Pocas cosas generaron consenso en España en 2020, pero una de las pocas que lo lograron fue la calidad de nuestras series. No hay nadie que no haya dicho en algún momento de este año eso de ‘es el mejor año de la historia de la ficción’. Aunque suene a hipérbole, es cierto. Nuestras series han demostrado una madurez, un riesgo y una calidad que nos ponen al nivel de cualquier industria. No sólo eso, también se ha demostrado que son fenómenos internacionales. Ya habíamos visto lo que había pasado con La casa de papel, pero este año hemos visto a creadores españoles fichar por cadenas de EE. UU. y a personajes tan castizos como La Veneno convertirse en iconos para la comunidad LGTB de todo el mundo.
Pero ¿qué ha pasado para que todo explote este año? Para Javier Calvo y Javier Ambrossi, más conocidos como Los Javis y creadores de Veneno, que tras su paso por Atresplayer Premium está arrasando en EE. UU. gracias a HBO Max, “era cuestión de tiempo, porque hay muchísimo talento y cada vez más libertad y valentía por parte de las cadenas y plataformas”. En este paradigma, la irrupción de las plataformas también ha sido un punto de inflexión. “Las plataformas han ayudado, de alguna manera, a abrir los ojos: no todas las series tienen que ser para todos los públicos y toda la familia. La gente busca historias diferentes, busca sorprenderse, busca propuestas nuevas y atrevidas”, cuentan los creadores a este medio.
"Veneno ha demostrado que el nicho puede ser masivo. Creo que eso tiene mucho que ver con la forma de contar las cosas. No es la temática la que te lleva al nicho. Si cuentas las historias desde la emoción, haces que una experiencia personal deje de ser de minoritaria y se convierta en algo general", añade Sonia Martínez, productora ejecutiva de la serie y directora editorial de Buendía Estudios, la nueva compañía de producción de Atresmedia.
Darío Madrona creó para Netflix uno de sus mayores éxitos en español, Élite, y ahora ha sido fichado por Universal como showrunner de One of us is lying, seria pera su plataforma Peacock. Otra muestra de la importancia de nuestra ficción en el mapa mundial. Para él, “estamos recogiendo el fruto del trabajo de muchos años”. La ficción española ha sido una industria muy potente: No ocurre en tantos países que sus series son las más vistas, superan en la mayoría de los casos a las estadounidenses, se exportan por todo el mundo cuando eso antes era mucho más complicado”.
En Movistar el gran éxito de crítica ha sido Antidisturbios. Su productor y director Editorial de la Ficción Original de Movistar, Fran Araújo, cree que todo lo que ha ocurrido "ha sido un fenómeno de madurez". "La producción se ha multiplicado: nosotros mismos empezamos hace poco de cero y ahora estamos con doce series al año. Ese contexto general de creatividad y de invertir en talento va dando sus frutos. En EE. UU. no pasó tampoco de la noche a la mañana. A nivel más general nunca ha habido tantas series compitiendo por ser la serie del año como ahora. Este año ha habido una serie de explosión general".
Quien se muestra en contra del término 'el gran año de las series' es Diego San José, creador de Vamos Juan. "Ha sido un año alucinante, pero me sabe fatal pensar que ha sido el gran año, así tan contundente, porque eso hace de menos a otros años que han sido fundamentales para llegar a este punto. Creo que la ficción televisiva ya venía dando pasos en esta dirección y, aunque llama la atención cómo en 2020 han coincidido cuatro o cinco series que hubieran sido cada una de ellas la mejor de su año, el nivel irá mejorando cada vez más y pronto no nos parecerá tan llamativo", zanja.
Éxitos internacionales
Otro que sabe lo que es arrasar en el extranjero es Àlex Pina. Él es el creador de La casa de papel, la serie no hablada en inglés más vista. "Parece que cada año que pasa la ficción televisiva española adquiere mayores cotas de madurez. Es cada vez más plural, con escritores y creativos que exploran nuevos caminos y que hacen que nuestra narrativa audiovisual sea cada vez más estimulante y sorprendente. La flauta no sonó por casualidad con La Casa de Papel, hay detrás un oficio adquirido durante muchos años en un prime time español en donde la ficción nacional ganó casi siempre la partida a la colonización norteamericana que ganaba en los primeros time de todo el mundo", cuenta y destaca que fenómenos como el de Veneno son "síntoma de que se están haciendo las cosas bien".
Para Pina "las plataformas han cambiado las reglas del juego. Han borrado de un plumazo los monopolios de distribución de las grandes corporaciones estadounidenses". "Ahora estrenas tu producto en Netflix o HBO a la vez que la mayor superproducción de Hollywood. A la misma hora y en los mismos países. Y da igual si tu producto tiene un presupuesto menor o un elenco que no tiene estrellas mundiales. Si se ve es porque gusta, y si gusta en India, Turquía, Alemania y Argentina a la vez es porque estamos haciendo una ficción que no solo es universal, sino que tiene elementos originales, localistas, diferentes que consiguen enganchar a muchos millones de espectadores", apunta.
