La semana pasada, Netflix estrenaba la miniserie documental Nevenka, sobre el famoso caso de acoso a una concejala de Ponferrada. La joven Nevenka Fernández aparecía ante los medios el 26 de marzo de 2001 y decía una frase qué quedó grabada en la memoria: “Tengo 26 años y tengo dignidad”. Lo que vino después fue una campaña de acoso y derribo contra ella. Mucho antes del me too y del nuevo auge del feminismo a Nevenka se la culpó cuando ella eral la víctima. De hecho, mientras que años después vivimos el caso Weinstein, donde se puso el nombre del agresor al suceso, en esta ocasión se le puso el de la víctima. El caso Nevenka.
En el documental de Netflix es la propia protagonista la que habla por primera vez desde entonces para contar lo que ocurrió antes, durante y después de aquel juicio que hizo que tuviera que irse de España. Y así, con uno de los casos que suponen un punto de inflexión en la conciencia sobre el acoso sexual y el machismo, se convierte en un ejemplo perfecto de la moda del 'true crime'. Productos que eligen sucesos reales para construir una narración y que se han convertido en uno de los mayores ganchos de la plataforma.
La misma Netflix estrenaba hace poco Escena del Crimen: Desaparición en el Hotel Cecil y ha vivido fenómenos en torno a Tiger King o A los gatos ni tocarlos. También en España hemos vivido cimas del 'true crime' como aquel Muerte en León en el que Justin Webster nos hizo saltar del asiento con un producto que parecía el mejor de los thrillers. Pero, un 'true crime' también puede saltar a la ficción, ¿o es que Zodiac, la película de David Fincher, no lo era?
El auge del género que se basa en crímenes reales es increíble, pero… ¿por qué nos fascina la violencia y los asesinatos? Eso es lo que intenta explicar en su libro True Crime, la fascinación del mal (Editorial Ariel) el Catedrático en Criminología Vicente Garrido. A través de numerosos ejemplos literarios y audiovisuales, que van desde Truman Capote a las últimas series de HBO, nos desvela cómo en el fondo hay un interés por la supervivencia y por intentar entender nuestra sociedad y nuestra propia naturaleza.
El propio autor reconoce que escribió este libro con un propósito, el de “reivindicar el interés que tenemos casi todos, por el crimen, la violencia, el engaño, la corrupción…”. Y es que cree que es un sentimiento natural, porque “nuestro cerebro emocional siempre está pendiente de cualquier cosa que pueda ser un aprendizaje para garantizar nuestra seguridad, y no cabe duda de que en la sociedad moderna, la principal fuente de amenaza viene de nuestros propios conciudadanos”. Por ello no entiende que a quienes disfrutan con estas temáticas se les acuse de morbosos. “Llamar morbosos a millones de personas porque les interesa la violencia me parece absurdo. No creo que haya algo que llame más nuestra atención que un muerto en nuestra escalera o una bomba en nuestra ciudad o que nos enteremos de que una empresa ha estado años vertiendo productos tóxicos y provocando muertes”, cuenta a este medio.
Para Garrido también influye la habilidad y calidad del producto. Cuando “está bien hecho, con integridad artística y utilizando los resortes dramáticos” funciona, como siempre ha hecho “desde el nacimiento de la literatura y el cine”. “Hay una serie de estrategias y resortes que son importantes para coger nuestro interés, como son el miedo, el suspense… y estos productos juegan con esas estrategias para que sea más apasionante seguir esta historia”. El arte y el 'true crime' nos hablan, en el fondo de lo mismo, “del ser humano, de la sociedad y los dos nos hacen interrogarnos sobre nosotros, preguntarnos cómo actuaría yo en tal circunstancia. Hace que nos hagamos mil preguntas sobre la realidad de cada día y eso al ser humano le interesa muchísimo.
Los 'true crime' como aprendizaje. Esa es la otra clave que desvela en su libro Vicente Garrido, que opina que actualmente, “el análisis crítico más penetrante de lo que pasa en la realidad se hace a través del 'true crime', porque los medios de comunicación no tienen ni tiempo ni ganas ni el formato adecuado”. “Cualquier espectador inteligente que quiera saber lo que pasa lo va a hacer a través del 'true crime'. Mira el documental Intocable, sobre el caso Weinstein, o La voz más alta, sobre el jefe de la Fox. Con ellas entiendes el nacimiento del Me Too y la podredumbre que se instaló en los recovecos de las grandes empresas”, apunta.
Los true crime, como el gran cine o la gran literatura nos ayudan a comprender al ser humano y a la realidad
“Con los 'true crime' aprendes a tener sentido crítico y aprendes unas cuestiones que son difíciles de entender si sólo sigues los medios. Aprendes a tolerar la incertidumbre, que las cosas no son blancas o negras. Te ayuda a pensar sobre la imposibilidad de la justicia en el sentido más extremo. Los 'true crime', como el gran cine o la gran literatura nos ayudan a comprender al ser humano y a la realidad”, explica Vicente Garrido que cree que las plataformas han aprovechado esto para rellenar sus catálogos y porque saben que los 'true crime' “son un enganche muy grade”. Un boom que también “está permitiendo la aparición de nuevos directores y guionistas, las plataformas están uniendo el 'true crime' con artistas que son prometedores”.
Para el experto hay muchos buenos y variados, pero si se tiene que quedar con alguno, dentro del territorio nacional lo haría con Muerte en León y El Palmar de Troya, mientras que de productos extranjeros apostaría por la ficción, como Serpico y Zodiac como mejores exponentes.
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