El embaucador de la infusión: Josep Pàmies 'cura' el cáncer, el ébola y el sida con hierbas y lejía
Receta marihuana a niños recién nacidos con epilepsia pero no tiene ningún título científico. Es, como él dice, un agricultor de Balaguer. EL ESPAÑOL entra en la casa y los invernaderos de Pàmies, un tipo que factura entre uno y dos millones y medio de euros al año y cuyos métodos basados en plantas como la stevia o el kalanchoe están prohibidas por la ley y por la comunidad médico-científica.
2 abril, 2017 00:54Noticias relacionadas
Recetar marihuana a un bebé recién nacido. Ese fue uno de los post más polémicos del blog del agricultor y curandero Josep Pámies. Lo escribió hace algo más de tres años como respuesta a Raquel, quien le pedía consejo para la enfermedad de su hijo. Aquí la transcripción literal de la conversación.
-Raquel: “Estimado Josep, una vez más enhorabuena por su trabajo. Tengo el gusto de conocerle a usted y a su hijo Pau. He sido mamá hace tres meses y hace uno, con dos meses mi bebé empezó a tener convulsiones y fue diagnosticado de epilepsia de origen desconocido. Le puedo decir que yo soy intolerante a muchos alimentos y que el bebé, al yo tener mala absorción intestinal, le han faltado nutrientes, ( esto es cosa mía, pero estoy segura). Las convulsiones eran terroríficas, lo estoy medicando, muy a mi pesar, porque cada vez que le doy los medicamentos me pongo enferma, porque tienen graves efectos secundarios, pero en estos momentos es lo único que le atenúa las crisis. Por favor, desde su posición le suplico que haga un llamamiento a todo aquel que crea que nos puede ayudar, sea quien sea, por favor soy una mamá desesperada que haría cualquier cosa porque su bebé mejore. Le dejo mi correo ------ . Un fuerte abrazo, Raquel Gazol.
-Pámies: puedes dar tranquilamente a tu bebé microdosis de marihuana. Y verás seguramente buenos resultados.
Josep Pámies tiene 68 años y no es médico, ni científico ni tampoco tiene estudios. Él mismo nos lo reconoce. “¿Estudios? ¡Ja! ¡Pero si yo solo soy un agricultor! Eso sí, he leído más libros que muchos de esos médicos que dicen saber tanto de medicina”. Tan solo es un empresario con un 5 % de participaciones en la empresa de su familia que regentó durante años, Pàmies Hortícoles, dedicada a la venta de alimentos. Sin embargo, pese a no tener formación científica, lleva años proclamando a los cuatro vientos ser el poseedor de remedios milagrosos contra las peores enfermedades.
La semana pasada realizábamos un reportaje sobre Enric Corbera, el ‘charlatán’ de la bioneuroemoción, un tipo que ingresa tres millones de euros al año diciendo que cura el cáncer sin tratarlo. Todos sus métodos están desacreditados por la ciencia. A raíz de esa historia, decidimos indagar en otros casos similares. Descubrimos que tan solo es la punta de un iceberg. Hay muchos más tipos como él dando charlas, cultivando y vendiendo productos cuya prescripción para tratamientos médicos es ilegal. Es el caso del protagonista de la historia de esta semana.
Pàmies es un hombre que ha llegado a asegurar que el cáncer se cura con las infusiones de plantas como el kalanchoe, que él cultiva. En plena crisis del ébola sostenía que él poseía la vacuna para erradicar este mal, su adorado MMS (dióxido de cloro), del cual también afirma que puede curar la malaria. Reniega de la quimioterapia, que la considera el problema de que tantas personas se mueran de cáncer cada año; un hombre que asegura que el VIH no existe. Pámies critica sin miramientos a las farmacéuticas, las acusa de haber montado lo que él llama el negocio de la muerte. “Lo que interesa a la industria farmacéutica es que siga muriendo gente; si no, se acabó el negocio”, asegura a EL ESPAÑOL. Acepta recibirnos para hablar de sus métodos.
