Llegamos a entrevistar a Lucía Bosé (Milán, 1931) el fotógrafo Moeh Atitar y servidora como Hansel y Gretel buscando la casita azul de Brieva, en la provincia de Segovia. Nos guían el GPS y Ana, una amiga tan íntima de Lucía que ya le han cambiado el nombre a “Tu-Ana”, la Ana de ella. Atravesamos los campos machadianos bajo una bruma enigmática que parece guardar luto por Bimba. Todavía nos cuesta creer que vayamos a ser bien recibidos en mitad del luto. Llegamos y la casa azul es como una Casa de Bernarda Alba al revés: todo es belleza, plenitud y una muy bien medida alegría.
Podemos hacer fotos de lo que queramos, de los múltiples retratos de Frida Kahlo y sobre todo de Maria Callas, todos ellos cubiertos de perlas. Lucía se dedica a bombardearlo todo de perlas últimamente, incluida una foto de Lola Flores y otra de sí misma que le ha pedido el bailarín Nacho Duato. Somos admitidos en el fortín azul siempre que no saquemos fotos que indiquen a otros niños perdidos (pero no invitados…) cómo llegar. “Si no cumples lo pactado, te rompo las piernas”, amenaza cordialmente Lucía hija, Lucía Dominguín, a Moeh. Pura raza, oye.
¿Cómo se encuentra, Lucía?
Muy bien. Estoy aquí recluida, estoy feliz, encantada. Ya me he retirado de todo. Quiero quedarme aquí tranquilamente.
Ha sido una vida y una carrera muy intensa, sí…
Bueno, tampoco tanto porque en mi época no se hacían tantas películas como ahora, se hacía una al año. Yo tuve la suerte de trabajar primero con los mejores directores italianos, luego vine a España y también me llamaron los mejores.
¿Y cómo y por qué se pasa de eso a vivir recluida en un pueblecito de Segovia?
Yo cuando empecé a hacer cine con 18 años de edad, el primer día que me senté delante de la cámara, me dije: aquí, o tú me comes, o yo te como. Prometo que te daré a ti, al cine, el 50 por ciento de mí. Pero el otro 50 por ciento me lo quedo para mi vida. Y por eso me he salvado lo que no se han salvado otras. Nunca he sido una actriz que sólo vivía para su trabajo. He trabajado mucho pero también he vivido, he viajado. Recuerdo que Viola, el pintor, me llamaba traidora. Por eso, por no dar el 100 por cien a mi trabajo. Mi trabajo me lo he tomado muy en serio, pero no le he entregado mi alma. No creo que yo haya sido una gran actriz.
Bueno. No todos estamos de acuerdo con eso, sabe...
No, si yo he sido muy profesional, no creo que nadie se pueda quejar de mí. Pero no quería ser una diva y menos aún ser devorada por ese fuego. Creo que en la vida no tienes que permitir que nadie te devore. Ni un trabajo, ni un marido, ni un amante, ni nada. Sé siempre tú la que manda, la que dirige.
¿Y cómo se hace eso siendo actriz de cine y estando casada con Luis Miguel Dominguín, nada menos?
Yo creo que para empezar me equivoqué siendo actriz, debí elegir otra profesión, siempre creativa, pero otra cosa, a lo mejor cantante de ópera. Y la otra gran locura de mi vida fue, en efecto, Dominguín. ¿Qué hace una chica de Milán casándose con un torero?
Vayamos por partes. Aunque se arrepienta de haber sido actriz, ¿qué película o películas salvaría de todas las que ha hecho?
Salvarlas, todas, porque todas las hice con la mayor seriedad. Además, entonces el cine era otra cosa. No había agentes, nos conocíamos todos, Roma era como un pueblo de gente del cine, si alguien te quería para una película te lo decía directamente, porque ya había escrito ese papel pensando en ti. Vivíamos todos juntos, cenábamos todos juntos en los rodajes, éramos como familia.
