Pepe Barahona Fernando Ruso

Esther era una luchadora. Muy reivindicativa. Días antes del accidente que le costó la vida aplaudía a un joven que decidió pasar sin pagar el peaje de la autopista que une Sevilla y Cádiz, la alternativa a la macabra Nacional-IV, famosa por sus recurrentes siniestros mortales. José, el autor de la insumisión, grabó su gesta y apenas unas horas después se convirtió en un icono en las redes. “¡Bien, bien! Ya hay alguien que lo ha hecho. Vamos progresando”, jaleaba la joven, que manifestó en varias ocasiones su postura de emular al fortuito ídolo. Pero no pudo. En su regreso de un concierto de Barbate camino a Sevilla, un error hizo que ella y sus tres amigas tomaran el desvío de la temida N-IV. En mitad del trayecto colisionó con otro turismo que circulaba en sentido contrario. Falleció en el acto.

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“Tenía que pasar”, se resigna Carmen, la madre de Esther. Ni su hija y sus amigas -Rosa, Virginia y la única superviviente Claudia-, ni el coche contra el que impactó el vehículo debieron estar en la Nacional-IV en la fatídica tarde del 4 de julio. “Ellas querían coger la autopista pero se equivocaron de salida y el coche que venía de frente también, pero el GPS le dio una indicación incorrecta”, relata. Ambos se encontraron en el kilómetro 609, en el término municipal de Lebrija. Esther y Rosa fallecieron en el acto y Virginia de camino al hospital. Claudia sufrió lesiones graves de las que se recupera en el hospital. Los ocupantes del vehículo que circulaba en sentido a Cádiz, un matrimonio de Madrid y su hija, sobrevivieron a la colisión aunque con lesiones.

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“Le dije que no cogieran la N-IV”, recuerda Carmen. En su casa, como en el resto de hogares del Bajo Guadalquivir, es una advertencia habitual a los jóvenes que conducen. La carretera está estigmatizada para los lugareños, acostumbrados a las muchas muertes que se cobra el asfalto de la nacional. “Es indescriptible lo que se siente en nuestro municipio cada vez que se escuchan las ambulancias y se corre el comentario anunciando un nuevo accidente en la nacional cuarta”, relata el alcalde de Los Palacios y Villafranca, Juan Manuel Valle (IP-IU).

“Es un escalofrío que recorre todo el pueblo. Los vecinos empiezan a enviarse mensajes unos y otros preguntándose si están bien. Madres, padres, hermanos, amigos... A través de las redes sociales”, cuenta el regidor. “Es muy triste”.

Esther Verdugo, Rosa González y Virginia Barea, en una foto que conserva en su móvil la hermana de la primera de las tres víctimas del último accidente de la Nacional IV, Mireia Verdugo. Fernando Ruso

La nacional “es aparentemente tranquila, tiene zonas de supuesta buena visibilidad como es la conocida recta de Los Palacios. Sin embargo, es ahí donde se producen un buen número de muertes; la gente se relaja o se desespera si le toca un camión delante, y adelanta. Y resulta que la visibilidad no era tan buena y se produce el accidente”, esboza. “Aquí hay familias destrozadas. En algunos casos, hasta dos o tres hermanos fallecidos fruto de un mismo suceso. Y eso marca”.

Transitar por la nacional es poner a prueba los reflejos. Por esta vía, bien asfaltada y señalizada en la mayoría de los tramos, circulan de media unos 40.000 vehículos al día. Cifra que se triplica en las fechas punta como puentes o vacaciones. Son frecuentes los camiones y las máquinas agrícolas. También el humo de la quema de rastrojos en las fechas posteriores a la cosecha, que dificulta la ya de por sí complicada circulación. Los conductores se echan muchas veces las manos a la cabeza y cuentan las imprudencias por cientos. La mayoría, fruto de adelantamientos apurados o dificultosas incorporaciones. “Coger por la nacional es jugársela y la alternativa es pagar el peaje”, esgrime el alcalde de Los Palacios, un municipio de menos de 40.000 habitantes dedicado eminentemente a la agricultura.

