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Cristina Cifuentes (Madrid, 1964) es una de las caras más amables y más eficaces que ha dado de sí la política española en un momento de pertinaz sequía de ambas cosas (amabilidad y eficacia). Rara avis dentro del PP pero sin pretensiones de verso suelto, individualista y liberal pero con un férreo sentido de la lealtad colectiva, no le tiembla el pulso a la hora de lucir moderna, rubia y hasta aniñada por lo mismo que no le tembló para ser primero delegada del Gobierno y ahora presidenta de la Comunidad de Madrid. ¿El futuro? Que se vista despacio quien tenga prisa, que aquí no parece ser el caso...
Arranca usted esta entrevista que me hace, señorita Grau, con un curioso recordatorio o paralelismo. Resulta que yo le recuerdo a usted a cierta política catalana cuya madre solía escandalizarse de haber tenido una hija “tan rubita, tan mona y tan ¡comunista!” ¿Cree que yo puedo inspirar reflexiones semejantes a mi madre? Bueno, ciertamente lo último que un responsable político me ha llamado para criticar mis políticas es “la rubia con coleta”. Parece como de otro tiempo, ¿verdad? Pues me lo dijo alguien de la llamada nueva política... que mire lo vieja que es.
Acto seguido se pone usted a sacar diligente brillo a todas mis supuestas contradicciones. Que si soy agnóstica pero marco la X a favor de la Iglesia en la declaración de la renta, que si hija de militar y alta técnica del Estado pero liberal, motera y con cinco tatuajes en el cuerpo en un país donde el centroderecha todavía se asocia, según usted, al pelo crepado y con mechas... Pues yo no acierto a ver contradicción por ninguna parte, fíjese. La Iglesia desempeña una gran labor social, y yo creo en eso. Todo lo demás que usted menciona, son signos de mi libertad: la afición a las motos (aunque ahora ya no monto), los tatuajes... El PP siempre ha defendido la libertad. Lo demás son tópicos.
Los tatuajes, la moto, etc., son signos de mi libertad; el PP siempre ha defendido la libertad y lo demás son tópicos
Me pregunta usted dónde estaba yo, dónde me encontraba, cuando me enteré de la muerte de Rita Barberá. Pues me estaba preparando para participar en un foro de mujeres directivas. Me causó una gran impresión. ¿Que si sentí algo distinto a lo que pensé? Qué pregunta tan curiosa. Pues no, yo sólo pensé en la persona, y me dio mucha, muchísima pena.
Indaga usted si ser del PP es más duro de lo que parece. Cita a Esperanza Aguirre, quien ha llegado a compararnos con el Nasty Party, el partido más antipático del lugar. ¿Que yo cómo lo veo? Mire, la política es dura por definición. En cualquier partido. Pero es verdad que a nosotros se nos exige un plus de coherencia y de transparencia que a otros partidos no les demandan sus votantes. Y trabajamos precisamente para ser un partido cercano. Prácticamente todas las semanas tengo algún encuentro con nuestros militantes, y a diario tengo contacto directo con los ciudadanos en la calle. Y le aseguro que tienen mucho que ofrecer a la sociedad. ¿Que, ya puestos, cómo veo a Esperanza Aguirre? Ha sido una figura muy destacada en la vida política de Madrid. Nadie puede negarle eso.
Dice usted haber visto en plena campaña electoral a la Comunidad de Madrid carteles míos llamando a votantes del PP, de mi propio partido, a no votarme, dado mi apoyo al matrimonio homosexual y mi defensa del derecho al aborto. Y deja caer usted aquello de que el adversario suele estar fuera del partido, pero el enemigo, casi siempre está dentro. ¡Eso lo decía Churchill! Yo no sé si el enemigo estuvo dentro del partido. Lo que sí sé es que los madrileños no se dejaron manipular por esa clase de campaña, y menos aún los votantes del Partido Popular. A los resultados me remito.
