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Kiara -chiquita, pelo mojado recién salida de la ducha- da de comer papilla a su hijo en el comedor de su casa. Son las dos de la tarde. El bebé, de seis meses, se llama Ilian. Recostado sobre un cojín en uno de los reposabrazos del sofá, el pequeño acaba de despertarse tras un largo sueño matutino. “Cuando supe que estaba embarazada, me metí en mi habitación y pensé que él ya vivía dentro de mí, que no podía abortar. Mi hermano fue el único que se alegró. Mis padres se enfurecieron”.
Kiara tiene rostro, voz y cuerpo de niña, pero ya es madre. Viste unos vaqueros y una camiseta rosa con dibujos de palmeras y frutas. Quedó embarazada con 16 años. Dio a luz con 17. Vive en el valle de Jinámar (Telde), una de las zonas más empobrecidas de la isla de Gran Canaria. Aquí, donde un 38% de su 30.000 habitantes no tiene empleo y un 16% no sabe leer ni escribir, se produce un fenómeno inusual: prácticamente en cada edificio de esta barriada hay una ‘niña madre’. Se las ve por la calle empujando un carrito, parándose en cualquier banco para dar un biberón… Los vecinos sirven de cicerones para el reportero. "Allí vive una. Más adelante, dos más. En aquel edificio de allá, otra".
Las ‘niñas madre’ son menores de edad que quedaron embarazadas de forma involuntaria durante la adolescencia. Hay casos alarmantes: Indira cuenta que a un par de calles de su casa vive una chiquilla que quedó encinta a los 13 años y dio a luz con 14. “Piensan que tener un hijo es parir y que ya está todo hecho, que luego se cría solo”, afirma Maripaz, la madre de Kiara. Sus palabras suenan a modo de reproche a su hija.
Lo que sucede en Jinámar es el reflejo más extremo del problema que sufre Canarias con los embarazos no deseados entre menores de edad. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el período 2000-2014 Canarias se sitúa como la primera región española en número de gestaciones involuntarias entre adolescentes, seguida por Murcia y por Andalucía. Aunque la tendencia en las tres regiones es a la baja.
“En la región tenemos un problema que se debería afrontar con políticas públicas y sin alarmismo”, explica Noemí Parra, socióloga canaria y autora del estudio Cuando el embarazo no planificado se desea.
“Tenemos que entender que a mayor pobreza o desigualdad social, mayor porcentaje de embarazos involuntarios entre niñas. De ahí que en lugares como Jinámar (Gran Canaria) o Añaza (Tenerife) los estadísticas se disparen, aunque no existan datos concretos de esas barriadas, sólo regionales”.
“EMBARAZADA NO ME QUERÍA”
El día que Maripaz y Kiara abren la puerta de su casa coincide con la fiesta de la Hispanidad. El edificio en el que está su casa, un tercero, se encuentra en la parte más alta de Jinámar, un barrio a 16 kilómetros de Las Palmas que creció sobre un valle de terreno desértico.
La barriada es una sucesión de bloques de pisos antiguos y fachadas roídas. Con el paso de los años se han construido distintas fases. Se trata de una zona castigada por la pobreza. Del total de los usuarios de los servicios sociales de Telde, el municipio al que pertenece, el 46,28% procede de Jinámar. De ellos, siete de cada diez son mujeres. Aquí un 42% de su población no ha terminado siquiera los estudios primarios. “Es el caldo de cultivo perfecto para que se den casos de embarazos involuntarios”, asegura la socióloga Noemí Parra.
Mientras da de comer a su hijo, Kiara cuenta su historia a EL ESPAÑOL. Cuando la regla se le retrasó dos semanas y media le pidió a su madre que la acompañara a hacerse una prueba de embarazo al ambulatorio. “Yo sabía que no le bajaba, la tenía vigilada, pero aún albergaba la esperanza de que fuera un simple retraso”, explica Maripaz, la abuela de Ilian.
El test dio positivo. En ese momento Kiara dijo que quería abortar. El médico le explicó que no tendría coste económico para ella por ser menor de edad y tratarse de la primera vez. Su madre le dijo que aquello sería un secreto entre las dos. “No se lo diremos a papá, no te preocupes”.
Pero Kiara volvió a casa, se encerró en su habitación y se puso a pensar. “Me di cuenta de que eso latía dentro de mi vientre. Decidí tenerlo”, cuenta. En ese momento, Kiara llevaba sólo dos meses con el padre del bebé. El chico, un vecino del barrio de 18 años, fue a verla y le pidió que abortara. “Me dijo que embarazada no me quería, que no lo iba a reconocer y que tampoco me pasaría la manutención. Yo le respondí que iba a seguir con el embarazo. Me dejó”.
Unas semanas antes del parto, Kiara terminó el curso de peluquería y estética que estaba estudiando. Dio a luz con 40 semanas y tres días. Fue un parto normal, aunque al niño hubo que sacarlo con fórceps. Cobró 1.000 euros por ser madre soltera y ahora, cada seis meses, recibe 150 euros más de las arcas públicas. No tiene otros ingresos. En la actualidad se está sacando el carnet de conducir. En febrero se presenta a las oposiciones para entrar al Ejército. “Sé que tengo que darle un futuro a mi hijo. Aunque mis padres y mis dos hermanos me ayudan, yo soy la responsable de él”.
- ¿Por qué cree usted que se quedan embarazadas?- preguntamos a Maripaz, la madre de Kiara, sentada al sofá.
- Se quedan porque quieren. Yo le compraba las pastillas y aún así le decía que usara el condón. No sólo por el embarazo, también por las enfermedades.
- ¿Por qué hay tantísimos casos en este barrio?
