15 de julio de 2021. Solo faltan dos días para que llegue el momento más esperado en la vida de Marta y Sébastien: por fin van a casarse tras una pandemia que parecía que lo iba a posponer eternamente. Marta está nerviosa –lógico, 48 horas se hacen un mundo después de un año esperando ese día–, así que decide dar una vuelta por el paseo marítimo de Arenys de Mar, un municipio de la provincia de Barcelona. Allí está Btakora, el restaurante especializado en bodas y eventos donde se celebrará la unión. Pero cuando llega al local no puede creer lo que ve: está vacío. Nada queda del idílico salón que los encandiló, con un interior tan blanco y luminoso que parecía sacado del cielo y con pasillo a la playa.
Tras la incredulidad inicial, Marta y Sébastien contactan con el dueño: Paulo Tella. Pero la respuesta fue contundente: “Dijo que no tenía el dinero y que no había boda”. No faltaba mucho tiempo, pero la pareja decidió poner en marcha un plan B de emergencia. El reto, mayúsculo: organizar de nuevo la boda en tan solo 30 horas. Felizmente para ellos, la boda “se realizó, con otro catering y otra 'wedding planner'; sólo utilizamos la sala”, cuentan. Pero económicamente las secuelas fueron terribles: a los 15.600 euros que ya habían pagado a Paulo se sumaron los otros 15.000 euros de la nueva boda.
No eran los únicos
Ana y Marc son una pareja de Hospitalet que lleva 15 años juntos. Se casaron por lo civil en junio de 2020, pero la celebración, pospuesta un año por el covid-19, tendría que ser este sábado, 7 de agosto de 2021. Sin embargo, tendrá que seguir aplazándose: “Sabemos que no va a haber boda porque el local está vacío, pero Paulo no nos ha dicho nada”, explica Ana, que de no ser por internet “yo me presento allí con el vestido puesto”. En concreto, ellos se enteraron por un correo electrónico del maestro de ceremonias donde les confirmaba que no habría boda y, al mismo tiempo, les daba el contacto de otras parejas en su misma situación. Entre ellas, Marta y Sébastien, a quienes este hombre ofició la boda gratuitamente y solidarizado con su situación.
Las parejas estafadas han creado un grupo de WhatsApp donde han puesto en común sus casos y se han apoyado mutuamente. En total, ya son una treintena, aunque piensan que todavía faltan más por salir. Las historias de todas ellas son muy similares y, por ahora, tienen un mismo final: han perdido la boda, la ilusión y el dinero. Además, todas contrataron Btakora enamoradas del restaurante: “El sitio era precioso”, cuentan Neus y Marina, otra pareja afectada. Ana y Marc, por su parte, siempre habían querido casarse en la playa y cerca de Canet porque es allí donde se conocieron. “Cuando lo vimos dijimos: este es el sitio, es especial”. La publicidad que aparecía en internet alimentaba esa primera impresión: “Bodas de ensueño a orillas del mar”. Y, a decir verdad, lo de “ensueño” sí se ha cumplido: nunca ha sido real.
El modus operandi
La forma de actuar de Paulo era siempre sospechosamente parecida. Cuando la pareja se decidía por Btakora y se ponía en contacto con él, les contaba que tenía a una 'wedding planner' que se encargaba de todo. Lo único que tenía que hacer la pareja era pagar una señal y despreocuparse hasta el siguiente momento clave: la prueba de menús. Marina y Neus empezaron a organizar su boda en 2019 e hicieron un primer pago de 2.000 euros que “encontraron razonable”. Después, pagaron 3.000 euros más para la prueba de menús. Hasta aquí, todo sucedió como estaba estipulado. Ya no tenían que pagar nada hasta un mes antes de la boda.
Los problemas llegaron cuando, a raíz del covid y aconsejadas por Paulo, tuvieron que posponer la boda. Primero, para abril de 2020; después, para octubre de 2021. “Lleva desde entonces pidiéndonos más dinero, pero nunca se ha acercado la fecha y falta cerrar cosas como la decoración”, relatan. Marina y Neus se negaron a pagarle nada más porque no estaba recogido en el contrato. Eso llevó a que las llamadas de Paulo se volviesen más frecuentes, “incluso a horas de la noche que no corresponden a un restaurante de boda”.
Lo mismo le pasó a Jonathan y Noemí. Tras siete años juntos, ellos se casaron en 2020. La celebración de la boda, sin embargo, llevan posponiéndola desde 2018 con Btakora. A diferencia de Neus y Marina, ellos sí dieron 4.500 euros –que estaban fuera de contrato– para ayudarle, después de la prueba de menús: “Nos decía que iba muy mal y que necesitaba mantener a flote el barco”. En total, Jonathan y Noemí acabaron pagando 13.500 euros por su boda.
