La lacra de la violencia de género, que en lo que llevamos de año ha hecho ya saltar todas las alarmas con nueve víctimas mortales, también golpeó en su día con fuerza a la Familia Real española, en su rama de los Borbones. Un episodio que fue silenciado por la monarquía. Un grave problema que no sabe de edad ni de posición social, con historias que, aunque sean antiguas, parecen en muchos puntos cercanas en el tiempo como el crimen que se cometió hace justo 91 años y cuyo asesino, que acabó impune, fue nada más y nada menos que un primo del entonces rey Alfonso XIII, bisabuelo del actual rey de España Felipe VI.
Eran las tres y media de la tarde del 5 de febrero de 1926 y José María de Borbón y de la Torre (43 años), nieto del infante don Enrique, almorzaba en su casa de la calle Andrés Mellado con su esposa, María Luisa Rich Carbajo (36 años), y dos de sus siete hijos, los menores Beatriz (6 años) y Álvaro (4 años), que ese momento eran atendidos por las personas del servicio. Él era primo en segundo grado del rey Alfonso XIII, y teniente coronel de infantería. Servía en aviación, en concreto, como segundo responsable de la base aérea de Getafe. En medio del almuerzo, José María Borbón y de La Torre se levantó de la mesa y descerrajó con su pistola reglamentaria Browing, del calibre 7,65, un tiro a bocajarro sobre el rostro de su esposa, María Luisa Rich.
La esposa, herida mortalmente, se dirigió al cuarto de baño, donde él le volvió a disparar un segundo tiro que ya la dejó a las puertas de la muerte. Acto seguido, el teniente coronel Borbón tomó conciencia de sus actos a los gritos de ¡qué he hecho! ¡Qué he hecho! y, entre la pesadumbre y la exaltación, según informaba la prensa del momento, salió al balcón para llamar a gritos a tres guardias de seguridad que se personaron en el domicilio.
Sin mediar más palabras confesó ante ellos y les entregó el arma, mientras un médico y un practicante intentaban salvar a la agredida, todavía con pulso, con inyecciones de aceite alcanforado. Mientras, llegaba un sacerdote para darle los últimos auxilios espirituales. Tal y como confirmó la autopsia, el primer disparo se hizo a bocajarro. El segundo lo recibió la víctima ya en el cuarto de baño. Se había caído sobre la bañera en cuyo borde reclinaba la cabeza. Ambas heridas fueron calificadas por los forenses de “mortales de necesidad”.
Inmediatamente después, el primo segundo del rey Alfonso XIII fue conducido a la prisión militar, no sin antes recibir unas duras palabras de su padre, don Francisco de Borbón y Castellví, conocido como el general Borbón, que había llegado apresuradamente al domicilio junto a su primogénito y hermano del asesino, Francisco de Borbón y de la Torre, duque de Sevilla, quien excusó de cualquier motivo del suceso a María Luisa Rich, a la cual definió como “de virtud intachable”. El duque de Sevilla confirmó horas más tarde al diario ABC la tragedia atribuyendo el motivo a “un extravió mental” del teniente coronel Borbón que hace algún tiempo “daba muestras, por sus rarezas y genialidades, de hallarse perturbado”. Una inestabilidad y agitación que le habían llevado a preparar un próximo viaje a Cuba, pero algo que no le impidió que tan sólo dos días antes del crimen fuera recibido en audiencia militar por el propio Alfonso XIII junto al capitán general de la primera región militar, Rafael Pérez Herrero, entre otros. Una enajenación mental de la que sacaría en los siguientes meses mucho provecho para silenciar judicialmente el caso.
Inicialmente el juzgado de guardia se inhibió por teléfono del caso al conocer el parentesco del agresor. El caso pasó seguidamente al juzgado de jurisdicción de guerra. Fue el juez militar, un comandante de caballería apellidado Serna, quien tomó en primer lugar las riendas del caso y decidió llevar a prisión al teniente coronel Borbón. También determinó tomar declaración en el despacho oficial de prisiones militares a toda la servidumbre. Algunos de los testigos, porteros y criadas, contaron que el asesinato de la esposa fue debido a los celos.
Pero fuesen los celos o una enajenación mental transitoria, su primo el rey Alfonso XIII hizo todo lo posible por ayudarle en aquel trance. Primero se cambió de juez y se nombró uno nuevo, “especial”, el teniente coronel Julio Riudavets. Éste determinó que el paso del teniente coronel Borbón por una prisión militar fuera efímero. De hecho, su caso no fue visto nunca ante un Tribunal Militar. La causa fue sobreseída por enajenación emocional. Se le apartó a Marruecos, para alejarlo de la península, donde acabó residiendo y cursando finalmente baja forzosa en el Ejército en 1929 “por enfermedad”. Con el cambio de régimen y la llegada de la República fue recluido durante dos años en el convento de Santa Úrsula de Valencia. La teoría oficial es que fue como castigo a sus ideas monárquicas, aunque algunos insinúan que el verdadero motivo fue la impunidad con que Alfonso XIII había tratado al asesino de su prima consorte.
