Es 17 de diciembre de 1993 y el Real Madrid, entrenado por Benito Floro, acaba de ganarle la Supercopa de España al Barça en el Camp Nou. En el aeropuerto del Prat (Barcelona), un puñado de aficionados merengues esperan la salida de la expedición madridista. Cuando aparece el presidente Ramón Mendoza, los hinchas le abordan, le abrazan y empiezan a entonar “Que bote Mendoza” y el hiriente cántico “Es polaco el que no bote, eh, eh!”. Mendoza no lo duda: se entrega a la masa y sigue con el cántico mientras salta como un fanático más.
La reacción fue duramente criticada después por medios y aficionados barcelonistas, que lo calificaron de provocación. Mendoza replicó sin rubor: “Ganar fue una provocación maravillosa”. Estaba en su ADN. Mendoza era polémica y desafío. Esa imagen ya es casi impensable en el fútbol actual, donde las formas importan a menudo más que el fondo. Mendoza pertenece a aquella generación de dirigentes del fútbol español que, en los 80, se caracterizaron por otra forma de actuar y proceder.
Pero, ¿quién era Ramón Mendoza? Este año, coincidiendo con el 15 aniversario de su fallecimiento en Nassau (Bahamas), El ESPAÑOL habla con personas de su entorno y recupera textos de "Dos pelotas y un balón", su biografía, para explicar quién fue uno de los presidentes más importantes de la historia del Real Madrid.
MARCADO DESDE SU NACIMIENTO
Ramón Mendoza nació en Madrid el 18 de abril de 1927 y su madre murió cuatro días más tarde, por complicaciones surgidas durante el parto. Este suceso marcó la infancia y el carácter del pequeño Ramón, que se acostumbró a salir adelante solo y a conseguir sus metas sin ayuda. Una persona procedente de una familia humilde, que hizo fortuna comerciando con la Unión Soviética en tiempos en los que el comunismo era para los españoles un monstruo innombrable de 7 cabezas. Que tenía el sueño de conocer a Fidel Castro, que empezó viendo el fútbol en el campo del Atleti y que, a pesar de todos estos antecedentes, consiguió el objetivo de su vida: presidir el Real Madrid.
La semana pasada, el actual presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, renovó a Cristiano Ronaldo. Antes hizo lo propio con Gareth Bale y Luka Modric, las grandes superestrellas del conjunto merengue. La persona que estableció las bases de la modernización de la entidad, el primero que pensó en grande, que acometió una renovación profunda del Madrid del señorío rancio, el pionero que vendió los derechos de imagen a la televisión…. fue Ramón Mendoza. Un seductor, un playboy, un autodenominado 'macho', un truhán y un señor, un bon vivant que se valió de su carisma y su encanto natural para salir de sus orígenes humildes y convertirse en el presidente del club más laureado de la historia.
DESAYUNOS EN EL FRENTE DE GUERRA
La infancia de Ramón Mendoza Fontenla (a menudo mal transcrito como Fontela) no fue sencilla. Su madre, una gallega de 18 años llamada Benigna, falleció tras su parto. Él tuvo que criarse con su padre, un administrativo murciano que se volcó en la educación de su hijo. Su sueño era que el pequeño Ramón estudiase y consiguiese codearse con la alta sociedad madrileña.
Los planes se truncaron pronto. En el 36 estallaba la guerra, dejando a los Mendoza en una situación económica precaria. El padre no fue llamado a filas por una dolencia cardiaca, por lo que se dedicó por completo a la educación de su hijo. “Siempre nos explicaba cómo se iba a desayunar al frente porque la Cruz Roja daba comida a los más necesitados. Nos contaba cómo cosía los ahorros de su abuelo en su pantalón para no perderlos”, rememora su primogénito Ramón Mendoza Solano.
En casa de los Mendoza nunca tuvieron una significación política concreta. Su padre pertenecía al sindicato de UGT de laboratorios, pero no militaba en ningún partido. No lo mandaron a la guerra y no hubo represalias contra ellos cuando acabó el conflicto.
Desde pequeño, Ramón demostró un gran olfato para los negocios, aunque decidió estudiar Derecho y darle así la mayor alegría posible a su padre. Hasta la fecha había sido imposible pensar en tener un abogado en aquella humilde familia.
