Aunque resulta evidente que existen diferentes categorías socio-étnicas de las que los reclutadores se sirven para romper el hilo de cohesión entre el individuo y la sociedad en la que vive, para Patrick Amoyel, filósofo, psicoanalista y director de Entr’Autres, la problemática reside en los agentes comunitaristas, que realizan día a día y con gran eficacia un trabajo de propaganda en la mayoría de los barrios populares. Tanto es así, que entre 12.000 y 15.000 jóvenes franceses se sienten hoy, según las cifras manejadas por este organismo, tentados por el yihadismo.
Por este motivo, el acompañamiento psicológico de los jóvenes interesados (en mayor y en menor medida) en los planes del autodenominado Estado Islámico se antoja esencial a ojos del Estado francés. Sin embargo, no basta con la elaboración de un contradiscurso a la altura de las trabajadas predicaciones difundidas por el grupo terrorista: los jóvenes tentados por el terrorismo, independientemente del nivel de adoctrinamiento psicológico del que han sido víctimas, presentan siempre la ausencia de un proyecto personal.
Una de las prioridades de la asociación Entr’Autres, basada en Niza (Francia), a la que hoy recurre el gobierno de François Hollande, consiste en formar a los funcionarios públicos franceses (comisarios, directores de instituto, trabajadores de centros penitenciarios…) para multiplicar las posibilidades de detectar las derivas yihadistas.
“Nosotros les ofrecemos las herramientas necesarias para interpretar signos de salafismo en los ciudadanos con los que se cruzan día a día”, explica Amoyel, conocido en Francia como ‘El psicólogo de la yihad’, precisando que la tarea de desradicalización se antoja diez veces más cara y más complicada que la de simple prevención, que hoy intentan poner en marcha con la ayuda del Ejecutivo.
La asociación está esencialmente formada por especialistas de la psicología clásica, aunque el equipo ha tomado en los últimos meses un importante tinte interdisciplinar: investigadores en ciencias humanas, islamología, politólogos y antropólogos están presentes en los estudios realizados por esta asociación.
“No existe una guía de base para desradicalizar a un joven hoy”, cuenta Brigitte Erbibou, psicoanalista del proyecto. “Sin embargo, a estas alturas podemos establecer una escala de perfiles, con sus correspondientes métodos de intervención, a través de las muestras representativas del fenómeno yihad que tratamos desde 2013”, continúa.
LOS ‘NO RADICALIZADOS’
“Tratamos con jóvenes en ruptura con su entorno social, que podrían verse tentados por el plan del Estado Islámico en cualquier momento, pero cuyo discurso todavía no se posiciona en el nivel de violencia de lo que llamamos el ‘mental yihadista’, por eso la terapia será psicorrelacional”, cuenta Amélie Boukhobza, psicóloga clínica encargada de acompañar a las víctimas de radicalización.
“Están en la primera fase, pero cualquier factor externo puede hacer que salten a la tercera sin pasar por la segunda”, previene. “Hay que vigilarlos, pero la terapia es la que aplicaríamos a una problemática relacional básica”. En este caso, tanto el individuo como su familia entran en una dinámica terapéutica que permite a los especialistas encontrar la base de ese distanciamiento.
“Nos encontramos frente a un joven carente de un proyecto de vida, con un discurso fatalista, y en este caso nuestra misión consiste en encauzarle de nuevo para que vuelva a conectar con el mundo que le rodea”, continúa Boukhobza. “Nos hemos dado cuenta de que los ‘no radicalizados’ presentan motivaciones absolutamente diferentes de las que vemos en fases posteriores de radicalización”, explica, y precisa que se trata de jóvenes atraídos por pulsiones de orden aventurero, “incluso humanitario”, dice.
Me cuenta que por su parte, las mujeres van a mantener un discurso basado en el anhelo matrimonial. “Vemos casos de chicas jóvenes atraídas por ese modelo de hombre combatiente, en lo que comprendemos como una exploración de una figura protectora”, cuenta la psicóloga.
“Esto crea una doble sumisión”, continúa, precisando que estas jóvenes se muestran dispuestas a someterse a un hombre idealizado, cuando el cuadro psicológico de esos posibles maridos es el de un hombre absolutamente sometido, esta vez a su Dios.
LOS INFRAYIHADISTAS
El gobierno francés, que ha puesto en marcha la creación de una red de Centros para la Ciudadanía y la Reinserción que deberían ver la luz antes de 2017, cuenta con la experiencia de Entr’Autres para prevenir la radicalización en esta segunda fase.
