Sara Sálamo ha vuelto a cambiar las tornas, como hace siempre que se manifiesta públicamente por las causas que considera justas. En esta ocasión ha cambiado su trabajo como actriz por la batuta de la dirección y la producción de un corto propio, La manzana, en pleno proceso de emancipación creativa.
Aquí nace una cineasta con mirada hipersensible, enganchada al detalle, que pretende aportar a la industria el feminismo que lamentablemente no pudo disfrutar ella -con su triste experiencia en abusos sórdidos, ya sean de corte callejero, desde niña, o en el propio set de rodaje mientras interpretaba una escena erótica-.
En los últimos tres años, además de trabajar como actriz, se ha dedicado a estudiar guion y dirección. "Durante la pandemia publiqué una novela [El ocaso del mono que arañaba la pared, editada por Martínez Roca] y me llamó una productora para llevarla al cine dirigida por mí, pero no me sentía preparada porque no tenía ni idea de cuestiones técnicas. Quería mejorar en el trabajo de contar historias. Ahora me siento segura y puedo aventurarme", sonríe Sálamo.
Este proyecto, en el que se ha rodeado de un equipo íntegramente femenino, la tiene llorando de felicidad. En un par de semanas la postproducción quedará impoluta y empezará a trabajar con la distribuidora y a presentarlo a festivales. Charlamos con una de las mujeres más molestas para el machismo patrio en su semana grande, en su semana santa... en su semana Rubiales.
P.- Este corto habla de tu propia infancia. ¿Qué tipo de niña fue Sara Sálamo?
R.- Una niña muy parlanchina. De hecho, cambié muchísimas veces de colegio por voluntad propia, que es algo extraño en un niño. Cada dos años le pedía mis padres que me cambiaran porque quería conocer gente nueva, tener nuevos retos. Tenía esa peculiaridad. Y cada año, en el colegio que estuviese, los tutores llamaban a mis padres para decirles que hablaba por los codos (ríe). Pero siempre he sido una alumna de muy buenas notas, muy exigente conmigo misma. Si sacaba un notable me enfadaba. “¿Quién sabe cuál es el río que pasa por…?”. “Ya, ya, Sara, ya sé que tú lo sabes” (ríe). También he sido siempre muy sensible. Hipersensible. Ahora, con los años, como empezamos a nombrar las cosas, podría decir que soy “PAS”, una “persona altamente sensible”.
P.- Este trabajo está dedicado a las mujeres de tu familia.
R.- Sí, a mi madre, a mi abuela, a mi tía… todas las mujeres que me rodean son mis referentes, son muy trabajadoras y persistentes, tienen buen carácter y van a por lo que quieren sin dejar de ser amables y buenas con el resto. Yo siempre me he fijado mucho en los detalles y me he percatado, desde niña, de la belleza de las cosas cotidianas. Y de ahí nace también La manzana. Me acuerdo que cuando mi madre o mi abuela pelaban una manzana, la cáscara era infinita, podían pelar entera la fruta sin que se rompiese la cáscara…
P.- Qué hermoso eso. Todo respira en los detalles.
R.- Sí, eso creo. Los detalles son los que verdaderamente marcan tu vida, tu personalidad . Pero tienes que reparar en ellos. Son capaces de cambiar un viaje o una historia. Mira, crías a dos hijos de la misma madre y del mismo padre y cada uno vive de forma diferente cada situación: vamos de la mano por la calle y uno ve que hay una persona en un bar que le saca la lengua, y el otro no. Ese detalle y cómo se ha sentido en esa circunstancia, y en tantas otras, va forjando la personalidad.
P.- ¿Cuándo te diste cuenta de que tu vida iba a ser más difícil por haber nacido mujer?
R.- No fui consciente hasta hace bastante poco. No lo supe de niña o de adolescente, no era capaz de entender que las cosas que me pasaban eran por mi género. Y mira que pasaban cosas. Acoso en el colegio, acoso desde niña. Iba con mi madre por la calle y de repente un señor de 60 años me metía la mano por debajo de la falda. Cosas que hemos vivido la mayoría de nosotras.
