Advertimos de que los dos vídeos que vienen a continuación son de extrema dureza. El primero, a pesar de que es de mala calidad y no es explícito, recoge el momento en el que un vendedor de pescado de 31 años es triturado por un camión de basura. En el segundo, de Al-Jazeera, se muestran las imágenes del cadáver atrapado entre el mecanismo.
Era medianoche en Alhucemas, una de las ciudades más pobres y desfavorecidas de Marruecos. La policía había requisado, por enésima vez, la mercancía a un vendedor de pescado llamado Mouhcine Fikri. Llevaba media tonelada de pez espada. Los agentes cogieron sus cajas y las tiraron al camión de la basura. El chico, de 31 años, intentó recuperar su pescado. Trepó hasta el depósito del camión y se metió dentro. En ese momento, alguien accionó el mecanismo triturador antes de que el chico pudiese salir. Fikri murió triturado..
Esa fue la gota que colmó el vaso del conflicto de la región del Rif. Sucedió el pasado 28 de octubre. Ahora, medio año después, el problema ha convertido el norte de Marruecos en un polvorín. Manifestaciones, represión, intervenciones militares y acusaciones cruzadas. Los rifeños desafían al gobierno: culpan a los madatarios de marginar la zona, de no invertir y de dejar morir de hambre a los habitantes. El gobierno, por su parte, acusa a los rifeños de separatistas y de estar al servicio de otros países enemigos de Marruecos.
OTRA PRIMAVERA ÁRABE
La situación recuerda a los acontecimientos que dieron lugar a la primavera árabe. Por el detonante y por las consecuencias. En ambos casos, el detonante fue la muerte de un vendedor ambulante en Túnez. En la primavera árabe, fue el tunecino Mohamed Bouazizi: un vendedor de fruta que se inmoló quemándose a lo bonzo porque la policía le requisaba la fruta que vendía. En ese caso, la muerte de Bouazizi generó un reguero de protestas por los principales países árabes. Derivaron casi en guerras civiles y en derrocamientos de mandatarios como Hosni Mubarak en Egipto.
En el caso del Rif, no se ha obtenido aquel apoyo internacional. Los rifeños se encuentran abandonados a su suerte y a merced de las medidas que quiera tomar el gobierno de Marruecos. Prácticamente todos los días hay concentraciones pacíficas en Alhucemas, pero el gobierno de de Rabat amenaza con intervenir militarmente porque consideran que lo que se está gestando en el Rif es una amenaza para la seguridad del país.
INSTIGAN DESDE EUROPA
¿Están realmente solos los rifeños? Para contestar a esa pregunta, hay que analizar la situación socioeconómica de la región. Aunque viven 4,5 millones de habitantes. Esto sólo supone el 10% de los rifeños en el mundo. El resto han emigrado y la gran mayoría vive en Europa. Eso ha provocado que muchos de los paisanos que viven fuera, se hayan organizado para apoyar a los compañeros que siguen viviendo dentro.
Además, el Rif es la región de procedencia de los amazigh o bereber. Una etnia que ya estaba presente en los terriorios marroquíes antes de la llegada de los árabes. Tienen su propio lenguaje y hasta su propio alfabeto. Algunos de ellos no se consideran marroquíes. Y en los últimos seis meses, ese sentimiento se ha acentuado.
LAS CUP APOYAN DESDE CATALUÑA
En este contexto, este fin de semana se ha celebrado un acto en el que se han constituido varias asociaciones de apoyo a la causa rifeña. Al acto acudieron, entre otros, representantes de las CUP de Cataluña (Candidatures d'Unitat Popular). Un partido anticapitalista e independentista que ha visto en la causa del Rif un episodio similar al de los independentistas catalanes.
Y es que en las manifestaciones de Alhucemas no se ve ni una sola bandera de Marruecos. Sí que se ven, en cambio, algunas rojas y blancas con la media luna en medio. ¿Qué bandera es esa? La de la República del Rif. Un efímero experimento que convirtió a la región en una república independiente. La república se proclamó en 1921 y fue desmantelada por españoles y franceses en 1926.
¿Hay realmente un movimiento independentista en el Rif? Los activistas rifeños aseguran que no. A pesar de exhibir banderas de aquella breve república, aseguran que se trata de un invento del gobierno de Rabat; una excusa para poder ejercer represión en la zona e intervenir militarmente.
Lo que sí que hay en Marruecos es un movimiento de activistas basado, en cierto modo, en el 15M español. Se llama Movimiento 20 de febrero y también tiene a su Pablo Iglesias particular. En este caso se trata de Nasser Zafzafi, un activista y líder carismático que se ha convertido en la voz de las protestas. Ellos apoyan la causa de los rebeldes rifeños.
LOS CINCO JÓVENES CALCINADOS
El movimiento 20-F tiene en su origen varias muertes sin esclarecer. La fecha de fundación fue el 20 de febrero de 2011. Al día siguiente, cinco jóvenes de Alhucemas que participaban en las protestas, aparecieron calcinados en el interior del Banco Popular de Marruecos. Se llamaban Samir, Nabil, Jamal, Jawal y Aimad, y ninguno de ellos superaba los 23 años. La versión oficial cuenta que los chicos iban a robar en la sucursal, aprovechando una manifestación, y que el fuego provocado por los manifestantes les sorprendió allí dentro.
