Risto: "Fue delicioso pillar a Rufián con una americana de Zara y metiéndose con Amancio Ortega"
"Me gustaría dejar claro que nunca putearé a nadie en mi Chester" / "No querer a nadie y que nadie te quiera debe de ser muy chungo" / "¿Que si hay un Risto Jekyll y un Risto Hyde? Pregúntele a mis ex".
21 enero, 2017 02:13Noticias relacionadas
Entrevisté por primera vez a Risto Mejide (Barcelona, 1974) hace años, recién separado de Ruth Jiménez, la madre de su hijo Julio, la primera que dio la alarma de que tras las gafas torvas y la bordez de níquel del personaje se escondía una caja fuerte de ternura. Yo en plan tierno, lo que se dice tierno, no le he visto jamás… Pero sí muy bien armado de una fragilidad impertinente que, bien usada, convierte a todo entrevistador en un potencial kamikaze. Quiere la vida que yo vuelva a entrevistar a Risto cuando Risto está tan profunda y empalagosamente 'in love' que no solo lo pone en los créditos de su nuevo programa, su nuevo Chester, sino que encima va a casarse de nuevo, con Laura Escanes, cuya joven modernez no le ha impedido enamorarse de este hombre como una heroína de las hermanas Brönte. Y cuando una se enamora así de quien sea, por lo menos hasta que no se le pasa, le da igual todo. Es capaz de decir cualquier cosa en los papeles o por la tele sin el más mínimo miedo a hacer el ridículo o a exagerar. Si lo sabré yo... Esto es 'Chester in love' y lo demás son gaitas.
Buenas, pues sí, parece que nos volvemos a encontrar… ¿Que me felicita por mi nuevo programa en Cuatro? Gracias, la verdad es que estoy, bueno, estamos muy contentos. ¿Le está gustando en serio? Dice usted que hay momentos, cuando me ve en acción, que le hago pensar en una especie de Mercedes Milà en chico… Sí, no se preocupe, ya he entendido que se refería a la Mercedes Milà histórica, la de Queremos saber, no a la de Gran Hermano. ¿Lo dice por lo de acorralar incluso físicamente al entrevistado, sin miedo a tocarle? Bueno, nadie obliga a nadie a venir a nuestro programa, desde el primer momento se sabe que esta entrevista es más directa, más arriesgada que otras. Yo voy a por todas para sacar la verdad del invitado. Mi objetivo no es lucirme ni dar la nota sino alcanzar la máxima honestidad posible. Dar en el clavo de la verdad de cada uno. A veces se da más, a veces menos…
Que si lo de Chester in love no es un tanto… ¿¡Cursi!? ¿En serio me lo pregunta? A mí no me parece cursi para nada. Es verdad que a poco que uno se ponga sentimental, inevitablemente alguien empezará a llamarle cursi. Es como si diera reparo o estuviera mal visto ser y mostrarse emotivo, ya no digo ponerse en plan megasuperromántico, algo que tampoco sucede, ni se pretende, las veinticuatro horas del día… No, en serio. El nombre de Chester in love se nos ocurrió como una forma de expresar la búsqueda de un determinado tipo de contenidos para el programa, sobre todo contenidos que exaltaran el amor a la vida. Es bueno enamorarse: de tu pareja, de tu familia, de tus hijos, de tus amigos… No querer a nadie y que nadie te quiera debe de ser muy, muy chungo.
Pues sí, qué quiere que le diga, estoy hecho un brazo de mar, estoy muy contento y casi como que me salgo, todo me va muy bien, estreno este programa que me hace tanta ilusión, del que espero tanto… No me haga adelantar más cosas de las que ya se saben y se irán sabiendo, de todos modos a la vista está… Me ilusiona haber atesorado momentazos televisivos como Cristina Cifuentes hablando del amor, confesiones muy especiales de personajes tan variados como Esperanza Aguirre, Belén Esteban, Pablo Echenique o Nacho Vidal… Y no se pierda esta misma semana el puntazo de Gabriel Rufián metiéndose con Amancio Ortega y luego resulta que la americana que lleva puesta es de Zara… Sí, no es que en el programa vayamos contra ni a por nadie, pero sí ponemos muy alto el listón de la honestidad, de la exigencia, y así nos han salido pues eso, buenos y grandes momentazos.
