Irene Escolar tiene 32 años y unas tablas encima que parece que llevara toda la vida encima de un escenario. Bueno, realmente lleva casi toda la vida encima, ya que ella es la última de una saga de actores y actrices en la que destacó su abuela, Irene Gutiérrez Caba, y sus tíos abuelos, Emilio y Julia. Una saga que corre por sus genes. Se nota. Es una de las mejores actrices de su generación. Un todoterreno capaz de enfrentarse a un texto de Pascal Rambert, un reto del que pocas actrices pueden salir indemnes.
En 2020, además, ha sacado su vena emprendedora. En plena pandemia nació su proyecto para HBO junto a Bárbara Lennie, Escenario 0, en el que reimaginaron seis obras de grandes dramaturgos españoles; y ahora es la protagonista de Dime quién soy, la superproducción de Movistar+ que adapta la novela de Julia Navarro y que rodó durante ocho meses y terminó justo antes de comenzar el confinamiento.
2020 ha sido un año, laboralmente, lleno para ti, con Escenario 0, Dime quién soy y la vuelta al teatro con Rigola… qué ironía que haya sido en el, por otro lado, peor año posible. ¿Cómo valoras este año?
Es verdad, no me había parado a pensarlo, pero sí, me siento muy afortunada la verdad, Para mí todo lo que tiene que ver con el arte siempre ha sido una especie de refugio y un lugar donde encontrar sentido a las cosas. Y este año, poder haber estado refugiada en eso con toda la pandemia, pues ha sido un regalo. Y han sido proyectos bastante importantes para mí. Escenario 0 nació en el confinamiento y tuvimos la suerte de acabar Dime quién soy un mes antes de que nos confinaran, porque yo ahora lo pienso y hubiera sido imposible terminarla si nos hubiera pillado en medio. Y se hubiera quedado ahí, sin terminar, porque no hubiéramos podido volver a Budapest a rodar y terminarla.
Has dicho que son proyectos importantes para ti, ¿qué tiene de importante Dime quién soy?
Yo llevaba mucho tiempo con ganas de poder experimentar, de poder rodar... de tener un intercambio nuevo con la cámara y de poder aprender y de descubrir este nuevo territorio. Y durante muchos años, por elección mía, pero he estado centrada mucho en el teatro, y feliz de haberlo hecho, pero es difícil que te llegue la oportunidad en el momento adecuado. Tienen que pasar muchas cosas a la vez, tiene que ser el momento perfecto. Esto es un reto gigante, ocho meses yendo a rodar todos los días, contando la historia de esta mujer, ese recorrido existencial por su vida, con tantas capas, con tantos acontecimientos y con tantos retos que se sumaban. Pero, además, sintiéndome muy arropada y cuidada en una producción grande y con todo tipo de facilidades para hacer bien tu trabajo. Es que es un regalo.
Tu personaje comienza la serie tomando una decisión muy dura, abandonar a un hijo. ¿Te dio miedo que el espectador no entendiera esa elección?
Le dimos muchas vueltas, porque para mí era muy difícil. A mí me interesaba mucho que no fuera un heroína, que no fuera perfecta, que estuviera entre la luz y la oscuridad, porque hay mucha oscuridad en ella también. Y por momentos me planteaba que el espectador podía no empatizar con sus decisiones, pero eso no me parecía algo malo, sino algo más rico e interesante, o al menos en los personajes que a mí me gusta ver. Hay algo de la imperfección de esa mujer que me apetecía mostrar.
Es verdad que hay etiquetas. Aquí se hace mucha diferenciación, pero en el resto de Europa los actores son actores que hacen de todo: teatro, cine y televisión
Es verdad que ese hecho le va a marcar toda su vida, lo que le hace cargar con una culpa muy grande, y esa culpa marca todo su recorrido en mucha cosas. Por otro lado me pareció muy valiente, y cada espectador lo podrá leer según su sensibilidad. Pero luego, si piensas en las cosas que hicieron las mujeres en la Segunda República, en ese momento de liberación, yo ahora que me estaba leyendo Memoria de la melancolía, la biografía de María Teresa León que es preciosa, y te das cuenta de que había mujeres que tomaban decisiones radicales para poder perseguir lo que querían, aunque esas historias no se hayan contado.