UN BALONAZO LO APARTA DEL ATLETI
Olfato tenía, pero vista no tanto. Mendoza era miope y esa circunstancia jugó un papel trascendental en que se hiciese del Real y no del Atleti. Y es que el primer campo de fútbol que pisó Mendoza fue el del Atlético de Madrid en 1939. Aquel proyecto de colchonero quedó abortado por un balonazo en un corner. En Dos pelotas y un balón, su biografía, lo explica bien: “En el segundo partido que recuerdo, Manín, el extremo del Atleti, sacó un córner muy cerrado. Lo hizo mal, cosa normal en un jugador del Atleti hasta la llegada de Pantic. Yo era en ese tiempo muy miope, iba con gafas y el balón me dio en la cara y me las rompió. Aquel fue mi primer desamor con el fútbol, una extraña premonición. El balonazo de Manín, sin que ni él ni yo lo supiéramos, iba a marcar mi destino. A partir de ese día dejé de ir al fútbol y dejé de ver al Atlético de Madrid. Cambié de entusiasmos. Me haría de otros colores. En adelante, quizás porque intuía otra manera de tirar los córners, serían los blancos”.
Cuando acabó la escuela, Mendoza se matriculó en la Facultad de Derecho. Apuntaba a abogado, pero fue allí donde empezó a hacer gala de su habilidad como negociante. “Sacaba sus primeros ingresos vendiendo apuntes y fotocopias”, rememora su hijo, que define a su padre como “un seductor al que le encantaba gustar. A mujeres, a hombres y a niños por igual. Con algún propósito determinado o sin él. Era una de sus aficiones y aquel carácter le ayudó a establecer esas relaciones sociales”.
LOS MILAGROS, A LOURDES
La posguerra no fue una época sencilla en España. A Mendoza se le quedaba pequeño un Madrid en reconstrucción y decidió marcharse a París, la capital de moda en Europa. Su intención era preparar unas oposiciones para ser diplomático. Se fue solo y casi sin contactos, por lo que le costó prosperar y mantenerse. Sin un trabajo fijo, Mendoza vivía de su segunda gran pasión: los caballos. Periódicamente publicaba crónicas hípicas en el diario Marca.
Con las escasas colaboraciones que colocaba, vivir era poco menos que un milagro. Y como dice el refrán que “los milagros, a Lourdes”, Mendoza emprendió otra nueva aventura: organizó viajes al santuario de Lourdes y ejerció de guía para ganarse un sobresueldo.
Finalmente no se presentó a las oposiciones para diplomático e ingresó en el Instituto Iberoamericano. “Mantenerse en una institución como aquella, sin padrinos, ni apellido, ni enchufes, era poco menos que imposible. Así que le acabaron echando y volvió a España”, relata ahora su hijo.
AHOGADO EN EL BANCO
A su regreso a España empezó a trabajar en el Banco Exterior, para alegría de su padre. Un hijo abogado, trabajando en un banco importante y relacionándose con la flor y nata de la sociedad madrileña, era el sueño de cualquier padre. Por eso le dio el disgusto de su vida cuando lo dejó. Para las aspiraciones de Ramón Mendoza, un trabajo en una ventanilla de banco era insuficiente, aburrido y exasperante. Abandonó su empleo y empezó a emprender las aventuras comerciales que luego le hicieron labrar su fortuna y su prestigio.
Como comerciante tampoco tuvo unos inicios sencillos. Ramón Mendoza tocó casi todos los géneros posibles en el sector de la intermediación. Mandó naranjas a Europa y compresas a Camerún. También hizo dinero con el percebe gallego. Su capacidad de trabajo le llevaban a comprar el marisco en Galicia personalmente, prepararlo y transportarlo él mismo para ganar un pequeño margen de beneficio.
Poco a poco metió la cabeza entre los gigantes del comercio internacional y “le liaron” en su primera operación con la URSS. Corría la década de los 60 y las relaciones comerciales de la España franquista con la Unión Soviética comunista eran casi nulas. Sólo, de vez en cuando, si había algún excedente en el país, el gobierno español autorizaba comerciar con los países del bloque comunista mediante una serie de concursos oficiales.
