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“¿Qué quieres que te diga?”, dice el instructor-jefe de la Escuela Española de Supervivencia, Ignacio Luis Ortega. “Lo de recomendar a todos los europeos tener un kit de supervivencia me parece una técnica de ingeniería social utilizada por Bruselas para meternos miedo y justificar los incrementos de los presupuestos militares que están a punto de aprobarse en todo el bloque de la OTAN. Cuando empezamos a protestar por la subida del precio del kilovatio nos callaron a todos hablando del peligro de un apagón y ahora nos meten miedo con los rusos. Lo que deberían hacer nuestros políticos es pelear por medios diplomáticos para que no haya un conflicto. Y vaya por delante que yo no estoy en contra de rearmar a nuestras Fuerzas Armadas. Solo digo que ni un kit ni los búnkeres serían la solución en caso de guerra”.

El kit de la UE que menciona Ortega nos aconseja ahora hacer acopio de ciertos suministros básicos para sobrevivir al menos 72 horas sin depender del auxilio del estado. Concretamente, se sugiere que nos proveamos de cinco litros de agua por persona, alimentos preferentemente secos y no perecederos, una radio a pilas, baterías, un hornillo, combustible, medicamentos, cerillas, yodo, artículos de higiene y dinero en efectivo.

Claro que la pregunta relevante aquí no es qué necesitamos sino por qué ahora Bruselas nos alienta de un modo casi condescendiente a prepararnos para lo peor. Y la respuesta, en opinión de Ortega, es “que viene el coco (ruso) y, si no viene, por si acaso”. Esta misma semana, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, dejó caer que “la diferencia de un ataque a Varsovia o un ataque a Madrid era de 10 minutos” si Moscú se decide a recurrir a sus misiles balísticos más sofisticados. Y de propina, la recomendación del kit.

Ignacio Luis Ortega es instructor jefe de la Escuela Española de Supervivencia, de la que es el CEO.

Ignacio Luis Ortega es instructor jefe de la Escuela Española de Supervivencia, de la que es el CEO. Cedida

Lo de prepararse no es ni de lejos nuevo. Hay varios miles de personas ya en España y muchas más en Occidente que, como Ignacio Luis Ortega, llevan décadas adquiriendo habilidades y pertrechándose para estas contingencias. Se les suele conocer en el argot con el vocablo anglosajón de prepper, que significa preparacionista. Tratan de estar listos para lo peor mientras aguardan lo mejor.

La alarma del kit

No es la idea de tener un kit en todos los hogares lo que le parece irracional a Ignacio Luis Ortega y otros expertos, sino el vincular ese equipamiento básico que la Unión Europea ha recomendado a la eventualidad de un enfrentamiento con Moscú. Le parece sospechoso que traten de infundir temor en un contexto de rearme.

“De entrada, te diría que la alarma que se ha creado no está justificada en vista de la situación geopolítica pero aparte de eso, ¿qué haríamos con un kit en el caso de una amenaza de esa envergadura o en el supuesto de que tuviéramos que enfrentarnos a un conflicto real? Pues morirnos todos a gusto. Y si uno vive en Madrid, ¿qué hace con el equipo? ¿Irse a la Puerta del Sol con la mochilita?”, continúa Ortega. “Ya no te cuento si nos viéramos inmersos en un evento de apocalipsis nuclear. Si algo así sucede, se moriría hasta el apuntador. Nos venden como solución lo de los búnkeres pero al final, tarde o temprano, aunque te encierres, tienes que salir ahí fuera a enfrentarte al entorno radiactivo”.

Este responsable de la Escuela Española de Supervivencia lleva 48 de sus 63 años haciendo deportes de aventura, impartiendo cursos y recibiendo formaciones en espeleología, geología, rescates y todas las disciplinas vinculadas a su especialidad, que es la gestión de eventualidades catastróficas.

El experto en supervivencia Ignacio Luis Ortega, durante uno de los cursos que imparte en Andalucía.

El experto en supervivencia Ignacio Luis Ortega, durante uno de los cursos que imparte en Andalucía. ced

No me malinterpretes”, apostilla el instructor. “Yo no estoy diciendo que no sea inteligente hacer acopio de unos mínimos recursos, pero no especialmente porque debamos prevenir un ataque ruso, sino porque hay mil posibles eventualidades como la avenida de agua de Valencia o el incendio de La Palma o un apagón o una tormenta de nieve que te aísla. Ahí es justamente donde un prepper posee ciertas ventajas. Si dijera lo contrario no estaría siendo honesto aunque pueda parecer que arrojo tierra en mi tejado”.

“Al fin y al cabo, un preparacionista es justamente una persona que se prepara para ciertas contingencias garantizándose el suministro de alimentos y gasóleo o que tiene conocimientos y recursos para la potabilización del agua o dispone de leña en caso de tormenta o de que se produzca un corte en el suministro de energía”, añade Ortega. “Sin embargo, no es lo mismo vivir en un edificio de 12 plantas que estar, como yo en este momento, en un cortijo de Málaga. Cada uno de esos kits tiene que prepararse en función de los riesgos previsibles y de las propias circunstancias de cada uno”.

Survivalistas

A juicio de este experto, hay que distinguir también entre un supervivencialista o “survivalista” (del inglés survival, que significa supervivencia) y un prepper, aunque ambas cosas se combinan a menudo y hay quien compatibiliza sus conocimientos en supervivencia con un sentido preparacionista de la previsión. “El prepper está listo para un evento negativo, mientras que el supervivencialista adquiere conocimientos para una forma de vida elegida en la naturaleza y utiliza medios artesanales para fabricar su propio pan, proveerse un techo y, en fin, conseguir la autosuficiencia. ¿Sería una alternativa ante un conflicto catastrófico de tipo nuclear el que nos echáramos al monte? De entrada, los prepper no están pensando en irse sino en disponer de abastecimiento para sobrevivir el tiempo transcurrido hasta que se recibe ayuda. Pero sobrevivir en la naturaleza no sería tampoco una alternativa a largo plazo. La supervivencia es muy dura y no hay monte suficiente para todos los españoles porque tenemos un país completamente antropizado por la actividad humana”.