Las familias lo desmienten. Aseguran que los secuestraron por participar en los actos, que se los llevaron en furgones, que los mataron a golpes y que luego los llevaron al banco y los quemaron. También sostienen que algunos de los fallecidos presentaban fracturas craneales que pudieron ser previas al incendio. Es decir: dicen que los secuestraron, los mataron y luego los quemaron. "Los asesinaron; luego no sabían qué hacer con los cadáveres, los metieron en un banco y les pegaron fuego", cuenta el hermano de Samir, uno de los asesinados.
Sea como sea, el suceso tuvo lugar hace seis años, pero ni los abogados ni las familias disponen aún de las grabaciones de las cámaras de seguridad. Y no son optimistas al respecto. De hecho, la versión que les han dado asegura que ese día, curiosamente, no funcionaban las cámaras del banco. No se ha demostrado ni siquiera que los chicos se conociesen entre sí. Además, ninguno tenía antecedentes penales. Entretanto, nadie está en la cárcel pagando por esas muertes.
Las muertes han servido de elemento vertebrador de este movimiento. Y es un lugar de nombre tan apropiado como La Plaza de los Mártires, donde la gente de Alhucemas se concentra para pedir dignidad y derechos. Todas las protestas han sido pacíficas, aunque el gobierno ha reprimido algunas por la fuerza, como una manifestación que se convocó el día 4 de diciembre. Las autoridades ordenaron desalojar la plaza porque en ese lugar se tenía que celebrar una feria. La negativa de los manifestantes rifeños de abandonar la zona acabó con lanzamiento de bombas de gases.
CÁNCER PROVOCADO POR LOS ESPAÑOLES
Las muertes fueron sólo las chispas que encendieron el petardo, pero hay mucha pólvora que nada tiene que ver con asesinatos. Las reivindicaciones de los rifeños son muchas, y en algunas de ellas, los españoles tenemos mucho que ver. Recuerdan los rifeños que, en la guerra del Rif que tuvo lugar a principios del siglo pasado, franceses y españoles lanzaron armas químicas contra la población. Hoy en día, dicen, la incidencia del cáncer en la población es altísima. Y los rifeños lo achacan a aquellos ataques. Por eso piden hospitales especializados en oncología.
No son las clínicas las únicas reivindicaciones. Piden lo esencial: agua corriente, luz eléctrica… “Vivimos en el siglo XXI, no en la Edad Media. En los pueblos, la gente tiene luz mediante una tarjeta de recarga. Cuando se te acaba, tienes que desplazarte 40 o 50 kilómetros para recargar. Hay gente que no tiene medio de transporte y vive como el hombre de Cromañón”, cuenta Redouan, uno de los activistas de la zona.
La juventud tampoco tiene futuro. No hay empresas en las que trabajar. Tampoco universidades. Todo aquel que quiera proseguir sus estudios tiene que mudarse a Fez, Casablanca, Rabat, Tánger, Oujda o Tetuán. El que no se la puede costear tiene muy pocas opciones: las principales son el campo, el mar, o el cannabis. El Rif es la región que más marihuana planta y más hachís produce de todo Marruecos, y por ende del mundo. Hay pueblos enteros que viven del kifi (nombre del cannabis en árabe). “Nos vemos obligados a eso. Yo también preferiría trabajar en una fábrica o en un centro comercial, pero tengo familia y mis hijos tienen que comer. Por eso me dedico a la droga”, se lamenta Nourredine, un joven de 28 que vive en Alhucemas.
“La situación ha sido igual siempre. Si el 90% de los rifeños vive en Europa no es por casualidad”, cuenta Reduan, uno de los activistas de la zona. Como el Rif es una zona sin futuro, sin hospitales, ni universidades, ni empresas, la mayor parte de sus habitantes se marchan. Eso ha sido así historicamente. Casi todos vienen a parar a Europa. Especialmente a Holanda. Estos inmigrantes son los que envían dinero a sus familias que permanecen en Marruecos. Y son también la piedra en el zapato del gobierno marroquí, que les acusa de dirigir toda esta revuelta desde Europa.
LOS BANTAJYA REVIENTAN DESDE DENTRO
La situación se ha salido de madre. Los rifeños no se amedrentan. El líder Zafzafi insiste en que todas las manifestaciones tienen carácter pacífico. Y le deja toda la responsabilidad al gobierno: “Si se arregla la situación, será gracias al gobierno. Si se enciende, será de manos del gobierno”. Un gobierno que, lejos de interpretarlas como unas reivindicaciones pacíficas, intenta atajarlas por todos los medios. Primero usaron la represión y no funcionó. Después lo intentaron con los bantajya. Esto es, personas violentas a las que infiltran en las manifestaciones para que las revienten por dentro. Se hacen pasar por activistas pero en realidad lo que persiguen es generar violencia.
Así apuñalaron, por ejemplo, a Said Morabet, uno de los principales miembros de este movimiento. En una concentración recibió cinco puñaladas a manos de otros manifestantes. Entre la multitud fue casi imposible determinar quién fue el autor material de los hechos. Los bantajya son así un arma de doble filo: por una parte, revienten las concentraciones desde dentro. Por el otro, legitiman al gobierno marroquí para que intervenga, al considerar que se trata de manifestaciones violentas.
Otro de los datos que indignan a los rifeños es que, desde la década de los 50, la región está considerada por Marruecos como zona militarizada. La presencia de policía y soldados siempre ha sido masiva. Ahora es agobiante. Las concentraciones se suceden casi a diario. Los rifeños siguen pidiendo justicia a diario, en las calles. El gobierno sigue pidiendo que cesen en sus manifestaciones. Cualquier chispa puede provocar una guerra en Alhucemas. Una más.