Él se presentó a uno de ellos ofreciendo unos precios bajísimos. “Había que comerciar carne de vacuno y un argentino le lió prometiéndole unos costes que luego no cuadraron. Cuando se dio cuenta ya era tarde, porque había ganado el concurso”. Así, repitió el mismo procedimiento que con los percebes: se marchó a Argentina varios meses para aprender a cuadrar el pedido y finalmente consiguió completar la operación con la URSS: “Creo que no ganó dinero, pero tampoco perdió”, cuenta ahora su hijo.
EL PRIMER VUELO DE IBERIA A MOSCÚ
Aquella maniobra le valió para hacerse un nombre dentro de los intermediarios españoles más potentes. Pero sobre todo, para establecer relaciones con la URSS. Les vendió vino, arroz y cítricos. “En Rusia estaban muy necesitados de vitamina C y en España teníamos excedente de naranjas. Se supo buscar la vida”, resume su primogénito. Y una vez consolidó su reputación en las altas esferas de Moscú, se convirtió en la persona decisiva para llevar, por primera vez, a la selección española a jugar a la Unión Soviética.
Mendoza movió los hilos necesarios, hizo de intermediario entre ambos países y se acabó convirtiendo en el auténtico protagonista de aquella expedición. Cuenta en su biografía que corría 1969 y “era la primera vez que aterrizaba un avión de Iberia en Moscú. Yo pasé el viaje jugando al mus con Adolfo Suárez (…) La imagen de los españoles bailando chotis, sardana y flamenco en la Plaza Roja con fotos de Franco en la solapa, tenía a los rusos asustados, que no habían visto nunca una cosa parecida delante del mausoleo de Lenin”.
Por culpa de la fama, nunca pude comer espaguetis en público
En aquella expedición invitó a comer a los periodistas españoles. Entre ellos Matías Prats padre, que en agradecimiento, hizo una mención a Ramón Mendoza durante la retransmisión. Sin quererlo, aquella anécdota le convirtió en un personaje famoso y popular en España.
Una fama buscada durante toda su vida pero incómoda ahora que le llegaba. “Por culpa de la fama nunca pude comer espaguetis en público. Soy muy torpe para comerlos y siempre que lo hacía, la gente me miraba. No sabía si por ser una persona conocida o por lo mal que me manejaba con la pasta. Y esa duda nunca la he podido soportar” explicaba Mendoza.
Sus fructíferos negocios y sus contactos conseguidos mediante su seductora personalidad, le hicieron escalar de forma vertiginosa en el escalafón social. Se casó con Rosario Solano, una mujer perteneciente a la alta sociedad bilbaína, con la que tuvo tuvo seis hijos. El primogénito de ambos rememora que “mi madre fue una figura clave en nuestra historia. Fue la pieza que sostuvo la unidad de la familia, porque estuvo casada con un hombre con el historial mujeriego de mi padre, del que siempre estuvo enamorada”.
LA TERQUEDAD DE BERNABÉU
También rentabilizó las amistades labradas desde su juventud, que le acercaron al mundo del fútbol. En 1975 empezó su carrera para entrar en el Real Madrid. Conoció a José Manuel de Carlos. Era hijo de Luis de Carlos, que en aquella época se desempeñaba como tesorero del Real Madrid y que con el tiempo se convertiría en presidente de la entidad. José Manuel y Raimundo Saporta (su amigo de juventud y a la postre histórico dirigente madridista) le comentaron un día de 1977 que Santiago Bernabéu le esperaba en su despacho para conocerle. El presidente del Madrid había oído hablar del joven Mendoza, de su empuje, su madridismo y sus ideas novedosas para el club.
Mendoza, que por entonces ya era socio del Madrid, acudió a la cita con un discurso bien estudiado. Tras la perorata de presentación, Bernabéu le cortó:
- ¿Qué me está diciendo usted, Mendoza? - contestó con sequedad Bernabéu
- Yo creo que el club necesita gente con ideas empresariales, bla, bla, bla – prosiguió Mendoza
- No sé lo que me está usted diciendo, pero si quiere ser usted vocal de la junta directiva del Real Madrid, tiene un minuto para contestarme. - interrumpió Bernabéu.
Mendoza contestó que sí de inmediato. Bernabéu hizo llamar entonces al gerente del Real Madrid, Antonio Calderón, y le preguntó:
- Antonio, ¿qué hace falta para ser directivo del Madrid?
