Pepe Barahona Fernando Ruso

Conducir es como iniciar una relación. Te sitúas en mitad de una carretera, consciente de que expones tu propia vida a la voluntad de otro y rezas para que quien no conoces de nada no quiebre la confianza que en él depositas. El asfalto se convierte así en un vaivén de flirteos y abruptas separaciones que se vigilan desde el aire por un Gran Hermano que todo lo ve. Antonio lleva años observándonos. Es el piloto más veterano de la DGT y antes de que te eches a la carretera en esta operación salida tiene un consejo que darte: las prisas, ya sea en el amor o al volante, nunca son buenas.

EL ESPAÑOL se sube en uno de los ocho helicópteros, de los doce disponibles, que incorporan sistema de radar Pegasus en estos días en que las carreteras españolas registren 14,8 millones de desplazamientos. Además, unos ochocientos radares entre fijos y móviles vigilarán el comportamiento de los conductores en esta operación salida de Semana Santa.

DGT Pegasus

A quinientos pies, unos ciento cincuenta metros de altura, levitando entre las corrientes de aire, el cabo primero Fernando Vera divisa una furgoneta que avanza a una velocidad mucho mayor que la que llevan el resto de conductores. Quien va al volante de ese vehículo no sabe que el guardia civil que lo ha cazado desde el aire lleva más de catorce años observando cómo fluye el tráfico desde las alturas. Es fácil detectar una infracción, por ejemplo de velocidad: canta ella sola en comparación con el resto de coches. El radar marca 141 kilómetros por hora. Multa.

“Desde el aire se ve de todo, comportamientos espeluznantes”, explica el cabo primero de la DGT Fernando Vera García, que suma 28 años de servicio activo en la Guardia Civil, 14 de ellos en el helicóptero de la agrupación de Tráfico. A los consabidos excesos de velocidad, adelantamientos prohibidos, uso de teléfonos móviles, comer o afeitarse —sí, afeitarse— al volante, llevar las mascotas sobre las piernas mientras se conduce o no llevar abrochados los cinturones de seguridad, el guardia civil añade una enumeración de lo que él llama “prácticas, más que negligentes, temerarias”.

HEROÍNA AL VOLANTE…

Son las tres y tres minutos de la tarde. Otra furgoneta, también blanca y con las puertas perfiladas con lo que desde el aire parece ser el nombre de un taller de mecánica, completa metros en el sentido de la marcha. No es la velocidad lo que preocupa, tampoco la distancia de seguridad con el vehículo que le precede, ni siquiera su intención de iniciar un adelantamiento. Algo llama la atención del agente en el interior de la cabina, donde se percibe desde las alturas un desordenado salpicadero repleto de papeles, gorras y demás utensilios del tajo. Al enfocar, quien graba la escena se lleva las manos a la cabeza. Las cámaras captan cómo el copiloto sostiene con su mano izquierda el volante mientras que el conductor quema heroína en un papel de plata. No hay prisa en él mientras que aspira por un canuto los efluvios con una pasmosa tranquilidad. El tipo se toma su tiempo, pasando una y otra vez la llama por la droga. Al terminar, recupera el control del volante y le pasa los avíos a su compañero, que repite la operación.

Antonio Zabau, jefe de patrulla de helicópteros de Sevilla y piloto con más años de servicio en la DGT. Fernando Ruso

Ni uno ni otro son conscientes que durante los cuatro minutos que tardan en drogarse han sido grabados por el Pegasus de la DGT. Tampoco lo son los conductores con los que se han ido cruzando por el camino, ajenos al peligro que estas prácticas suponen para la seguridad colectiva.

… TOQUETEOS Y CALENTONES

“Desde la carretera hemos visto actitudes que van desde la preparación de una raya de coca al consumo de bebidas alcohólicas, esnifando, manteniendo actitudes cariñosas del acompañante hacia el conductor, desinhibidos por completo de la conducción…”, enumera el cabo Vera. También hay filmadas escenas de sexo, pero fueron borradas. “Era un poco calentón el tema, con tocamientos y demás, y decidimos bajar para que la cuestión no fuese a más”.

Cuando el guardia civil habla de bajar se refiere a hacer el helicóptero más visible de lo que es. Situarse en mitad de la carretera para que quien está cometiendo una infracción sea consciente de que se le está grabando. “Tratamos de disuadir, para evitar la comisión del delito”, concreta el cabo Vera.

La maniobra la completa el piloto. No es un piloto cualquiera. Antonio Zabau Torres es el más veterano de la DGT. Entró como fotógrafo en el servicio en el año 1975, en Barcelona, pero acabó enganchándose al aire y su vida laboral como jefe de la patrulla de helicópteros de Sevilla.

“Volar es una sensación especial. O te gusta y te apasiona, o decides bajarte del helicóptero sabiendo que aquello no es para ti. Yo fui de los primeros”, narra Antonio a falta de tres años para jubilarse. “No quiero ni hablar de la jubilación, porque voy a echar esto de menos, mucho de menos”.

Enmanuel García, mecánico jefe de vuelo. Fernando Ruso

Y se le entiende. Cuando el helicóptero —un biturbina AS355NP, con capacidad para seis personas, 1.300 kilos de peso y tres horas y media de autonomía con el depósito, de 750 litros, lleno— se eleva, es imposible no sentir un hormigueo en el estómago. Lo siente el novel, al comprobar cómo la perspectiva de su mundo cambia al tomar altura; y el experto al saciar su sed de volar.