El alcalde de Los Palacios y Villafranca, Juan Manuel Valle (IP-IU) frente al acceso a la autopista AP-4 de su localidad. Fernando Ruso

De forma paralela a la N-IV transcurre la Autopista del Sur, la AP-4, o autopista a Cádiz o a Sevilla según sea para vecinos de una u otra ciudad. Las obras de esta vía fueron adjudicadas en 1969 y el tránsito de vehículos empezó tres años después. El Gobierno de Franco firmó una concesión con Bética de Autopistas –que se fusionó en 1986 con Aumar, del grupo Abertis– hasta el año 1993, prorrogada por Adolfo Suárez (hasta 1999) y por Felipe González (hasta 2006). El último en ampliar la concesión fue el Ejecutivo de José María Aznar, que lo hizo hasta el 31 de diciembre de 2019.

De los tres peajes iniciales, el de Las Cabezas de San Juan, el de Jerez de la Frontera y el del puente de Carranza en Cádiz, solo queda el primero. El Gobierno andaluz de Manuel Chaves liberalizó en 2005 el tramo entre Jerez y Cádiz como acción principal del plan Mascerca impulsado por la Junta de Andalucía. Esa maniobra le costó 72 millones de euros a los andaluces, que todavía pagan anualmente unos siete millones por la decisión del ex presidente andaluz.

Por esta vía rápida pasan, y pagan, diariamente un 17.504 vehículos al día, según datos del Ministerio de Fomento publicados en 2013. El precio oscila entre los 7,20 euros para los que realizan el tramo completo de Dos Hermanas a Jerez; 3,70 entre Dos Hermanas y Las Cabezas; y 1,10 entre Dos Hermanas y Los Palacios. “Un importe que se nota en el bolsillo de los trabajadores, que día a día tienen que abonarlo al ir y al venir a su puesto de trabajo, y que obliga a más de uno a optar por la nacional”, explica el alcalde palaciego.

Los insurrectos del peaje

“Ya no pago más”, dijo José Amoscotegui a mediados del pasado mes de mayo. Se plantó con su coche ante una de las cabinas del peaje y se negó a abonar los 7,20 euros correspondientes. “Usted sabe que le llegará una denuncia”, le dijeron. “Sí, sí, ya lo sé”, contestó. Y después de tomarle la matrícula levantaron la barrera y continuó con su viaje. Un mes después volvió a repetir la operación, pero esta vez grabándose en vídeo.

José cruza semanalmente la autopista de peaje AP-4 negándose a pagar. Fernando Ruso

“La idea fue de mi cuñado. Fue tan fácil como sacar el móvil y listo. Íbamos para Sevilla y lo que queríamos era explicar cómo hacerlo y evitar este robo a mano armada a los ciudadanos”, relata José. Y lo subieron a YouTube y Facebook. A las pocas horas, ya sumaba diez mil visitas. “Esto va para arriba”, se decían incrédulos. Cincuenta mil. Medio millón en media semana. En Facebook ya suma más de dos millones de reproducciones. Y su gesto se ha convertido en un referente de aquellos que claman contra el peaje.

Ahora lo reconocen el las discotecas. “¿De qué me suena tu cara?”, le repiten. “Del vídeo del peaje”, contesta él. Y le piden hacerse fotos. “Yo lo hice por mi hijo, no quería que fuese un número, una víctima más de la N-IV”, confiesa este joven de 27 años de El Puerto de Santa María (Cádiz), soltero y dependiente de una tienda de telefonía. Conduce un BMW Serie 1 de color rojo y luce un gran tatuaje en su brazo izquierdo. Hace años fue campeón de España de lucha grecorromana y ahora está decidido a tumbar a su nuevo adversario.

“La solución es no pagar, grabarlo y publicarlo en YouTube, en Facebook, Twitter... Que la gente vea con sus propios ojos que no tienen derecho a ponerte ninguna multa porque existe un vacío legal”, argumenta. Sin embargo, a su casa ya han llegado 25 multas. Todas de cien euros y con el mismo concepto: “No obedecer la señal de pasar sin detenerme –recita de memoria–. Prescripción R200. Pagar el peaje”.