- Nada, presidente. No hay ninguna posibilidad. Están todos los puestos cubiertos - respondió el gerente. Bernabéu hizo como si no le hubiese escuchado y repitió en tono intimidatorio:
- Antonio, ¿qué hace falta para ser directivo del Madrid?
- Don Santiago, pues dos fotos y el carné de socio.
Y así, gracias a la terquedad y obstinación de Santiago Bernabéu, entró Mendoza a formar parte de la directiva merengue.
EL HOMBRE DE LA KGB
Su sueño de formar parte de la directiva del Madrid duró sólo un año. Los motivos fueron aquellos negocios que tenía más allá del telón de acero. Los hacía directamente con la KGB. “Aunque suene a película de espías, la KGB era otra cosa. Era un órgano ejecutivo como otro. El poder en la URSS estaba dividido entre el Partido Comunista, que era el sector más duro y más carca, por decirlo de alguna manera, y la KGB, que era un cuerpo mucho más moderno, con gente más abierta y preparada. Ellos se encargaban, entre otras cosas, de los acuerdos comerciales y por eso negociaban con mi padre. Pero para la opinión pública, la KGB era el demonio comunista con pistola”, recuerda ahora Ramón Mendoza Solano.
Aquella información fue filtrada por un alto funcionario de la embajada española en Moscú a un medio de comunicación español. La revista Cambio 16 sacó, en octubre de 1978, una portada que titulaba así: “Ramón Mendoza, el hombre de Moscú. Un millonario español al servicio de la Unión Soviética. El vicepresidente del Real Madrid, con la KGB”.
Mendoza reconocería después que aquel error, que le situaba como vicepresidente del Real Madrid, le halagó. Pero aquella calumnia le hizo demasiado daño a su reputación en España. El padre de Alberto Ruiz Gallardón era el abogado de Mendoza y consiguió secuestrar aquella revista con un mandato judicial. Pero la portada se filtró y la opinión pública se le echó encima. Él, para no comprometer a la institución ni manchar su buen nombre, dimitió de su cargo como vocal del Real Madrid.
Cuentan que su dimisión fue un mal trago para Bernabéu, que veía en Ramón a su sucesor; a la persona que tendría que renovar las estructuras del club. Mendoza, sin embargo, siempre pensó en volver y nunca abandonó su objetivo de presidir el Madrid. Pero primero era necesario reponer su imagen pública. Dio una entrevista a Cambio 16, donde ambas partes matizaron su imagen de “hombre de la KGB”. El impacto inicial fue arreciando con el tiempo y la gente empezó a olvidarse de la polémica. Él, además, fue nombrado presidente de la Sociedad de Fomento y Cría Caballar, lo que le confirió la experiencia y la confianza necesaria en la gestión de una entidad grande.
EL ASALTO A LA PRESIDENCIA
Mendoza estuvo fuera del mundo del fútbol hasta 1981, cuando decidió preparar su primer asalto a la presidencia del Madrid. No lo consiguió y fue derrotado por Luis De Carlos en las elecciones, que se impuso por algo más de 3.000 votos de diferencia. Pero aquel mandato se agotó pronto a causa de la inestabilidad institucional y los fracasos deportivos. Tras una derrota en casa por 1-2 contra el Zaragoza, Luis de Carlos dimitió.
Mendoza, que ya era conocido por la masa social madridista como un hombre que defendía un proyecto de renovación, anunció que se presentaba a las elecciones. Desde el 1 de marzo de ese año, se convirtió en presidente in pectore. Fue el único candidato al puesto y, por tanto, proclamado sin necesidad de celebrar elecciones. A sus 58 años, había conseguido su sueño.
El nuevo presidente coincidió con una plantilla de ensueño, repleta de canteranos que marcaron una época. Fue el tiempo de la Quinta del Buitre. El Madrid se convirtió en el equipo de moda en Europa; un conjunto que aspiraba a ganarlo todo y reverdecer así antiguos laureles en competiciones europeas.
Precisamente en su primer año, Mendoza experimentó una de las famosas remontadas en el Bernabeu, de la que rescató una divertida anécdota: el Madrid jugaba en Alemania contra el Borussia Moenchengladbach en un partido de la copa de la UEFA. Antes del encuentro, la esposa del presidente del club germano le explicó a Mendoza que ella no fumaba: “Sólo lo hago cuando mi equipo marca un gol”. El partido acabó 5-1 para los germanos y aquella señora se pasó el partido fumando.
