El mismo año en que el mundo conocía a Walter White y se enganchaba a Breaking Bad, en España descubríamos horrorizados que todo era una pesadilla de Antonio Resines. La televisión cambiaba a pasos agigantados. Cadenas como HBO y AMC demostraban que no todo estaba contado y que el mejor cine se hacía en la pequeña pantalla. Aquí seguíamos a lo nuestro, a la teleserie con risas enlatadas, decorados de cartón piedra, iluminación imposible y desayunos familiares en torno a una mesa llena de marcas comerciales.
Los que harán que esto cambie no somos los creadores, son los ejecutivos de las cadenas
Desde entonces pocas ficciones nacionales escapan a ese patrón. Crematorio o Qué fue de Jorge Sanz fueron excepciones, siempre al amparo de una televisión de pago. Las cadenas en abierto siguen apostando por unas duraciones eternas y por enganchar a un público que va desde los 5 años a los 80. Hasta que el año pasado algo cambió. Javier Olivares junto a su hermano Pablo (fallecido antes del estreno) crearon El ministerio del tiempo. Una serie desconocida para nuestra industria. Un producto de ciencia ficción, con una producción envidiable, unas tramas atrevidas y que usaban la historia española como materia prima.
La crítica se rindió a sus pies y TVE la renovó por una segunda temporada que se estrenará el próximo 15 de febrero y que llega con un episodio que parece salido de HBO. Un giro a la historia del Cid que mantiene todas las señas que hicieron de este ministerio un soplo de aire fresco que podía cambiar la forma de producir series.
Un cero a la izquierda
Para el padre de la criatura, Javier Olivares, lo conseguido por la serie no es más una excepción. “No va a haber cambio, porque una serie no va a hacer industria. Los que harán que esto cambie no somos los creadores, son los ejecutivos de las cadenas que son los que deciden qué series se producen y se emiten, nosotros sólo intentamos hacer la mejor serie posible”, cuenta el productor y guionista a EL ESPAÑOL en la presentación de esta nueva temporada.
Olivares desprende cierto pesimismo sobre la situación de la televisión en nuestro país, pero el prefiere calificarlo como “realismo” y apela a un cambio dentro de la sociedad para que cambien las series que se hacen. No tiene reparo en reconocer que no suele consumir series españolas, a pesar de haber participado en los guiones de muchas de ellas. Eso sí, tiene claro sus puntos débiles: “Les sobra tiempo, les falta hablar de temas reales y actuales y les falta el sello de sus creadores, ahora tienen el sello de la cadena o de la productora, pero no de sus creadores”.
El ministerio del tiempo ha traído a la luz una figura hasta ahora desconocida en nuestra televisión: la del showrunner (quien tiene la idea original de la serie y controla su producción). Nadie piensa en Twin Peaks sin asociarla a David Lynch, o en The wire sin hablar de David Simon. Aquí eso no existe. ¿Quién es el showrunner de Velvet o de El chiringuito de Pepe? Nadie lo sabe y a la cadena le da igual mientras den audiencia. Para Olivares ahí radica el principal problema de nuestras series. “Lo que realmente es Ciencia Ficción es hacer una serie en España con showrunners para poder trabajar como en esos productos extranjeros que nos gustan tanto”, comentaba con ironía en la presentación.
Tengo la sensación de que he llegado al tope de lo que puedo hacer con estas prisas y medios. En este país se sigue ignorando la importancia de los creadores de serie
Y es que esa persona que se encarga de todo el proceso de creación es “vital”. No tiene porque ser el director, o el guionista, también puede ser un productor, pero tiene que haber creado el producto, defenderlo y mimarlo.
Puede que Javier Olivares sea nuestro primer showrunner, pero confiesa que al ritmo actual de la televisión en España no durará mucho. “Mi ciclo está empezando a cerrarse. Necesito descansar no puedo más. Después de El ministerio del tiempo tengo la sensación de que he llegado al tope de lo que puedo hacer con estas prisas y medios. En este país se sigue ignorando la importancia de los creadores de serie. Yo quiero hacerlas, no tener que luchar para defender que los creadores sean showrunners, o que duren lo mismo que en el resto del mundo, me parece inaudito. Nos miramos nuestro ombligo demasiado”, zanja.
Culta, no de culto
A pesar de que parezca que lucha contra molinos de viento, poco a poco ve los resultados de su hijo televisivo. El ministerio del tiempo ha ganado todos los premios posibles y además también ha cambiado la forma en la que se ve las series españolas. Por ello Olivares se queja de que todo el mundo se refiera sólo al dato de audiencia del día siguiente a la emisión tradicional del capítulo, cuando ahora eso “sólo representa una parte del pastel”.
Con esta “serie culta, que no de culto” ha abierto nuevas vías que otros parecen dispuestos a seguir, como Movistar +, que apostará por la producción propia de calidad y a la que Olivares pone ojitos: “Me gustaría hacer algo con ellos, me parecen un motor necesario al que todos tenemos que arrimar el hombro”. De momento le toca seguir en TVE y pelear porque la gente le reconozca como el 'autor' de la serie que comenzó el cambio.