“La alarma que han creado los de Bruselas con el kit y el supuesto peligro de ataque ruso no tiene mucho sentido”, coincide en señalar Manolo Cámara, que es, entre otras muchas cosas, uno de los mayores expertos españoles en supervivencialismo, además del responsable de otra escuela canaria donde se imparten conocimientos para alcanzar ciertas formas básicas de autosuficiencia.

El teniente coronel Manuel Cámara, durante un curso de preparación para catástrofes.

El teniente coronel Manuel Cámara, durante un curso de preparación para catástrofes. Cedida

“Yo tengo más que claro que detrás de la recomendación hay una voluntad deliberada de meternos miedo, como ya pasó con el Covid. Si me preguntas si es recomendable poseer una mochila para resistir 72 horas te diré que sí. Muchas de las víctimas de la DANA de Valencia hubieran afrontado la emergencia en mejores condiciones de haberla poseído. Lo que no se sostiene es que se vincule la recomendación al peligro ruso en un momento en el que estamos mucho más cerca que hace tres años de alcanzar la paz”.

Es significativo que Cámara coincida con Ortega en su interpretación del anuncio de Bruselas porque, además de experto en survivalismo, es teniente coronel del Ejército de Tierra y diplomado en operaciones especiales, además de autor de un par de libros cuyos títulos lo dicen todo: Prepárate y El apagón eléctrico. “Desde que yo salí de la Academia, en el año 90, nos han ido recortando continuamente el presupuesto de armamento. Ahora Europa aprieta y por supuesto que hay que aumentar la inversión en defensa e incrementar los salarios de la tropa. Aquí nunca se ha cuidado del Ejército. Lo que es absurdo es que se condicione esa mejora a la eventual llegada de los rusos porque nuestro enemigo está en el sur”.

"El kit no sirve para una guerra nuclear"

¿Para qué se preparan en tal caso los no menos de 5.000 preppers españoles? “Desde luego, para lo que no sirven los kit es para una guerra nuclear”, afirma Manuel Cámara. “De hecho, para una guerra nuclear ni siquiera sirve el que nos rearmemos con armas convencionales. ¿De qué iban a valer los miles de millones invertidos en armamento por España contras las ojivas nucleares de Moscú? Si quieres hacer frente a eso debes disuadirle en la misma proporción y con la misma clase de armas. Es cierto que se habla mucho de los búnkeres. Pero yo tampoco creo que eso sea la solución. De entrada, no se lo pueden permitir más que los ricos y, por otro lado, aunque te proveas de comida para 100 días, al día 101 tienes que salir porque se te acabarán los suministros”.

Útiles o no, lo cierto es que España no es ajena tampoco a la moda de los búnkeres, en el resto del mundo vinculada en sus inicios a la Guerra Fría. Son conocidos, por ejemplo, el búnker de la Moncloa o los refugios antinucleares que la empresa ACB construyó en el Hotel Ébora de Talavera de la Reina. Pero hay proyectos incluso más extravagantes asociados a profecías apocalípticas.

Uno de los más grotescos es el que construyó a finales de los 90 un grupo de alemanes en la Mellera, que es una sierra del Prepirineo situada en la Ribagorza aragonesa. La estructura tenía forma hexagonal y una superficie de planta no superior a los 60 metros cuadrados a la que los germanos se refería como la “bodega”. Los españoles que les vendieron los terrenos siempre han sospechado que el búnker podría inspirarse en algunos modelos suizos. Una ley aprobada en 1963 en la Confederación Helvética obligó durante muchos años a construir un refugio atómico bajo las casas para protegerse de la amenaza nuclear soviética.

No obstante, los alemanes no sellaron la entrada principal y se limitaron a crear una especie de escotilla rudimentaria. Se supone que dentro había camas y comida para resistir algunos meses a una guerra total que coincidiría con la profecía maya. Planeaban conseguir el agua gracias a un aljibe, también de cemento, construido a tan sólo algunos metros del refugio. De algún modo, el hoy ya fallecido líder de esa docena de alemanes, Simón Gröschl, concibió el búnker como el arca de Noé desde la que pensaba repoblar la Tierra cuando concluyeran las hostilidades bélicas con sus criaturas albinas.

“No hay duda de que en el universo prepper también hay un toque de frikismo”, afirma Manuel Cámara. “Fíjate que a mí me llama gente a veces para preguntarme qué máscara de gas se compra. Son los mismos que atesoran semillas para después de la hecatombe nuclear. Claro que hay muchos más de esos en el entorno anglosajón. La Guerra Fría encendió la paranoia y ahora ha vuelto con Putin y la gente se involucra y se obsesiona”.

“Lo que hacemos nosotros funciona a otra escala”, precisa el teniente coronel. “Mi libro, por ejemplo, está más orientado a la supervivencia real en caso de incendio, terremoto, avenida de agua o apagón. Pero sin asustar a nadie ni ser catastrofistas. Muchos de los cursos que estamos impartiendo en Canarias van dirigidos a policías, bomberos, enfermeros y gente de protección civil, aunque también vienen familias. En mayo tenemos uno programado para que acudan padres con sus hijos. Está más orientado al preparacionismo que a la supervivencia porque, si participan niños, tampoco podemos meterles mucha caña”.