Darío Madrona reivindica que, además, antes de las plataformas ya había grandes ficciones: “Aquí se ha hecho tele mainstream muy buena - porque no había ventanas para producir otras series más de nicho en su momento - y eso no es nada fácil. Les cuentas a los yanquis que en España se han hecho muchas temporadas de comedias de más de setenta minutos como La que se avecina o Aquí no hay quien viva, con muchísimo éxito, y se quedan ojipláticos. Se ha producido bueno, bonito, barato y rápido, y esa experiencia y ese rodaje que tenemos creo que tienen parte de la culpa del éxito actual”. Y señala que otra de las claves es nuestra “encrucijada entre culturas”, que hace que “casi todo el mundo pueden "verse" en nuestras historias y verse identificado con ellas”.
Los Javis creen que estos fenómenos demuestran que “lo local muchas veces es más universal. La gente quiere ver mundos nuevos, concretos, exóticos, diferentes. Además, lo que es universal son las emociones. Veneno, al fin y al cabo, es la serie de una mujer que busca desesperadamente lo que no tuvo de niña: amor”, dicen de un proyecto en el que creen que se han “curtido”. “Hemos tocado todos los géneros: comedia, drama, melodrama, thriller, musical, costumbrismo, realismo mágico, incluso terror. ¡Nos agotamos de solo recordarlo! Ha sido un viaje brutal: personal y profesional. hemos aprendido muchísimo. Realmente Veneno es el proyecto de nuestras vidas. Y ya en lo personal… Ni hablemos”.
Quien, precisamente, apostó por Los Javis fue Sonia Martínez. La directora editorial de la productora reconfigurada a partir de la existencia de Atresmedia Studios dio la luz verde a una de las series del año. Para ella este auge "no ha sido una cuestión de cantidad porque es verdad que con el coronavirus ha sido complicado producir y hemos tenido parones, pero hemos tenido una cosecha muy interesante. Cada vez más estamos afinando el tiro, nos estamos especializando en hacer un diferencial, bien por el tema que toques o por la forma de enfrentarte a ello. Se ha vivido un gran cambio respecto a lo que había antes". En nuestra industria contamos con una ventaja adicional desde hace años: siempre se ha sabido sacar brillo a los reducidos presupuestos de nuestras series. "Ahora hay más dinero pero nada que ver con lo que se maneja fuera. Seguimos teniendo que sacar el ingenio para conseguir resultados similares. Ya hay otro tipos de presupuestos en algunos sitios, pero todavía no hemos roto esa brecha. No solo estamos muy lejos del mundo anglosajón, también de los principales países europeos", aclara Martínez ante este periódico.
¿Hay burbuja?
En España hemos aprendido que, muchas veces, después de una gran momento viene la burbuja que estalla. ¿Hay miedo a que pueda ocurrir en la ficción española? Los creadores de Paquita Salas y Veneno creen que no se puede saber, pero lo que temen es “que este boom nos llevara a que se empiecen a hacer series como churros, con el único objetivo rellenar masivamente las plataformas, solo por dar contenido. A nosotros lo que nos guio en Veneno era algo muy claro: sabíamos por qué queríamos hacerla. Tenía un sentido. No solo era entretenimiento, servía para algo. Era socialmente útil y todo el equipo creía ciegamente en ello. Y por eso todo el equipo está tan orgullosos de nuestra serie”.
Tampoco Darío Madrona se atreve a dar una respuesta a dónde vamos como industria: “No tengo ni idea. Espero que vayamos a una industria dónde quepamos todos, las series con vocación de éxito mundial y otras más locales y pequeñas. Dónde directores de cine importantes tengan cabida para contar otras historias, pero también se aproveche la experiencia y talento de la gente que lleva haciendo tele muchos años. Espero que haya sitio para todos los géneros, todos los acentos, todos los formatos. Que haya sitio para todos, en definitiva”.
Cada compañía tendrá que decidir qué estrategia seguir en el futuro más cercano. "En Movistar preferimos hacer menos horas de televisión, supervisar muy bien los guiones, controlar la producción y cuidarlas mucho, que hacer más horas. Huimos de los episodios de relleno y somos extremadamente exigentes con nuestras series. La televisión ha cambiado mucho. Cuando estrenamos las primeras series nos dimos cuenta de que el medio había cambiado. Estrenamos las series en un mundo distinto al que se había concebido. Ha sido una época de ajuste y de reflexión", explica Fran Araújo, uno de los principales responsables creativos de la plataforma.
Diego San José prefiere no creer en la burbuja "porque da a entender que vivimos un momento que va a explotar. Y no lo creo, podrá varias el número de series que hacemos, tal vez pasemos a hacer menos (o no), pero lo que ha venido para quedarse es el sistema de trabajo. Y eso se va a quedar. Un sistema de trabajo donde hay más tiempo para escribir, donde la cadena se relaciona directamente con el talento creativo o donde hay guionistas que van desde la primera reunión hasta la que elige el póster". El futuro de las series es de ellos, pero también de los consumidores, que hemos vivido en directo el salto a la madurez de nuestra ficción.