- Porque los niños son muy irresponsables. Cuando el cheque bebé aquí hubo un boom de embarazos. (Maripaz se refiere a los 2.500 euros que el Gobierno pagó entre 2007 y 2010 por cada hijo nacido). Pensaron que con eso iban a sacar adelante al bebé. Y no sabían que con eso no tienen pa’ nada. El barrio se llenó de cochecitos con muyayos dentro.
Entre sus amigas, Kiara cuenta con dos que también son madres. Como ella, viven en el valle de Jinámar. Una se llama Indira y tuvo a su bebé con 16 años. La otra, Lorena, con 17. “No pienso que nos haya trastocado tanto la vida. Nosotras ahora salimos menos, aunque yo nunca fui de fiestas”.
“NO SE HA INVESTIGADO LA CONCENTRACIÓN DE CASOS”
Para la socióloga canaria Noemí Parra es “indispensable” que las instituciones de la región “inviertan en mayor educación sexual”. “No me refiero a simples charlas en los colegios. Me refiero a que los adolescentes han de comprender perfectamente qué supone un embarazo y, a partir de ahí, decidir libremente”.
Parra asegura que hasta el momento “no se han investigado los porqués y las razones de que exista una alta concentración de casos en barrios como Jinámar o Añaza”. A su juicio, las escasas posibilidades de promoción social en estas barriadas provocan que las adolescentes, “en conciencia, decidan seguir adelante con su embarazo”.
“Una vez cometen el error, deciden seguir adelante. Para ellas es una forma de empoderarse dentro de su contexto. Ante la falta de expectativas y oportunidades, convierten el ser madres en el eje central de sus vidas, que terminan adquiriendo un sentido que antes no tenían”, añade.
Y los padres, ¿por qué suelen desentenderse de sus parejas y de los bebés?, cuestiona el reportero. “Porque banalizan el hecho de tener un hijo -responde Parra-. Al igual que la mujer se reafirma, ellos también lo hacen en sus roles machistas, consideran a la chica como un mero objeto sexual”.
La psicóloga también canaria Alicia Alemán Romero abunda en el hecho de que las menores en situación de vulnerabilidad social tienen mayor probabilidad de quedar embarazadas cuando aún no han cumplido la mayoría de edad.
Alemán, que trabajó 13 años en justicia juvenil con menores delincuentes, explica que en los centros de internamiento mixtos “había numerosos casos de chicas preñadas por compañeros”. “Actuaban como suelen hacerlo en la calle. Ellos se desentendían y ellas tenían que asumir la maternidad en solitario”.
La especialista considera que el hecho de ser madre con 15, 16, 17 años “no implica una maduración acelerada”. Dice que en muchos casos las adolescentes asumen la crianza en común y de forma colaborativa, lo que les lleva a eludir responsabilidades que “sólo deberían recaer sobre ellas, más allá de las ayudas obvias que ofrece el entorno más cercano como la familia”.
Alicia Alemán, como Maripaz, la madre de Kiara, también tuvo la sensación de que el ‘cheque bebé’ provocó un aumento de la natalidad en Jinámar. “No hay datos que lo confirmen, pero era lo que a mí me llegaba a oídos y lo que veía en el trabajo. La gente hasta se lo tomaba a broma”.
En 2014, último año con datos oficiales desglosados por comunidades autónomas, Canarias (2,48%) se situó como la tercera región con mayor número de mujeres que han sido madres sin haber cumplido la mayoría de edad. La lista la encabezó Murcia (3,24%), seguida por Andalucía (2,57%).
BRYAN Y ADRIANA, PADRES EN SÓLO DOS MESES
Bryan y Adriana pasean cerca de un parque del valle de Jinámar. Él pasa el brazo derecho por la espalda de su novia. Adriana tiene 17 años. Bryan, 21. Dentro de dos meses serán padres.
Cuando Bryan preñó a Adriana llevaban juntos medio año. “A mi madre no le hizo mucha gracia. Mi padre se lo tomó mejor. Me dieron a elegir, si abortar o no. Y no aborté”, dice ella. “Para mí es una ilusión. Lo vamos a sacar adelante”, cuenta él.
Bryan se encuentra en paro, aunque está esperando a que pronto le llamen de una empresa de jardinería en la que ya estuvo empleado. Viste vaqueros cortados por la rodilla y camiseta del Real Madrid. Adriana, que tiene cara de niña, estudia peluquería y estética. Cuando nazca el bebé, su madre -la abuela del niño- se hará cargo de él.
“Yo voy a trabajar de lo que me salga. Se lo dije a sus padres: ‘Al niño no le va a faltar de comer’. Yo -subraya Bryan- soy de los pocos de Jinámar que me voy a hacer cargo de mi hijo. La mayoría de chavales que conozco se desentienden. A ojo, te diría que sólo dos o tres de cada diez se hacen cargo”.
- ¿No tomasteis precauciones?
- No, fue una imprudencia, un desliz. Pero chico, a lo hecho pecho- dice Bryan.
Adriana, como Kiara, también tiene amigas embarazadas o que ya han sido madres. Una de ellas quedó encinta con 15 años y dio a luz con 16. En cambio, su mejor amiga, de 17, parirá en enero, un mes más tarde que ella. “Pasearemos juntas a nuestros bebé”, cuenta con una ingenuidad que asombra. “Nos hace ilusión”.
Antes de que la pareja se despida, Adriana cuenta un detalle. “El chico que dejó embarazada a mi amiga de 15 años se olvidó de ella al enterarse. Luego, preñó a otra niña de aquí al lado. Parece que con esta segunda sí está más en serio, aunque va y viene”. Así es Jinámar, el barrio canario de las ‘niñas madre’. El gobierno de Telde invertirá 83 millones de euros en los próximos 10 años. ¿Será la solución?