Eso de tener que inventarnos cosas… recuerdo volver con 14 o 15 años a casa, ya oscurecía, y tenía que estar ‘gritándole’ a un padre o hermano o novio imaginario al final de la calle “sí, ya voy”, para que pensasen que estaba acompañada y no me hicieran nada. Esas cosas ellos no las viven, no han interiorizado lo que es ir por la calle con la llave entre los dedos por si acaso. Y todo esto sin caminar por ninguna zona conflictiva, sino de forma habitual. Es habitual tener miedo.
"He vivido el acoso desde niña: iba por la calle y un señor de 60 años me metía la mano por debajo de la falda"
P.- ¿Cómo ha sido para ti pasar de ser hija a ser madre? También se ha estereotipado mucho la imagen de la “buena madre”, de la madre perfecta, incansable, siempre bellísima y servil…
R.- Totalmente. Como todo, tiene su parte buena y mala. A mí mis hijos me hacen estar viva, estar presente, estar atenta a cómo se ríen, a cómo huelen. Me hacen mejor persona, menos egocéntrica, más responsable aún de lo que ya soy, si cabe. Pero todo tiene sombras. Yo con la maternidad me encontré cosas que no me habían contado y que fueron frustrantes para mí: siendo madre nunca es suficiente nada. Todo es autoexigencia y exigencia.
Quieres ser la mejor en tu trabajo, quieres trascender a nivel laboral, destacar, ser madre, estar presente, dar teta a demanda hasta que el niño tenga dos años y medio, como me ha pasado con el último… darles comida ecológica, nutritiva, con un plan semanal para que estén bien. Quieres ser, como yo, psicóloga de tus hijos, sostener su llanto y su frustración de manera diferente a la que hicieron nuestros padres con nosotras… y todo teniendo en cuenta nuestra propia salud mental, controlando impulsos después de horas de trabajo y de ser exhausta… ser madre en el siglo XXI me ha llevado al mayor límite de estrés de mi vida.
Pensé que iba a ser una madre hippie, ¿sabes? (ríe). Pero todo lo contrario. Soy una madre demasiado obsesionada por el bienestar de todo.
P.- ¿Qué fue lo que no te contaron de ser madre que te hubiera gustado saber?
R.- Bueno, está el tema del posparto. Mi posparto no fue nada de lo que yo había visto en las revistas respecto a otras mujeres: siempre todas estupendas, delgadísimas, maquilladísimas, con la casa perfecta… como si no hubiera pasado nada. Yo estaba destruida física y psicológicamente. Destrozada. Y desarrollé muchos miedos, mucho pavor. Estaba sin dormir siempre, dando la teta cada diez minutos, día y noche. Me gusta dar voz a otras maternidades, porque hay muchas personas que aún sienten que no debeos quejarnos. Pues no: si me siento destrozada, voy a decirlo.
P.- Hablemos de la conciliación familiar. Tanto tu pareja, Isco, como tú, tenéis profesiones muy exigentes. ¿Cómo se os ha dado eso? ¿La implicación de los hombres va mejorando, como parece?
R.- La conciliación sigue siendo una utopía para mí. Antes hablábamos de mi madre. Pues sin ella no hubiera podido seguir trabajando. Ella se ha pedido vacaciones desde hace cuatro años para que yo pudiera trabajar, se vino a Uruguay conmigo para que yo diera el pecho y pudiera hacer mi película, se ha venido a Granada… y a todas partes del mundo. Sólo una empresa, una productora, puso a mi disposición un espacio adaptado para que pudiera llevarme a mi hijo. La penúltima película en la que trabajé la tuve que dejar porque no tenía con quién dejar a mis hijos y mi pareja no podía encargarse, él esta en otra ciudad, y el rodaje era en Canarias. No pude hacerla.
