El hombre que destapó la Gürtel: "Atentaron contra mi mujer y Hacienda me hizo 3 inspecciones"
"Ni el CNI, ni Rubalcaba. Que no me quiten mi mérito. Las grabaciones las hice yo solo, sin indicación de nadie y con una grabadora Olympus que compré en El Corte Inglés"
8 octubre, 2016 02:30Noticias relacionadas
El próximo día 19 de octubre cumplirá 53 años y lo hará sentado en un banquillo de una sala judicial de la Audiencia Nacional en el polígono industrial de San Fernando de Henares, donde se celebra la vista oral de uno de los escándalos políticos que más ha conmocionado a la sociedad española, el caso Gürtel, que salpica directamente a la estructura interna del Partido Popular. Él es José Luis Peñas Domingo, el ex concejal popular de Majadahonda que durante casi dos años seguidos grabó, de diciembre de 2005 a mayo de 2007, su vida junto a Francisco Correa, el cabecilla de la Gürtel.
“Ni el CNI, ni Rubalcaba. Que nadie me quite mi mérito. Las grabaciones las hice yo solo sin indicación de nadie. Primero con una memoria USB primitiva que tenia añadida una función para grabar y luego con una grabadora Olympus de pilas que compré en El Corte Inglés, y que llevaba guardada en el bolsillo del pantalón o en el interior de la americana. Eso fue todo. Cada día fui grabando lo que acontecía. Era mi vida, y estaba entonces muy cerca de Correa. Siempre era Paco el que dirigía las conversaciones, yo no intervenía. Era muy duro, yo nunca he sido un espía. Por la noche llegaba a casa destrozado. No era un plato de gusto”, afirmó a El Español ayer viernes, jornada de descanso del juicio, desde su actual trabajo de encargado de un edifico municipal en el distrito madrileño de Aravaca.
Peñas, funcionario del Ayuntamiento de Madrid desde 1994, empezó en el mundo político como concejal de la localidad madrileña de Parla, donde llegó como “paracaidista”. Luego, su amigo Guillermo Ortega, por entonces teniente de alcalde de Majadahonda y secretario de organización del PP madrileño, se lo llevó para su localidad como asesor del partido y luego concejal desde el año 2003.
Pero fue en el año 2005 cuando cambió radicalmente su vida a raíz de ser testigo de una conversación en el Hotel Fénix de Madrid entre Francisco Correa y el entonces diputado del PP en la Asamblea de Madrid, Benjamín Martín Vasco. Allí se dio cuenta de la ingente cantidad de dinero que se movía entre bambalinas para cerrar convenios urbanísticos entre algunos mandos municipales del PP madrileño. Desde se día decidió grabarlo todo. Pero sólo a la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) entregó las conversaciones políticas financieras más significativas, como los 1.000 millones de Bárcenas o los chanchullos en la Comunidad de Madrid.
"Ese día sí que pasé miedo"
Fue en el verano de 2007, cuando ya había dejado su cargo de concejal en Majadahonda, cuando las ordenó y preparó un recopilatorio de las más significativas, quitando las de componente privado y dejando las de marcado cariz político y financiero. En noviembre de ese mismo año se las entregó a la Policía mediante una denuncia y solo un mes después era citado. “Ese día si que pase miedo. No sabía lo que me podía pasar. Sabía que esta gente tenía muchas amistades entre policías y jueces y no sabia si me tirarían hasta por un balcón”, afirma.
Al final no pasó nada y decidió seguir adelante entregando una última grabación a la Fiscalía en marzo de 2008, sobre la penetración de la red en Valencia, a la que había sido llamado para incorporarse por Francisco Correa como encargado de la organización del stand de Fitur que le había sido concedida a la red por el ex presidente valenciano Francisco Camp.
Una vida convertida en infierno
Desde ese mismo momento, su vida cambió definitivamente. Pidió volver a su puesto de funcionario en el Ayuntamiento de Madrid, del que había estado alejado estos años. Y se situó donde hoy todavía permanece, como encargado del edificio del Centro Cultural de Aravaca, donde encontró refugio. Por entonces su vida era ya un infierno. “Fueron años muy duros. Me quedé solo con dos amigos, los contaba con los dedos de una mano y aun me sobran dedos. Parte de mi familia me abandonó porque no comprendían lo que había hecho. No podía casi salir de mi casa, en la calle me insultaban, me escupían. Un día estaba con mi hijo pequeño en brazos en un supermercado de Majadahona, y una anciana llego a escupirme. En los bares a los que entraba me llamaban golfo y sin vergüenza”.
Esta situación, tanto personal como económica, le obligó a dejar su amplia casa de Majadahonda para irse a vivir junto a su mujer Rebeca y sus dos hijos (una niña ahora de 14 años y un niño de 8) hasta la localidad madrileña de Villanueva del Pardillo, donde hoy reside.
Las amenazas también han estado estos años al orden del día. “Lo peor ha sido lo que le han hecho a mi mujer. Durante dos años la siguieron de una manera flagrante y lo único que pretendían era que supiéramos que la vigilaban. Lo más grave pasó un día del año 2009 cuando, volviendo ella de Boadilla, un coche la echó de la carretera. Menos mal que llevaba un Land Rover y pudo salvarse". Esa misma noche, a las dos de la madrugada, recibía una llamada en casa: “la próxima vez tu mujer caerá desde más alto”. José Luis Peñas decido no obstante no quitar su número de teléfono de la guía telefónica: “Hemos seguido siempre una vida normal, no hemos tenido tampoco escolta ni protección, solo hemos tenido miedo por los niños”.