Lo que no imaginaba la esposa del presidente del Borussia era que los blancos iban a remontar en el partido de vuelta. El Madrid se impuso por 4-0 y cada vez que marcaba, Mendoza saludaba a la señora ofreciéndole un Winston, que ella rechazaba de mala gana. “La salud de esa mujer ha salido ganando”, declaró Mendoza después.
LAS QUINTAS: EL BUITRE Y LOS MACHOS
Mendoza se encontró un equipo ganador, con una generación de jugadores jóvenes que se convirtieron en el oscuro objeto de deseo de los equipos italianos, los ricos en la década de los 80. En esencia, ese equipo fue conocido por la Quinta del Buitre (Butragueño, Míchel, Sanchís, Martín Vázquez y Pardeza). Pero Mendoza contribuyó robándole al eterno rival a su delantero estrella. Consiguió fichar al mexicano Hugo Sánchez, algo impensable en nuestros días.
El Atleti necesitaba dinero y el Barcelona había hecho una oferta económica por el ariete superior a la del Real Madrid. Pero Mendoza invitó a Hugo Sánchez a comer a su casa y le convenció. Desde ese momento el equipo blaugrana no tuvo nada que hacer. El delantero azteca eligió el Real Madrid y Vicente Calderón tuvo que claudicar. Para evitar la ira de los seguidores, el presidente rojiblanco y Ramón Mendoza acordaron un simbólico traspaso puente al Universidad de México previo paso por el Real Madrid.
Hugo Sánchez, además de goles, aportó a aquel Real Madrid la testosterona que Mendoza pedía a sus jugadores. El mexicano, Rafa Gordillo y Antonio Maceda fueron los primeros fichajes de Mendoza. Entre ellos tres, el presidente y el masajista Fernando Mata, constituyeron la Quinta de los Machos. Una especie de versión rudimentaria de la Quinta del Buitre. "Cojones, cabeza y corazón" fue su lema.
El equipo de las dos quintas logró un hito histórico para el Real Madrid: ganar 5 ligas seguidas. Sin embargo, la Copa de Europa, que era el sueño deportivo de Ramón Mendoza, se le resistió durante todo su mandato. Un PSV Eindhoven sorprendente con Ronald Koeman como estrella, y un Milán emergente que a la postre marcaría una época, con Sacchi, Van Basten, Gullit o Maldini, fueron los clubes que privaron a Mendoza y al madridismo de recuperar la Copa de Europa para la entidad de Concha Espina.
La principal labor de Mendoza en aquel tiempo fue apartar a los jugadores de los cantos de sirena del calcio. El patrón de la Juventus, el magnate automovilístico Giovanni Agnelli, le hizo llegar una oferta conjunta “por los dos Sanchís, el joven y el viejo”. El presidente bianconero se refería a Manolo Sanchís y a Hugo Sánchez, cuyos apellidos y peinados eran casi idénticos. Mendoza tuvo que emplearse a fondo y usar todas su artes disuasorias para evitar la desbandada de sus estrellas. No traspasó a ninguno de los dos, aunque le llegaron a ofrecer un cheque en blanco por la operación.
“¿Y LO MUCHO QUE TE QUIERO?"
Lo mismo pasó con Míchel, el integrante de la Quinta del Buitre que mantuvo una relación más estrecha con el presidente. Mendoza se refería a Michel como su séptimo hijo. El centrocampista recuerda que “nuestra relación fue tan intensa y cercana que trascendió la parcela deportiva. Se portó como un padre conmigo y le agradeceré siempre haberme mantenido en el club y apartarme del error que hubiese sido fichar por otro equipo”.
Míchel explica que tenía una jugosa oferta del Inter de Milán. Los neroazzurri ofrecían más de mil millones de pesetas por el centrocampista, lo que hubiese significado un traspaso récord para la época. Además, al jugador le ofrecían un sueldo 20 veces superior al que percibía en el Madrid. Pero Mendoza convenció a Míchel y lo renovó en 1986. Tras la firma, Míchel le dijo a Mendoza: “Presidente, ¡cómo me ha engañado!”, y Mendoza le respondió. “Sí, pero… ¿y lo mucho que te quiero?”.