En junio, Jonathan llamó a Mimi para ultimar los detalles de decoración y hacer las pruebas de postre. Mimi era la 'wedding planner' y, además, la mujer de Paulo. Pero hacía ya más de seis meses que Mimi había dejado su empleo y a su marido. Jonathan y Noemí entraron en pánico. Llamaron a Ona, la persona que había sustituido a Mimi. Pero Ona les contestó que ella tampoco trabajaba ya para Paulo. ¿Quién había estado organizando su boda todo este tiempo?
El misterio de las 'wedding planner'
Valérie y Guillaume están esperando un hijo y viven entre Francia y España. Por eso, lo que les ofrecía Paulo –básicamente, él lo montaba todo– les venía como anillo al dedo. Aceptaron un contrato donde pagaron el 20% en el momento de la firma y otro 20% con las pruebas de menú. En total, 9.000 euros. Ahora consideran que esas cláusulas que les parecían normales eran, en realidad, abusivas. “Hablando de nuevo con otros restaurantes nos hemos dado cuenta de que lo normal es que pidan 1.000 euros de señal y, el resto, el día de la boda”.
En el caso de esta pareja, además, abonaron la parte correspondiente a las pruebas de menú antes de realizarla, solo con la cita. Paulo les había hecho infinidad de llamadas pidiéndoselo. Pero en el último momento les canceló. Así hasta en cuatro ocasiones. Las excusas eran de todo tipo: “¡Nos llegó a decir que había pasado el covid tres veces!” Cuando se le acabaron los pretextos dejó de responder a las llamadas. Desesperada, Valérie llamó desde otro número de teléfono y la respuesta de Paulo terminó por enfadarla: “Bueno, mujer, que la prueba de menú puedes hacerla dos semanas antes, no te preocupes que tu boda va a ser la mejor”.
Como es lógico, a Valérie no le tranquilizaron estas palabras. Todo lo contrario. Era ya junio y se casa, en teoría, el 27 de agosto de 2021. Necesitaba hablar urgentemente con la 'wedding planner'. Finalmente, consiguieron una cita con Paulo y con Ona, aunque el primero no se presentó. Ona les dijo que Paulo no la había informado de que se reunía con ellos, pero los atendió igualmente pese a estar muy ocupada (se encontraba preparando una boda para el día siguiente). También se enteraron de que Ona, en realidad, era una camarera que había tenido que empezar a realizar esas funciones tras la renuncia de Mimi. “Yo creo que el problema viene de que antes era la exmujer de Paulo la 'wedding planner'”, piensa Valérie, que atribuye a este motivo los buenos comentarios que tenía el restaurante en la web hace años. “Luego, hablamos varias veces con Mimi y nos contó que se habían separado y que ella lo había llevado a juicio por presuntos maltratos”, explica Valérie.
Ona dimitió dos semanas después de aquella reunión y la sustituyó Heidi. Era la tercera 'wedding planner' en apenas seis meses. Supuestamente, Heidi había recibido todos los expedientes. Pero las llamadas que las parejas recibieron esos días demostraron que no. A Jonathan y Noemí, que habían pagado más de lo que costaba la boda (Paulo les debía 50 euros), seguía pidiéndoles dinero: “Como no había pagado al administrador, tenía nuestro expediente desactualizado”, explica Jonathan. Por si fuera poco, recibieron una carta de Hacienda donde se les informaba de que “nos embargaban la cuenta a mi mujer y a mí”. Se pusieron a investigar y descubrieron por el BOE que, en mayo, Paulo se declaró insolvente.
Neus y Marina consiguieron una reunión hace menos de un mes con Paulo, agobiadas por la cercanía de la boda y el sinfín de cuestiones por cerrar. Para su sorpresa, Paulo no estaba interesado en los tempos de la música, el menú o los centros de mesa. Además, se encontraron que el restaurante había cambiado toda su plantilla de trabajadores (incluidos los cocineros). Lo único que le interesaba a Paulo era conseguir más dinero de estas chicas: “Ante nuestra negativa, nos ofreció un descuento: si le pagábamos 2.000 euros más, rebajaba un 10% del total y nos regalaba unos donuts de postre”, recuerdan.
El catering del Mercadona
Tras tantos sinsabores acumulados, Valérie y Guillaume volvieron a mirar los comentarios de Btakora en la web TripAdvisor: “Lo que descubrimos es que el catering de las últimas bodas lo había comprado en el Mercadona”, cuentan. Con ellos también contactó el maestro de ceremonias diciéndoles que no cobraba desde hacía más de un año y que no podía oficiarles la boda. Era ya julio cuando crearon el grupo de WhatsApp con otras parejas.
Marc y Ana hablaron con las últimas parejas que se casaron en Btakora y les contaron que “había sido un desastre, faltaban cosas básicas como bebidas, café…”. Marina y Neus se enteraron por un camarero de que “el restaurante iba a cerrar, que no tenía dinero y que no les iba a devolver nada”. 40 llamadas después, Paulo les contesta: “Nos dice que no tiene ni un euro y que ni hay boda ni nos devuelve nada, que espabilemos”, cuenta Marina. Paulo pedía tranquilidad y se mostraba amable y seguro de poder solucionarlo. Pero no todas las parejas tuvieron la misma experiencia. Ana y Raúl iban a casarse el 19 de junio de 2021, pero la boda no se realizó “porque nos insultó en la reunión y vimos que la primera boda fue un desastre total”, explican.
