Shameless nos ha recordado una y otra vez que el sueño americano es una fantasía y que para conseguirlo no basta, como dicen algunos, con tener constancia y desear las cosas con mucha fuerza. La serie de Showtime (que aquí podemos ver en Movistar+) nos ha demostrado una y otra vez que las oportunidades, y la ausencia de ellas, están determinadas por las condiciones socioeconómicas y culturales de la ciudad, el barrio y el hogar en el que se nace, y ya conocemos el historial de esta familia. Esa parte del relato siempre me ha parecido muy potente, porque nos muestra una realidad que suele ser ignorada por la ficción televisiva en general, la de la clase baja que vive como puede el día a día.
Reconozco que echo de menos ese componente más dramático de la serie. Me duele decirlo en voz alta porque parece que me gusta ver sufrir a los personajes, pero es en esos momentos cuando la siento más honesta. Por ahora, en su regreso en esta temporada 11, la de la despedida, no puedo decir que Shameless no sigue siendo Shameless, pero la disfruto menos cuando se centra exclusivamente en la comedia estrafalaria.
Lo mío es una cuestión de preferencias personales, así que tengo que concederle que ahí continúa siendo infalible. La incorporación de la pandemia en su universo, con esas mascarillas por debajo de la nariz o reemplazadas por un pañuelo, es justo lo que podíamos esperar de esos personajes, pero sus conflictos desde hace tiempo son demasiado repetitivos; creo que ha perdido chispa. Es inevitable pensar que gran parte de ese encanto se fue con Emmy Rossum, porque Fiona no solo era uno de los personajes más complejos y contradictorios, era el corazón de esa familia; la que los mantenía unidos, para bien y para mal. Por eso, no olvido ni perdono que ni siquiera la hayan mencionado en el episodio de la boda de Ian.
Ahora que se acerca la despedida pienso mucho en los espectadores que vieron crecer a los hermanos Gallagher ante sus ojos. Yo empecé a ver la serie después de un maratón de siete temporadas, así que mi vínculo emocional no es tan intenso como el de aquellos que llevan diez años en este universo. El lazo que se establece con las series que, como esta, pasan tantos años en antena es muy poderoso porque, sí, es ficción, pero nuestra vida cambia durante ese tiempo junto a la de los personajes. Seguro que alguien puede recordar qué cosa importante pasó en su vida el año en el que Fiona estuvo en la cárcel, Así que despedirse de una serie como esta no es fácil.
Queremos que tenga un final perfecto, pero debemos tener presente que el final perfecto para cada serie es distinto al de cualquier otra. ¿Cuál será el de Shameless? ¿Deberíamos esperar un final feliz? Me gustaría pensar que es posible. A su manera, porque cada historia es un mundo. Solo espero que sea digno al de la serie que fue en sus mejores momentos. Y que esté presente Fiona.