A la postre, Míchel reconocería que “fue la mejor decisión deportiva que tomé: no marcharme del equipo de mi vida, que es el Real Madrid”. La relación se prolongó incluso cuando ambos ya estaban retirados. “Cuando el Real Madrid ganó la Séptima Copa de Europa, yo estaba de comentarista para la televisión y Ramón Mendoza vio el partido en mi casa con mi mujer”, recuerda, asegurando que "la figura de Mendoza fue tan grande para el club que yo creo que está a la altura de la de Florentino Pérez".
MÁS CHULO QUE UN OCHO
Ramón Mendoza dejó su impronta personal en aquel Real Madrid. Se convirtió en uno de los personajes más conocidos de España por su imagen de playboy, chulo, deslenguado y provocador. Famosas fueron sus polémicas con el periodista José María García, así como sus amoríos. Mendoza se separó de Rosario Solano, su esposa de toda la vida con la que tuvo 6 hijos, para casarse con la suiza Jeannine Girod. Después mantuvo una relación con la exduquesa de Feria, Nati Abascal. Su última pareja fue su secretaria, a la que se unió depsués de superar un cáncer. En su biografía, Mendoza cuenta que recibía cartas de admiradoras constantemente. En una ocasión, una mujer le llegó a proponer mantener relaciones sexuales "porque esa es mi afición: tener sexo con personajes famosos". Él asegura que se negó.
Fue un mandatario atípico, muy alejado de la imagen de los presidentes actuales de equipos de fútbol. Concedía entrevistas en bañador, reconocía que adelantaba las elecciones "porque me da la gana" y atacaba a sus rivales, profesionales y personales, con saña y sin pelos en la lengua. Él y Jesús Gil se convirtieron en un icono de la forma de proceder en el fútbol español de los 80.
INCONTESTABLE EN LA PRESIDENCIA
El carisma de Mendoza le permitió mantenerse al frente del Real Madrid por espacio de una década. Por el camino derrotó a dos aspirantes de enjundia. El primero fue el periodista y escritor Alfonso Ussía, al que se impuso por un reducido margen de votos. El siguiente en la lista fue ni más ni menos que Florentino Pérez, con el que mantuvo debates que se retransmitieron por televisión en prime time.
El actual presidente del Real Madrid recuerda que "en aquel entonces televisaban los debates por la presidencia del Real Madrid como ahora lo han hecho con Donald Trump y Hillary Clinton". Florentino Pérez relata que "yo no me meto con nadie nunca, y en aquellos debates no le ataqué demasiado. Mi mujer me lo decía después: "no le atacas porque te cae bien". Y era cierto. A mí Mendoza me caía bien. Él, en cambio, sí que me daba bastante. Pero cuando llegaba el intermedio se acercaba a mí, me pedía un cigarro y me hacía alguna broma. Te tenía que caer bien a la fuerza". A Florentino también lo derrotó por un estrecho margen de votos. Sin embargo, Mendoza siempre pensó en Florentino Pérez como su sucesor cuando él se retirase.
SU RELACIÓN CON LOS ULTRAS
Los buenos resultados en las elecciones también tenían mucho que ver con el respaldo del sector más radical de la grada al 'Macho' Mendoza. Muchos fueron los detractores de que en aquella época le acusaron de auspiciar a los Ultras Sur. Que pagaba los viajes de los radicales, que protegía a los violentos, que les facilitó un espacio en el estadio para guardar sus pancartas...
El hijo de Mendoza cree que "lo que hizo mi padre fue intentar controlarlos. Lo de los ultras era un fenómeno nuevo en el fútbol español y mi padre, siempre pensando en el Real Madrid, optó mantenerlos controlados".
OCASO Y DIMISIÓN
A mediados de los 90, el fútbol internacional se hallaba en plena fase de cambio. El Mundial del 94 en Estados Unidos dejó como legado una modernización que provocó una ruptura con el estatus anterior. Ahí se acabó el fútbol tal y como lo conocíamos hasta la fecha. De repente se había hecho necesario renovar el concepto de club. La entrada de Nike en el panorama futbolístico, la importancia pujante de los contratos de imagen y la apuesta por el merchandising obligó a los dirigentes a pensar en sus equipos como marcas y olvidar el viejo paradigma.
En esa tesitura, Ramón Mendoza también intentó modernizar la entidad y vendió los derechos de televisión a la empresa DORNA, siendo uno de los pioneros en Europa en completar un acuerdo de aquellas características. Sin embargo, aquella operación acabó resultando ruinosa y el Madrid acabó sumido en una fuerte crisis económica.