Las parejas se sienten estafadas porque creen que Paulo ha seguido pidiendo dinero y firmando nuevas bodas aún sabiendo que iba a cerrar: “Nos hemos enterado por los trabajadores que estaba así desde mayo”, dice Marina. Incluso fue personalmente a las casas de algunas parejas para solicitar dinero. Además, le echan en cara que no haya avisado a las parejas ni publicase ningún comunicado oficial: “El martes llamó una chica que vive en Suiza a mi marido diciendo, entre lágrimas, que se ha enterado por la televisión”, cuenta Ana.
La versión de Paulo
EL ESPAÑOL ha intentado en varias ocasiones contactar con Paulo Tella, pero no ha respondido a las llamadas. Sin embargo, este periódico sí ha podido acceder a algunas conversaciones de WhatsApp que el propietario del restaurante mantuvo con algunas parejas. En ellas, se pueden leer mensajes de Paulo como: “¡Buenas noches, pareja! La semana que viene os contactarán para la devolución” (a fecha de 30 de julio), “siempre he actuado bien, algo que otros evitarían y más después de lo que me ha castigado la pandemia”, o “Como ante todo soy una persona con valores y educación ejemplar, me comportaré como creo que debo hacer y se me ha enseñado desde bien pequeño”.
Por otra parte, el único comunicado público que Btakora hizo fue a través de un post de Instagram el día 28 de julio. En este escrito, Paulo dice que ha organizado exitosamente más de 1.600 bodas, pero que son una empresa que se ha visto fuertemente afectada por el covid-19. Asimismo, explica que “una persona inescrupulosa que desde hace un tiempo ya no hace parte de este proyecto” ha accedido a la base de datos de Btakora sin su consentimiento para generarle una crisis, hecho que ha puesto en manos de sus abogados.
Algunas parejas también sospechan que Paulo no tenía las licencias necesarias para organizar bodas en la playa: “Paulo antes estaba en el Btakora de Canet de Mar y tiene juicio con los vecinos porque hacia fiestas de madrugada con música a tope y sin licencias”, cuenta Valérie. EL ESPAÑOL ha podido confirmar que, en 2016, vecinos de Canet denunciaron al local, que llevaba tres años de actividad y cuyo propietario era Paulo. Fue entonces cuando se trasladó a Arenys de Mar. Sin embargo, EL ESPAÑOL también ha confirmado que Btakora gozaba de la concesión para ejercer su actividad desde 2016 y con fecha de vencimiento en 2036.
En cuanto al futuro, estas parejas no lo tienen nada claro. Por un lado, Paulo les ha asegurado en las últimas horas que ha llegado a un acuerdo con un comprador y que les pagará el martes. En total, son alrededor de 230.000 euros lo que les debe. Las parejas, por su parte, han hecho piña y se han apoyado entre ellas: a Valérie y Guillaume, por ejemplo, Marta les ha ayudado a diseñar un plan B con la 'wedding planner' que organizó su boda en tiempo récord. Eso no quita para que, igualmente, ya no vaya a ser la boda de sus sueños: “De algún lado hay que recortar; tener croquetas en el aperitivo no es lo que más gracia me hace, pero es lo que hay”, se lamenta Valérie.
Pero hay quienes no pueden pagar otra boda. Jonathan y Noemí han anulado todo porque no pueden permitírselo: “Traje, vestido, autocar, fotomatón, caricaturista, hotel…”. Para Neus y Marina tampoco entra en sus planes: “Somos personas que nos cuesta mucho ganar dinero y 5.000 euros son nuestros ahorros”. Lo mismo le ocurre a Marc y Ana. Ellos tenían la boda pagada al completo, eran los ahorros de su vida. “Además, hemos estado casi tres años organizando esta boda y este señor se ha llevado también nuestra ilusión”, cuenta Ana.
En cuanto a las posibilidades legales, los abogados con los que han contactado las parejas no les han dado buenas expectativas de recuperar el dinero al haberse declarado insolvente. El abogado José Luis Ruiz ha atendido a EL ESPAÑOL y opina que lo primero es ver si hay estafa: “Si ha contratado más bodas sabiendo que estaba en quiebra es un delito”, explica este experto. En este caso, tendrían que interponer una denuncia penal. En cambio, si no hubiese delito la opción sería “poner una reclamación de daños y perjuicios e ir por lo civil para obtener una indemnización”.
Pase lo que pase, la intención de las parejas –además de recuperar el dinero y la ilusión– es que no haya nuevas víctimas que contraten los servicios de Btakora, así como contactar con aquellas que han sufrido esta situación. Para ello, han habilitado un correo electrónico donde pueden ponerse en contacto con ellas: estafadosbtakora@gmail.com.
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