Retirado de la vida pública y familiar
El único y verdadero “castigo” que recibió José María de Borbón y de la Torre fue el retiro de la vida pública e, incluso, fue obviado en casi todos los actos familiares. Las menciones a su persona fueron mínimas. Por ejemplo, en 1933 se casaba en el monasterio de Montserrat su hijo primogénito, José Luis de Borbón y Rich, oficial de infantería, que fue presentado como nieto del general Francisco de Borbón y Castellvi. Así, en las crónicas de la boda no se hizo ninguna mención a su padre.
Éste, que cursaba estudios de oficial en la Academia de Toledo cuando sucedió el asesinato de su madre y que llegó a su casa esa misma tarde para ver el cuerpo sin vida de su progenitora, fue luego fusilado por el ejército republicano en la ciudad de Gerona en agosto de 1936. Además de su primogénito Luis de Borbón y Rich, fueron fusilados por las tropas republicanas dos de los hermanos del teniente coronel Borbón, hijos del segundo matrimonio de su padre: Enrique y Alfonso de Borbón y León.
El segundo hijo del teniente coronel Borbón, Fernando de Borbón y Rich, nació en Ceuta cuando su padre estaba destinado allí en 1913. Murió al año siguiente, con sólo siete meses en Tetuán.
Su tercer hijo varón fue Carlos Luis de Borbón y Rich, que llegó al mundo tras su hermana Maria Luisa y falleció en 1978. Lo más singular es que fue el abuelo del capitán Juan Ignacio López de Borbón, uno de los militares españoles fallecidos en Turquía en el trágico accidente de aviación del Yak 42, ocurrido en el año 2003 cuando un contingente del ejército español desplazado en Irak viajaba de vuelta a España.
Más conocido y más colorista fue su quinto hijo, Alberto, de quien se habló mucho en prensa durante la Transición española, por haberse declarado republicano después de haber vivido largo tiempo en Francia, donde se naturalizó ciudadano francés en 1970 como Albert de Borbón, coqueteando con la idea de ser príncipe de la sangre de Francia. Personaje curioso y cambiante, implicado en extrañas pretensiones dinásticas, en 1971 dirigió una carta al entonces príncipe don Juan Carlos, en la que en al menos uno de sus párrafos rezaba: Mi carta no es una censura, sino una queja contra la fatalidad del destino, contra ese complejo de soberbia y de desunión que existe en toda mentalidad 'borbónica', ese odio de los unos hacia los otros, ese desprecio instintivo de competencia, ese... creerse cada uno mejor que los otros, con más tradición, con mayores derechos, con más pureza de sangre... ¡Como si ser más Borbón supusiese ser más ante Dios! Cuando, en realidad, ser más Borbón es estar más tarado, ser menos inteligente, ser más inútil. Una familia que reemplaza el talento, la capacidad y el trabajo por el orgullo […] Pero los Borbones-Reyes no han dado ni honores ni privilegios a sus parientes... Ellos, poderosos, huyen y sus parientes, sin poder alguno, pagaron con su vida la “cuenta” de llamarse Borbón. ¡Once fueron fusilados en Madrid [en 1936]! Los once pertenecían a este grupo de parientes pobres... cuyo único delito era “el pecado original” de pertenecer a esta nefasta familia.
La única que mantuvo una mayor estima hacia la figura de su padre, tras el asesinato de su madre, fue su hija Beatriz de Borbón y Rich, sexta en la saga familiar y también presente en el momento del crimen, que le llevó como padrino, en mayo de 1935, en la celebración de su boda con Juan Ricoy Pereira, celebrada la parroquia del Pilar de Madrid.
Beatriz de Borbón y Rich fue durante años un personaje de cierta notoriedad, especialmente en A Coruña, donde trasladó su residencia. Pintora aficionada, exponía con frecuencia en el Ayuntamiento coruñés, donde no faltaban nunca la asistencia de las altas personalidades civiles de la ciudad y especialmente las militares. La fama de su abuelo y de su tío Francisco, duque de Sevilla, que intervino activamente en la guerra civil en el frente y toma de Málaga y acabó siendo teniente general, seguía pesando, a pesar de que este acabó relevado por el régimen franquista por sus “conspiraciones” en pro del regreso de Alfonso XIII y su hijo don Juan de Borbón.