Yo recuerdo el día que me pidieron que rodara tal escena y yo pregunté: "Pero el director, ¿dónde está?" Me dijeron que en la habitación de al lado. Y allí a mí se me cayeron las bragas al suelo, en serio. Me quedé paralizada y no podía seguir actuando. No podía rodar si él no estaba delante. Es como un niño que se niega a comer si no está su mamá. Me sentí abandonada, traicionada. Entonces salió el director y dijo: "Anda Lucía, no seas imbécil, que esto ahora se hace así". Allí comprendí yo que mi época había pasado, que ya no había sitio para mí en el cine. Porque el cine ya no era el cine, mi cine.
Hablemos del salto a España…y a Dominguín.
Bueno, nada más casarme, el torero me obligó a abandonar el cine, claro. Menudo machista era. Cuando vi la primera corrida de toros yo pensé, qué horror, me caso con un asesino.
Además, tengo entendido que la primera corrida de toros que vivió en toda su vida fue particularmente… dura.
Saltó un espontáneo, el toro le metió el pitón por el pecho y lo paseaba por toda la plaza, mientras el público protestaba: "Uy, se ha estropeado este toro...". Cuando alguien me tradujo lo que decían, porque yo todavía no hablaba bien español entonces, yo me dije: "Uy, anda que no he metido la pata casándome con un torero...". Me quería divorciar allí mismo, vamos...
En cambio, todo el mundo lo tenía claro, hasta el punto, tengo entendido, de que cuando Ava Gardner estaba con Dominguín, se negó en redondo a presentárselo. "Tú nunca conocerás a Lucía Bosé", dicen que llegó a decirle, enloquecida.
Sí, sí, es verdad, y eso que nos hicimos muy amigas. Pero es verdad que ella siempre tuvo claro esto.
¿Y qué veía Ava Gardner en usted que ella no tuviera y que le daba tanto miedo que enamorara a Dominguín?
No lo sé. Además, yo al torero le conocí por casualidad...
¿Y cuál fue la primera impresión?
Me cayó como un tiro. Me pareció muy fanático y un chulo.
Pues ya tiene mérito que a partir de ahí…
Bueno, es que fueron pasando muchas cosas, Goyanes era el productor de la película que yo rodaba entonces, Muerte de un ciclista, con Bardem. Creo que se cruzaron muchas apuestas a que él me conquistaría. Cada vez que yo entraba en el set de rodaje se ponían todos a cantar “to-re-a-dor”...
El caso es que al final el torero se sale con la suya y usted se casa con él.
No me había dado ni un beso cuando lo decidió: tú y yo nos casamos. Machista, machista, machista...
¿Y usted no había tenido ningún otro novio antes?
Sí, un noviete en Italia, un actor de teatro, y así se lo dije a Dominguín: "No puedo casarme contigo porque ya tengo un fidanzato". Y él me contestó: "No te preocupes, eso lo solucionamos en seguida".
¿Cómo?
Bueno, Goyanes organizó cena tras cena, muchas citas, y él cada vez se acercaba más y más, y una noche estábamos bailando, y yo me olí enseguida que estaban todos cruzando apuestas sobre si me dejaba o no me dejaba acompañar por él a casa.
Cuidado que era otra época, bastante puritana. Entonces aquí lo normal era que las mujeres fuesen siempre con moño y había una única peluquería de señoras para todo Madrid. Salíamos siempre acompañadas de una tía o así, nunca salíamos solas. En 1955, 1956, esto era durísimo. A mí me echaron de una cacería con Franco porque llevaba pantalones. Así no puedes entrar, me dijeron. Tuve que ir a casa y ponerme falda pantalón…
Resumiendo, que Dominguín al final la embaucó.
Totalmente. Pero tampoco me arrepiento, con tres hijos estupendos que he tenido.
También se dice que cuando dio a luz a Miguel el parto se complicó hasta el punto de que su vida, la de los dos, corría peligro. Y que el doctor le preguntó a Dominguín: "Si tengo que elegir, ¿salvo a la madre o al hijo?". Y que él dijo: "Salve a la madre, saque al hijo a cachitos, si hace falta".
Es verdad. A Miguel lo tuve por cesárea.
Pero bueno, está claro que Dominguín la quería, ¿no?
