Ana Rosa mira de dos formas. Por las mañanas se cuela en el salón de casi todos y en campaña pasea con los presidenciables. Lanzó a canasta con Sánchez, anduvo rápido con Rajoy, paseó en moto con Rivera y se comió las tostadas de salmorejo de bote que le preparó Iglesias. Desayuna lo que quiere España y cena lo que los políticos están dispuestos a hacer por ella.
Acaba de terminar el programa. Viste tacones y negro PSOE. “Cómo están, el partido se ha abierto en canal. Y Rajoy viendo los toros de balde… Quién nos lo iba a decir”. La conversación de Ana Rosa es cómoda, cercana y de salón. Pero de salón privilegiado, ese por el que pasan quienes deciden. “Estas son las conversaciones que le gustan, las de política”, apremia una de sus productoras. Y Quintana ya está preparada en ese sillón que Telecinco alumbra temprano y hasta la hora del almuerzo.
Como si no se hubiera levantado –uno puede tener la sensación de que siempre que enciende la tele ella está ahí– Ana Rosa aborda el tejer y destejer que ha dejado el Congreso deshilachado desde el 20 de diciembre.
¿Qué tal respira España?
De forma curiosa. Por un lado, los datos económicos son buenos y parece que caminamos por la senda del progreso. Pero por otro, la formación de Gobierno se ha estancado y España está convulsa. No olvidemos que el crecimiento es un rédito que se puede acabar.
¿Es difícil despertarla por las mañanas?
Intentamos hacerlo… Contamos con una ventaja. Cuando entramos en directo, nosotros llevamos despiertos tres horas, desde las cinco de la mañana. La etapa actual es apasionante, sobre todo desde un punto de vista periodístico. El 20 de diciembre era impensable que fuéramos a estar sin Gobierno todo este tiempo. Tampoco podíamos imaginar que habría una crisis en el PSOE, otra en Podemos y que Rajoy, que lo tenía crudo, fuera a estar viendo la tele en el sillón.
Entretiene a miles de personas todos los días. ¿Qué es lo que más nos interesa?
¡Depende de la hora! Los gustos y el público cambian con las agujas del reloj. Por eso apostamos por colocar los contenidos en relación al tiempo. Creo que funciona. Los que llegaron detrás también lo han puesto en práctica.
¿Cuál es la pregunta que más le hacen por la calle?
“¿Qué va a pasar con el Gobierno?”, me lo preguntan constantemente.
¿A la gente le interesa la política o ya está cansada?
Las dos cosas a la vez. La gente está tan cansada, cabreada y aburrida como interesada. Los meses pasan y cada vez hay más asuntos que tienen una relación directa con la falta de Gobierno. Miles de madres no saben si sus hijos tendrán que afrontar una reválida, las becas están en el aire, los techos de gasto son una incógnita…
¿Y usted cómo lo lleva? ¿Cansada o aburrida? ¿Las dos cosas a la vez?
Busco generar información interesante y tampoco creas que es complicado. Vivimos muy rápido. En apenas un par de días tuvimos la declaración de guerra de Sánchez, la respuesta de Felipe González y la cascada de dimisiones en la Ejecutiva del PSOE. A pesar del hartazgo, consumimos muchísima información política.
¿El apuñalamiento de Sánchez por parte de su Ejecutiva ha mostrado lo peor de la política?
Yo no lo llamaría apuñalamiento. Las dimisiones son consecuencia de unos malos resultados, de no haber hablado entre ellos, de haber quemado los puentes. Pedro Sánchez se enrocó y se puso a la defensiva al percibir su falta de apoyos internos.
¿Qué le ha pasado para terminar así?
Creo que él pretendía trasladar a sus compañeros un programa de gobierno cerrado con los independentistas sin dar margen de reacción al resto. Al fin y al cabo, sus dimisionarios han hecho lo mismo que él puso en práctica con Tomás Gómez en Madrid. Lo quitó de en medio y le cambió la cerradura del despacho. Cuando uno tiene a la mitad de su Ejecutiva y a los históricos del partido en contra, debe plantearse qué está haciendo mal.
Pero da la sensación de que a Sánchez se lo han comido los suyos, y no las urnas.
