Javier Cámara, Jude Law y Paolo Sorrentino en la presentación en Madrid de The Young Pope.

Javier Cámara, Jude Law y Paolo Sorrentino en la presentación en Madrid de The Young Pope. EFE

Series Religión y pecado

Sorrentino: "No creo que el Papa deba ser progresista"

El director italiano presenta la serie 'The Young Pope': su Papa norteamericano, rígido, tiránico y fumador quiere dominar el mundo a través del miedo. Tiene un plan secreto para la revolución.

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El Papa Pío XIII abre los brazos ante una plaza de San Pedro a rebosar. "Nos hemos olvidado de jugar. Nos hemos olvidado de ser felices". Los fieles le observan. Oscilan entre la fascinación, la extrañeza y el miedo. Entonces el Sumo Pontífice defiende a viva voz el matrimonio homosexual, el uso de anticonceptivos, el practicar sexo por más razones que la procreación "sin sentirnos culpables", el derecho a morir "si odiamos la vida", el divorcio, el arrancar el celibato a los curas, el que las misas las puedan oficiar también las monjas. Empieza a llover. Los cristianos se angustian: ¿qué se hace con tanta libertad? El Papa es repudiado, destituido. Suerte que todo era un sueño. Despierta sudando. 

Con esta escena febril comienza The Young Pope, la nueva serie de Paolo Sorrentino (La gran belleza, La juventud) protagonizada por Jude Law, Diane Keaton, Silvio Orlando y Javier Cámara. Trata sobre la llegada al poder del primer Papa norteamericano y, además, el más joven de la historia -tiene sólo 47 años-: es un ser misterioso, medio tiránico, rígido, fumador, cruel y lleno de contradicciones. Pretende ser la continuación -también ideológica- de Pío XII y Pío XI. Basta con recordar que este último llamó a Mussolini “hombre de la Providencia”. Todo lo contrario de lo que sugieren las primeras imágenes, el discurso revolucionario inicial que queda sólo en delirio onírico.

La serie sobre la llegada al poder del primer Papa norteamericano y, además, el más joven de la historia -tiene sólo 47 años-: es un ser misterioso, medio tiránico, rígido, fumador, cruel y lleno de contradicciones

¿Le gustaría a Sorrentino que el mensaje del Papa -real- fuese abiertamente como ése, tan progresista e irreverente? “No creo que fuese positivo que el Papa dijera esas cosas”, responde a EL ESPAÑOL en rueda de prensa. “No debe ser progresista. Es verdad que a veces la Iglesia muestra cerrazones muy extremas frente a los problemas de hoy, como su rechazo al uso de anticonceptivos… pero, al mismo tiempo, no creo que la Iglesia deba uniformarse con el pensamiento dominante progresista”, explica. “Sería peligroso. Nuestras sociedades católicas funcionan bien en este juego de contrapeso… frente a una parte de la sociedad que va en una dirección laica y de continua apertura. Creo que es justo que exista también este elemento frenante que, en Italia, es la Iglesia, para que exista un equilibrio sano”.

El Papa fumador y tiránico

Sin embargo, su Papa -Jude Law- no es un Papa al uso ni se doblega a las exigencias de la austeridad y el recato. Tiene los caprichos de una estrella del rock: ahora quiere una coca-cola light. Ahora un café americano. Carece de empatía. De capacidad de amor: “Las relaciones afectuosas son peligrosas… conducen a malentendidos y ambigüedades, y siempre acaban mal. Las formales no. Están escritas en piedra. En las relaciones formales hay ritos, y donde hay ritos reina el orden de la vida”. El Sumo Pontífice tiene planes que no conocemos. Al menos, aún no. No es, como se esperaba de él, un títere telegénico que pueda ser manipulado por otros cardenales. Pío XIII sostiene que debemos dedicar las 24 horas del día a Dios. Imprime miedo. "Sin Dios sois cadáveres, estáis muertos, sois infelices", grita. "Él os olvida porque le habéis olvidado". 