"Mi posparto no fue como el de otras mujeres de las revistas: todas estupendas, delgadas, maquilladas y con la casa perfecta. Yo estaba destruida y desarrollé muchos miedos"
P.- ¿Has vivido el machismo también como actriz? Es un mundo sometido a mucha cosificación y a abusos silenciados.
R.- Sí. He vivido situaciones muy incómodas. Tuve una malísima experiencia por parte de unos cámaras rodando una secuencia de sexo. Hacían comentarios muy obscenos durante la toma y yo era muy pequeña… y un director, con el cual yo había llegado a un acuerdo sobre qué partes del cuerpo mostrar y cuáles no, durante muchos ensayos, me acabó engañando y montó lo que él estimaba.
P.- Entiendo que al hacerte ahora la batuta como directora te sientes emancipada y puedes ofrecer a otras actrices cosas distintas a las que tú has vivido, afortunadamente.
R.- Es mi intención. Las opciones de cásting que me daban siempre eran papeles de chica hipersexualizada, de novia del protagonista, sin ningún tipo de trama propia, sin aristas, sin anhelos, sin viaje personal. Digo que sí a la mayoría de proyectos porque amo mi trabajo y porque creo que un trabajo llama a otro trabajo, pero siempre te queda esa pena de no poder buscar nuevos retos.
P.- ¿Hay un Harvey Weinstein en el cine español? ¿Por qué aquí no ha salido? ¿Cuál es el problema de enfrentar a los poderosos?
R.- Lo hemos vivido esta semana también. Al final, creo que es normal no querer poner en riesgo tu trabajo porque recibes amenazas de “si cuentas esto, no vuelves a trabajar”, “como se te ocurra decir algo…”. Y a veces no es que sean directas, es que son leyes no escritas que tú entiendes, porque conoces las consecuencias. Y bueno, tenemos la fea costumbre de pagar el alquiler y hacer la compra en el súper y no querer poner en riesgo la comida de nuestros hijos. Es el juego de siempre. No es fácil denunciar.
"Tuve una mala experiencia rodando una escena de sexo: los cámaras hacían comentarios muy obscenos y yo era muy pequeña"
P.- En este corto has trabajado con un equipo femenino al completo.
R.- Sí. Quería energía femenina y quería rodearme de mujeres. En el crew artístico sí que hay tres chicos y tres chicas, pero el equipo técnico es entero femenino. He trabajado con mujeres que conocía de otros proyectos y también con personas que llegaron a mi vida recientemente y estoy muy contenta. Hemos remado mucho, al unísono, y se generó un ambiente de rodaje muy especial. Conseguimos que saliera en muy poco tiempo, en pleno agosto en Madrid… ha sido estimulante.
P.- Una de las grandes reivindicaciones históricas es que no se ha dado trabajo a las mujeres técnico en el cine español.
R.- Sí, sobre todo que no se las hace jefas de equipo. Pero por suerte, la queja sí sirve. No a diario, porque pierde efectividad, pero tenemos que denunciar estas cosas, y denunciar los abusos.
P.- ¿Cómo afrontarías tú una escena erótica como directora en una película bajo la mirada feminista?
R.- Se trata de hacer que los rodajes sean un sitio seguro. Uno de los pasitos que se han dado ha sido la implantación de la figura de “coordinadora de intimidad”. Es una persona que no está de parte del director ni de la directora ni de los actores, es una figura neutra y vigila que el entorno sea seguro y que nadie se sobrepase con nadie. Tenemos que estar cómodas trabajando. No son secuencias fáciles, las de sexo, más allá de lo que el espectador pueda pensar: son duras de hacer y no son nada eróticas en la vida real.
"Es difícil denunciar los abusos machistas de los poderosos: tenemos la mala costumbre de querer pagar el alquiler y de no jugar con la comida de nuestros hijos"
P.- ¿Cómo dibujar personajes femeninos no estereotipados? ¿Cómo subvertir la idea de belleza de los hombres?
