque el número de enterramientos del cementerio municipal, que no daba abasto, asciende hasta los 319. Los motivos son varios. A cinco kilómetros del cementerio, en una residencia de ancianos el virus entró sin permiso y se llevó la vida de 76 mayores, más de la mitad de sus residentes.
En el recuerdo quedan las calles enmudecidas por el miedo y las miradas huidizas tras las ventanas. Y también un rumor que corrió más rápido que el virus: los gitanos de Tomelloso fueron señalados como culpables. Se habló de un funeral en Haro, La Rioja. Se les acusó de propagar la peste. No hubo pruebas. Pero no hicieron falta. Este mismo periódico replicó esa noticia, anunciada por parte de Emiliano García-Page, presidente de la comunidad autónoma, en una rueda de prensa.

Los fallecidos de coronavirus se encuentran repartidos por buena parte del Cementerio Municipal de Tomelloso. En la imagen, una de las víctimas yace en la zona de nichos.
"En tiempos malos, siempre se intenta echar la culpa a los más débiles", explica Nicolás de la Rosa desde la puerta de su casa. Su familia, que vive unida en diferentes pisos colindantes, fue la primera en recibir al virus en marzo de 2020. Y, también, la primera en padecerlo. Y es que Tomelloso no sólo enterró a sus muertos. También enterró parte de su historia.
Emilio de la Rosa, primo de Nicolás, lo sabe bien. Su padre, su madre, su hermano y su hermana murieron en cuestión de semanas. Sobrevivió al virus, pero no a la sospecha. "No podíamos ni entrar a una farmacia", dice. "Nos decían que estábamos infectados. Nos miraban como si fuéramos asesinos". Cinco años después, nadie les ha pedido perdón. Pero Emilio sigue aquí, como muchos otros, viviendo con las cicatrices invisibles de una tragedia que nunca tuvo responsables claros.
"Es un dolor que llevamos con nosotros. El primer mes murieron por Covid cuatro personas en mi casa y mis otros dos hijos estuvieron intubados a punto de irse también". Pero la vida ha seguido, aquí seguimos, como podemos", sentencia Nicolás. A escasos metros de su casa se encuentra el Centro de Salud de Tomelloso 2. Durante el principio de la pandemia tuvo que cerrarse por convertirse en uno de los focos del virus no sólo de esta localidad sino también de toda la región.

La familia De la Rosa, posando para EL ESPAÑOL en la entrada del domicilio familiar, en mayo de 2020.
"Todo era poco"
La alcaldesa de Tomelloso durante la pandemia, Inmaculada Jiménez, ahora Delegada de Hacienda, Administraciones Públicas y Transformación Digital del Gobierno de Castilla-La Mancha, no ha respondido a la solicitud de entrevista para este reportaje. Hace tres años declaró, ante un medio local, lo siguiente: "Hubo mucho apoyo pero nada era suficiente. Todo era poco porque todo estaba desbordado. Hicimos llamadas de auxilio, incluso a la UME, que vino varias veces a Tomelloso, pero todo era poco. Hubo muchas tragedias, pues muchos ancianos fallecieron en las residencias, y todo que llegaba era poco".
Lo cierto es que Tomelloso no ha vuelto a ser el mismo. En la Fundación Elder, la residencia de ancianos de la ciudad, las habitaciones que antes estuvieron selladas han sido remodeladas. Hay nuevos residentes. Hay nuevos empleados. Como si nada hubiera pasado. Pero para quienes vivieron aquellos días, el pasado sigue acechando. "El problema no fue la residencia en sí. Fue la falta de medios", dice una trabajadora que entonces vio morir a sus pacientes sin poder siquiera cerrarles los ojos. "No teníamos nada. No sabíamos nada. No teníamos indicación ninguna. Solo esperábamos. Y enterrábamos".

Fachada exterior del Residencia Elder, gestionado por la Fundación del mismo nombre, en Tomelloso.
El cementerio municipal sigue aquí, con su hilera de lápidas nuevas, sus nichos aún blancos. "Aquí enterrábamos a diez, doce, catorce personas al día", recuerda uno de los empleados. "Nunca habíamos visto algo así. Y nunca más queremos verlo". Recordemos que, en total, entre marzo y abril de 2020, se expidieron 319 licencias de enterramiento en Tomelloso. Cinco años después, la mortalidad en la región ha vuelto a los niveles previos a la pandemia, pero las cifras de fallecimientos por enfermedades respiratorias aún son superiores a las de 2019.
Cinco años después, los datos de incidencia del virus en Tomelloso han desaparecido del discurso público. En los informes del Instituto de Salud Carlos III, las cifras de contagios y muertes de la localidad ya no se desglosan. En Castilla-La Mancha, la Covid-19 dejó más de 6.000 muertos en los dos primeros años de la pandemia. En Tomelloso, el impacto se sintió con particular crudeza, pero hoy la pandemia es apenas un eco lejano en los discursos oficiales. "¿Cinco años ya?", espeta una vecina.
El hospital de Tomelloso, que durante la pandemia se quedó sin capacidad para atender a los enfermos más graves, sigue sin haber sido dotado de una Unidad de Cuidados Intensivos. La promesa de reforzar los recursos sanitarios de la localidad no se ha materializado. "Nos dijeron que después de la pandemia todo cambiaría", comenta un médico de urgencias. "Pero aquí seguimos, un hospital tan nuevo que parece un hotel pero con los mismos problemas de siempre".

Fachada exterior del Hospital General de Tomelloso, inaugurado hace 18 años.
Bajo la lluvia, Tomelloso sigue su curso. Los bares han vuelto a llenarse. Los niños han vuelto a correr por las plazas. En la calle Los Olivos, donde tantas muertes se registraron en 2020, los vecinos han pintado las fachadas y plantado flores en los balcones. Pero hay cosas que no se pueden borrar con una capa de pintura. Hay preguntas que no tienen respuestas. Y hay nombres que siguen pesando sobre la ciudad como una llovizna que nunca termina de escampar.