“No solo quiero conseguir que Cataluña se independice de España. También quiero la independencia de las farmacéuticas”, llegó a decir en una de sus conferencias. A Josep no le faltan problemas. Dentro de unos meses, comenzará el juicio en el que ha sido procesado por cultivar marihuana para uso terapéutico. La fiscalía pide para él dos años de prisión y una multa de 16.000 euros, pero él no se arredra. “Me importa un pito la condena. La marihuana no ha matado a nadie, la quimioterapia sí. A miles. Son luchas para conseguir lo que es lógico. Y lo vamos consiguiendo”, contesta a EL ESPAÑOL.
La calma -incluso para tildar de “mafiosos” a los responsables de las farmacéuticas y del sector de la medicina en España- es algo que le caracteriza. Lo hace todo con un ritmo pausado. El miércoles de esta semana EL ESPAÑOL pasea y charla con él por sus dominios mientras se pierde entre macetas y terrarios y cuando el sol más aprieta sobre el techo plastificado de sus invernaderos. Ahora solo los recorre de vez en cuando. Hace tiempo que se jubiló y delegó su participación en sus hermanos. Una empresa con un capital social de 112.740 euros y que ingresa en ventas entre uno y dos millones y medio de euros, según el último dato, el del año 2014.
Pese al éxito de su empresa, Pàmies no deja de encontrar obstáculos en el camino. O eso dice él: “Me persiguen y me desacreditan”. Farmacéuticas, asociaciones contra el cáncer, grupos de investigación multidisciplinares, oncólogos… Quieren denunciar los métodos de Pàmies, prohibidos por la ciencia en España. Él también tiene a los suyos: Dolça Revolució es su asociación y el feudo en el que respalda sus actividades. Sus conferencias, organizadas en giras por toda España, cuelgan siempre el cartel de entradas agotadas.
En la asociación hay socios y amigos como Teresa Forcades, una conocida monja independentista catalana que también defiende las mismas pseudoterapias y con la que ha impartido decenas de conferencias. ¿De dónde salen las ideas de Pàmies? ¿Cómo ha conseguido librar a la justicia? ¿Cómo ha logrado conseguir una legión de seguidores que acuden a todas sus conferencias y compran sus remedios en la tienda de su casa o por internet? Esta es su historia.
En la casa de Pàmies
Los invernaderos de Josep Pàmies a las afueras de Balaguer (Lleida) son un festival de variedades, una selva de color verde. Allí cultiva de todo: lechugas que ‘desinfectan’ utilizando el polémico MMS (dióxido de cloro), hierbas para elaborar toda clase de brebajes, plantas que alivian el tránsito renal… Es miércoles por la mañana en la pequeña localidad leridana de Balaguer. Josep se baja del coche frente a la estación de cercanías de la localidad; acaba de llegar de Logroño, donde el día anterior impartió una nueva conferencia.
Tras varias horas de viaje, debería ser el momento de descansar. Pero él continúa hablando de lo que le interesa: las pseudoterapias que vende a sus clientes. Por ejemplo, el MMS, dióxido de cloro, un producto tóxico cuya distribución y promoción está prohibida. Se trata de una lejía utilizada como blanqueante industrial y como un depurador de agua. Pàmies la propone como cura para enfermedades como la malaria o el autismo. Cara a cara, Pàmies explica sus métodos. “El MMS en Alemania es legal. Por la libertad de comercio de la Unión Europea, debería poder utilizarse también en España. Pero no nos dejan. Tiene huevos”, critica.
Esa tarde se dirige directo a los invernaderos en los que cultiva su plantación. Recorre las filas y filas de plantas y las va explicando una por una. Habla tranquilo de sus beneficios y de la “mentira” de las medicinas. En el paseo se encuentra con uno de sus productos favoritos: el kalanchoe, reunido en múltiples macetas, supone uno de sus principales ingresos. Vende la maceta a dos euros y medio y las bandejas de 300 gramos a 6 euros, ya cortado y maduro. Se trata de una planta mayormente utilizada como elemento ornamental, pero que él propone como un novedoso método con el que curar el cáncer.