Peñas llegó a sufrir durante ese periodo tres inspecciones de Hacienda, al igual que sus padres y su suegro. “Hasta entonces el Fisco no me había mirado nada. Fue peor para ellos, ya que en una de estas inspecciones hasta les saqué dinero a devolverme por unos gastos del colegio de mis hijos que no había puesto en mi declaración”. Pero de nuevo su vida sufrió un punto de inflexión. Fue a comienzos del año 2013, el día que los medios de comunicación desvelaron que Luis Bárcenas, el tesorero del PP, había desviado unos 48 millones de euros a sus cuentas en Suiza. Fue un cambio radical entre los que antes casi le lapidaban. “Ese día la gente cambio. Ya no me veían como el chorizo que había destrozado al PP o que quería chantajearles y extorsionarles”.
El dolor de la esposa
Han transcurrido más de diez años desde que comenzó a grabar a Francisco Correa y no se arrepiente de lo que hizo. “No, no, en absoluto. Solo me arrepiento por el dolor que le he hecho pasar a mi mujer Rebeca, que es lo mejor que me ha ocurrido en mi vida. Ha sido la persona que más me ha apoyado. Por la noche, cuando volvía día tras día de grabar a Paco, ella me apoyaba y nunca me ha dicho ni una sola palabra en contra. Me ha apoyado mucho, por eso cuando comenzó el otro día el juicio de la Gürtel y ella esta fuera de Madrid trabajando, al volver a casa lloré porque no estaba ella. Fue muy duro volver del juicio y no encontrármela. Hablamos por Skype y estuvimos casi dos horas sin decirnos apenas nada. No nos salía ni una sola palabra”.
A lo largo de estos años ha tenido muchas presiones y propuestas para abandonarlo todo. “Hace dos años se personaron aquí en Aravaca dos abogados para que una vez comenzado el juicio cambiara mi declaración. Les dejé hablar porque si tengo un defecto es que soy muy cotilla. Al final me dijeron que me compensarían económicamente muy bien y me arreglarían mi vida. Hoy soy casi un mileurista, pero nunca he aceptado chantajes”. A día de hoy, José Luis Peñas vive tranquilo como funcionario, cuida el jardín en su centro de trabajo, recolectando tomates, calabazas y membrillos. Y hace una vida serena con los suyos.
La próxima semana volverá a sentarse en el banquillo en el juicio del caso Gürtel, donde se le piden más de 6 años de cárcel por 5 delitos de asociación ilícita, fraude, cohecho, malversación y prevaricación. Allí en la sala que curiosamente inauguró el ministro socialista de Justicia Mariano Fernández Bermejo, el hombre proscrito por los de la Gürtel, Peñas se sienta al lado de quienes ha denunciado, con quienes no se cruza palabra. “Es muy duro para mi. Es la primera vez que tengo un juicio penal y a muchos de los acusados ni los conozco”. Está sentado en la segunda fila, a su derecha tiene al funcionario del Ayuntamiento de Majadahonda, Luis Valor, y a su izquierda a su amigo y ex compañero también en Majadahonda Juan José Moreno. Por detrás la familia Bárcenas, con “Don Luis” y su mujer Rosalía Iglesias, con los que las únicas frases cruzadas han sido: “Hola, Buenos días”.
Pero delante de él tiene a su ex amigo Francisco Correa y a Pablo Crespo. Con ellos no ha hablado ni una sola palabra. “Solo intercambios de miradas muy intensas. Nada más. A Paco le gusta mucho mirar… todo lo dice con su mirada. Pero con Paco si hablaría, con quien nunca lo haría sería con Pablo Crespo, sigue siendo un ser muy infantil lleno de chiquilladas”. Los únicos imputados con lo que ha mantenido un tono más cordial han sido el ex viceconsejero de Presidencia en el Gobierno de la Comunidad de Madrid, Alberto López Viejo, y con la ex mujer de Correa, Mari Carmen Rodríguez Quijano, que fue asesora con él en el Ayuntamiento de Majadahonda.
Peñas conoció a Correa y a su mujer el día de su boda el 30 de junio de 2001, a quienes había invitado por indicación de su entonces jefe y amigo, el ex alcalde de Majadahonda y hoy imputado Guillermo Ortega. “Invítalos, te van a venir muy bien y vas a trabajar con ellos”, le dijo el entonces secretario de organización del PP de Madrid. Peñas aceptó y desde ese día la amistad se afianzó. Tanto que Correa le aportó dinero para que fundara un partido de independientes en esta localidad madrileña, Corporación Majadahonda, cuando a finales del año 2004 Peñas fue expulsado del grupo popular municipal por haber denunciado también la operación especulativa inmobiliaria en las boyantes parcelas de Monte Pilar y Carralero.
Hoy, Correa y Peñas no se hablan. Dejaron de hacerlo a mediados del año 2008 que saltó a la luz toda la trama. Se reafirma que nunca desde ese momento se ha visto con nadie del CNI, “al menos que se haya identificado como tal”; ni con el ex secretario general del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba como algunos han señalado, “y mira que vivía en Majadahonda y podía hacerlo”. Su vida desde hace dos años es bastante normal, solo salpicada por el inicio del caso Gürtel, del que espera salir indemne.