Cuando me enteré de la muerte de Rita Barberá sólo pensé en la persona, y sentí muchísima pena
Me reconoce usted cierto mérito muy poco extendido, de ser durante cerca de un año la única que ha conseguido trenzar pactos de gobierno (con Ciudadanos) en este país desgobernado. Se pregunta qué tengo yo que no tuvieran otros. Mire, yo lo único que sé es que tengo una predisposición sincera al diálogo y mucha humildad. Tengo muy interiorizado que hemos entrado en un tiempo nuevo sin mayorías absolutas, en el que la única manera de resolver los problemas que preocupan a los ciudadanos es dialogar y pactar. Y me siento cómoda dentro de esta lógica. Además, me gusta hacer una política cercana, escuchando a los madrileños. Pero mi vocación de dialogar no es una actitud nueva, motivada por los resultados electorales. Siempre he dicho, incluso antes de ganar las elecciones y de que se conocieran esos resultados, que “gobernar es pactar”. Puede comprobarse en las hemerotecas.
Me pregunta si voy a presidir el congreso del PP con una sonrisa en los labios o... Pues yo me tomo muy en serio esa presidencia, se lo aseguro. Sin por ello sentirme autorizada a dar consejos, y mucho menos avisos para navegantes. Somos un partido serio, solvente, no nos gusta dar el espectáculo. Espero que este sea un congreso de ideas, con mucha participación, muy vivo. Pero no creo que haya que advertir a nadie de nada.
¿Cómo dice? ¿Que si tuviera que apostar dinero, cuánto creo que le queda a Mariano Rajoy al frente del gobierno? Para empezar a mí no me gusta apostar dinero, si acaso nos apostamos unas cañas. En todo caso le diré que a España le conviene Rajoy. Nos ha sacado de la crisis y ahora se va a volcar en consolidar la recuperación económica. Sé que mientras pueda gobernar y aportar soluciones, lo va a seguir haciendo. Y espero que sea mucho tiempo.
Y ahora me sale con que, si me pregunta por Cospedal y por Soraya, si le voy a decir lo que pienso o le voy a dar una larga cambiada. No se preocupe, desde siempre tengo la mala costumbre de decir lo que pienso. Cospedal es una gran secretaria general del Partido Popular que, además, va a ser una gran ministra de Defensa. Y Soraya Sáenz de Santamaría es probablemente la mejor vicepresidenta que ha tenido nunca un gobierno en España. Es una suerte tenerlas a las dos en el Gobierno de la nación.
Esperanza Aguirre ha sido una figura muy destacada en la política de Madrid, nadie puede negarle eso
Parece usted muy interesada en la rivalidad entre mujeres. Me pregunta si el feminismo es algo que está bien a condición de que se abandone a tiempo, “por ejemplo, antes de que una fraternal compañera te hinque el tacón de aguja en el hígado”, o es en cambio algo que hay que revitalizar urgentemente vista la que está cayendo. Bueno, aunque la igualdad legal ya es un hecho, todavía perduran muchas actitudes machistas. Yo las he sufrido, usted las ha sufrido, y las sufren nuestras hermanas e hijas. Queda mucho terreno por conquistar de cara a una igualdad de oportunidades real. Que pueda haber rivalidad ocasional entre mujeres entra dentro de lo normal, igual que entre hombres.
Sí, ya veo que su siguiente pregunta va con bala, más teniendo en cuenta los últimos malentendidos respecto a mi posición sobre la financiación autonómica. Dispara usted: ¿cuándo se podrá decir alto y claro que el concierto propio del País Vasco es una discriminación, por mucho que conste en la Constitución? Añade que otro tanto sucede con la ley sálica, que aunque no la hayan abolido aún, todo el mundo se da cuenta de que habrá que hacerlo algún día. Pues sin duda estamos de acuerdo en que la igualdad entre hombre y mujer en la sucesión a la Corona es uno de los pocos puntos en los que hay consenso cuando se habla de la reforma constitucional. Me temo que el concierto del País Vasco es ya un tema más complicado. Pero lo que sí cabe esperar es la lealtad de todos, incluidos los nacionalistas, a la Constitución que les ha permitido disfrutar de ese privilegio.
