Gregorio Morán (Oviedo, 1947) lo ha sido todo en el oasis catalán al que llegó a principios de los 90, atraído por los cantos de sirena del entonces director de La Vanguardia, Juan Tapia, y por la promesa de una ciudad más liviana y preclara que Madrid, más junto al mar. Durante décadas sus Sabatinas Intempestivas han caído como cuchillos mucho más que carnívoros, omnívoros de inteligencia, cruda y despiadada a veces; mas nunca al servicio de la cobardía o de la mala fe. Tres veces le censuraron tres, y a la tercera fue la vencida: de todos los corazones en vilo que hay ahora mismo en Cataluña, casi se para el suyo. Le dio un infarto. A la vuelta del cual se ha encontrado con una carta de despido de La Vanguardia que a unos asombra y a otros espanta, ambos efectos es de suponer que buscados adrede. Como los de la cicuta escanciada a un tal Sócrates…
Perdone que le imite y que no me ande con rodeos. ¿Qué ha pasado?
Pues que me han echado. La Vanguardia ha considerado que mis servicios ya no eran necesarios y ha rescindido mi contrato justo cuando yo acababa de salir de una enfermedad.
¿Del infarto, quiere decir?
Sí.
¿Del infarto que le dio después de que le censuraran su último artículo? ¿Nos atrevemos a establecer una relación de causa y efecto?
Bueno, eso tienen que decirlo los médicos, pero sí es verdad que la situación en el periódico incrementó mi tensión de modo muy importante. A ellos también les subió, pero no les dio ningún fallo cardíaco.
'La Vanguardia' y 'El Periódico' viven de la subvención a la edición en catalán cuando los ejemplares los regalan, los catalanistas leen otros periódicos
¿A lo mejor es que hay que tener corazón para usarlo?
Es imprescindible, sí.
Es verdad que con lo suyo nos hemos quedado todos de un aire…
Mire, al final va a ser cierto el dicho ese de que Dios ha muerto, Nietzsche ha muerto y yo me encuentro fatal. Metafóricamente o no tanto, en toda Cataluña la situación es de infarto. Toda la sociedad está enferma. Primero la abrieron en canal. Y ahora, el atentado, cómo no, ha sacado lo mejor pero también lo peor de nosotros mismos. Los efectos colaterales de ese atentado son toda una radiografía del país.
Pero no se calle, hombre. Abunde, abunde.
Que el lema fundamental de la manifestación fuese no a la islamofobia me parece de una hipocresía absoluta. Las víctimas estaban todas desaparecidas de las pancartas y de las intenciones de los organizadores, cuyo énfasis político estaba todo puesto en el separatismo. Esto prácticamente no se ha podido contar en la prensa.
Y a partir de ahora, menos.
Yo creo que cesarme a mí justo en vísperas de mi primer Sabatina de septiembre lo dice todo. Ellos tenían muy claro que no querían pasarse de aquí al 1-O censurándome todas las semanas. Pues nada, a la calle, como ahora además en la prensa hay una impunidad absoluta, pueden hacer con nosotros lo que quieran. No hay recursos de defensa ni solidaridad posible, porque el que tiene trabajo, un trabajo precario, lo quiere conservar como oro en paño. Esa es una de las claves de mi situación y de la del país, que es peor que la mía. Al fin y al cabo yo me estoy recuperando bien, mi vida cada vez va volviendo a ser más normal, mientras que el país cada vez está de un estrambótico más fascinante.
Déjeme decir que yo me he leído el artículo de marras, el que le censuraron, y me he quedado un tanto perpleja. Se los he leído mucho más ácidos…
Sí, yo también.
¿Es porque se metía con el director del periódico con nombres y apellidos?
No. Es porque lo que era válido hace unos meses ahora ya no lo es. Han cambiado ellos, no yo. Lo que antes se permitía, ahora no se consiente. Yo creo que todo esto responde a que la dependencia de las subvenciones subterráneas de la Generalitat es absoluta. El hecho de que los dos periódicos fundamentales de Cataluña, La Vanguardia y El Periódico, tengan como fondo de recursos la edición en catalán que no puede ser más minoritaria, porque los catalanistas leen otros rotativos (Punt Diari, Ara…), que en la práctica se edite un churro en catalán y un doble churro en castellano sólo se explica por eso, por la subvención. Los ejemplares en catalán hay que confesar que se regalan.