Esa tarde, apenas hay cinco o seis trabajadores entretenidos en sus quehaceres diarios bajo los techos de plástico de los viveros y algunos clientes que acuden en busca de los remedios que Pàmies ofrece. Para la empresa de su familia trabajan 25 personas. Saluda a unos y a otros y se dirige directo a su plantación de stevia, la hierba dulce, su predilecta. Todas las plantas están cubiertas con una lona blanca para protegerlas del sol. Pàmies se acerca a retirarla. Estamos ante una hierba cuya distribución con usos medicinales está prohibida en España. No se puede comerciar con sus hojas para realizar infusiones, y mucho menos atribuyéndole fines terapéuticos. Y eso es exactamente lo que Pàmies hace.
Por otro lado, el kalanchoe nos resultaba desconocida hasta el momento. Procede de Madagascar, y crece con la forma parecida a la del aloe vera, con unas hojas en triángulo superpuestas unas encima de las otras en dirección ascendente, con picos pequeños y puntiagudos en los laterales. Cuando son pequeñas, cuentan con un color parduzco y crecen moteados de vetas de color negro, como un tigre gris, del color del hollín. Se suele utilizar con fines ornamentales, decorativos.
En la página web de su asociación, Dolça Revolució, se puede adquirir este producto. Allí se especifica para qué se utiliza. “En medicina tradicional, especialmente en América Latina, Asia y África y se usan para tratar las siguientes enfermedades y dolencias: lesiones y enfermedades relacionadas con daños celulares, como el cáncer, heridas profundas y gangrenadas, infecciones, quemaduras, tumores, abcesos...”. También en el invernadero, la planta está etiquetada de la misma manera. En el cartelito que hay enfrente de los kalanchoes lo pone claramente: “Cáncer, cáncer de hígado”. De nuevo, algo prohibido en España.
Es, según cuenta, un remedio infalible. “La diabetes cuesta 2.700 euros por persona al año. El cáncer, 200.000 euros. Cámbialo por dos euros y medio”, asegura. Al tiempo, arranca unas cuantas hojas y se las va comiendo por el camino con toda paz. Luego se acerca a las plantaciones de stevia y hace exactamente lo mismo. “¿Quieres probar?”, me dice. Vuelve a arrancar de nuevo unas cuantas hojas. Poseen un aroma intenso. Su sabor es dulzón y anisado.
Teresa Forcades, su socia en el clero
En una de sus conferencias, Forcades aparece con un pañuelo al cuello, un chubasquero y el tocado habitual de los miembros del clero. En la misma mesa, Pàmies escucha atento. Ella es una de sus socias y juntos han reivindicado las mismas teorías sobre el kalanchoe, el MMS o la stevia. En una ocasión contó una de sus experiencias.
“En la comunidad que yo vivía en Berlín había una hermana que tenía cáncer y le habían dicho que no tenía solución. Había pasado por muchas quimioterapias. Entonces hablamos del MMS, lo quiso probar. Esta hermana terminó muriendo, aun con el MMS, pero es cierto que ella mejoraba en algunos síntomas. En el monasterio en Cataluña, lo probé en mí misma y en las hermanas que quisieron. Encontré resultados positivos en algunas de ellas”.
Forcades nació en 1966 en Barcelona y se dedica a la medicina. Estudió Medicina interna en Nueva York y Teología en Harvard. Era el año 1997 cuando entró en el monasterio. Ha publicado varios libros, es doctora de salud Pública con una tesis sobre medicinas alternativas. Junto con Pàmies ha defendido siempre la independencia de Cataluña tanto como la independencia de las farmacéuticas. Son sus dos principales premisas aparte de estar totalmente entregada a dios.