Es una serie muy exigente, pero no sé si en este caso los años de teatro curten. Tú te has enfrentado a textos de Pascal Rambert, obras de Rigola...
Sí, sin duda. El teatro tiene algo que te hace ser como un científico que está buscando en laboratorio. Creo que el teatro te obliga a hacer un trabajo muy profundo, muy de bisturí, y también te obliga a enfrentarte a todos tus miedos durante todas la noches con un público delante y te obliga a estar muy en el presente. La complejidad de la serie era diferente, pero es verdad que después de hacer algo como Hermanas, cuando uno supera ciertos retos como ese, pues todo lo que viene después sientes que estás más preparado para hacerlo.
Es curioso que, sin contar ese cameo divertidísimo en Paquita Salas, sea tu primer papel en televisión desde Isabel. ¿Crees que pesa la etiqueta de ‘actriz de teatro’ para que no te ofrezcan ciertas cosas?
Yo he sido siempre muy afortunada y he tenido ofertas muy interesantes. No me puedo quejar. Es cierto que yo tomé la decisión de centrarme más en el teatro porque me llegaban textos que me interesaban más en ese momento, por lo que fuera. Pero a mí me encanta rodar, me gusta igual que el teatro, pero sí que es verdad que hay etiquetas que parece que si te consideran que eres actriz de teatro o de cine o de televisión. Aquí se hace mucha diferenciación, pero en el resto de Europa los actores son actores que hacen de todo.
Esa etiqueta de ‘la actriz de teatro’... pues no, porque no es cierto, es verdad que me gusta mucho, pero también rodar. Después de esta experiencia de ocho meses relacionándome con la cámara de esa manera pues tengo ahora muchas ganas de seguir investigando y aprendiendo en ese sentido. Creo que todo son etapas. Yo quería formarme bien, y me empezaron a llegar artistas y directores muy interesantes y quería aprovechar esa experiencia.
En ese cameo de Paquita te reías precisamente de esos clichés que puede haber hacia ti, de actriz intensa, loquiana… ¿Sigue habiendo muchos?
Hay muchos clichés, hay clichés todo el rato. Eso de la intensidad de Lorca, y la actriz lorquiana, cosa de lo que yo me alejo totalmente, tiene que ver con no conocer. Lorca es un poeta y un dramaturgo maravilloso, y si Lorca se ha hecho de manera rimbombante e intensa, pues yo creo que se ha hecho mal, porque hay muchas formas de acercarse, o de traerlo al presente, y además eso no te hace más intenso o más sesudo. Yo no lo creo. En Paquita lo entendí y me pareció muy gracioso, porque en el fondo yo soy muy payasa, amo hacer de china loca en Mammon, y en la nueva obra de Nao Albet y Marcel Borras hago de rusa loca. Etiquetar y categorizar es algo que creo que es algo simplón.
Lorca es un poeta y un dramaturgo maravilloso, y si Lorca se ha hecho de manera rimbombante e intensa, pues yo creo que se ha hecho mal
¿Cómo vives este momento de auge de las plataformas?
Me parece un momento muy excitante, y muy bueno en el sentido de que hay mucho trabajo para mucha más gente, y no solo actores y actrices, también para los técnicos, que hay muchos excepcionales en este país. Lo importante es que la gente pueda trabajar y vivir de esto y que sigamos contando historias, pero es cierto que hay tanto contenido que a mí también a veces me genera ansiedad la manera de consumir, eso me inquieta más. El otro día fui al cine a ver Mank. A mí me gusta muchísimo ir al cine, y la forma de aposentar en tu interior una película, de procesarla, verla en pantalla grande, escucharla bien... es como no perder la calidad de las cosas por esto de que se puede consumir en un tren o en el metro.
Ojalá podamos seguir haciendo cosas tan interesantes como las que se están haciendo, pero ir educando a la gente para que se consuman de manera respetuosa con el trabajo, y que se puedan ver bien y escuchar bien, porque hay mucho trabajo técnico detrás, que no sea como una fabrica de hacer cosas, sino con la dedicación de lo que significa cada proyecto, y más si es algo relacionado con la narración de historias. Creo que se necesita cierta calma. Me gustaría que no se perdiera esa calma.