¿El pacto entre el PSOE y el PNV? Espero que la reforma del Estatuto de Guernica discurra por cauces estrictamente constitucionales, y que no se intente desbordar no ya la letra, sino tampoco el espíritu de la Constitución. El problema en Cataluña se ha producido precisamente porque el Partido Socialista se ha echado allí en brazos del nacionalismo. Espero que en el País Vasco no ocurra lo mismo. Como en Cataluña, sería su fin.
Hemos entrado en un tiempo sin mayorías absolutas, en el que gobernar es pactar
Pasando a un plano más personal, me pregunta usted si me he arrepentido alguna vez de meterme tan a fondo, tan seriamente, en política. Que si desandaría el camino si pudiera, y en qué dirección. Pues no, oiga. Jamás me he arrepentido. Ni siquiera en los malos momentos, y le aseguro que ha habido muchos. Pero los momentos buenos compensan los malos. Por ejemplo, esos momentos en los que pones cara a los problemas y encuentras soluciones. Cuando te das cuenta de que una decisión tuya puede ayudar a mejorar la vida de muchas personas. Eso lo compensa todo.
En política, como en todo, las apariencias engañan o pueden restar profundidad a las cosas. Es verdad, como usted apunta, que tanto a mí como a mi jefa de comunicación, Marisa González, se nos atribuye el divertido lema de que “sin tacón, no hay reunión”. Me pregunta usted si es que la política entra por los ojos o si es astuto revestirla a veces de cierta capa de frivolidad. Pues no, frivolidad nunca, ni una cosa, ni la otra. Es que es sano saber reírse a veces de una misma. Y también es sanísimo permitirse algún guiño de complicidad entre mujeres que hacemos política y nos sentimos cómodas con nuestro trabajo. Pero la política de imagen sin más no funciona. La buena política se mide por los resultados, si es mera apariencia al final no va a ninguna parte, no se sostiene. Tiempo al tiempo.
¿De verdad cree usted que yo tengo un lado tierno y hasta cool, y que eso se manifiesta por mi tendencia a llenar mis despachos oficiales de cohetes de Tintín y de bolsas de chuches y de iPads con fundas divinas de la muerte? Me parece interesante esa deducción suya de que así se combate cierta fealdad, cierta grisura y hasta cierta desesperación galdosiana de la película. Pues sí, la ética y la estética cuentan y van unidas. No solo es posible otra ética, sino que es necesaria. Respecto a la estética, yo paso muchas horas en el despacho. Demasiadas. Por eso procuro rodearme de cosas, objetos, que tienen un significado personal y hacen que me sienta cómoda y confortable. Que sienta que mi espacio de trabajo es también mi casa.
A España le conviene Rajoy. Mientras pueda gobernar y aportar soluciones lo va a seguir haciendo, espero que por mucho tiempo
Ya me extrañaba haber llegado hasta aquí sin que usted me preguntara por mi accidente de moto. No me importa hablar de ello, de verdad. ¿Lo mejor y lo peor que recuerdo asociado a aquello? Lo peor es el dolor, el miedo y la suma de ambos. Lo mejor, descubrir la capacidad para disfrutar del momento, para apreciar las cosas sencillas de la vida. Pero también el aprender a relativizar los problemas, esa paz interior que yo tengo desde entonces, y el haber perdido el miedo a la muerte.