Todas estas prácticas le pueden acarrear problemas a Josep, a su asociación y a sus afines. Fernando Frías es abogado especializado en temas de biología y salud. Con estos métodos, Josep juega siempre al límite de la ley. “Primero, infracciones, previstas en la Ley de Garantías y Uso Racional de Medicamentos. Varias, además, entre menos graves, graves y muy graves. Luego, de publicidad prohibida conforme al Real Decreto 1907/1996, sobre publicidad y promoción comercial de productos, actividades o servicios con pretendida finalidad sanitaria. También podría incurrir en el delito de publicidad falsa del artículo 282 del Código Penal y en el de elaboración de medicamentos no autorizados del artículo 362 y el de venta de los mismos del artículo 363”.
Una familia dedicada a la agricultura
Pero, ¿quién es realmente Josep Pàmies, el hombre cuyas prácticas han sido tildadas de ilegales y que irá a juicio por distribuir marihuana terapéutica? Pàmies nació hace 68 años en Balaguer en el seno de una familia de agricultores, una tradición iniciada por el bisabuelo Mariano. Ya son 4 generaciones de los Pàmies cuyos miembros se han dedicado al cultivo de la tierra.La vida en el campo, el esfuerzo para lograr que las cosas crezcan, es algo que siempre le ha resultado gratificante.
Todavía vive allí en una masía a las afueras de la localidad con su mujer Rosa Mari. Es el mismo lugar en el que tiene instalada su empresa Pàmies Horticoles, con la que comercializa hortalizas y plantas ecológicas, algunas de ellas prohibidas en España. En un momento dado, él y sus hermanos decidieron que la empresa no debía crecer más: “Cuando pudimos, no quisimos. Debe ser una estructura pequeña para que nadie tenga excesivo poder. No debe haber delegaciones en ningún lado. Nuestro lema es: ‘Compartir y no competir’”, explica a EL ESPAÑOL.
La vida de Pàmies siempre ha estado ligada al campo. A los dieciocho años entró en la junta de la Cooperativa de Agricultores de Balaguer. También formó parte del sindicato Unió de Pagesos. Años más tarde, a comienzos de los 80, él y su hermano se hicieron cargo de la explotación de la familia. Tendría que pasar el tiempo hasta que en el año 1999 convirtieron ese negocio en sociedad limitada con un nuevo nombre: Pàmies Hortícoles. Desde ahí venden sus productos supuestamente curativos desacreditados por la ciencia y la medicina.
Desde entonces, comenzó a organizar las conferencias en las que divulgar sus métodos; en ellas tan solo pide “la voluntad”, que suelen ser unos 4-5 euros por persona. En la entrada siempre coloca un puesto en el que vende sus semillas y otros productos. En el año 2013 escribió su libro, “Una dulce revolución”, en el que expone su vida y sus ideas sobre lo que hace y predica. Ahora se puede comprar tanto en su web como en la tienda a un precio de 15 euros. Va por la sexta edición.
Lo que dice la ciencia de sus métodos
El caso de Gloria -nombre ficticio- nos lo cuenta José desde León. Gloria era la madre de su novia. Falleció de un cáncer de hígado hace dos años. Dos antes de su muerte, le habían diagnosticado un cáncer de vesícula, se lo extirparon y parecía que todo iba bien. Sin embargo, volvió a aparecer. Se sometió a radio a quimio y no funcionó la cosa. No se podía hacer nada. “Su familia se agarró a un clavo ardiendo, como suele suceder en estos casos”. Indagando en internet, hallaron la página de la Dulce Revolución de Pàmies. Y compraron kalanchoe, un paquete por 30 euros.
José se enteró por su novia de lo que su suegra estaba haciendo: “Me dijo que su madre llevaba dos o tres semanas tomándolo. Hay dos maneras de tomarlo: comiendo tal cual la hoja o hirviéndola. Directamente, trituraba un poco la hoja o la ponía en ensalada. Cuando lo tomaba, decía que lo pasaba fatal. Que el sabor era asqueroso”. Ella iba a fallecer, y ya no se encontraba mal. Una vez que empezó a tomar el kalanchoe comenzó a tener molestias en la barriga.