Si tú estás en un hospital a las once de la mañana, ves que llega un señor y deja un gran paquete de vanguardias en catalán. En esta situación, mantener una posición crítica respecto a la Generalitat y todo lo que cada día se les ocurre -la última ocurrencia es que quieren crear un ejército-, es muy complicado. Y La Vanguardia ha optado por matar al mensajero.
'La Vanguardia' hizo como que volvía a centrarse para cobrar tanto del Estado como de la Generalitat, en cuanto la Generalitat exige romper con el Estado, tienen que elegir pagano
Pero La Vanguardia, después de comprometerse hasta las trancas con el procés, parecía haber dado marcha atrás, haber tratado de recuperar aquella apariencia de ecuanimidad y transversalidad que fue marca de la casa durante tantos años. ¿Toda esta operación de repintado del seny no salta por los aires con el despido de usted?
Bueno, en realidad ellos intentaron volverse a centrar para cobrar subvención tanto de la Generalitat como del Estado, en el momento en que la Generalitat lo que exige es romper con el Estado, les obliga a elegir entre un pagano y otro. Y eligen. Y los lectores no cuentan, están casi de atrezzo, como el público en un programa de televisión...
¿Tan definitivamente mal están las cosas que no cabe esperar ninguna clase de solución, de desenlace amable?
La manifestación por el atentado pudo haber sido un lugar de encuentro y de suavización de posturas, pero no. En el momento en que se decide encargarle el servicio de orden a la ANC, eso es como poner al lobo a cuidar a las ovejas. Era una manifestación toda ella organizada para la mayor autosatisfacción del secesionismo. Tanto Mariano Rajoy como el el rey Felipe sabían que iban a ser recibidos como lo fueron.
Las cinco primeras filas estaban llenas de estelades y de todo lo que habían montado los de la ANC, que están tan subvencionados como Òmnium Cultural y como todos los demás. Ahora ya han empezado a decir que con un 30 por ciento de participación en el referéndum ya les vale. Si se hace este va a ser un referéndum mucho más a lo bestia que cualquiera que planteara nunca el franquismo, donde uno solo votando no era el aval de millones de votantes del sí. Como lo que era mi propio papel en La Vanguardia, en un mar de estelades y de gente que no se distinguía precisamente por su valor cívico, mis Sabatinas desempeñaban un papel de ruptura. Eso se ha vuelto imperdonable en esta sociedad a donde muchos nos vivimos a vivir voluntariamente, por eso nos sorprende más…
Encargar el servicio de orden de la manifestación a la ANC era como poner el lobo a guardar a las ovejas
Cuénteme, Morán. ¿Usted por qué se fue a escribir y a vivir a Cataluña?
A muchos nos pareció en su día una sociedad más abierta que la madrileña, por decir algo. Eso ha cambiado mucho. Ahora es una sociedad agresiva, con signos evidentes de violencia aunque no aparezcan en los medios ni se reconozcan oficialmente. La paz social de aquí ahora consiste sólo en que el poderoso no tenga contrincante. Esto es como un circo, con sus payasos, sus trapecistas, sus leones domesticados, sus monitos que hacen monerías, y la orquesta como la del Titanic, tocando en pleno hundimiento.
¿Sugiere que la censura es mucho más amplia de lo que se sabe?
Tras los atentados, cuando el Ministerio del Interior daba 13 muertos, la Generalitat quería dar los menos, la cifra más baja posible. Entonces el conseller Joaquim Forn, un talibán secesionista de toda la vida, que en eso no engaña a nadie, que siempre ha sido un desvergonzado absoluto, iba diciendo que sólo había 2 muertos. Y luego que si 2 muertos catalanes y 2 muertos españoles. Y el olvido de la gran cantidad de turistas que han muerto... Claro, después de la campaña de turismofobia lanzada a bombo y platillo por la CUP, ¿qué hacemos ahora con los turistas muertos? El olvido es absoluto. Y otras cosas que ocurrieron y que no se dicen…
¿Por ejemplo?