“Los abogados me dicen que es totalmente recurrible, que la administración no puede imponerte esta multa. Y no me dan miedo. Voy a seguir pasando sin pagar, siempre”, confirma José. “Son cien euros por multa. Y no se lo van a cobrar. Ni por activa ni por pasiva. Estoy seguro de lo que digo. Al principio hacía esto sin estar asesorado, ahora lo estoy más. Y no voy a pagar”, certifica con abrumadora confianza.

Las multas de José se suman a otras tantas, unas ochenta, que gestiona Pyramid Consulting, una empresa que acumula 25 años gestionando sanciones de tráfico. Su departamento jurídico explica que la Administración no puede imponer una multa por parar y no pagar el peaje, dado que no existe ni en la Ley sobre Tráfico y Seguridad Vial, ni en la normativa de desarrollo, ningún artículo que sancione esta conducta o acción. Por tanto, “todo lo que no esté prohibido, está permitido”, justifica Vanessa López, responsable del citado departamento.

Las notificaciones recibidas señalan al artículo 153 del Reglamento General de Circulación, que establece como conducta sancionable “la prohibición de pasar sin detenerse en un puesto peaje”, sin hacer alusión a la obligación de pago del peaje. “Por tanto, lo que viene sucediendo diariamente en estás vías, es que los conductores se detienen ante un puesto de peaje sin hacer frente al abono del mismo, por lo que no incumplen de ninguna manera el artículo antes descrito, y si no existe conducta infractora, no es posible imponerles una multa por infringir la normativa en materia de Tráfico y Seguridad Vial”, explican.

Un cruce de la Nacional IV entre Sevilla y Cádiz. Fernando Ruso

La Administración sólo podría sancionar como infracción el hecho de no parar -lo que supondría además llevarse por delante la barrera existente-, pero en ningún caso parar y no pagar por los motivos antes descritos. “Si la Administración multara por este hecho estaría actuando arbitrariamente, ya que es ámbito del derecho privado”, defienden.

“Es un tema muy controvertido”, señala la experta, que recuerda que el caso que ahora se produce en Andalucía ya se dio en su día en Cataluña con el movimiento No vull pagar. López explica que de todas las alegaciones presentadas al respecto, no ha habido ningún pronunciamiento ni resolución de la Jefatura de Tráfico y que, en el caso de haberla y ser contraria a los intereses de sus defendidos, se plantean ir a los tribunales y recurrir por lo contencioso administrativo para dirimir la cuestión. Y, ya en base al dictamen que arroje la causa, se crearía un precedente al que puedan referirse sanciones posteriores.

“Nuestra posición es defender a quienes no pagan el peaje”, detalla la experta. “Pero de ahí a animar a que la gente a que no pague... Ahora mismo no tenemos elementos de juicio como para recomendar a la gente que no pague. Creemos que hay muchas opciones de que les den la razón, pero no podemos hacer una recomendación”, asegura.

Además, según explican desde Pyramid, otro tema distinto es la forma o vía de reclamación de impago del peaje, reclamable en todo caso por la vía civil, por no cumplir un contrato de prestación de servicios por uso de la vía, ya que todo conductor que accede a una autopista advertido por una señal que le indica que dicha vía es de pago crea un contrato con la concesionaria de la misma.

Pese a todo, cada vez más conductores se deciden a pasar el peaje sin pagar. “Me enorgullece que la gente me apoye”, reconoce José, precursor –al menos públicamente– de este movimiento en Andalucía. “Yo no le voy a decir a nadie lo que tiene que hacer pero, evidentemente, si queremos que este peaje se abra, hay que dejar de pagar”, sentencia. “Ellos juegan con nuestro miedo –añade–, también con nuestra ignorancia. Las multas son recurribles”.

Flores en memoria de una de las víctimas del accidente en la Nacional IV entre Sevilla y Cádiz. Fernando Ruso

Coronas de flores para el Ministerio

En Los Palacios y en el resto de municipios del Bajo Guadalquivir ven con buenos ojos que el foco se haya vuelto a poner sobre la N-IV y el peaje gracias a los vídeos de José y otros tantos que han replicado la acción. “El movimiento de insumisos con el peaje es una respuesta a la rabia acumulada de la gente que está indignada”, justifica el alcalde palaciego. “Yo como administración no puedo llamar a que la gente deje de pagar el peaje. Esa no es la solución. Está en las manos de la administración adoptar soluciones legales”, subraya Juan Manuel Valle.