Un día no pudo más y fueron al hospital. Le hicieron un lavado de estómago y tenía una obstrucción. “De allí empezó a salir kalanchoe a lo bestia. Todo el líquido que salía era verde. Ella estuvo tres o cuatro días en el hospital debido a esto. Lo que le hacía era retener líquidos”. Durante tres días, de allí salió kalanchoe sin parar. Desde ese día no se encontró mejor de nuevo. Falleció tiempo después; aquella planta no le había hecho efecto
José Antonio López Guerrero es Profesor Titular de Microbiología en el Departamento de Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), director del grupo de NeuroVirología del mismo Departamento y, asimismo, director del Departamento de Cultura Científica del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO). Además, colabora en diferentes programas de cultura científica en radio, prensa y televisión. Por eso es interesante escuchar su opinión sobre Pàmies. "Yo la historia de este señor la conozco por la prensa, pero también a través de un familiar bastante cercano, que murió hace más o menos un año tomándose el kalanchoe. Yo no me enteré hasta pasado el proceso. Cuando quiso reaccionar ya era tarde y se había gastado un montón de dinero. En las prácticas de estos curanderos hay un único afán de lucro. Nada de sus elixires tienen el menor rigor científico. Es una vergüenza que no se persiga a estos señores. Que señores como este, con pócimas mágicas y técnicas sin el menor rigor, puedan decir alegremente que lo curan todo".
Álvaro Bayón es investigador predoctoral en el CSIC. Ha colaborado durante años con la Universidad de León en la investigación de plantas medicinales. Conoce a Pàmies desde hace 5 años. “En 2011 le escuché en una charla sobre plantas medicinales. La gente me decía: ‘¿Le conoces?’”. Califica los métodos de Pàmies de “barbaridad”. “Yo no soy un experto en legislación, pero si no me equivoco viola varias leyes. Es peligroso, porque tú te crees protegido y no lo estás”.
También el investigador Emilio José Molina, uno de los responsables del colectivo RedUne, que persigue sus métodos desde hace tiempo, opina que lo que hace el payés leridano es una “locura”: “Niega el VIH, es antivacunas, promueve el MMS como cura de todos los males...La estevia para su consumo está prohibida por ser potencialmente tóxica (causa esterilidad probada en ratones y es hipotensora; el glucósido de esteviol, que es lo que se vende como edulcorante, sí está permitido). Él la propone y además dice que cura la diabetes con ella.
Por su parte, Álvaro nos explica los peligros del kalanchoe.“Se han hallado distintos casos de osbtrucción de las vías digestivas a causa de consumir esta planta. El kalanchoe tiene mucílago, una sustancia que forma un gel en presencia de agua. Si tomas demasiadas, estos mucílagos se pueden hinchar en el estómago, porque claro en el estómago se producen ácidos y eso es una solución acuosa. No se ha demostrado que tenga eficacia contra el cáncer ni en personas, ni en animales, ni tampoco siquiera in vitro”.
Óscar Huertas es bioquímico y realiza su tesis en la estación experimental del Zaidín del CSIC. “Dice cosas que no tienen ningún sentido. Hoy en día, el 70 u 80 % de los medicamentos proceden de plantas. Ingerir una planta cruda puede llegar a ser peligroso. Promover que la marihuana es útil para cualquier enfermedad es, como poco, dar una información peligrosa. Y lo del MMS es sangrante; porque es lejía diluida en agua”. El año pasado asistió a una de sus charlas en Granada. Él y otros especialistas intentaron que no se realizase en el ayuntamiento. Óscar asistió. Al acabar se le acercó y le dijo: “Buenas, soy uno de los que ha intentado parar la charla. No sé si es usted profundamente ignorante o si es un estafador”. Josep se quedó callado y no dijo nada.