En la forma… Pero en el fondo se lo han comido las urnas.
La cascada de dimisiones llegó justo después de las críticas de Felipe González. ¿Tanto poder conserva en el partido?
No tiene un poder orgánico, pero sí mucha autoridad moral. Le respetan.
¿No cree que el movimiento de los críticos de la Ejecutiva haya podido estar orquestado?
Posiblemente estaba previsto y estudiado, pero no para explotar tan pronto. Ha estallado porque creen que Sánchez ha llegado a acuerdos con Podemos y los independentistas. En cualquier caso, salir de un fracaso y convocar primarias no tiene mucho sentido. Pedro no es la víctima.
¿Qué buscaba Sánchez con todo esto?
Si deja de ser secretario general, desaparece. Ha buscado sobrevivir. No ha sido presidente del Gobierno, tampoco presidente autonómico, ni siquiera líder del PSOE durante mucho tiempo. Rubalcaba y Almunia dimitieron por mucho menos. Lo que nadie esperaba es que se aferrara así al cargo. Sánchez ha demostrado ser más duro de lo que la gente creía.
¿Susana va a coger el AVE?
Creo que ya ha comprado el billete. Aunque ella es una mujer muy de partido y probablemente esté esperando a que la organización se lo pida.
¿Será sólo un cambio de cara o también de postura? ¿Ella se hubiera abstenido para dejar gobernar a Rajoy?
Quién sabe. Estamos muy lejos de la primera investidura. Hemos avanzado tanto… Quizá hubiese buscado una salida distinta. La opción propuesta por Sánchez era imposible y se quedó sin apoyos. Conviene destacar algo: un líder tiene que caer bien, ganar votos y armar un discurso que ilusione. Pero también debe crear partido, lograr que sus compañeros le apoyen, le quieran y le respeten. En eso ha fallado Sánchez.
En campaña pasó un día con cada uno de los cuatro líderes. Los conoce política y personalmente. ¿Tan diferentes son como para que el acuerdo sea imposible?
Son cuatro personalidades radicalmente distintas. Su modo de vida, su trayectoria, sus familias… No tienen nada que ver.
Vamos por partes. ¿Qué sensación le causó Rajoy?
No cambia cuando le entrevistan. Es serio, reposado, tranquilo y nunca dará grandes titulares. Registrador de la propiedad: orden y discreción. ¡Ahora está feliz! Ve los toros en el palco y sin pagar. Podemos en crisis interna, el PSOE abierto en canal… Y él esperando su momento.
¿Pedro Sánchez?
Es el que más me llamó la atención. Lo imaginaba muy afable y también ha demostrado ser un killer. También es cierto que si uno llega ahí… Es por algo. Sánchez es el típico chico de clase media-alta, urbano, casado, con dos niñas, viviendo al norte de Madrid… Pura burguesía.
¿Albert Rivera?
De la generación de Sánchez. Un divorcio, una segunda relación… Liberal en lo social y conservador en lo económico.
¿Existe espacio para el centro político en España?
El proyecto de Ciudadanos me parece bien. Rivera está más cerca de Sánchez que de Rajoy, son de la misma generación, y así lo demostró con ese primer pacto. Pero a raíz de los resultados electorales de junio, pactó con el PP para desbloquear la situación. Fue un acto de responsabilidad. Estamos con parlamentos a la italiana sin ser italianos. Si lo fuéramos, en un abrir y cerrar de ojos se habrían puesto de acuerdo el Partido Comunista y la Democracia Cristiana.
¿Qué me dice de Iglesias? Las tostadas con salmorejo de bote le dejaron tocada.
Si, ¡pero no estaba malo! El jamó tampoco era cinco jotas, pero las tostadas me gustaron. Buena mezcla. Pablo es imprevisible, tan pronto le tiende la mano a Sánchez como le pega un golpe. Un guerrillero. Actúa como una especie de Peter Pan, como si fuera un joven de veintitantos, pero ya no lo es. Pablo es muy listo, gracioso y divertido. Me cae bien, en realidad tengo buena relación con los cuatro. Me iría a tomar cañas con ellos. Bueno, ya lo he hecho. Aunque no mantengo demasiados vínculos intencionadamente. Intento no establecer lazos personales porque luego condicionan a la hora de trabajar.
