“No intentéis hacer The Wire, buscad vuestra propia guerra”, nos ha aconsejado esta mañana David Simon a los guionistas reunidos en el Serielizados Fest para escucharle hablar. No se refería a la búsqueda obsesiva por la originalidad, ese high concept que las series persiguen con ahínco. La guerra de cada uno es para Simon cualquier tema auténtico, la motivación germinal para escribir las mejores historias, las cercanas, las que te importan de verdad. “Yo estaba convencido de que la política contra las drogas en los noventa era un error”. De su opinión sobre este particular nació una de las mejores ficciones de la Historia. Sí, considero que The Wire es una de las mejores series y una obra narrativa colosal.
Simon dice que no siente la necesidad de hacer documentales, porque en la ficción encuentra más libertad para contar historias reales
The Wire no es un libro, pero es mucho mejor que muchos libros. Que la mayoría, me atrevería a decir, porque en la literatura, como en todas las artes, abundan los subproductos. Simon no tiene, por el momento, una obra menor. Sus series se dividen en más o menos personales. Se le nota en la cara cuando habla de Treme que es su niña bonita: “Nunca me he divertido tanto trabajando”.
La historia de la vida, de la música, en la Nueva Orleans olvidada tras el Katrina es su máximo desplante hasta la fecha a las leyes de la televisión. Poner un saxofón en las manos de los personajes en lugar de una recortada fue toda una audacia en la HBO del culo al aire y los ríos de sangre.
Puede resultar contradictorio en un tío con opiniones tan sólidas sobre ciertos temas, pero se nota que a David Simon no le gusta dar lecciones. La de esta mañana era una clase magistral en la que el profesor se negaba a pontificar. Se atribuye pocos méritos y siempre ensalza a sus colaboradores, en especial a David Mills, quien le ayudó a “destripar” su libro The corner hasta convertirlo en un guión, uno magnífico, por cierto: “David sabía de qué podíamos prescindir para conseguir una estructura narrativa sólida. Intentar adaptar solo tu propio libro es ir un poco a ciegas”.
Las series de David Simon nunca lucen demasiado en el cuadro de sinopsis. Más bien parecen una relación de sus inquietudes vitales y políticas. También cuando se apropia de obras ajenas como Generation kill o Show me a hero (basadas en los libros de Evan Wright y Lisa Belkin respectivamente). Porque todas las series de David Simon son suyas. Aunque siempre trabaje en colaboración con otros escritores, su impronta lo ocupa todo.
Sin imposturas
Es un autor humilde que respeta la tradición del guionista ortodoxo, el que escribe para que otros interpreten sus palabras. Aprendió de Tom Fontana que poner en el papel lo que piensan los personajes no sirve, todo debe ir implícito en la acción y el diálogo. Desprecia la impostura de la voz en off y se toma el tiempo que le da la gana para que todo tenga un desarrollo lógico.
Se lo toma porque puede, porque le dejan, a pesar de que, como recuerda una y otra vez, “no he tenido un éxito en mi vida”. Dos personajes de The Corner pueden intercambiar un simple “hola” en una secuencia de un minuto y dejar al espectador marcado de por vida. Doy fe.
Si les dejas, los espectadores se atiborran a tarta de queso y helado: nadie se come las verduras por iniciativa propia
Al mismo tiempo, no renuncia a esa chulería narrativa de la que siempre ha presumido, aunque ahora la ofrezca en una versión más moderada. “Si les dejas, los espectadores se atiborran a tarta de queso y helado: nadie se come las verduras por iniciativa propia”. Entiende que lo que él hace no le guste a todo el mundo, pero no está dispuesto a contar de otra manera.
Sabe también que las nuevas formas de distribución, las entregas de temporadas completas, benefician creaciones como las suyas. Es así como él ve la poca tele que ve, cuando la serie ya ha terminado de emitirse y alguien en cuyo criterio confía, le asegura que merece la pena de principio a fin.
The Wire le encantaba a la gente de la calle, pero no le gustó a ningún policía por encima del rango de teniente
Simon dice que no siente la necesidad de hacer documentales porque en la ficción encuentra más libertad para contar historias reales. La verdad, la verdad, repite machacón, sin confundir el compromiso periodístico, su primera vocación, con el oficio de guionista, el trabajo que lleva desarrollando desde hace más de 20 años y en el que todavía se siente un advenedizo.
Le divierte tratar temas incómodos para los que mandan, “The Wire le encantaba a la gente de la calle, pero no le gustó a ningún policía por encima del rango de teniente”. Por si alguien se anima a pedirle trabajo, en la sala de guionistas aprecia el inconformismo y la disidencia, algo que le viene de familia: “En mi casa discutíamos por deporte”.