Algunas mujeres transexuales se someten a logopedia e intervenciones quirúrgicas para perder el miedo a hablar.
Cuando a Nerea le preguntaron cuál era su modelo de voz a seguir, ella escogió tres: la de Edurne, la cantante, presentadora y exconcursante de Operación Triunfo; la de Noemí Salazar, del programa sobre familias gitanas Gipsy Kings; y la de India Martínez, una cantante andaluza. Al final escogió ésta última. Porque era dicharachera y tenía una personalidad dulce, "parecida entre comillas" a la suya, según explica riéndose. Por su parte, Daniela Ferrández quería una voz más seria, acorde a su trabajo de investigadora en la universidad. Una voz más similar a la de locutora de radio que a la de una youtuber. Y en eso están.
Nerea –nombre ficticio elegido para este reportaje- y Daniela son dos mujeres transgénero que han decidido realizar un método logopédico de feminización de la voz. De ahí que cada una haya escogido un modelo acorde a su personalidad con el que comenzar a trabajar. “No es que se vayan a parecer las voces, pero es como una guía de cómo tú te defines”, aclara Nerea.
Porque la voz es, en muchas ocasiones, la primera carta de presentación con la que contamos. Según por cómo hablamos podemos dar rienda suelta a los prejuicios de nuestros interlocutores. A cómo somos y a cómo estamos. Y eso también implica que se nos trate como a una chica, mujer o señora. O como chico, hombre o señor, una opción que cae como un jarro de agua fría sobre las mujeres trans que están pasando, o ya han pasado, por el proceso de transición.
En el imaginario colectivo, el cambio de sexo está asociado a lo puramente estético y visible: un reajuste hormonal que favorezca (o no) el crecimiento del pelo, una operación genital, ponerse (o quitarse) pechos... A menudo la voz se considera algo secundario pero que, cuando se está finalizando la transición, adquiere una importancia vital para muchas personas trans. Es el escalón final de su objetivo.
"Ya no reconozco mi antigua voz"
Al teléfono, la voz de Daniela Ferrández suena dulce y “tomada”. Consecuencias de la alergia. Alicantina, de 28 años e investigadora universitaria en Santiago de Compostela, lleva alrededor de un año y medio sometiéndose a hormonas. “Estoy en un momento intermedio de la transición”, explica. Y es en ese punto en el que decidió que su voz tenía que formar parte del cambio. Así que buscó una alternativa a la cirugía para adaptarla. Ahora, diez sesiones de logopedia después, su forma de hablar es otra. “El otro día estuve escuchando audios míos de hace unos años y la verdad es que no me reconocía”, asegura.
Por su parte, Nerea es una murciana de voz vivaracha de 24 años que, a medida que avanzan las sesiones de logopedia, se siente más relajada cuando conversa. “Mi otra voz era muy, muy, masculina. Me impedía bastante relacionarme por la calle”, explica. Asegura que todo el mundo le nota el cambio, incluso la regañan cuando habla con su “voz antigua”.
Igual que Daniela, Nerea admite que esta transformación la notan más las personas con quienes interactúan que ellas mismas. Pero lo que sí perciben es un aumento de confianza a la hora de hablar. “Físicamente nadie se daba cuenta de mi pasado, pero la voz era lo que me delataba. Me mataba. A lo mejor estaba con alguien y me decía ‘chica’, pero una vez que yo hablaba cambiaban de idea”, explica Nerea.
Gracias a los ejercicios que realiza, Nerea consiguió abrirse a los amigos de su pareja. A relacionarse más abiertamente con el mundo. “A través del tratamiento, y de ver las reacciones del entorno, ganas seguridad en tu voz y eso te da una tranquilidad para vivir mejor en este proceso en el que ya hay muchas cosas difíciles”, asegura Daniela. Para ella, lo importante no es el grado de masculinidad o feminidad de la voz, sino la confianza que tienes en ella. El hablar sin pensar en cómo lo haces, pagar en el supermercado sin temor a que un “hola” suene demasiado ronco o a que al tropezar no sueltes un ¡ay! demasiado masculino. Situaciones que, como explica entre risas, le han ido ocurriendo.
Quien las ayuda a modular su voz –y a ganar esta seguridad– al otro lado de la línea de Skype es Mariela Astudillo. Lleva 14 años trabajando en este ámbito, y ha llegado a crear su propio método, basado sobre todo en la comprensión de cuál es la diferencia entre la voz de una mujer y la de un hombre. “Más que feminización de la voz, en la feminización de la forma de hablar”, matiza. Para conseguirlo, realiza con ellas ejercicios para su control y melodía que deben poner en práctica en su día a día. Hasta que interioricen esa nueva forma de comunicarse.
Porque que una voz se considere masculina o femenina va mucho más allá de lo grave o aguda que sea. Ni siquiera las diferencias biológicas –la forma de la laringe o el tamaño de las cuerdas vocales- entre ambos sexos son las únicas que influyen, sino que hay otros elementos, como el cultural –una voz puede parecer más o menos femenina según el país en el que estemos-, el lingüístico o el social. También el genético, ese que hace que a veces nos confundan por teléfono con algún familiar. “Y, por supuesto, en función de la personalidad de la paciente”, apunta Astudillo.
La otra opción: el quirófano
Para conseguir feminizar la voz siempre es necesario trabajar con un logopeda. Pero hay personas que optan también por operarse. Muchas de ellas acuden a la clínica del doctor Juan Carlos Casado Morente. Director de la Clínica Otorrinolaringológica Docto Casado y Jefe de Otorrinolarigología en Hospital Quirón de Marbella y de Campo de Gibraltar, es pionero en España con una cirugía que también practica en Sudamérica.