En 1983, tras una información en el diario ABC en el que incluían a su padre como “republicano”, Beatriz no dudó en contestar en una carta al director: Respecto a mi padre, José de Borbón y de la Torre, fue un buen militar, herido y condecorado numerosas veces en África, y que prefirió pasar dos años largos encarcelado en el convento de Santa Úrsula en Valencia, antes de servir a la República. La hija no dijo nada de la condición de asesino de su padre.
El más pequeño de la familia, Álvaro, el séptimo hijo, que también estaba en la casa de Andrés Mellado el día de la muerte de su madre, terminó sus días en Rute, un pequeño pueblo de Córdoba, alejado totalmente de la familia.
El último acto en el que se conoce la presencia de José María de Borbón fue en la boda de una de sus nietas, hija precisamente de la única persona que le defendió en vida, su querida Beatriz. Un enlace que se celebró en octubre de 1960 en la iglesia de San Cristóbal de Abanqueiro, en el municipio de Boiro en A Coruña. José María de Borbón murió dos años más tarde, sin que se publicara ninguna esquela en los principales periódicos de la época. Su hija moriría más tarde, el 30 de diciembre del 2000 en Madrid. En su esquela figuraba un llamativo recuerdo a su madre: “hija de María de la Asunción”. No aparecía en absoluto el nombre de su padre.
Una carrera militar brillante y una familia variopinta
José María de Borbón y de la Torre había nacido en Madrid en 1883, hijo de Francisco de Borbón y Castellvi y de María Luisa de la Torre, que era hija de un hacendado cubano. José María había entrado en el ejército tomando parte en la batalla de Tetuán y en la campaña del Riff. Recibió la cruz del Mérito Militar y la más prestigiosa de San Hermenegildo. Con tan solo 17 años, La Gaceta Militar destacaba el tercer premio que un joven aspirante a teniente había obtenido en la academia de oficiales de Toledo. Se fue especializando en tiro de precisión y fue destinado al Regimiento de Cazadores Figueras 6. Tras los momentos más duros de la Guerra de África, encontró salida en la recién creada Aeronáutica Militar.
Por vía paterna era nieto de aquel infante don Enrique de Borbón, duque de Sevilla, que durante algunas décadas había jugado el papel de revolucionario durante el reinado de Isabel II, y acabó muerto en la dehesa de los Carabancheles en 1870 de resultas de un duelo con su primo el príncipe Antonio de Orleans, duque de Montpensier, cuñado y conspirador contra la reina Isabel II en el ya conocido en la historia como El duelo de Carabanchel, todo en defensa de Isabel II contra las intenciones del pretendiente Montpensier. El duque de Sevilla no se había molestado en practicar el tiro; parece que el duque de Montpensier sí lo había hecho. Como tenía defectos de visión, se le autorizó a usar gafas, según recoge el acta. Le tocó disparar primero al duque de Montpensier, que falló el tiro; también falló el duque de Sevilla. El honor ya estaba a salvo, pero al contrario que en otros duelos que se consideraban así resueltos, habían establecido que seguirían disparando hasta que se hiciera sangre. El duque de Montpensier hizo pues el tercer disparó de la mañana, con la fatalidad de que impactó justo en la frente de su adversario. El duque de Sevilla cayó por tierra, muerto. De poco le sirvió matar al duque de Sevilla, ya que Montpensier nunca llegó a ser rey. Pocos meses más tardes se eligió a Amadeo de Saboya como monarca y fue desterrado. La sombra de ser quien instigó el asesinato del General Prim como venganza siempre se ciñó sobre Montpensier.
El parricida José María tuvo numerosos hermanos de los dos matrimonios de su padre, el general Borbón, entre quienes destacan María de Borbón y de La Torre, que en los años 20 marchó a Hollywood para seguir una poco exitosa carrera en el cine. Fue ella misma quien en 1926 gestionó para la reina doña Victoria Eugenia el contrato publicitario que ésta firmó con la compañía de cosmética Pond's. Otra de las hermanas, Blanca de Borbón y de León, fue la dama elegante y sofisticada de la familia, y la que siempre mantendría una relación más estrecha y afectuosa con la familia real. Nacida en 1898, con 31 años se casó con don Luis de Figueroa y Alonso-Martínez, hijo primogénito del poderoso conde de Romanones, que por entonces se encontraba viudo de la condesa de Quintanilla. Muchos años después una nieta de doña Blanca, María Suelves, contrajo matrimonio con Francis Franco, actual señor de Meirás y nieto del general Franco.
La fidelidad de esta rama del general Borbón, poco agraciada económicamente, sobre Isabel II, Alfonso XII y Alfonso XIII siempre se mantuvo incólume. Y de ello sacó provecho el asesino José María de Borbón y de la Torre. En su momento más difícil, encontró el apoyo vital de su primo Alfonso XIII. El asesinato de su mujer nunca fue juzgado. Un caso de violencia de género ocurrido hace ahora justo 91 años que fue silenciado.