Llega entonces la típica pregunta de facultad. ¿El periodista puede ser amigo del político?
No debe. Si lo es, tendrá muy difícil mantener la equidistancia necesaria respecto al personaje para informar. Las amistades condicionan a la hora de expresar una opinión en libertad.
Cuando hizo aquellas entrevistas no se podía prever una aritmética tan complicada. ¿Ya los vio tan diferentes en campaña como para pensar que estaríamos más de diez meses sin Gobierno?
El factor humano es muy importante. Pongo un ejemplo. Cuando Sánchez llamó ruin y deshonesto a Rajoy en el debate, se produjo una fractura personal que sólo ha ido a peor. PP y PSOE no se han sentado en una mesa para alcanzar un acuerdo de Gobierno. El grave problema de Sánchez fue decir no a todo sin proponer un camino alternativo. Podía haber exigido la derogación de la reforma laboral o incluso la cabeza de Rajoy, pero se quedó en el ‘no’ y eso le ha pasado factura.
En algo estaría pensando.
Creo que Sánchez creyó que un apoyo a Rajoy no le garantizaría la supervivencia y, además, se lo echarían en cara las bases.
¿Y su alternativa conjunta con Podemos y Ciudadanos?
Eso es como si digo que me voy a sentar con los cuatro para que me hagan presidenta. Es una vía sin sentido, teniendo en cuenta que Ciudadanos y Podemos siempre han dicho que no estarán juntos en un Gobierno.
Paréntesis. Pongamos que eso se da y le proponen ser presidenta. ¿Qué dice?
Soy la presidenta de mi programa, que es lo que me gusta –se ríe–.
¿Rajoy se hubiera ido si Sánchez hubiese exigido su cabeza a cambio de la abstención?
Ya no sólo es eso. Podía haber pedido muchas otras cosas. Un desbloqueo a cambio de la anulación de la reforma laboral o de la educativa, la eliminación de los aforamientos. Sánchez tenía una posición adecuada para lograr éxitos políticos. Además, la política y las negociaciones siempre se han hecho así. Podemos se ha ido comiendo las miguitas del PSOE y ya va por el bocadillo. El problema es que Iglesias coquetea con los independentistas, algo que no puede hacer Sánchez. El socialismo debe ilusionar a la gente de nuevo, buscar un proyecto.
Pero, ¿cree que Rajoy se hubiera ido en ese hipotético trato?
Nunca se sabe, pero Sánchez no lo intentó. Si en las segundas elecciones el PP hubiera perdido votos, el PSOE hubiese estado más justificado para exigirlo, pero sucedió lo contrario.
¿Si Rajoy se fuera, sería todo más fácil?
Pero, ¿alguien le ha pedido que se vaya? Nadie se ha sentado con él seriamente y se lo ha pedido. No ha habido ningún líder que le haya dicho a la cara: “Apoyaré un Gobierno del PP si usted se va”.
Tras las últimas elecciones y ante el repunte del Partido Popular hubo quien dijo: “La corrupción en este país no pasa factura”.
A Rajoy la corrupción sí que le ha pasado factura. ¿Lo suficiente? No lo sé. Tengamos algo en cuenta: en las últimas elecciones, los grandes casos de corrupción ya habían sido amortizados en las urnas. La corrupción es un grave problema, pero quizá la gente no haya visto clara la alternativa. Quizá al ciudadano le haya preocupado más un Gobierno de Podemos que uno que haya tenido corrupción.
¿Qué le ha parecido la reacción de Rajoy contra la corrupción de su partido?
Precisamente su problema es no haber reaccionado. La corrupción no se puede evitar en los grandes colectivos. Siempre salta algún escándalo. El problema se da cuando la reacción no pasa por apartar al corrupto.
¿Le han faltado reflejos?
Reflejos y voluntad.
¿En qué lo percibe?
Fijémonos en Valencia. Los afectados llevan en el partido desde el principio. Han ganado muchas elecciones, han dado mayorías absolutas. El PP les debía mucho. Por eso les ha costado sacrificarles. A esta ‘lealtad’ se suma otra razón: quizá estas personas sepan mucho.
