El otro día las redes estaban revolucionadas. Las actores de UPA -Un paso adelante, por si alguien no domina las siglas básicas de la historia de las series españolas- bromeaban sobre la posibilidad de un regreso de la ficción que hizo que muchos jóvenes quisieran bailar en la escuela de Carmen Arranz. Beatriz Luengo y Miguel Ángel Muñoz, o Lola y el Tito Rober para los amigos, jugaban en redes y daban a entender que un reencuentro estaba sobre la mesa.
Noticias, tuits, ríos de tinta, todo el mundo revolucionado con el regreso de los bailarines más populares de la historia de la televisión española. Nuestro particular Fama nació en Antena 3 en 2002 y fue tal éxito que provocó hasta un grupo musical (UPA Dance) que creó hits como Muchachita o Sámbame. Temas que reventaron los Caribe Mix durante años y con las que los chavales se desfogaban en las verbenas del pueblo.
Lo de UPA fue muy fuerte, y lo demuestra esta historia absolutamente real. Londres, 2010. En un pub mis amigos y yo conocimos a un grupo de chicas italianas. Una de ellas me confesó que su sueño era ir a España para conocer la escuela de Carmen Arranz. Yo le dije que no era real y ella me dijo que no, que Carmen Arranz existía. Intenté explicarle que era una actriz y que se llamaba Lola Herrera, que era de Valladolid, como yo. No hubo suerte, me sentí como Joey cuando conoce a una chica que cree que él es el doctor Drake Ramoray.
Así que entiendo que la gente se emocione con sus recuerdos. Pero me preocupa mucho el rumbo que veo en la ficción española, o en parte de ella, en el último año. Hemos visto la gallina de los huevos de oro a recuperar series que triunfaron en su momento y hacerles regresar. La nostalgia es una compañera muy peligrosa. Pensar que cualquier tiempo pasado es mejor es un error, y si a la nostalgia le sumas las ganas de sacar un rendimiento económico la máquina es imparable.
En los últimos meses hemos vivido el regreso de Física o Química, el de El internado, que con otro reparto ha decidido utilizar la marca y la nostalgia para vender una serie que podría haberse llamado de otra forma. Ya están anunciados el de Los protegidos y el rumor de Un paso adelante sigue cobrando fuerza. Basta, por favor. Hay que poner fin a esta bola de nieve. Lo poco agrada y lo mucho cansa, y esto ya es una moda divertida.
No hemos sido los primeros. El cine de Hollywood lleva aprovechándose de sus éxitos pasados durante años, y la nostalgia también se ha hecho hueco en televisión. Comenzó con ese homenaje ochentero que es Stranger Things, y siguió con las secuelas tardías de Salvados por la campana, Punky Brewster, Sexo en Nueva York, reuniones de Friends, de El prícipe de Bel Air… todos vuelven. Hurgan en nuestras memorias para conseguir más usuarios, más visionados.
Me preocupa que la ficción española copie ese modelo y lo perpetúe. Que no sea una moda pasajera, porque aquí somos especialistas en coger un género y destrozarlo. Recordemos cuando se puso de moda el terror y Antena 3 y Telecinco se pusieron a producir a cascoporro. Luego vino la moda de las comedias locales tras el éxito de Ocho apellidos vascos, y ahora la comedia familiar y los remakes de éxitos de otras industrias es lo que se lleva.
Si copiamos eso para nuestras series estaremos desaprovechando el momento dorado de nuestra industria en pos de una rentabilidad a corto plazo pero que hablará mal de nosotros. Cuidado, porque podemos pasar del gran año de las series españolas, al año en el que sólo hubo remakes y productos diseñados con tiralíneas. No nos lo podemos permitir. Tenemos talento de sobra para que no ocurra, pero los que ponen la pasta tienen que tomar ciertos riesgos. Si no, no hay nada que hacer y acabaremos viendo el regreso del doctor Nacho Martín antes de que termine 2021.