“Evidentemente, todas las ayudas son buenas. Y la acción de estos insumisos han puesto de manifiesto la pelea que llevamos en solitario los vecinos de Los Palacios”, destaca. Los habitantes de este municipio sevillano han desplegado todo tipo de estrategias para levantarse contra la nacional, desde cortar innumerables veces la N-IV o el peaje o, como medida más efectiva, enviar coronas de flores al Ministerio de Fomento por cada muerto en esta vía.

“Queríamos que la por aquel entonces ministra Ana Pastor sintiera el dolor de las familias, el escalofrío que sentimos cada vez que vamos a los entierros y vemos destrozados a los padres despedirse del féretro de su hijo. Sabíamos que era una iniciativa dura. Pero era necesaria”, admite el regidor.

Su iniciativa surtió los efectos oportunos y gracias a la presión de los vecinos, Fomento inició las obras del desdoble de la N-IV, una autovía paralela a la nacional y al peaje que unirá los municipios de Dos Hermanas y Los Palacios. Los trabajos tienen una dotación presupuestaria de 43,7 millones de euros y un plazo de ejecución de 30 meses. En el aire queda el segundo tramo entre Los Palacios y Jerez, sin presupuestos y con la intención manifiesta del Gobierno, defendida por el Delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, de no continuar con las obras. “Ojalá no tengamos que seguir mandándole coronas de flores al Ministerio, pero mucho me temo que vamos a seguir luchando”, advierte el alcalde Valle.

“Por favor, que nadie pague”

Esther, Virginia y Rosa fueron las víctimas 96, 97 y 99 de la N-IV desde 2001. Y menos de un mes después ya lloran a la número cien, un camionero que quedó atrapado tras salirse de la vía y volcar. “¿No se puede hacer nada para que no sigamos sumando números? Porque detrás de cada número hay un montón de familias rotas. Cien son las víctimas mortales, pero no se contabilizan los amigos, los familiares... esas personas no se cuentan”, lamenta Carmen Vida, madre de Esther Verdugo, una de las últimas víctimas que se ha cobrado la temida nacional.

Las tres chicas y Claudia, la única superviviente del siniestro, regresaban de pasar el fin de semana en el Festival de Cabo Plata, una cita musical que se celebra en Barbate (Cádiz). Esther cursaba la doble titulación de Ingeniería Química y de Materiales; Rosa había terminado Medicina; y Virginia acabó Derecho y empezaba a trabajar en septiembre. Todas tenían 22 años, menos Claudia, de 18.

“Mi marido, cuando fue a recoger las pertenencias a Lebrija, me dijo que no veía tan mal la carretera; pero algo debe de tener cuando ahí se concentran tantos accidentes”, cuenta la madre de Esther. “Pero tenía que pasar”, lamenta esta madre, que también sufrió un accidente en la N-IV a la misma edad que su hija. Su coche dio vueltas y se quedó en mitad de la carretera. También era julio, pero Carmen sobrevivió al siniestro. Ahora promete luchar. “Por mi hija no puedo hacer ya nada, pero por otros sí y –continua–  solo pido que no haya más familias rotas”.

“Si nadie pagara, se acabaría con el peaje”, defiende. “Por favor, que nadie pague. Que no vuelva nadie a pagar. Así lo conseguiremos. Dejemos de ser borreguitos”, subraya con entereza. “Ella me está dando mucha fuerza y me está pidiendo que siga luchando”, añade. De momento, la familia y amigos de las jóvenes han conseguido recabar más de 22.000 firmas para pedir la liberalización del peaje. Casi 2.500 de ellas en Change.org 

—¿Piensa pagar el peaje?

—Yo no, desde luego. Y ella tampoco lo habría pagado. Ella decía que quería ir a Cádiz para no pagar el peaje. Ella cogió la N-IV por error, no por ahorrarse el dinero. Porque sé que ella no hubiese pagado.

La madre de Esther pide que nadie pague el peaje. Fernando Ruso

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