Una vez, Tamames, que era tan amigo que casi vivía en nuestra casa, le preguntó: "Y tú, ¿por qué te has empeñado en casarte con Lucía?". Con lo que a él le gustaba la jarana, al torero le gustaban más las putas que el comer… Y él dijo: "Porque yo a Lucía la vi como la madre de mis hijos".
Pues qué gran plan.
Sí, como mujer no es muy consolador.
Entonces usted siempre tuvo claro que él le iba a poner los cuernos a discreción.
Lo asumí desde el primer día en que me casé. Además él me lo contaba. Y aunque no me lo hubiera contado: si abro el armario y me encuentro a otra mujer escondida dentro...
¿Y cómo lo llevaba?
Pues lo llevé hasta que pude. Cuando no pude más... va fan culo.
Y usted a él, ¿le puso los cuernos?
Jamás.
Pues no sería por falta de oportunidades.
No creas, en aquella época en España ningún hombre se acercaba a mí…Yo estaba como marcada, todo el mundo sabía que si me tocaban, el torero entraría a matar…Que aunque no matara muy bien, a matar entraba…
De cómo le sentó tener un hijo homosexual ni hablamos…¿no?
Muy mal, muy mal lo llevaba. No se entendieron nunca.
Eso sería duro para usted.
Pues no. Yo me mantenía al margen. Yo soy libre y pienso que cada cual es libre de hacer lo que quiera y de ser lo que es si tiene el coraje de decirlo. En esa época la homosexualidad era tabú, todo se tapaba. Pero yo no me meto, que cada uno haga lo que quiera con su vida, como yo siempre he hecho lo que me ha dado la gana. Ni el torero pudo conmigo, fíjate.
Pero hay momentos y momentos, Lucía. Por ejemplo, el famoso tuit homófobo contra su hijo Miguel después de la muerte de su nieta Bimba.
No he visto ese tuit.
¿Seguro?
No, no me he enterado.
¿Me lo creo? ¿No me lo creo? Lucía es lo suficientemente mayor y sabia como para vivir dándole la espalda a Twitter. ¿Es posible que todos los que la quieren y la protegen la hayan aislado de esta y otras pequeñas infamias? Por otro lado en sus ojos de ámbar se agitan graves destellos.
¿Siempre al margen, Lucía?
Al margen de todo.
Y lo de Bimba, ¿cómo lo lleva?
De eso... De eso prefiero no hablar...
Aquí sí: Lucía se rompe en un sollozo. Uno solo, largo, elegante y entero como es ella. Con 86 años, con el pelo teñido de azul, en mallas de terciopelo y crocs, y con las manos manchadas de edad. Pues sigue siendo una mujer hermosa y mitológicamente digna. Llora como una reina, como una diosa. Como debió llorar Maria Callas junto al lecho de muerte de Onassis mientras Jackie Kennedy esquiaba...
Quedamos en que Lucía nunca le puso los cuernos a su torero. Pero después, ya divorciada, historias de amor no le han faltado.
Todo lo que he podido. No he sido ninguna santa.
¿Alguna historia de amor que recuerde con especial cariño?
He tenido amores, incluso uno muy grande, una persona a la que amé mucho. Pero sí debo admitir que el torero fue la gran pasión de mi vida. Yo con 25 años era virgen, da hasta vergüenza decirlo, ahora no se lo cree nadie, pero entonces era así, las mujeres no se acostaban con los hombres, se toqueteaban, pasaba de todo, te ibas a tu casa más sobada... Pero de rematar, nada.
Me soplan que ha tenido relaciones muy satisfactorias con hombres bastante más jóvenes.
Sí, y es algo que recomiendo mucho. Los jóvenes y guapos me siguen gustando mucho. Los deportistas...
Sin embargo, hay mujeres que no se sienten cómodas con hombres más jóvenes. Parece que la biología juegue en contra, que estés más en desventaja que si la diferencia de edad es al revés...
Hay dos tipos de mujeres: las que necesitan tener un hombre al lado para sentirse mujeres y las que no. Yo pertenezco al segundo tipo. Desde que me separé eso lo tengo clarísimo. Me he podido volver a enamorar mucho, pero ni me he vuelto a casar ni necesito un hombre a mi lado. Me gusta ser una solitaria. No la soledad sino ser solitaria, que es otra cosa. Me gusta mucho la gente, que vengan a verme, pero no quiero tener un hombre todo el tiempo al lado.
