David Lynch ha vuelto a ser un visionario sin pretenderlo. En diciembre de 2017 la legendaria cabecera Cahiers Du Cinema sorprendía a la industria audiovisual al anunciar que Twin Peaks: The Return era la mejor película del año. Visto entonces como un ataque de esnobismo por parte de un medio famoso por su elitismo cultural, el debate fue dejado de lado en favor de una conclusión que debería ser más simple que todo eso: por muy cinematográfica que sea la mirada del autor, si una historia está contada en episodios estrenados en televisión estamos hablando de una serie de televisión. O no, si tenemos en cuenta las últimas noticias llegadas desde Hollywood.
La decisión de anoche de la prestigiosa asociación de críticos de Los Ángeles de considerar que Small Axe era la mejor película del 2020 ha vuelto a reabrir el debate. El inglés Steve McQueen (12 años de esclavitud) dirige y escribe esta antología de cinco historias inspiradas en hechos reales sufridos por la comunidad negra de Londres entre 1962 y 1989. La decisión de los críticos de Los Ángeles es inaudita por dos razones: consideran que un proyecto televisivo (ya está confirmado que la miniserie competirá en los Emmy y no en los Oscar) puede ser la mejor película del año y han decidido premiar las cinco películas como concepto en lugar de apostar por una de ellas.
Por si no fuera suficientemente confuso, los mismos votantes sí han decidido distinguir una de las historias (Lovers Rock, sobre una historia de amor entre dos jóvenes en una fiesta de ‘blues’ en 1980) de forma independiente en el apartado reservado a las bandas sonoras. Premiar a un producto televisivo como mejor película en un año en el que las fronteras de las ventanas audiovisuales casi han desaparecido es una decisión comprensible, incluso interesante. El problema radica en la falta de coherencia y en el complejo de clase que arrastra la televisión (o quién habla de ella) desde hace años.
Estas decisiones reabren viejos debates sobre las diferentes varas de medir a una película y una serie de televisión, una guerra cultural que se ha acuciado en los últimos años después de que grandes nombres del cine hayan empezado a hacer series, particularmente en la industria audiovisual española. Ya es un clásico que, durante la campaña promocional del producto en cuestión, los actores o directores de turno renieguen indirectamente del medio televisivo al aclarar que su nueva serie en realidad es una película emitida en entregas o de varias horas de duración.
Las propias cadenas de televisión y plataformas han pedido a sus responsables que tengan cuidado en estas situaciones, un tema del que SERIES & MÁS ya habló con Fran Araújo, director editorial de ficción original de Movistar. “¡Sigue pasándonos todas las semanas! Tener todo escrito antes de empezar a rodar te permite planificar por localizaciones y no por episodios, a diferencia de lo que ha pasado tradicionalmente en televisión. Nuestros actores y directores sienten que estaban en películas muy largas por la forma de trabajar, pero internamente siempre se ha trabajado como series. A veces he leído de nuestras series que eran películas en cuatro partes. Nunca hemos trabajado así”, lamenta el supervisor creativo de las series de Movistar+.
Sea cine o televisión, lo que está claro es que el primer episodio de Small Axe llegará a Movistar+ el 7 de enero. El resto se irán estrenando de forma semanal. Apúntenlo en su agenda: promete ser uno de los eventos audiovisuales del año.