R.- Poco a poco nos vamos dibujando nosotras a nosotras mismas y vamos contando nuestras historias. Lo fundamental es que pueda haber una protagonista de 60 años que no sea canónicamente como dicta la sociedad, sino una mujer normal físicamente que pueda ser una súperheroína o lo que la guionista decida que sea. Esto pasa mucho con las personas racializadas. En el último rodaje en el que estuve, hablaba con una compañera, una chica negra que me contaba que siempre la llaman “para hacer de negra”. Y ella preguntaba: “¿De qué parte de África quieres que sea?”. Y le decían: “Da igual”. Cómo va a dar igual.
P.- Has recibido amenazas de muerte por criticar el machismo de Rubiales.
R.- Sí. Pero el feminismo, si no incomoda, es márketing. Esto pasa con cualquier tipo de lucha social. Las repercusiones y las consecuencias son graves. Hay gente muy violenta que no tiene ningún tipo de filtro. La amenaza de ayer… o muchas otras que me llegan a diario… se refieren a mí y a mis hijos, y eso sí que sobrepasa cualquier límite. Asusta, da rabia, da pena. Espero que se pueda legislar.
P.- Es terrible la impunidad virtual.
R.- Exacto. Es que esto se tiene que legislar ya. Espero que no queden impunes las amenazas virtuales. No sé por qué son atenuantes ir bebido, ir drogado o amenazar virtualmente. No soy experta en leyes ni mucho menos, pero lo pido como ciudadana.
P.- Las parejas de futbolistas habéis vivido mucho machismo en esa industria. Desde el “Shakira es de todos” a tu propio caso. ¿Es un mundo especialmente peligroso para las mujeres?
R.- El fútbol es un deporte que levanta pasiones que no levanta otro tipo de deporte. No suelo ver yo a gente en gradas de voleibol o de baloncesto con esta violencia. Para bien o para mal, porque el otro día, en la final del Mundial, era yo la primera que saltaba en el sofá. Pero se ha normalizado, desde los romanos, el hecho de que si estás en la grada puedes verter tus frustraciones, lo mal que estés en el trabajo o con tu pareja… con los de enfrente, como si fuéramos objetos. Se ha esperado que las parejas de futbolistas seamos de una determinada manera. Que estemos calladas, que posemos para la foto, que no tengamos opinión propia. Quieren que seamos como ellos quieren y no es mi caso, no pienso amoldarme.
"La grada espera que las parejas de los futbolistas nos callemos y posemos para la foto: yo tengo opinión y no voy a amoldarme"
P.- ¿Desearían que fueras una mujer objeto?
R.- No lo sé, pero para actuar, que me paguen (ríe). Trato de ser respetuosa y moderada para que mis hijos no hereden un mundo tan violento.
P.- Creo que las feministas agradecemos mucho que Isco se haya manifestado en contra de Rubiales. ¿Por qué tanto silencio en otros futbolistas? ¿Qué sientes cuando él habla, mientras otros callan?
"Isco ha sido justo y honesto en el caso Rubiales: es importante que los compañeros apoyen a las chicas"
R.- Me enteré más tarde de sus declaraciones, porque las di por la mañana y yo estaba en Madre y él en Sevilla, y siento mucho orgullo por él, porque lo ha hecho a pesar de que pueda tener consecuencias para él. Isco ha sido justo y honesto y buen compañero. Es importante que los compañeros apoyen a las futbolistas. Necesitan un ámbito laboral seguro para todos.
P.- ¿Será un buen día para España hoy, si es hoy cuando Rubiales dimite? ¿Dejará eso una España más justa?
R.- Es muy importante que Rubiales dimita, será una doble victoria: la primera, la de nuestras campeonas. Siento que se haya empañado su éxito con lo que ha sucedido. Pero esto será victoria del feminismo y demostrará que no toleramos ningún abuso ni agresión. España será más justa sin Rubiales en el cargo.