A la mala situación de las arcas del Real Madrid se unieron los malos resultados y las batallas internas que se libraron dentro de su propia junta directiva, donde Lorenzo Sanz y Villar Mir peleaban por hacerse con la presidencia. Acuciado por las presiones internas y externas y en un contexto de crisis deportiva con Jorge Valdano como entrenador, Mendoza dimitió como presidente del Real Madrid el 20 de noviembre de 1995, exactamente 20 años después de la muerte de Franco. Su lugarteniente Lorenzo Sanz asumió la presidencia y él lo llamó okupa.
EL JUBILADO MENDOZA
"Mientras estuvo en activo, mi padre no tuvo ni un constipado", asegura su hijo Ramón. "Recuerdo que cuando yo trabajaba con él y nos íbamos a hacer negocios a la URSS, yo le tenía un miedo terrible a las cenas y recepciones oficiales. Para los soviéticos, el brindis es el deporte nacional y a menudo teníamos que cenar dos veces, en función de los compromisos adquiridos. En aquellas cenas acabábamos borrachísimos. Yo lo pasaba mal después en la cama del hotel. Tenía que abrir las ventanas aunque estuviésemos a 20 grados bajo cero. Al día siguiente yo solía llegaba tarde a trabajar. Él llevaba allí más de dos horas listo. Cuando nos veía entrar nos espetaba: "Sois unos mierdas". pero lo hacía para demostrarnos su compromiso y fortaleza física".
Esa fortaleza se acabó cuando pasó a ser un jubilado en toda la extensión de la palabra. La inactividad pasó factura en un hombre como él y tuvo varios problemas de salud, como un cáncer o un infarto de miocardio.
Aquello no le impidió seguir llevando un alto tren de vida y seguir persiguiendo las ilusiones que le quedaban. Mendoza subió una vez a un barco rumbo a La Habana, con la intención de conocer a Fidel Castro. Fue su sueño desde joven. Para alguien que había conseguido todo lo que se había propuesto en la vida, pocos sueños quedaban pendientes. "Aunque jamás se significó políticamente con ningún gobierno ni régimen, mi padre siempre admiró a Fidel", reconoce su hijo. Desafortunadamente para él, llegó a Cuba pero no le dejaron visitar al general.
A pesar de su fijación por Castro y su historial de negocios con los gobiernos comunistas, Ramón Mendoza nunca formó parte de ningún partido político, aunque mantuvo relaciones con políticos y dirigentes de todos los colores. Benito Floro, que fue entrenador del Real Madrid a principios de los 90, cuenta una anécdota que lo ilustra bien: "Una vez que fuimos a Moscú para jugar contra el Torpedo. Don Ramón me contó que Franco le invitó personalmente una vez a cenar. El motivo era que quería que le contase cosas de la Pasionaria, a la que Mendoza había conocido años atrás en Moscú".
MUERTE EN LA CAMILLA DE MASAJES
El 5 de abril de 2001, el jubilado Mendoza se encontraba de viaje en Nassau, Bahamas, acompañado de sus dos hijas, su yerno y su exsecretaria, ya convertida en su compañera sentimental. Estaba tendido en una camilla de masajes cuando le sobrevinó un infarto fulminante que acabó con su vida. "Murió en aquella camilla, que a saber qué estaba haciendo", resume su hijo, sin zanjar la polémica sobre las circunstancias de su fallecimiento. Tenía 73 años.
A partir de ahí, la leyenda. El madridismo le hizo un hueco en el mismo lugar en el que reposan las leyendas que se granjearon su respeto en el césped del Bernabéu. Florentino Pérez le le dio la consideración de uno de los hombres importantes de la historia del club. En el estadio del Real Madrid aún hay pancartas que lo recuerdan. Y actualmente existe una creciente corriente de aficionados que detesta el fútbol moderno; ellos añoran aquella etapa en la que dirigentes como Mendoza entraban al trapo en todas las polémicas, posaban semidesnudos para las cámaras, desterraban la corrección política de sus comportamientos y eran capaces de defender a su club sin intermediarios ni responsables de comunicación. Ellos solos. Con dos pelotas y un balón, como hacía Don Ramón.