En tierra, en el hangar, espera Manuel García, mecánico jefe de vuelo. Lleva desde 1985 cuidando los helicópteros de la DGT en Sevilla. “El piloto es al novio lo que el mecánico es al suegro”, confirma con guasa. “Siempre que se lo llevan, sientes un desasosiego; nuestra preocupación está en la salud de la máquina,  cuando se va, estamos deseando de que vuelva, y de que vuelva bien”.

UN SCALEXTRIC DE ASFALTO

Desde el aire, después de describir un ocho para que el radar se geoposicione, las carreteras parecen las de un Scalextric y los coches son diminutos como Micro machines. El helicóptero, dotado de aire acondicionado y calefacción, es más cómodo de lo que a simple vista pueda parecer. El ensordecedor ruido de las turbinas se queda en nada al ponerse los cascos, convirtiéndose el vuelo en una plácida experiencia. No para los conductores que poco a poco van cayendo en la nómina de denunciados. Tres, velocidad excesiva, distancia de seguridad y adelantamiento en línea continua, en apenas quince minutos.

Antonio, un hombre enjuto, moreno y con bigote, acumula más de siete mil horas de vuelo y ha visto cómo ha evolucionado la vigilancia del tráfico desde el aire. Cuando empezó, las fotografías se tomaban con cámaras a las que había que ir cambiando el objetivo. Ya bien fuera para tomar una instantánea de la infracción o para captar la matrícula necesaria para emitir la sanción.

El Pegasus en el hangar antes de iniciar el vuelo. Fernando Ruso

Tiempos en los que los medios técnicos también condicionaban la forma de volar. A menor altura antes, en contraste con las posibilidades que ahora ofrece el radar Pegasus, que cumple cuatro años desde su implantación, y que incluye un sistema de cámaras, una panorámica que facilita el seguimiento y otra de detalle que permite leer las matrículas a un kilómetro de distancia.

En los más de treinta años de presencia de helicópteros en la DGT, también ha cambiado la forma en la que los conductores reaccionan con su presencia. “No se daban cuenta de que les grabábamos, les daba igual que estuviésemos ahí”, explica Antonio, que no puede esconder su amor por su profesión. Ahora, y el equipo de EL ESPAÑOL lo refrenda con su experiencia desde el aire, los conductores bajan la velocidad o guardan la distancia de seguridad al percatarse de la presencia del Pegasus. Se encienden algunas luces de freno y quien más y quien menos agarra el volante con ambas manos.

18.274 SANCIONES DESDE EL AIRE

En solo tres años, los ocho helicópteros Pegasus de la DGT han realizado 3.821 horas de vuelo de vigilancia, controlando a más de 75.000 vehículos y captando 18.274 infracciones desde el aire. Gracias a él se pudo sancionar a un vehículo que circulaba a 199 kilómetros por hora en una carretera limitada a 90. O a otro que conducía a 242 en un tramo de 120. Las velocidades más altas detectadas.

En la operación salida de esta Semana Santa volarán todos los helicópteros de la DGT, repartidos en A Coruña, Madrid, Málaga, Sevilla, Valencia, Valladolid y Zaragoza. Sobre todo por las carreteras secundarias, donde Tráfico intensificará la vigilancia. Ocho de cada diez víctimas mortales se producen en este tipo de vía, que representa, con 140.000 kilómetros, el 90 por ciento de las vías interurbanas.

Fernando Vera, Cabo Primero de la agrupación de tráfico de la guardia civil, operando las cámaras del helicóptero de la DGT. Fernando Ruso

Además de los Pegasus, la DGT asegura que en el dispositivo especial de tráfico participarán todos los agentes disponibles de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, 800 funcionaros y personal técnico especializado en los Centros de Gestión de Tráfico y más de 13.000 empleados de las empresas de conservación de carreteras. Números a los que hay que unir unos 500 radares fijos y otros 300 móviles que se repartirán por todo el país, especialmente en aquellas vías que comunican Madrid con la costa valenciana y Andalucía, y entre Sevilla y el resto de provincias andaluzas, en especial Cádiz, Huelva y Málaga.

Andalucía occidental es la zona de actuación de Antonio el piloto y el cabo primero Vera. Ambos, expertos vigías desde el aire, insisten en que levantar el pie del acelerador y cumplir a rajatabla con las normas es el mejor modo de evitar accidentes.

Los dos recuerdan cómo hace un año, mientras que vigilaban las carreteras de Huelva, recibieron el aviso de que un varón había fallecido en pleno vuelo con su avioneta. En el aire seguía su esposa, sin saber cómo aterrizar. Ambos fueron a su encuentro y guiaron a la improvisada piloto hasta el aeropuerto de Sevilla. La aeronave se estrelló, pero gracias a su rápida actuación pudieron rescatar a la mujer.

“Pero —se lamenta Antonio—, la gente se cree que solo estamos para sancionar”.

Antonio Zabal, jefe de patrulla de helicópteros de Sevilla y piloto con más años de servicio en la DGT. Fernando Ruso

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