Igual que Mariela Astudillo, el doctor Casado intenta huir de los términos "voz de hombre" o "voz de mujer". "Realmente no es correcto, tendríamos que decir voz estereotipadamente femenina o masculina, porque hay muchos hombres que tienen una voz aguda y hay mujeres que tienen una voz más grave", explica. "La feminización de la voz supone aumentar el tono vocal: conseguir una voz más aguda. Se trata de subirla por encima de 165 Hz. Se ha visto que por encima de esa frecuencia se percibe como una voz estereotipadamente femenina".
Para aumentar esta frecuencia fundamental, este experto realiza una cirugía denominada Glotoplastia de Wendler "modificada" en mujeres transgénero. "A lo largo de mi experiencia -lleva aproximadamente ocho años practicándola-, voy modificando diferentes pasos con los que he visto que consigo una elevación de la frecuencia fundamental más importante". Para llevar a cabo esta cirugía accede a través de la boca y da unos puntos de sutura en la parte anterior de las cuerdas vocales. Éstas pasan de medir de aproximadamente dos centímetros a 1,5. "Se trata de convertir una laringe anatómicamente masculina en una laringe anatómicamente femenina" puntualiza. Después, con láser, quita tensión y masa a las cuerdas vocales para elevar la frecuencia fundamental.
Sin embargo, no todas las mujeres son susceptibles de pasar por el quirófano para hacerse esta intervención. "Primero les hacemos una laringoscopia para ver si tienen alguna patología, como un pólipo, un quiste o un edema. En tal caso, tienen que operarse antes de éstas patologías benignas porque, muchas veces, solamente operándolas de ello aumenta el tono vocal. También puede darse el caso de que, después de un análisis acústico, la frecuencia fundamental resultante sea alta, por lo tanto sólo necesitaría logopedia", afirma.
Una de esas mujeres que sí quiso y pudo operarse se llama Elizabeth Hamilton, tiene 34 años y es colombiana. Hace tres años comenzó con el proceso de transición y hace tan sólo tres meses pasó por manos del doctor Casado. "Yo ya soy una chica trans completa. Lo que me quedan son cosas muy mínimas", admite. Ahora está haciendo la logopedia postoperatoria con la doctora Soledad Angulo. Su voz, desde Londres, suena suave, tal y como le había pedido que sonase hace años un chico que estaba conociendo. “Por qué no intentas hablar un poco más suave, porque estás hablando como un hombre”, le espetó.
Eso le hizo tomar la decisión. “Yo me decidí a operarme porque sentía que mi voz anterior era muy grave”, explica. Y eso, en algunas ocasiones, le hacían sentir incómoda. Sobre todo porque se define como una persona extremadamente tímida. De las que están pendientes de quién la mira y quién no cuando sale a la calle. "Es muy importante escuchar lo que una es físicamente. Si tú eres una chica físicamente, habla como una chica, y si eres un chico, como un chico", dice.
Un cambio que no cubre la Seguridad Social
Tanto el tratamiento con la logopeda como la operación deben costeárselos las propias mujeres. Son muy escasos los hospitales públicos en España que incluyen terapias de feminización de la voz dentro de su cartera de servicios. Por eso, aunque todas las mujeres consultadas por este diario recomendarían a otras mujeres transexuales que pasen por este proceso -todavía algo olvidado en el proceso de la transición-, reconocen que no todas pueden acceder a ello.
Operarse para feminizar la voz cuesta alrededor de 6.000 euros, a lo que hay que añadir el precio del tratamiento postoperatorio con el logopeda. Mariela Astudillo hace sesiones de 30 minutos por Skype, de 60 minutos en persona en las zonas entre Málaga y Marbella y otras presenciales en el Hospital Quirón de Málaga. Los precios varían según los abonos. Van desde 60 euros por una sesión a domicilio hasta 500 euros por 20 sesiones por Skype.
"No es un capricho"
Nerea explica que, aunque ya se lo ha recomendado a cuatro amigas, en su caso, si no llega a ser por su pareja y su familia, no habría podido costeárselo. Daniela también afirma que se lo ha comentado a otras mujeres. “Pero hoy en día, en el mundo trans, o tienes suerte de tener un trabajo o no se lo pueden permitir”, explica. “Estas terapias son necesarias para el tránsito. No es una cuestión de estética o por capricho. Es necesario para vivir con tranquilidad y seguridad y las instituciones deberían garantizarlo. Entiendo que esa seguridad está dentro de los derechos que todas las personas tenemos”, dice. En cambio, Elizabeth entiende que se lo haya tenido que pagar ella.
Mariela Astudillo asegura que las mujeres a las que atiende van ganando confianza en sí mismas: se sienten más cómodas y se comunican más a nivel social. Reducen mucho la ansiedad y sus miedos. Ya no esconden su voz. "Tiene un impacto importante en todos los niveles de la vida, pero sobre todo en la realización de una misma", asegura la logopeda. "Yo siempre digo que la cirugía de aumento del tono vocal es la guinda del pastel para estas chicas que se han sometido a una serie de cambios a lo largo de su vida en el proceso de transición de género: cambios hormonales, cirugía de reasignación de sexo, cirugía mamaria, facial... Lo último, casi siempre, es la voz. Porque hasta hace poco tiempo no existía", afirma el doctor. "Recuerdo una anécdota de una chica que se operó y tras tres meses de logopedia vino a la revisión. La madre me dio la mano y me dijo: ahora tengo una auténtica hija. Eso se me quedó grabado".