El desvalijamiento absoluto del mercado de La Boquería. Aprovechando el río revuelto arrasaron con los puestos y se llevaron de todo. Nadie se pregunta si eso lo hicieron españoles, marroquíes o turcos, el caso es que un montón de gente asaltó el mercado. Esto no ha aparecido en los medios pero sucedió. Igual que sucedió lo de cantidad de gente grabando a los muertos y a los heridos con su móvil pero sin ayudar a nadie. Claro que eso forma parte del mundo de la imagen tan caro, precisamente, al terrorismo islámico.
El talibán de Joaquim Forn trató de minimizar el número de muertos y se olvidó de todos los turistas
También hubo cierta cortina inicial de silencio sobre la explosión de la casa de Alcanar...
Y más cosas. En toda esta operación de mitificación de los Mossos d’Esquadra se han querido tapar muchos errores. Como el caso del mosso que vació un cargador entero sobre el coche donde había un ciudadano ya muerto, apuñalado por el yihadista que le robó el vehículo. Cuando el mosso acabó de disparar lo que tenía se comprobó que ni una sola bala le había dado al coche… El mosso de Cambrils sí tenía buena puntería porque había estado en la Legión y allí por lo menos le enseñaron a disparar. Todo esto es lo que no te deja contar una sociedad mitad autosatisfecha, mitad acojonada.
Me está entrando más miedo del que ya tenía.
El CIS catalán ha hecho un análisis de las últimas elecciones, y resulta que a la CUP la votaron las clases más altas de Barcelona, el semillero de votos lo tienen en Sarrià, lo cual resulta realmente llamativo. Unamuno ya decía, catalanes, os pierde la estética. En realidad él llamaba benévolamente estética a la frivolidad, porque además ya se ha visto cómo todos estos valientes luego salen corriendo a defender su patrimonio…
Pero usted se vino a vivir a esta tierra de estetas y de frívolos.
Yo ya estaba bastante harto de Madrid, donde llevaba muchos años, cuando el entonces director de La Vanguardia, Juan Tapia, me ofreció escribir allí. Empecé en 1988 y en 1990 ya me instalé a vivir. Me parecía un buen sitio para estar, era una sociedad que se preparaba para los Juegos Olímpicos, llena de iniciativas. Con su humedad, con sus buenos espacios para caminar…
A la CUP le han votado las clases altas de Barcelona, el semillero de votos lo tienen en Sarrià
¿Y ahora, se plantea irse por donde había venido?
Hombre, si te echan de un sitio, no es que lo veas o no lo veas. Pero, en fin, si hemos resistido frente a la dictadura, cuando nos decían, si no le gusta España, váyase... Ahora te dicen lo mismo, que si no estás conforme, que te vayas de Cataluña. Oigan, pues, váyanse ustedes. Por lo demás no tengo ahora mismo ningún plan preconcebido. En periodismo, ya lo sabe usted, señorita, no hay nunca plan B. Con suerte tienes un plan A.
¿Podríamos empezar a calificar lo suyo de exilio interior?
Yo creo que llevo ya más de un año así. Gente que eran amigos míos cambian de acera al verme. Vivimos como en épocas del totalitarismo más absoluto. Gente que dejó de tratarme, que desapareció del paisaje de mi vida…He padecido el aislamiento más absoluto. Mire, en La Vanguardia trabajan tropecientos periodistas, cuando me despidieron, a mí sólo me llamó uno…
¿Quién?
No diré quién es, pobre. Lo brearían.
En el artículo censurado mencionaba usted, sin entrar en detalles, que fue amigo del actual director del periódico, Màrius Carol, pero que ya no lo es. Ya qué más le da contarnos los detalles.
Màrius Carol y yo dejamos de ser amigos porque en mi opinión su comportamiento en la dirección del dominical era el de un chorizo. Había una concatenación de intereses entre su mujer, que llevaba y lleva un gabinete de relaciones públicas, y él que llevaba un dominical, que era un gran recipiente publicitario. Ante eso La Vanguardia optó por aplicar una PLA (Patada Lateral Ascendente) y mandar a Carol a cubrir la Zarzuela. Luego, por esos misterios de la política y la vida social, acaba de tertuliano eficaz y por último de director. Pero yo nunca he vuelto a hablar con él en mi vida…
Pujol no quería inmigrantes que hablaran español sino musulmanes dispuestos a hablar lo que mandaran las autoridades
¿Cómo es esa vida suya? ¿Cómo es un día en la vida de Gregorio Morán?