¿Es la mochila de la corrupción lo que más le pesa a Rajoy para formar Gobierno?
Es uno de los factores, pero también influyen los cálculos electorales. Se piensa más en el rédito del partido que en el interés general.
¿Usted se fía de Rajoy?
Sí, me fío, aunque esto no quiere decir que le vote. Creo que es un tipo honorable, más duro de lo que la gente cree. Esa imagen de bonachón, cuidado… Que a lo mejor hay que escarbar en el jardín.
Hablemos del rey. ¿Cómo evalúa su papel en la frustrada formación de un Ejecutivo?
Hace lo que puede. El problema es cuando descubrimos que realmente puede hacer muy poco. Ha intentado no borbonear como su padre, pero también es cierto que si no borbonea, su papel queda reducido a casi nada.
¿Debería borbonear?
No tengo claro que sepa hacerlo. Es un verbo difícil de conjugar. Su padre lo hacía bien y tenía una autoridad moral que Felipe VI todavía no tiene.
Cambio de tercio. Usted, que tiene una trayectoria dilatada, ¿hasta qué punto considera que han mejorado los derechos de la mujer desde que empezó a trabajar?
¡Uy! No sé cómo tomarme eso de “trayectoria dilatada”. Justo después viene el “homenaje a toda una carrera” –bromea entre risas–. La situación ha mejorado mucho, pero las mujeres siguen encontrándose un techo de cristal. Llegamos a un rango intermedio que pocas pueden superar. No hay más que ver el IBEX y los consejos de administración. En la moqueta, el mundo sigue siendo de hombres.
¿Qué es lo más positivo que hemos logrado?
Creo que todo lo que tiene que ver con la paridad y la igualdad en la formación.
¿Y lo más urgente por conseguir?
Los salarios no son iguales. Por otro lado, mientras no se solucione el problema de la conciliación, las mujeres siempre estaremos en desventaja. A las empresas les cuesta contratar mujeres en edad de tener hijos. Muchas se ven obligadas a renunciar al progreso profesional para poder atender a sus hijos. Hasta que no arreglemos esto, no existirá la verdadera igualdad.
En su camino hacia la cima televisiva, ¿qué obstáculos de género ha encontrado?
Ahora no me sucede con mis hijos pequeños porque disfruto de una situación económica que me permite pagar a una persona para que me ayude. Pero cuando el mayor era pequeño pude avanzar gracias a mis padres. Sin ellos no habría podido conseguir determinados trabajos. Los hombres no se enfrentan a tener que elegir entre sus hijos y un trabajo. Ahora comienza a pasar con las nuevas generaciones. Muchas mujeres valiosas rechazan grandes puestos por ser madres. Eso no puede ser.
Le gusta el ecologismo. Se ha puesto muy de moda. ¿Es realmente sano o tiene más de postureo?
Malo no es, desde luego. No puede ser perjudicial comerse los huevos de unas gallinas que viven en el campo picando gusanitos y flores. Seguro que son mejores que los de las que están encerradas y los ponen con prisa. Lo ecológico, sí, pero sin exagerar.
¿Sabe que Carmena ha puesto un huerto en el Palacio de Cibeles?
Qué bonito. Carmena me emociona, pero podía dedicarse a gobernar en lugar de a esas tonterías. Su Ayuntamiento es de postura, de decir cosas bonitas. Una ciudad es mucho más importante que eso. Están todo el día a ver qué titular sacan para ser los más progres. Soy madrileña y no me gusta lo que pasa en nuestro Ayuntamiento.
¿Convendría poner un huerto conjunto a Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias?
Felipe González tuvo los bonsáis. Está bien que la gente disfrute sus aficiones. Yo también tengo mi huerto. Aunque no sé si lo veo claro… Quizá por la noche se dedicaran a echar productos a su parcela para que creciera todo más rápido. Creo que esto se arreglará y que no habrá terceras elecciones.
¿Ese optimismo es racional?
¡No! Absolutamente irracional. Ya nadie sabe qué es lo que va a ocurrir, pero volver a votar sería todavía más irracional.