El perfil de los denominados ‘infrayihadistas’ es el más interesante a ojos del Ejecutivo. “Aunque la policía tiene fichados a 9.300 jóvenes radicales islamistas, nosotros manejamos datos que confirman que cerca de 15.000 se sienten atraídos por el concepto de la yihad”, afirma Patrick Amoyel, encargado de aportar al gobierno de Hollande las pautas a seguir con estos casos en sus futuros centros.
“Un infrayihadista es un yihadista potencial, aunque no inevitablemente”, explica. “En esta fase la misión es muy distinta: estos jóvenes ya tienen una armadura psicológica, que ellos o sus reclutadores han creado en torno a sus convicciones”, continúa, y precisa que los especialistas tienen por misión desmontar lentamente esa seguridad que creen irrompible para, de un vuelco, volver a atarles a los vínculos sociales.
“Vamos a empezar desmontando la certeza que este individuo tiene de sí mismo, atacando a cualquier elemento de su día a día”, relata el psicólogo. “Vamos a servirnos de la mayéutica socrática para instaurar en el cerebro de este joven la posibilidad de duda, ya sea sobre la ciencia, sobre una receta de cocina…”, continúa.
“No entramos en la religión, y tampoco en la ideología yihadista como tal. Tan sólo queremos hacerle ver que estar equivocado sigue siendo una opción dentro de su postura inamovible, para poder pasar a la siguiente fase: desmontar el contenido de su radicalización”.
En esta nueva etapa, el equipo de Entr’Autres aborda con el joven su convicción en torno al cuarto Califato, a su lectura del Corán, pero también sobre problemáticas científicas. “Cuando un joven ha llegado a la fase última de radicalización, la negación de la razón y la ciencia es ya una verdadera armadura”, interviene la psicóloga Amélie Boukhobza. “Por eso es esencial abordar con el joven hechos científicos una vez que se muestra abierto a reconocer que puede no estar en posesión de la verdad absoluta”, dice.
Con la ayuda de estos centros prometidos por el gobierno francés, la última fase ideada por estos especialistas debería culminar el proceso de desradicalización: la ayuda a la reinserción. “Por nuestra parte, la terapia continúa creando un sistema mental capaz de albergar un nuevo proyecto de vida, en el que tengan cabida las ventajas de la ciudadanía y el entorno social”, dice el cabeza de proyecto, Patrick Amoyel, consciente de que la ausencia de una alternativa para los jóvenes provenientes de los suburbios franceses tiraría por tierra el trabajo realizado en las fases previas.
La psicóloga Brigitte Erbibou y miembro de Entr’Autres precisa entonces que el fenómeno de la yihad ha comenzado en los últimos dos años a tocar a familias que no formarían parte, en absoluto, del perfil socioeconómico desfavorecido. “Estamos tratando con un joven de Ginebra con padres muy bien posicionados, un general y una médico, con tres coches familiares…”, dice, escéptica a la idea de que el Estado Islámico tenga por único blanco a inmigrantes de segunda generación.
“NO-FUTURE”
“Todo este trabajo sobre el terreno debe de ir acompañado de un compromiso por parte del gobierno”, explica Amoyel. “El clientelismo político en barrios en los que los reclutadores se pasean con total impunidad debe ser erradicado”, continúa, asegurando que su experiencia le ha dejado ver que los denominados ‘infrayihadistas’ han sido víctimas de una explotación y manipulación de una herida identitaria por parte de estos ideólogos de Daesh. “Algo ha sucedido en sus vidas que ha servido de gancho para hacerles pensar que esas heridas, ese ‘No-Future’ que tantísimos jóvenes sienten hoy en día, es una imposibilidad real de seguir formando parte de la sociedad francesa”, relata.
“Yo también lo he detectado con los casos que he seguido”, interviene Karim B., islamólogo del organismo. “Esa nebulosa salafista tiene precisamente por víctima esa crisis existencial tan común en los adolescentes, que poco a poco vemos también en una edad más adulta”, afirma. “El No-Future se lee ya en clave apocalíptica, como una especie de Armagedón del que no sería posible salir, argumento más que útil para aquellos que intentar vender en sustitución a esta vida un proyecto de muerte con su correspondiente paraíso”.