Te criticarán digas lo que digas, hagas lo que hagas. Ya puestos, si te critican por algo, que sea porque eres rematadamente feliz, ¿no?
Incluido alguno en el que usted misma se ha visto implicada, en un futuro programa más o menos protagonizado por Fernando Sánchez Dragó… Ese programa nos salió casi experimental, hay que reconocerlo, uno lleva un guión más o menos al milímetro pero luego de repente una intervención del público lo cambia todo y… ¿Perdón? ¿Cómo dice? ¿Que a usted le da un poco de vergüenza y hasta miedo volver a ver el programa, grabado hace ya cierto tiempo? ¿Y eso? ¿Que las cosas a veces cambian? Ya, pero mujer, no tenga miedo a exteriorizar o haber exteriorizado sus sentimientos. No hay ningún problema en hacer eso, creo yo. Yo exteriorizo bastante lo que siento en público, bien es verdad que no siempre con el mismo grado de intensidad.
¿Que si yo he hecho o siento que he hecho mucho el ridículo por amor? No sabría decirle. Ya lo hablábamos antes, siempre que expreses un sentimiento, que muestres una emoción, alguien te va a atacar por ello. Te criticarán digas lo que digas, hagas lo que hagas. Ya puestos, si te critican por algo, que sea porque eres rematadamente feliz, ¿no?
Me explica usted al fin que con todo este tira y afloja a donde quería llegar era a poner a prueba la teoría de que hay dos Ristos, uno público, canalla o semi-canalla, borde, faltón, y otro privado que es todo mieles… En plan Risto Jekyll y Risto Hyde. ¿Sobre todo con las mujeres, sugiere usted? Bueno, a lo mejor mis ex le darían una visión diferente, no tan amable. ¿Que usted se ha hecho a esa idea documentándose precisamente con lo que de mí decían mis ex? Pues menos mal, menos mal también, a lo mejor, que se documentó en un momento y no en otro [risas].
Quiere usted saber si, como al conde de Montecristo, me ha llegado el momento de quitarme la careta, de quitarme la máscara de malo, malote… Yo lo veo más bien como la culminación de un proceso. De una lógica evolución. Piense que yo fui muchos años jurado televisivo. Un jurado televisivo dispone exactamente de tres minutos para mostrarse, no puede expresar una forma de ser muy profunda ni muy elaborada. Yo creo que hay un antes y un después del Chester, que el Chester cambia la visión que se tenía y se tiene de mí. Ahora soy más libre de mostrar cómo soy en el fondo. Me permite abrirme, darme a conocer, y a quién no le guste… pues hala, a hacer zapping.
De verdad que soy una persona mucho más normal, mucho más sana de cuerpo y de mente de lo que muchos quieren creer que aparento
Me pregunta usted si he sufrido mucho por la guerra desatada entre cadenas televisivas por mis programas. Bueno, lo verdaderamente dramático habría sido que ninguna cadena me quisiera. ¿Que si he sufrido censura, que si he sufrido presiones? Siempre hay que lidiar con el miedo a la naturalidad, el miedo a que la gente diga lo que de verdad piensa. Pero yo de verdad siento que todo se lo debo al Chester, le debo la vida, toda mi madurez profesional y quizá hasta personal.
¿Mis gafas? ¿Que por qué llevo estas y que por qué las llevo siempre? Podría inventarme una gran variedad de motivos, a veces lo he hecho… Usted también puede probar a inventar si quiere. ¿A lo mejor cree que las llevo porque soy tímido? ¿Para hacerme el duro? ¿Para poner nerviosos a los entrevistados? Pues no sé si voy a decepcionar a la afición confesando que las llevo por puros y duros motivos estéticos, porque me gustan y ya está. Aunque que si hubiera un motivo de verdad inconfesable, ¿para qué iba a confesarlo? [risas].