Pero…
Mira, cuando yo era pequeña y vivía con mi familia en una casa de campo cerca de Milán, y bombardearon los ingleses –por eso yo nunca he podido aprender inglés…-, mi familia lo cargó todo en el carro para irnos, mi madre me dijo: "Lucía, espera aquí que luego volvemos a recogerte". Pero yo vi que todo y todos estaban arriba del carro y no me quise quedar atrás. Colgaba una cuerda del carro, me agarré fuerte... Al cabo de un rato oigo que mi madre grita: "¡Nos hemos olvidado de Lucía!". Y yo con mi vocecilla: "No, mamá, estoy aquí...". Y ella, aliviadísima: "Menos mal que has hecho algo bueno". Pues yo de esa cuerda no me he olvidado en toda mi vida. Esa ha sido mi salvación. Si no te agarras tú a ti misma, y bien fuerte, no esperes nada de nadie más, no te va a salvar nadie…
¿Está enamorada ahora?
Noooo.
Ni ganas, deduzco.
No, qué espanto...
Nunca es tarde…
Es verdad, mañana me puede pasar por delante un guapo y... Pero ahora mismo la sola idea me da mucha pereza.
Mejor cuidar de su museo de los ángeles.
Ahora lo tengo cerrado porque se me acabó el dinero. Ay, si en vez de con un torero me hubiese casado con un rico.
Intente hacer como la baronesa Thyssen.
Es igual, con museo o sin museo yo sigo creyendo que los ángeles, los maestros invisibles, me protegen.
A mí también.
Yo no creo en la muerte. Creo que este cuerpo, este saco de mierda, lo dejamos aquí para irnos a otro sitio, a otra dimensión, libres de todos los achaques.
De repente, Moeh, el fotógrafo, no se puede contener. Y tercia:
¿En quién le gustaría reencarnarte?
En Maria Callas.
¿Ves? Lo sabía, pienso antes de volver a la carga:
Maria Callas fue la más grande, pero no fue muy feliz.
Ya, pero es que yo no busco la felicidad. Yo sigo agarrada a aquella cuerda de cuando era niña. Yo no sé lo que es la tristeza. Soy una persona feliz y serena, cuando veo venir la tristeza, le cierro la puerta.
Bueno. ¿Volveremos a verla pronto por Madrid, por ejemplo, en los toros? ¿Sabe que ahora hay toda una movida con Simon Casas para convertir Las Ventas en un polo cultural de primer orden? ¿La veremos por allí?
¿Ah, a los catalanes ya se les ha pasado lo de prohibir los toros?
No, a los catalanes no, pero Madrid resiste.
Uy, yo no voy. No he vuelto a ver una corrida en mi vida. Ni al torero fui a verle nunca a la plaza. Dicho esto, no sólo no soy antitaurina sino que siento un gran respeto por los toros. Es un arte que no puede desaparecer, que hay que honrar.
Parece que... ya está. Nos enseña su taller, sus cosas, sus pájaros…Nos acompaña al patio donde una veintena de gatos suelen venir a comer de gorra y a la puerta azul donde nos recibió, y ahora nos despide con un agravante de ternura en el gesto y en la mirada. Tanto calentó mi corazón en cosa de minutos... Y lo mejor fue al despedirse de Tu-Ana, cuando ella me cuchicheó al oído: "Qué bien que hayáis venido, ha pasado un rato contenta".
Noticias relacionadas
- El particular homenaje a Bimba Bosé de su hermana Lucía Tristancho
- Marta Sánchez nos confiesa que notó que se moría Bimba Bosé desde la Patagonia
- David Delfín empapela Madrid con una imagen de Bimba Bosé
- Dora, la hija de Bimba Bosé, canta 'Me siento bien' al mes de la muerte de su madre
- Cayetana Guillén Cuervo: "Me partió por la mitad leer aquel tuit homófobo contra Miguel Bosé volviendo de despedir a Bimba"
- Lucía Bosé habla por primera vez tras la muerte de Bimba