Las relaciones afectuosas son peligrosas… conducen a malentendidos y ambigüedades, y siempre acaban mal. Las formales no. Están escritas en piedra. En las relaciones formales hay ritos, y donde hay ritos reina el orden de la vida

“El Papa quiere hacer una revolución especial… y, aunque no podemos revelar nada, sí diré que su idea es utilizar el misterio de la religión como un elemento de atracción”, cuenta el director. “Para simplificarlo, es como si el Papa hiciera una ecuación amorosa: así como en el amor, cuando a veces se cierra y se niega, estimulas la atención del otro y puedes tener éxito… esto también pasa con la Iglesia”, relata. “Negarse a lo de fuera, al mundo… podría ser algo que fascine al mundo con respecto a la Iglesia”. 

Para ello, el Papa Pío XIII no concede el fotografiarse. No quiere dejarse ver. No acepta el márketing del Vaticano. Pretende crear una sombra espectral sobre su persona, sobre su divinidad. Como lo hizo Salinger. Como Kubrick. Como Banksy. Dice que los artistas más importantes -¡no los mejores!- siempre han protegido su identidad. “El Vaticano sobrevive gracias a la hipérbole”, sonríe. Y él se vende hiperbólico y secreto. Odia a los turistas “porque siempre están de paso”: Pío XIII quiere trascender, dejar huella. A los siete años, fue abandonado en un orfanato de monjas y criado por la Hermana Mary: ahora ha hecho de ella su número dos, aunque la subestima. “Una mujer jamás será Papa”, exclama, cuando alguien le dice que parece que comparten el máximo poder eclesiástico. También rechaza a los homosexuales y destituye al Prefecto por el simple hecho de serlo. 

Sexo, mentiras e influencias

Mientras, a su alrededor, los cardenales se excitan con la imagen de la Venus de Willendorf, mienten y juegan al tráfico de influencias. Uno intenta suicidarse. Son seres humanos incorrectos, verídicos. El Espíritu Santo no manda nada aquí, ni siquiera en la elección de la primera autoridad de la Iglesia. “Creo que el Papa Francisco tendrá cosas más serias que hacer que ver nuestra serie, pero si tuviera tiempo libre y la posibilidad de verla completa, estoy bastante convencido de que podría apreciar el esfuerzo de haber hecho un trabajo honesto y riguroso sobre la vida del clero en sus luces y sombras, que no es ni más ni menos que esto”, esboza Sorrentino. 

El Papa Francisco tendrá cosas más serias que hacer que ver nuestra serie, pero, de hacerlo, sé que podría apreciar el esfuerzo de haber hecho un trabajo honesto y riguroso

¿Han recibido ayuda del Vaticano para el rodaje? “Tuvimos contactos. Al principio, ingenuamente, esperábamos una colaboración por su parte. El Vaticano siempre tiene una maravillosa actitud de disponibilidad fingida, por eso dijeron que todo era posible, desde los comienzos hasta el final”, reprocha el director. “A última hora, tuvimos que entender solos que no iban a ayudarnos, y cuando nos dimos cuenta, tuvimos que reconstruir todos los lugares del Vaticano y llevarlos a otra localización”.

Jude Law explica que la serie trata temas ambiciosos y “enormes”, como “la fe, el abandono, la amistad, la traición…”, pero que, en el telón de fondo, se trasluce un único tema, que es la humanidad. “Tuve miedo de interpretar a un Papa, pero Paolo me recordaba constantemente que, en realidad, sólo estábamos hablando de un hombre que sucede que es Papa. Sorrentino me trajo a la tierra”. Su personaje quiere conocer los pecados de la gente y se los sonsaca al confesor de turno. A la vez, él recuerda cuando, de niño, vio a una hermosa mujer desnuda bañándose en el lago. “Dios está en la Osa Mayor, ¿ves? Tiene un dúplex con piscina”. Lo dice sin bromear. Esto es El Vaticano.