Aunque para triple mortal el suyo cuando a partir de aquí me pregunta con desparpajo por qué soy republicana y por qué hay tantos republicanos de derechas en este país y en cambio tanto izquierdoso forofo de la monarquía. Vaya por delante que en mi opinión tenemos una monarquía ejemplar, que se ha renovado muchísimo en el tiempo en que Felipe VI lleva reinando. Y como es políticamente neutral, por eso puede tener detractores y partidarios a un lado y otro del espectro ideológico. Creo que en España somos muy afortunados con esta monarquía. Otra cosa es hacer teoría en el vacío. Pero yo soy una persona que va a lo concreto. Quédese con eso.
¿Que si es verdad que mi película favorita es Blade Runner, de Ridley Scott, y por qué? Tengo varias favoritas. Blade Runner es verdad que es una de ellas. Es una obra maestra que, además, marcó un antes y un después en las películas de ciencia-ficción, y que transcurridos más de treinta años desde de su estreno, sigue siendo actual, hasta el punto de que todas las películas de ciencia-ficción que se han rodado después tienen algo de ella. La historia es fascinante, tiene que ver con la búsqueda del sentido de la vida y la trascendencia. Para mí, lo mejor de la película es la reflexión sobre lo que significa la esclavitud, que es vivir con miedo.
Si el socialismo vasco se echa en brazos del nacionalismo será su fin, como el del socialismo catalán
Ya me doy cuenta de que a usted esa película también le gusta mucho y la tiene muy estudiada... Mira que preguntarme precisamente por la escena de sexo entre Harrison Ford y Sean Young, la actriz que da vida a la replicante. ¿De verdad Sean Young dijo andado el tiempo, según usted me cuenta, que para que una escena de sexo funcione en el cine, el hombre tiene que parecer “fuerte, poderoso” y la mujer tiene que parecer “feliz”? ¿Y me pregunta que si yo estoy de acuerdo con eso? Vamos a ver. Sé de qué escena me habla. Pero a mi modo de ver no es una escena de sexo, sexo. Es... intimidad. En el cine y en la vida, quienes parecen fuertes y poderosos suelen ser los más vulnerables. Por encima de eso, me quedo con las escenas de amor de la película: el amor de los replicantes por una vida que, como en el caso de los humanos, tiene fecha de caducidad, y el deseo de alcanzar su propia humanidad, sin darse cuenta de que ya habían logrado ese objetivo.
Cambiando de tercio y de suerte: tiene usted razón cuando afirma que yo soy taurina sin complejos y que poniendo a Simón Casas al frente de Las Ventas aspiramos a revolucionar culturalmente el mundo del toro. Vamos por favor a tener claro que Las Ventas es el principal coso taurino del mundo. Y desde esa posición, le corresponde liderar la renovación de la Fiesta. Yo no hablaría tanto de revolución, en realidad, como de actualizar un símbolo de nuestra cultura, de atraer a un mayor número de público, y de generar afición. Eso es lo que esperamos de Simón Casas. Y, desde luego, su gestión al frente de la Plaza de Nimes es un buen precedente, porque ha devuelto protagonismo al mundo del toro en Francia.
Y sí, además de taurina soy futbolera, y forofa del Real Madrid, encima. Es verdad que el fútbol antes era un ambiente exclusivamente masculino. A mí me parece bien que ya no lo sea, y que muchas mujeres se hayan incorporado a esta afición deportiva. Es una señal de que muchas cosas están cambiando.
Con Simón Casas al frente de Las Ventas, que es el primer coso taurino del mundo, tenemos que liderar la renovación de la Fiesta
Para terminar, me pide usted un consejo para entender mejor el momento que estamos viviendo ahora mismo en España y fuera de ella. Los españoles tenemos una posibilidad de hacer las cosas bien y salir adelante. Pero es necesario poner mucho de nuestra parte para dejar a un lado intereses pequeños y ser generosos. Me preocupa la intransigencia, que esa actitud pueda pasar por integridad moral o coherencia ideológica. No lo es. La intransigencia es intransigencia. Es vieja política. El futuro va por otro lado, si queremos, claro, que sea un futuro que merezca la pena.