Cara a cara
No es la única vez que alguien aparece en una de sus charlas para hacerle alguna pregunta comprometida. Pau Fernández es técnica superior en química ambiental. En una de sus charlas, se levantó para hacerle una pregunta. Le salió con el tema de la stevia, que según Pàmies cura la diabetes.
-Nuestros estudios indican que lo revierte.
-Pero usted no está capacitado para hacerlos.
-Pues los hago igualmente -contestó Pàmies.
Las 300 personas que había en la sala estallaron al momento en aplausos. “Quería ver cómo era aquello, cómo le lava el cerebro a la gente”, relata Pau.
Josep, por su parte, les reta a todos sus críticos a verse y a debatir cara a cara. “Yo les espero, estoy abierto a debate. Pero ellos nunca aparecen. Nosotros también tenemos expertos. Hay cocineros como Quique Dacosta que ya usan el kalanchoe en sus platos. Y dicen que es malo. Ellos son los que actúan como una mafia. Les interesa que haya enfermedad”.
Otros curanderos y charlatanes
La semana pasada realizamos un reportaje en profundidad sobre la figura de Enric Corbera. Esta ha sido el turno de Pàmies. Pero hay muchos más deambulando por España cuyos métodos, más que cuestionables, están desacreditados por la ciencia. Sin embargo, prosiguen vendiendo sus ideas a su libre albedrío.
Es el caso de Odile Fernández, quien asegura poseer recetas “anticáncer” y asegura que su cura del cáncer “fue un milagro muy currado”. Desde entonces, imparte conferencias en las que cuenta su experiencia e incide en aspectos desacreditados por la comunidad científica como la psicología o la dieta. Es una de las principales exponentes de las pseudociencias a día de hoy.
O el de María Luisa Iglesias Carbonell, quien defiende la bioneuroemoción de la misma manera que Enric Corbera, cuya historia contábamos la semana pasada.
O el de Arturo Solís Herrera, un especialista méxicano que dice ser neuro oftalmólogo y asegura haber creado la primera patente del mundo que reconoce la existencia de la fotosíntesis humana, que él vende a bombo y platillo como la energía del futuro.
O el de Ceferino Maeztu, quien habla de la hipersensibilidad electromagnética, un tipo que imparte conferencias cuestionándose si son seguros los campos electromagnéticos que usamos habitualmente en nuestras vidas.
Todos ellos tienen un modelo parecido de negocio. Emilio José Molina, de RedUne, les ha investigado a todos. “Van probando una y otra porque les encaja con lo que se han creído de las anteriores. Y como no ‘les funciona’, a veces van tendiendo hacia terapias más hardcore. Suelo decir que la gente que se mete en pseudociencias termina con cierta ‘politoxicomanía’”, explica a EL ESPAÑOL.
Después del paseo por las tierras, en un día de descanso tras una intensa semana, Josep se acerca por su tienda a saludar. Allí están las plantas y las hierbas que hemos visto minutos antes, pero ya preparados para la venta, envasados para los clientes.
La dependienta atiende amable a quienes en ese momento se encuentran delante del mostrador. Son una pareja. Tratan de adquirir algunos de los productos de Pàmies Hortícoles, así que escuchan las indicaciones con docilidad. La dependienta sale un momento y vuelve con un paquete. Son hojas de kalanchoe cortadas y preparadas para consumir. Les habla en catalán. “Esto es un sustitutivo de la quimioterapia”, les asegura. El paquete les va a costar seis euros. La pareja, tras adquirirlo, se marchan felices de allí, creyendo tener en sus manos el bálsamo de Fierabrás, una suerte de elixir para curar todas las enfermedades. Nada más lejos de la realidad. Pero nadie se lo dice. La pareja sale de allí y la vida sigue en la empresa y en los terrenos de Pàmies como si nada hubiera ocurrido.