De verdad que soy una persona mucho más normal, mucho más sana de cuerpo y de mente de lo que muchos quieren creer que aparento. Tengo gustos y aficiones de lo más normales, o que a mí me lo parecen. Me gusta mucho leer, la verdad es que me apasiona, que siento que me alimenta, sobre todo leer ensayo. También me gusta muchísimo tocar el piano, estar con la gente que quiero, descansar, perderme…
¿Que si me corto o si siento que me tendría que cortar a la hora de expresar mis opiniones políticas? Pues no, la verdad. Me siento absolutamente libre, en serio. Además tengo la inmensa suerte, y eso lo puedo jurar ante notario, de que a mí nadie jamás me ha puesto en la boca nada que yo no haya dicho o querido decir. No sigo consignas ni argumentarios.
¿Que si es imaginable que Mariano Rajoy llegue a sentarse conmigo en el Chester como se sentó con Bertín Osborne? Ah, yo sí que me lo imagino, perfectamente
He entrevistado a políticos de todos los gustos y colores. He tenido buenas y malas relaciones en todas las familias ideológicas. ¿Que si es imaginable que Mariano Rajoy llegue a sentarse conmigo en el Chester como se sentó con Bertín Osborne? Ah, yo sí que me lo imagino, perfectamente. ¿Qué pasa, que él no?
Sugiere usted que para venir a un programa como el mío hace falta tener un tipo muy concreto de bemoles que no está muy segura de que tenga todo el mundo… Mire, yo lo veo de otra manera. Yo pienso que quien no tenga nada que ocultar no tiene nada que temer en mi programa.
Sugiere usted que en el fondo, todo o casi todo el mundo quiere ocultar o velar algo, incluso sin necesidad de ser políticos… ¿Usted cree? Bueno, en cualquier caso me gustaría dejar claro que yo nunca he puteado ni putearé a nadie. Llevamos ya varias temporadas, han pasado por aquí unos 150 invitados y ninguno de ellos, vamos, cero, se me ha quejado jamás del trato recibido.
Me pregunta usted de repente si me doy cuenta de cuando un entrevistado me está mintiendo. Bueno, tanto como mentir, mentir… Lo que sí me ha pasado es no fiarme de la persona que tenía delante. Darme cuenta de que a la hora de contestar mis preguntas ponían el play, un determinado disco rayado, esto te puede pasar con algún político que va a lo suyo, a poner su huevo de propaganda y le da igual lo que le preguntes… A veces se lo he dicho, así, abiertamente: "Corta el rollo, que esto que me estás contando no te lo crees ni tú". A veces tienes que cortar así a lo bestia para que la gente no se te vaya por los cerros de Úbeda…
Me cuenta usted que le impresionó bastante ver en su día a un entrevistador de la BBC hacer catorce veces seguidas exactamente la misma pregunta, palabra por palabra, sin variar ni una coma, a un entrevistado que se intentaba escaquear. Lo común es repreguntar más disimuladamente, lanzarse a un juego de sinónimos, pero este señor de la BBC decidió dejar con el culo al aire al entrevistado preguntando catorce veces exactamente lo mismo, mientras el otro se ponía rojo, rojo, rojo, y no sabía por dónde salir. Bien, sin duda, así debería ser siempre, no dejar que se te escape ni uno vivo. La clave para conseguirlo es ir muy pero que muy bien preparado, no tener dudas y no tener miedo.
Es verdad que yo no me suelo ver en faenas así porque es raro que entreviste a políticos, y cuando les he entrevistado, casi siempre era buscando el abordaje de otras facetas suyas más personales, menos conocidas. Pero volviendo al caso de Gabriel Rufián, no se lo pierda esta semana, es que de verdad que fue delicioso pillar a un tipo en una contradicción tan clamorosa, enfrentarle con su propia incoherencia…
Ya puestos, y del tirón, me pregunta usted qué salida le veo yo a todo el follón catalán… Bueno, yo estoy a favor de un diálogo de verdad. Lo único que me parece de verdad inaceptable es que sean incapaces de hablar entre ellos.
¿Para cuándo un buen 'chesterazo' en propia puerta, que el que se siente en el Chester como entrevistado sea yo? Huy, yo todavía me veo muy poco interés como entrevistado, me falta mucha madurez, ¿no le parece?