La fragilidad identitaria pasa a ser el caldo de cultivo del extremismo, que pronto lo convierte con un trabajado discurso en un sentimiento de humillación y prejuicio. El equipo de psicólogos cuenta que se ven obligados a diario a desmontar un mismo argumento: “Si has sido víctima de esto, es porque eres musulmán”.
Amélie Boukhobza precisa: “Lo cual puede ser cierto. El racismo existe y estos jóvenes han podido ser víctimas de humillaciones a causa de sus orígenes”, explica antes de lanzar: “Pero estos ideólogos no les empujan a superar ese trauma de manera positiva, sino que les están llevando a una venganza, que pasa por la violencia hacia quien ellos consideran que está al origen de esta herida identitaria”, sigue. “Y así es como la idea que el Estado Islámico vende del Califato se convierte en la vía primordial de los radicalizados”.
EL MENTAL-YIHADISTA
Cuando la periodista pregunta a Amélie Boukhobza por el método a aplicar en los casos más extremos, (como los retornados de Siria con intención de atacar en suelo francés), la psicóloga resopla y lanza: “La verdad es que resulta prácticamente imposible sacarle de ahí”, y argumenta que todo el pasado del paciente está basado en la idea de la prohibición a causa de su fe.
“Su mentalidad, su sistema de pensamiento reposa en una idea: el pecado”, cuenta. “Para él la única posibilidad de redención posible es la muerte por la causa porque desaparecer como un mártir le da, en su ideal, entrada al nivel 99 del paraíso”. Este horizonte, conocido como Firdaus, es el nivel más elevado de lo que en el islam se considera ‘paraíso’. “El siguiente, el número 100, es conocer a su Dios”, explica Boukhobza.
“Para un mental-yihadista, rezar cinco veces al día o hacer su peregrinación a la Meca ya no es suficiente. Son factores de redención que no le sirven para perdonar sus pecados. Sólo ven una salida, y es morir como mártir”, explica la psicóloga. De ahí que la prevención durante la fase anterior se ha convertido en una prioridad para el Ejecutivo francés. “Un mental-yihadista es prácticamente irrecuperable porque su causa ya no es la misma que en los perfiles anteriores”, continúa, precisando que en este caso han dejado atrás las motivaciones meramente identitarias para convertirlas en causas guerreras y de conquista del Islam.
En un intento desesperado por comprender la mentalidad de un individuo dispuesto a morir como mártir, el equipo de Entr’Autres divide su sistema psicológico en tres elementos que, unidos, legitiman el cuarto y último: la sacralización de la violencia.
La idea del paraíso como dimensión central de su existencia les aleja del mundo terrenal, procediendo a deshumanizar lo que existe en ese universo que ellos se disponen a abandonar. En segundo lugar, la idolatría del profeta como un ejemplo literal de los actos de este individuo en el seno mismo de la sociedad francesa de hoy; por último, el odio de la razón y el rechazo absoluto de la ciencia les lleva a un oscurantismo que despeja toda posibilidad de espíritu crítico. “Para el mental-yihadista, la sumisión al texto es total e inamovible, por lo que la dimensión de la razón no tiene cabida alguna”.
La asociación acompaña hoy a una treintena de familias francesas en situación de radicalización. “Tenemos algunos casos a los que vemos desde hace más de un año”, cuenta Amélie. “Es un trabajo diario de prevención, y un desafío clínico a largo plazo”, explica. Desde el pasado mes de abril, Abdelghani Merah, hermano del terrorista de Toulouse que terminó con la vida de 7 personas en 2012, sirve de refuerzo al equipo de Entr’Autres. En su caso, con una misión precisa: romper la imagen heroica que los jóvenes radicalizados tienen de su hermano y prevenir de los riesgos de contaminación de ideales extremistas en la familia.
En la actualidad, más de 600 ciudadanos franceses combaten en Siria o en Irak, según los últimos datos facilitados por el Gobierno galo, que cifra en 224 los extremistas retornados, quienes están bajo vigilancia policial o encarcelados. La asociación Entr’Autres forma parte de los expertos de los que se ha rodeado el primer ministro francés, Manuel Valls, para llevar a cabo su plan ‘anti-yihadismo’, hasta hoy una asignatura pendiente del Ejecutivo. Estos centros de desradicalización, que han preferido bautizar ‘de prevención y reinserción a la ciudadanía’, costarán al Estado 100 millones de euros, una cifra que podría aumentar en los próximos meses si los resultados de estos primeros son satisfactorios.
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