Me levanto a las ocho todos los días. Sigo una dieta rigurosa, se acabaron las grasas y los azúcares.
¿Para siempre o sólo por un rato?
Hay que decir por un rato cuando sabes que es para siempre. Es como el te querré para siempre, que tú ya sabes que no. Tomo, en fin, un desayuno moderado. Me voy a comprar la prensa. Cada vez es más difícil comprarla en papel. Yo vivo en el Guinardó y me acerco andando al quiosco para comprar El Mundo, El País y El Periódico. La Vanguardia, por razones obvias, no la compro.
Ya tenemos la prensa en papel bajo el brazo.
Compro alguna otra cosilla para comer, porque en casa cocino yo, para mí y para mi mujer. Vuelvo a casa, leo la prensa y comemos siempre a la una, que es la hora más razonable. Por la tarde pues leer, trabajar y escribir… Sobre todo leer ahora, sobre todo literatura, cuanto más exótica, mejor.
¿Y su familia qué dice de todo lo que le está pasando?
Pues no hablamos mucho del tema, porque ellos están tan perplejos como yo, supongo, y porque yo, contra lo que pueda parecer, no soy nada discutidor. Fíjese que nunca he ido a una tertulia. Prefiero seguir siendo plumilla.
Ya de camino a la puerta, hábleme un poco de Jordi Pujol. Usted llegó a Cataluña en el apogeo del pujolismo…
Yo entré directamente en el oasis, que, está mal decirlo, creo que fui el primero en La Vanguardia en llamarlo así. Esto me costó ya las primeras censuras, porque claro, entonces Pujol era visto como el indiscutible redentor de la sociedad catalana en su conjunto. Otra de las cosas que poca gente se atreve a decir en voz alta es que Pujol hizo todo lo que pudo por promover la inmigración magrebí en detrimento de la latinoamericana, porque estos ya llegaban con el castellano aprendido, un castellano mejor que el nuestro, por cierto, y los magrebíes estaban dispuestos a aprenderse la lengua que dijeran las autoridades…
Algo había oído, sí.
Era aquel un oasis compartido con la falacia, que aparentemente funcionaba, de mira qué sociedad tan ideal que tenemos, que cada uno gobierna un lado de la Plaça Sant Jaume. Con el tiempo se vio que la diferencia entre unos y otros era mínima. Pero una parte de la sociedad insiste en pensar que el día que nos quedemos solos, esto será la hostia. Salirse de esa orgía de autosatisfacción te generaba algún problema a la hora de escribir, pero por aquella época eran bastante benévolos. Aunque ciertamente Pujol se hacía autoentrevistas en los periódicos, donde él mismo escribía tanto las preguntas como las respuestas…
Dejé de ser amigo de Màrius Carol porque en mi opinión se comportaba como un chorizo al frente del dominical de 'La Vanguardia'
Recuerdo una que salió en La Vanguardia sin firmar, sí…
Bueno, y lo que usted no sabe es que Pujol la había mandado en catalán, la entrevista, y tuvieron que llamarle para recordarle que, en aquel momento, el periódico sólo se editaba en castellano. ¡Ni siquiera se atrevían a traducirle! ¡Palabra de profeta! La tradujo él mismo y la volvió a mandar.
Quién le ha visto y quién le ve, a Pujol…
Pues todavía el último día que fue a votar, haciendo cola en General Mitre, uno le increpo y le dijo, chorizo, ladrón, y la gente de la cola salió en defensa suya, pidiendo más respeto para nuestro expresident. Vivan las caenas... porque aquí hay una tradición carlista de aquí te espero.
¿A dónde vamos? ¿Qué va a pasar el 1-O?
Ese es el secreto mejor guardado. No lo sabe nadie, ni Rajoy. Unos avanzan, otros están fijos. La última es que con el 30 por ciento de participación ya les vale. Rajoy tampoco me da a mí ninguna confianza de que el referéndum no se va a celebrar, al margen de lo que dice. Vamos a lo que grandilocuentemente llaman choque de trenes cuando no pasa de ser el choque de un tranvía con un tren. Vamos de daneses y no pasamos de ser Kosovo…