José, el sargento gitano de la Guardia Civil que pone orden en el cuartel con su guitarra flamenca
"Me llaman Pico, por Picoleto", explica el comandante de puesto del cuartel sevillano. Canta el himno del cuerpo al compás de rumba. "¿Cuántos guardias civiles son gitanos? Yo mismo, porque mi madre es gitana".
13 mayo, 2017 01:50Noticias relacionadas
“¿El flamenco y la Guardia Civil son incompatibles? Yo creo que no, y si tengo que luchar contra esa asociación de ideas, pues lo haré”. José Delgado rasga las cuerdas de su guitarra para sacudirse la versión que considera irreconciliables al flamenco, su afición, y al tricornio, su vida. La suya, la de El Pico de Morón, o el Sargento Primero Delgado, es el mejor ejemplo del buen maridaje entre el cante hondo y el oficio benemérito. Porque en José, el quejío empieza donde acaba el uniforme.
Cae la tarde en Morón de la Frontera, tierra flamenca situada en la Sierra Sur de Sevilla. De la puerta verde de la casa cuartel de la Guardia Civil sale una guitarra flamenca asida a la mano del Sargento Primero y comandante de puesto José Delgado Núñez. No va de uniforme, todavía. Viste pantalón vaquero oscuro y camisa gris abotonada justo hasta el esternón. Es moreno, con caracolillos en el pelo y abundante vello en el pecho. Un medio gitano medio payo que se crió escuchando a Los Chichos y Los Chunguitos en el radiocasete del coche en el que viajaba con su familia de pueblo en pueblo, de cuartel en cuartel, por toda España siguiendo los recurrentes y dispares destinos de su padre, también guardia civil.
“Lo he mamado desde chico”, explica a EL ESPAÑOL El Pico de Morón. “Pico, por picoleto”, puntualiza el sargento. “Es así como se nos conoce a los guardias civiles, nos puede gustar o no, pero es lo que hay y a mí me parece original llamarme así”.
Su idilio con el flamenco, con la música, empieza antes que su amor por la Guardia Civil. “Canto desde antes de hablar, desde que tengo uso de razón”, detalla el comandante de puesto, que tiene bajo su mando a casi una veintena de agentes y que recibe el beneplácito de sus superiores, sabedores de su afición por la guitarra y el cante.
FLAMENCO Y GUARDIA CIVIL, ¿INCOMPATIBLE?
“Y distingo bien entre mis labores como guardia civil y mi afición por el flamenco. Cuando me quito el uniforme, cojo la guitarra. Cuando trabajo, trabajo; cuando canto, canto. Así soy, así lo entiendo y no debe generarme problemas”, argumenta El Pico.
Y así, siempre que puede, cuando tiene el uniforme en el armario, El Pico canta versiones de muchos artistas. Rocío Jurado, El Barrio o Jeros, el líder de Los Chichos; pero también composiciones propias que hablan de su día a día, de su familia, sus padres, su mujer, sus hijos… “Lo mío es una necesidad y esta es la forma de expresarme”, explica José a sus 42 años.
“Todavía no me he decidido a componer nada a la Guardia Civil, no he tenido esa necesidad”, apunta el sargento primero, que cuando se entona y se le calienta la garganta anticipa parte de su próximo proyecto. “Todavía no está fino, no le he dedicado mucho tiempo, pero esto va a ser un pelotazo”.
Y El Pico comienza a darse compás de rumba con la guitarra y se lanza a cantar con timbre flamenco. “Instituto, gloria a ti, / por tu honor quiero vivir. / Viva España, viva el Rey, / viva el orden y la Ley, / viva honrada la Guardia Civil”.
EL HIMNO DE LA GUARDIA CIVIL, POR RUMBAS
El himno de la Guardia Civil. Como prometía José, lo nunca antes oído. En su versión más flamenca. “Así puedo unir mis dos pasiones: la música y la Guardia Civil”, concreta El Pico.
—¿Dónde empieza José el flamenco y dónde el guardia civil?
—El sargento José Delgado y El Pico de Morón son dos personas pero a la vez solo una. ¿Cuándo empieza una y cuándo otra? Pues en el momento en el que me quito el uniforme. Como cualquier persona, tengo mis aficiones y ahí saco mi yo flamenco. Y ahí transmito mis emociones, y hago sentir a los demás.
—¿Qué virtudes tiene como flamenco?
—Virtud creo que no tengo ninguna. No toco bien la guitarra, solo me acompaño; y cantando, tampoco es que sea un virtuoso, porque no tengo una voz rompedora, pero sí sé que mis canciones llegan, que mi forma de cantar es personal y que va gustando. Es una sencillez que gusta. No busco nada estrambótico. Y ahí se sienten identificados muchos de los que me siguen en las redes sociales.
El Pico de Morón ya suma la tímida cantidad de 12.101 seguidores en su página de Facebook y decenas de vídeos de sus actuaciones compartidos en YouTube. Y quienes lo siguen no dudan en acercarse a felicitarlo. Aunque vaya vestido de guardia civil. “Me hace mucha gracia”, reconoce José. “Me preguntan si yo soy El Pico, me hablan de mi música y yo siempre me muestro amable, lo que no quita que cumpla con mis obligaciones como agente”, cuenta el sargento. “El flamenco me ha dado muchas tablas en las relaciones sociales”.
—¿Y qué más le aporta la música a su trabajo como guardia civil?
—La música me da tranquilidad, la descarga a nivel emocional por las cosas que veo en el trabajo. Es una liberación, una huida del estrés. Una forma de olvidarme del trabajo. Un punto y aparte.
NO TODOS LO ENTIENDEN
Los beneficios que el flamenco le reporta son tantos que apenas escucha las voces, mínimas pero existentes, que recelan de su afición por la guitarra siendo comandante de puesto.
“El piano no se vería como incompatible, pero la guitarra sí”, se defiende sereno El Pico. “La guitarra traslada a muchos al ambiente de antes, de las juergas; pero eso es cosa del pasado”, añade Delgado. “Morón es tierra de guitarristas. ¿Qué pueblo más indicado para que el jefe del puesto de la Guardia Civil sea alguien que toque la guitarra? Estoy convencido de que no hay ningún problema, y si lo hubiera, lo pienso derrumbar, porque me apasiona cantar y no voy a dejar de hacerlo”.
Un razonamiento primitivo dicta: el flamenco, cosa de gitanos; y frente a ellos, la Guardia Civil. “Pero, ¿cuántos guardias civiles son ya gitanos? Yo mismo, porque mi madre es gitana”, defiende el sargento.
José es flamenco hasta en sus movimientos. En la forma de colocar las manos, al fijar la mirada o en su pretendida estética cuando toca para EL ESPAÑOL en el Bar Alemán de Morón, sitio de encuentro para los amantes del cante hondo. Allí, entre retratos de las principales voces del cante hondo, El Pico repasa el vínculo de su pueblo con el flamenco. En Morón se celebra desde 1963 el Gazpacho Andaluz, un festival nacido a la moda del Potaje Gitano de Utrera y que a lo largo de su historia ha citado a lo más florido del panorama musical.
El Pico sabe que está lejos de los escenarios. Pero no se marca límites. “Soy muy optimista, tengo los pies en el suelo y me gusta ir poco a poco. Pero siempre quiero más. Y voy a ir creciendo”, presagia.
Y así pasa los días, tocando rumbas en la casa cuartel, canturreando por bulerías en el coche patrulla. Sabiéndose el Sargento Primero Delgado cuando va de verde; sintiéndose flamenco cuando se desabrocha los botones de la camisa y se convierte en El Pico de Morón.